Declaración de Independencia de Israel y primera guerra árabe-israelí. La segunda parte de la nabka (X)
Lo hizo bajo una gran foto de Theodor Herzl, entre dos banderas blancas con dos franjas azules y la estrella de David, y ante más de trescientas personas.
Ben-Gurión empezó la lectura afirmando que “Eretz Israel ha sido la cuna del pueblo judío”. Se refirió a la galut (“diáspora”) y al deseo de “retorno”. Habló del renacimiento cultural y de la labor de modernización sionista en Palestina.
Reafirmó el derecho reconocido en la Declaración Balfour y su incorporación al texto del Mandato británico. También mencionó el genocidio perpetrado por el Tercer Reich y el plan de partición.
El anteriormente constituido Consejo del Pueblo se autoproclamó Consejo Provisional del Estado, el cual a su vez designó a la Administración Nacional como el nuevo gobierno provisional del Estado de Israel (las primeras elecciones se celebrarían el 25 de enero de 1949). Se afirmaron los principios de libertad, justicia y paz y que el nuevo Estado iba a asegurar la “completa igualdad de los derechos sociales y políticos de todos sus habitantes, independientemente de su religión, raza o sexo”. Sin embargo, no se mencionó la igualdad de derechos independiente de la nacionalidad (Kimmerling, 1999: 339-363).
Al contrario de lo aconsejado por el Departamento de Estado de los EE UU, el presidente Truman reconoció de facto al Estado de Israel tan solo 11 minutos después de la expiración del mandato. Truman quería adelantarse a la Unión Soviética (dos días después, Moscú fue más allá y reconoció de iure a Israel). Por lo tanto, EE UU fue el primer país del mundo al reconocer de facto al Estado de Israel y la URSS el primero en hacerlo de iure. Con todo, el nuevo Estado se mantuvo neutral durante un tiempo en el contexto de enfrentamiento entre las dos superpotencias, aunque a partir de la guerra de Corea (1950-1953) se posicionó definitivamente del lado de EE UU.
Mientras tanto, una esperada y nueva guerra llegaba a Palestina-Israel.
Tropas de estados de la Liga Árabe se dirigían al país. Una parte del ejército egipcio junto a un contingente de voluntarios se aproximaba a la zona de Gaza. Tropas libanesas, aunque casi no participarían de manera efectiva durante la guerra, se acercaban al área de Malikya, al norte. Por su parte, un contingente del ejército sirio se aproximaba a la Galilea septentrional. Por último, la Legión Árabe transjordana ya había cruzado el río Jordán hacia el oeste.
Sin embargo, por sus dificultades internas, rivalidades en el seno de la Liga Árabe, debilidad militar, improvisación y compromiso más retórico que efectivo, como escribió Ilan Pappé, “que los estados árabes hubieran sido capaces de reclutar a algún soldado ya […] [era] de por sí digno de mención”
A causa del pacto secreto entre la Agencia Judía y el rey Abdalá, la Legión Árabe estaba neutralizada desde el primer momento. Todo esto hizo que el británico Glubb Pasha, comandante en jefe de la Legión, denominara al conflicto bélico una “guerra de mentira”. No solo por el restringido papel de su ejército, sino por el desequilibrio, la falta de implicación y los problemas árabes en su conjunto. La mayor parte de los ejércitos árabes se quedó en sus respectivos países. A lo largo de 1948, las fuerzas sionistas-israelíes eran más fuertes en armamento, coordinación, efectivos, entrenamiento, experiencia y motivación
Las tropas israelíes avanzaban día a día a Al-Quds-Jerusalén y en el resto de Palestina. Por eso se negaban a la suspensión de hostilidades que solo en este momento empezó a exigir la ONU. Y es que para permitir los hechos consumados favorables al movimiento sionista el Consejo de Seguridad esperó hasta la creación del Estado de Israel para requerir una tregua de manera efectiva.
Sea como fuese, para las autoridades israelíes, tanto la guerra civil ya finalizada como el nuevo conflicto bélico interestatal tuvieron un carácter prioritariamente ofensivo y que contaba con un doble propósito. Por un lado, la expansión territorial y la creación de unos hechos consumados demográfico-territoriales para cuando hubiera acabado el Mandato y se estableciera el Estado “judío”. Por otro, el propósito era el “reequilibrio demográfico”, es decir, el desalojo de la población palestina, la limpieza étnica, que a partir del 15 de mayo de 1948 se realizaba en el contexto de la débil intervención de los ejércitos de los Estados de la Liga Árabe.
La tarde del 14 de mayo, último día de la segunda sesión especial de la Asamblea General de la ONU inaugurada el mes anterior para intentar resolver la cuestión de Palestina, la Asamblea creó la figura del mediador.
