Cuando se disolvió la Unión Soviética, el europeo occidental no sabía cuántos países tenía Europa, ni el nombre de la mayoría, ni donde se encontraban. El Este se convirtió en un rompecabezas desde la destruída Yugoslavia. Todos esos países nuevos son como entidades extrañas en nuestra concepción geográfica de Europa. Situar Eslovaquia, Chequia, Bosnia, Macedonia, Croacia, Eslovenia, Montenegro, Serbia, Moldavia, Bielorrusia, Lituania, Letonia y Estonia en el mapa de Europa se nos hace una tarea complicada; solo Ucrania es el país más amado y mejor conocido de aquel mundo hecho añicos. No es más fácil hacer una imagen mental de dónde se encuentran las repúblicas euroasiáticas Georgia y Armenia y ya si nos vamos a las asiáticas surgidas de la URSS incluso pronunciar su hombre se convierte en un trabalenguas: Azerbayán, Kazaguistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán yTurkme Pero como el viejo topo de la Historia es paciente, en febr