El movimiento sionista ya había conseguido durante el Mandato británico que
el Yishuv llegara a ser una sociedad colonial autosuficiente, efectiva y segregada de la autóctona palestina. Antes del establecimiento del Estado de Israel ya había creado asociaciones, bancos, centros educativos y religiosos, colonias que se habían convertido en ciudades que superaban el medio millón de personas a la altura de 1954 (como Tel Aviv) o en referentes de numerosas izquierdas del Norte Global (como los kibutz), comercios y empresas de todo tipo, espacios de ocio, organizaciones paramilitares, periódicos, sindicatos o universidades.
Indudablemente, la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 fue un hito histórico, marcó un antes y un después e inauguró una nueva época, pero en múltiples dinámicas y realidades de la comunidad judía en Palestina, lo que predominaba era la continuidad.
El nuevo Estado surgido en 1948 fue construido principalmente por los dirigentes socialsionistas que ya dominaban la mayor parte de las instituciones del Yishuv durante el Mandato británico.
Entre 1949 y 1977, esta cultura política controló los gobiernos israelíes.
Primero, a través del Mapai y desde 1968 a través del Partido Laborista, en el que quedó integrado el Mapai.
David Ben-Gurión fue primer ministro en varias ocasiones: del 14 de mayo de 1948 al 10 de marzo de 1949 con el gobierno provisional, entre 1949 y 1954 con la primera y segunda legislatura, y, por último, entre 1955 y 1963 con la tercera, cuarta y quinta legislatura.
Entre enero de 1954 y noviembre de 1955 el primer ministro israelí fue el también miembro del Mapai Moshé Sharett.
Tres socialsionistas más le siguieron: Levi Eshkol fue primer ministro entre 1963 y 1969, Golda Meir entre este último año y 1974, e Isaac Rabín entre esta última fecha y 1977.
En este último año, Rabín perdió las elecciones frente a Menahem Beguín, exlíder del Irgún, que obtuvo la victoria presentándose por el partido derechista Likud.
Por su parte, hasta el año 2000 todos los presidentes del Estado de Israel excepto uno también formaron parte del Mapai o de coaliciones en las que se integraba el Partido Laborista, como la denominada Alineamiento. La única excepción aquí fue precisamente la primera persona que ocupó de manera electa el cargo, Jaim Weizmann, presidente israelí entre 1949 y 1952 y representante del partido de centro-derecha liberal Sionistas Generales.
El sistema electoral israelí se construyó como uno de los más representativos del mundo, con una única circunscripción y una barrera electoral del 1 por ciento hasta 1988 (a partir de ese momento fue subiendo hasta el 3,25 por ciento establecido en 2014).
Intentó reflejar la gran diversidad identitaria, política y de procedencia de las personas judías que vivían o que se esperaba que fuesen a vivir al país.
Aunque impedía conseguir mayorías absolutas, estaba ideado para que el centro gravitatorio y la legitimidad institucional estuviesen regidos por la principal cultura política israelí, la socialsionista, y las coaliciones que ponía en marcha.
Las negociaciones con fuerzas minoritarias para formar un nuevo gabinete se realizaban desde unas bases dentro del consenso sionista, las cuales debían partir de unos mínimos que favorecían al socialsionismo y que durante décadas le permitieron monopolizar el poder político.
Al mismo tiempo se establecían mecanismos clientelares con los partidos minoritarios, que podían conseguir alguna regalía del poder que en otros sistemas electorales no hubiesen podido obtener y así, de este modo, difícilmente cuestionaban el régimen
Por supuesto, las listas árabes dentro de partidos sionistas, que sobre todo existieron ligadas al Mapai-Partido Laborista, estaban bajo control. Cuando estas se resquebrajasen en las décadas de 1970 y 1980 y empezasen a surgir partidos exclusivamente de la población palestina con ciudadanía israelí, como el Partido Árabe Democrático —formado en 1988 en el contexto de la Primera Intifada— siempre serían fuerzas minoritarias sin capacidad de formar gobierno.
El nacionalismo primó sobre el socialismo en la cultura política socialsionista, las instituciones del Yishuv y del Estado israelí tuvieron amplias posibilidades de intervención en el ámbito económico. En gran medida, las inversiones que venían del exterior, los flujos de capitales, las donaciones y las reparaciones alemanas por el genocidio durante el Tercer Reich desde principios de la década de 1950 fueron canalizados por las autoridades socialsionistas y por instituciones como el Histadrut.