El cargo fue ocupado por Folke Bernadotte, una importante figura sueca (nieto del rey Óscar II, diplomático, militar y dirigente de la Cruz Roja) que había participado tanto en el rescate de prisioneros de campos de concentración nazis como en las negociaciones para el fin de la Segunda Guerra Mundial. Como testimonió en primera persona el diplomático republicano exiliado Pablo de Azcárate, representante de la ONU en Palestina, solo después de este nombramiento, proclamado el Estado de Israel y habiendo sido reconocido por Washington, el Consejo de Seguridad y el secretario general de la ONU dejaron de lado su táctica de aplazar la imposición de una tregua. Solo a partir de la consolidación de esta situación favorable a Israel el Consejo empezó a asumir su cometido de intentar detener el enfrentamiento bélico en Palestina a través del mediador.
Por lo tanto, la ONU no cumplió con su deber de intentar detener la guerra con todas las herramientas a su disposición para patrocinar los intereses sionistas
Establecido el Estado de Israel, pronto hubo noticias optimistas respecto a la tregua. La Liga Árabe aceptó el llamamiento al fin temporal de las hostilidades. En la decisión fue fundamental que el líder de las fuerzas árabes, el rey Abdalá, hubiera visto cumplidas sus ambiciones territoriales al ocupar con rapidez lo que se denominaría Cisjordania y la parte oriental de Al-Quds-Jerusalén. Por su parte, ejércitos como el egipcio tenían una grave carencia de material bélico y buscaban una definición clara de los objetivos político-militares de la guerra. Las fuerzas israelíes eran cada vez más efectivas y ya tenían gran parte de Palestina en sus manos. Aquellos días, Ben-Gurión llegó a afirmar: “Aniquilaremos Transjordania y después caerá Siria. Y si los egipcios continúan luchando, bombardearemos Port Said, Alejandría y El Cairo”.
Asimismo, hay que tener en cuenta que, al contrario que en anteriores exhortaciones a la tregua, en la del 29 de mayo de 1948 el Consejo de Seguridad de la ONU decidió advertir que, si su resolución era rechazada, la situación sería “reconsiderada para actuar en base al capítulo VII de la Carta”. Esto significaba que el Consejo podría aplicar medidas como embargos, bloqueos, sanciones u organizar algún tipo de intervención militar. De esta forma, la tregua de cuatro semanas de la primera guerra árabe-israelí empezó el 11 de junio de 1948.
A pesar de las resistencias árabes a aceptar una nueva tregua cuando la primera finalizó el 8 de julio de 1948 (ya que la tregua había favorecido al Estado sionista), el Consejo de Seguridad forzó la aceptación de una segunda suspensión de los combates en su Resolución . Esto significó que la segunda tregua se inició el 18 de julio de 1948. El organismo de la ONU declaró que la guerra en Palestina era una amenaza para la paz mundial y aludió al capítulo VII de la Carta. Así volvió a advertir que el incumplimiento de la resolución comportaría sanciones políticas, económicas y militares, pero esta vez dirigió su aviso específicamente a los países de la Liga Árabe.
En los diez días que transcurrieron entre las dos treguas (8-18 de julio de 1948), el ejército israelí conquistó varias zonas y ciudades clave de Palestina como Nazaret, Lydda y Ramla. La ocupación y limpieza étnica de Ramla y Lydda significó el desalojo de unas 70.000 personas bajo órdenes como las de Isaac Rabín (décadas después primer ministro israelí y Premio Nobel de la Paz), que ordenó que “los habitantes de Lydda tienen que ser expulsados sin tener en cuenta la edad”
En Lydda, el lugar de origen del santo cristiano San Jorge, las tropas israelíes asesinaron a unos 450 palestinos y palestinas (incluyendo a 175 en la mezquita de Dahmash, donde se habían refugiado), numerosas mujeres palestinas fueron violadas y se sustrajeron 1.800 camiones de propiedades muebles palestinas. Después de estos sucesos y de la expulsión, las y los habitantes de Lydda fueron obligados a caminar hasta la línea del frente árabe en medio de una intensa ola de calor. Se calcula que entre 335 y 350 personas palestinas murieron por deshidratación y agotamiento en lo que trágicamente se ha denominado la “marcha de la muerte de Lydda” . Todo esto era paralelo al desarrollo de varias estrategias para bloquea el retorno de las personas refugiadas palestinas. Sobre este tema, el 18 de julio de 1948 Ben-Gurión escribió en su diario: en“Tenemos que hacer todo lo posible para asegurar que [la población palestina refugiada] nunca vuelva. Los viejos morirán y los jóves olvidarán”
En el final del verano y el principio del otoño de 1948, con la segunda tregua activa y la mayor parte del territorio palestino controlado por el ejército israelí y la Legión Árabe, cada vez era más difícil ocultar el entendimiento entre Israel y el rey Abdalá de Transjordania.