De hecho, esta central sindical controlaba una parte muy importante del mercado laboral, de los servicios y de otras esferas económicas. Con esto, durante las primeras décadas del Estado de Israel, las clases dirigentes socialsionistas consiguieron reforzar su poder dentro del nuevo entramado estatal.
Una de las prioridades de los primeros gobiernos israelíes fue absorber el mayor número posible de personas judías venidas del extranjero y asentarlas en casas y tierras de “propiedad ausente” palestina.
Sobre todo, interesaba ubicarlas cerca de las zonas donde había quedado más población palestina sin expulsar, es decir, en la Galilea central y en el triángulo, y en menor medida en una zona entre Beerseba y Cisjordania.
Esta proximidad física suponía un problema y fue una de las razones que se utilizaron para justificar que a las personas palestinas con ciudadanía israelí se les aplicase de la ley marcial hasta 1966
Entre 1948 y 1952 más de 700.000 personas judías migraron al nuevo Estado. Por número de personas, el primer país de origen fue Irak (donde hubo expulsiones de personas judías como respuesta a la Nakba palestina), el segundo Rumanía y el tercero Polonia, con más de 100.000 migrantes cada uno de ellos. En los cinco años posteriores a 1952, el número total de personas judías migradas se acercó a las 200.000
Como se ha indicado, muchas y muchos de los nuevos migrantes judíos que llegaron a la Palestina del 48 y que procedían de países de mayoría árabe fueron asentados en las regiones israelíes con mayor presencia palestina, es decir, las que eran consideradas más “difíciles” e incluso “peligrosas”.
En Israel, la población migrante mizrají o mizrahim (traducible como “oriental”, pues mizraj en hebreo significa “este”), es decir, la que tenía como origen ámbitos de mayoría árabe o islámica, era frecuentemente despreciada por las personas asquenazíes blancas.
Históricamente, las comunidades judías se distinguían en tres grupos fundamentales según su origen: asquenazíes, sefardíes y mizrajíes o mizrahim.
El colectivo asquenazí debe su nombre a Ashkenaz, “Alemania” en hebreo.
Tras persecuciones religiosas y expulsiones de Alemania y de Francia, junto a aportaciones de la conversión al judaísmo del pueblo jázaro, el grupo judío que sería conocido como asquenazí se instaló en el este de Europa. Estas comunidades hablaban entre ellas en yiddish, un idioma procedente del alemán en su vocabulario (no así en su sintaxis) y que tenía influencias eslavas y del hebreo.
El yiddish utiliza el alfabeto hebreo aunque pronunciado de manera diferente. El uso de la lengua hebrea se restringía a la liturgia y al estudio de literatura sacra judía, aunque ya en el siglo XIX empezó a utilizarse también para literatura profana.
Desde finales de la centuria decimonónica, el sionista bielorruso Eliezer Ben-Yehuda emprendió la ingente tarea de adaptar el hebreo para que fuese un idioma hablado y moderno.
P or otro lado, los judíos sefardíes tienen su origen en la península ibérica. Tras su expulsión en 1492 se dispersaron por diversos lugares: el Norte de África, los Balcanes o los Países Bajos. Sefarad o Sfarad es como se denomina a la península ibérica o a España en hebreo
El movimiento sionista siempre había estado liderado
por judíos de procedencia asquenazí:
Herzl nació en Budapest (actual Hungría),
Weizmann en Motol (actual Bielorrusia),
Ben-Gurión en Plonsk (actual Polonia),
Beguín en Brest (actual Bielorrusia), así como
Jabotinsky en Odesa,
Sharett en Kherson y
Meir en Kiev (todas ciudades ucranianas en la actualidad).
El sionismo era principalmente asquenazí, procedía de Europa, se sentía Europa y, como toda forma de colonialismo, era inseparable del racismo.