En Egipto, sede de la Liga Árabe, la preocupación y el recelo respecto al rey transjordano habían aumentado.
En este contexto, la organización panárabe acogió la creación el 6 de septiembre de 1948 de un “gobierno” árabe de Palestina que tendría su sede en Gaza. Tuvo el nombre de “Gobierno de Toda Palestina”.
Fue un momento histórico, puesto que se trataba de la primera vez que se intentó establecer una autoridad estatal árabe en la totalidad de la Palestina histórica.
Aunque su jurisdicción fue declarada sobre el territorio que comprendía el Mandato británico de Palestina, en realidad solo podía operar en la zona de Gaza, controlada por las fuerzas egipcias. Como primer ministro del Gobierno de Toda Palestina fue nombrado Ahmed Hilmi Pasha, miembro destacado del Comité Superior Árabe, un organismo que con esta nueva situación se volvió todavía más inoperante.
La presidencia recayó sobre Amin al-Husseini por tratarse del dirigente político palestino más popular, por ser un líder religioso y por su enemistad con el rey Abdalá. Aunque el Gobierno de Toda Palestina fue reconocido por los miembros de la Liga Árabe (a excepción de Transjordania), el nuevo organismo no tenía ni administración civil ni moneda propia ni un ejército a su disposición, por lo cual su capacidad de actuación fue muy limitada o simplemente inexistente.
Fue disuelto oficialmente por Gamal Abdel Nasser en 1959A mediados de septiembre de 1948, el mediador de la ONU Folke Bernadotte fue asesinado en Al-Quds-Jerusalén por miembros de la organización sionista Lehi, que oficialmente había quedado integrada en el ejército israelí.
Según la versión posterior de los autores del asesinato, el crimen se cometió porque temían que el gobierno provisional de Israel aceptara las propuestas políticas de Bernadotte, las cuales consideraban una amenaza para los intereses sionistas.
Un día antes de su asesinato, el mediador había presentado un plan para Palestina, el segundo que planteaba después del fracaso del que propuso en el mes de junio anterior.
Aun así, en su nuevo informe, Bernadotte corrigió varios de los aspectos que más habían irritado a las autoridades israelíes. Incluyó un reconocimiento explícito del derecho a existir del Estado de Israel, definió a Galilea como un “territorio judío” y volvió a incluir a Al-Quds-Jerusalén en un corpus separatum internacional, como había figurado en la Resolución 181.
También recomendó nuevamente que las “zonas árabes” fuesen anexionadas por Transjordania.
El fracaso de sus propuestas durante la primera tregua hizo que fuera más propenso a la influencia anglo-estadounidense.
Por su parte, la URSS continuaba teniendo como referente la resolución del 29 de noviembre de 1947 y no apoyó las propuestas del mediador. Desde Moscú se acusó a Bernadotte de servir a los objetivos anglo-estadounidenses, en concreto, a sus intereses estratégicos y petrolíferos. En este contexto, desde la URSS Transjordania era vista como una colonia británica.
En su segundo y último informe, Bernadotte también sugirió que la tregua vigente se reemplazara por armisticios o por acuerdos de paz formales.
Sin embargo, el 15 de octubre de 1948, el ejército israelí rompió a gran escala la segunda tregua vigente desde el 18 de julio al iniciar su Operación Yoav.
El ataque se centró sobre el Néguev, al sur de Palestina-Israel, que hasta ese momento estaba en manos egipcias. Aunque el Consejo de Seguridad solicitó el fin de los combates, lo hizo de manera poco convincente.
No aprobó una resolución, sino únicamente un texto que contrastaba con la contundencia empleada en julio, cuando forzó a la Liga Árabe a aceptar la segunda tregua.
Mientras que en verano se señaló explícitamente a la institución panárabe por resistirse a aceptar la interrupción de los combates y esta fue amenazada con sanciones, en el texto de octubre ni siquiera se mencionaba quién tenía la responsabilidad de violar la tregua.
Para Pablo de Azcárate, se trató de “la violación más grave de las treguas en toda la historia” reciente de Palestina.
Tampoco se contemplaba el momento en que la suspensión de las hostilidades tenía que ser efectiva, por lo que el ejército israelí aprovechó para continuar con su ofensiva y su limpieza étnica también en Galilea, donde sus tropas cometieron más de diez masacres.
En vez de intentar hacer cumplir su Carta impidiendo la proliferación de conflictos y la adquisición de territorios por la fuerza, los agentes más influyentes de la ONU volvieron a sancionar de facto los intereses del movimiento sionista y del Estado de Israel: la violación de la tregua, el incremento de la violencia y los hechos consumados que favorecían el expansionismo colonial israelí
Mientras se alejaba la solución política incluida en el plan de Bernadotte, EE UU, que cada vez tenía un papel más destacado en el Levante mediterráneo, propuso la firma de un armisticio para poner fin a la guerra.