En este sentido, a modo de ejemplo, Weizmann escribió en 1918: “Al pobre ignorante fellah [campesino árabe] no le preocupa la política, pero cuando gente de su confianza le dice repetidamente que corre el peligro de que nosotros le arrebatemos su sustento, él se convierte en nuestro enemigo mortal El árabe es primitivo y se cree lo que le dicen” Jabotinsky afirmó en 1939: “Los judíos, gracias a Dios, no tenemos nada que ver con Oriente. El alma islámica debe ser barrida de Eretz Israel. Los árabes y los musulmanes son una horda vociferante vestida con sucios harapos”
Además de la cuestión palestina, en las primeras décadas del Estado de Israel se denunciaron numerosas formas de discriminación y racismo contra personas judías no blancas en Israel, incluyendo a mizrajíes, sefardíes y también a judíos y judías etíopes, conocidos como “Beta Israel”. En proporción, los miembros de grupos judíos no blancos experimentaban en Israel condiciones de vida inferiores o muy inferiores a las y los asquenazíes.
En concreto, debido a sus menores oportunidades de acceso a los distintos niveles educativos, a la infravivienda y a su mayor presencia en los trabajos peor remunerados. En otras palabras, en las primeras décadas del Estado de Israel era difícil ver a mizrajíes en profesiones liberales o en la universidad. Igualmente, los matrimonios mixtos entre personas judías blancas y no blancas también eran poco habituales. Incluso, en esta línea, en la década de 1950 hubo un famoso y polémico caso de un supuesto robo masivo de niñas y niños a sus familias judías yemeníes (y, por tanto, mizrajíes).
En 1997 el líder laborista y primer ministro israelí entre 1999 y 2001, Ehud Barak, pidió disculpas con estas palabras:
Se infligió mucho sufrimiento a los inmigrantes judíos no asquenazíes y ese sufrimiento quedó grabado en sus corazones, así como en los corazones de sus hijos y nietos. En reconocimiento de este sufrimiento y dolor, pido perdón en mi nombre y en el del histórico movimiento laborista
Un caso especial fue el de los kibutz. Desde el primer kibutz, Degania, establecido a orillas del mar de Galilea y que acogió el nacimiento en 1915 de Moshé Dayan, el número de comunas o granjas autogestionadas de este tipo fue aumentando.
Durante el Mandato británico desempeñaron un papel fundamental como colonias y puestos militares avanzados.
En el momento del estallido de la Segunda Guerra Mundial, su número ya había alcanzado los 79, con casi 25.000 personas viviendo en ellos. A la altura de 1950, un 7,5 por ciento de la población israelí residía en uno.
En medio de un ambiente que en algún sentido podía considerarse puritano, seguían debatiendo sobre la aplicación de las ideas de justicia social e igualdad en su microcosmos utópico de mayoría asquenazí.
Como colonias de asentamiento en un contexto segregado, en los kibutz los palestinos no podían ser miembros de pleno derecho.
Pero este detalle fue olvidado por numerosas izquierdas del Norte Global, alejadas de la URSS, que consideraron a los kibutz fueron loados como la aproximación más cercana a la autogestión socialista.
Los palestinos no existían para la Izquierda Global maravillada con Israel; pero no solo formaban parte del mundo y del país en el que habitaban los kibbutznik, sino que en gran parte de estos asentamientos lo árabe y lo palestino se encontraba físicamente bajo sus mismos pies.
Numerosas comunidades de este tipo se establecieron sobre municipios palestinos que habían sido desalojados durante la limpieza étnica de 1948. Muchos cambiaron sus nombres hebraizándolos. A modo de ejemplo, sobre las tierras del municipio palestino desalojado y destruido de Endur se levantó en 1948 el kibutz Ein Dor. De manera similar, el pueblo palestino de Jibta se convirtió en el kibutz Gvat. Lo mismo sucedió con con Lubya, en cuyas tierras se construyó el kibutz israelí Lavi, o con Suba, que se convirtió en Zova. Sobre tierras de la localidad natal del poeta palestino Mahmoud Darwish, al-Birweh, que fue arrasada por las excavadoras israelíes, se establecieron el kibutz Yas’ur y el moshav (una colonia rural cooperativa similar al kibutz pero con presencia de la propiedad privada) Ahihud.
El pueblo palestino de Hittin, lugar en el que Saladino derrotó a los cruzados en 1187 y en cuyas tierras se encuentra el santuario druso y musulmán del profeta Shu’ayb (identificado con el personaje bíblico de Jethro y mencionado en el Corán), fue transformado después de la limpieza étnica de 1948 en los moshavim Arbel y Kfar Zeitim. Por último, el moshav Elanit o Ilanit (“árbol”, en hebreo) se construyó sobre la localidad palestina de Al-Shajara (“árbol”, en árabe)
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