El 16 de noviembre de 1948, el Consejo de Seguridad emitió su Resolución 62 declarando que para transitar desde la tregua hacia una paz permanente en Palestina, tenía que negociarse un armisticio. Esta era la hoja de ruta. En aquel momento, el Estado de Israel ya controlaba más del 75 por ciento de la Palestina histórica. La zona de Gaza (que se denominaría “Franja de Gaza”) permanecía en poder egipcio, mientras que lo que se llamaría Cisjordania y Al-Quds-Jerusalén Este estaban bajo control transjordano.
La primera guerra árabe-israelí llegaba a su fin con la victoria del Estado de Israel.
Los armisticios eran un paso intermedio entre la tregua y los acuerdos de paz. Significaban la suspensión indefinida y acordada de las hostilidades, pero no tenían por qué incluir un tratado de paz o de fraternidad que fijara unas fronteras.
Ben-Gurión y las autoridades israelíes apoyaban a la idea porque consideraban que reconocerían los hechos consumados en 1948 y el territorio que habían ocupado.
Además, a Israel le interesaba no delimitar unas fronteras internacionales, sino simplemente unas líneas de armisticio, para poder traspasarlas más fácilmente en aras de expandir sus límites.
Finalmente, al gobierno provisional israelí le atraía la idea de firmar armisticios con celeridad para obtener una mayor legitimidad internacional, poder ser reconocido por más estados y poder ser admitido en la Asamblea General de la ONU, como finalmente consiguió el mes de mayo de 1949.
Israel logró separar a los países árabes para debilitarlos y firmar entre febrero y julio de 1949 cuatro armisticios con Egipto, Líbano, Transjordania (que cambiaría su nombre a Jordania con la incorporación formal de Cisjordania y Al-Quds-Jerusalén Este, que a partir de aquellos momentos quedaron separadas del Estado de Israel por la llamada “Línea Verde”) y Siria.
La guerra había acabado, pero esto no significaba paz.
Para atender a las personas refugiadas palestinas, la Asamblea General de la ONU creó el otoño de 1948 la UNRPR (United Nations Relief for Palestine Refugees), antecedente de la UNRWA (United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East).
El 11 de diciembre, un día después de que la asamblea adoptara la Declaración Universal de los Derechos Humanos y dos días después de la aprobación de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, se emitió otra resolución histórica para la cuestión de Palestina.
Se trataba de la número 194, que estableció el derecho al retorno de la población palestina expulsada durante la Nakba.
Además, dispuso que se crease la Comisión de Conciliación de Palestina, cuyo secretario principal fue Pablo de Azcárate. El sustituto de Bernadotte como mediador, el estadounidense Ralph Bunche, trabajó los meses posteriores con éxito en la negociación de los armisticios entre Israel y los países de la Liga Árabe del entorno, tarea por la que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1950. En estas circunstancias, la labor de la Comisión de Conciliación hasta 1952 se centró infructuosamente en las personas palestinas refugiadas, en la internacionalización de Al-Quds-Jerusalén y en la negociación de acuerdos de paz
El nuevo escenario de 1949 había acabado con las hostilidades bélicas desencadenadas el 15 de mayo de 1948; pero los armisticios tampoco pusieron fin a la lucha de manera completa, sobre todo en los límites orientales y septentrionales del Estado de Israel.
Del mismo modo, tampoco significaron la llegada de la paz a Palestina.
Todavía no se habían cumplido preceptos elementales de la Carta de la ONU como la “convivencia en paz como buenos vecinos” o el fomento de las relaciones de amistad entre las naciones basándose en la libre determinación de los pueblos.
Al tiempo, resoluciones clave de la Asamblea General, como la 194, no se habían aplicado. Si para la población judía israelí los armisticios consolidaron el establecimiento del Estado de Israel y significaron un respiro después de una década de grandes perturbaciones, para el pueblo palestino nada estaba más lejos de la paz y de los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos que su situación en 1949.
Los armisticios significaban otro paso más en la validación de un statu quo que había significado desposesión, destrucción y exilio.
En palabras del poeta palestino Mahmoud Darwish, un “mapa de ausencia” en una “patria que no era una maleta” (Darwish, 2012).
Para la escritora italo-palestina Rula Jebreal, la Nakba fue “la catástrofe, el desastre, el apocalipsis […] Es difícil de explicar, pero es una cosa que cada palestino siente en su interior, como una herida irreparable, como un cortocircuito en nuestra historia”
La Nakba es el término usado en Palestina para indicar "catástrofe" o "desastre" del éxodo palestino
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