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La guerra del Líbano (XVI)


Septiembre Negro es como se llamó a los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar en Jordania en septiembre de 1970 entre guerrilleros palestinos y el régimen de Hussein de Jordania.

En aquel final del verano de 1970, los combates de 'Septiembre Negro' se cobraron entre 2.000 (según Jordania) y 3.000 muertos (según los palestinos).

El conflicto se originó en la guerra israelo-árabe de junio de 1967, con la aparición de los combatientes palestinos, los fedayines, cuya misión era luchar contra Israel.

Tras la ocupación de Cisjordania por el Estado hebreo, el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, agrupó a unos 40.000 fedayines en bases de la vecina Jordania. Esta presencia palestina se convertiría en un Estado dentro de un Estado.

El 6 de septiembre de 1970, tres aviones de línea son secuestrados por militantes del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP). Dos de ellos se posan en Azrak, en el este de Jordania. Tres días más tarde, un cuarto avión es secuestrado con 56 rehenes británicos e israelo-estadounidenses.

Estos acontecimientos llevan al rey Hussein a actuar: el 17 de septiembre, ordena a su ejército a expulsar a los fedayines.

Después de 10 días de enfrentamientos, se firma un acuerdo de alto el fuego. Los fedayines obtienen el derecho de quedarse en Jordania, pero los enfrentamientos no cesarían de hecho hasta julio de 1971. El primer ministro jordano Wasfi Tall expulsaría a la resistencia palestina pagando con su vida por ello: fue asesinado en El Cairo a finales de 1971 por el comando "Septiembre Negro".

Como resultado de esta guerra de baja intensidad los fedayines son eliminados del reino de Jordania y la OLP consiguió establecer su base en el Líbano y lanzar desde allá operaciones contra objetivos israelíes. 

 Aun así, lo hizo con numerosas dificultades, ya que los enfrentamientos con varias fuerzas libanesas fueron frecuentes.

 Los conflictos fueron intensificándose y en 1975 estalló la guerra.

 Pero previamente es necesario contextualizar: el Líbano era y es el país con más diversidad religiosa del Levante mediterráneo. 

 Existían y existen entre 15 y 20 grupos religiosos relevantes diferentes, la mayoría islámicos y cristianos. Los más numerosos eran y son los del islam sunní, del islam chií y del cristianismo católico maronita

 El equilibrio de poderes entre ellos era frágil y problemático, puesto que el colonialismo francés del Mandato (1923-1946) desarrolló distintas estrategias para profundizar sus las divisiones y favorecer a los sectores cristianos

En el contexto de la Guerra Fría, una grave crisis política en 1958 alineó a la mayor parte de las personas y organizaciones maronitas con el bloque capitalista y a la mayoría de panarabistas e izquierdistas con el bloque comunista. 

Desde su traslado al Líbano, las guerrillas de la OLP tuvieron numerosos choques con fuerzas cristianas maronitas, hasta que en abril de 1975 se declaró la guerra entre ambas partes, posicionándose los sectores de izquierdas y musulmanes con la OLP. 

 De hecho, los primeros enfrentamientos que marcaron el inicio del enfrentamiento bélico, y que continuarían posteriormente, fueron entre la OLP, por un lado, y las Falanges (Kataeb, en árabe) Libanesas, por el otro. 

 Kataeb o las Falanges, fue una organización fundada por Pierre Gemayel en 1936 inspirándose en la Falange Española y en el fascismo italiano. 

 El Estado de Israel, que ya había intervenido en el Líbano de numerosas maneras, como en junio de 1974 cuando bombardeó y destruyó el campo de personas refugiadas palestinas de Nabatieh, como muestra la película They Do Not Exist del cineasta palestino Mustafa Abu Ali—, proporcionó apoyo militar a las fuerzas maronitas. 

Estas se integraron en el Frente Libanés (FL) junto a otros grupos mayoritariamente cristianos apoyados por Israel y Estados Unidos. Por su parte, el otro bando formó el Movimiento Nacional Libanés (MNL), que contaba con una enorme diversidad interna: organizaciones de izquierdas, drusas, musulmanas, palestinas, panarabistas…

La guerra civil libanesa (1975-1990) tuvo un gran impacto en el pueblo palestino. Sobre todo, lógicamente, en las y los centenares de miles de refugiados palestinos que vivían en el Líbano, gran parte de los cuales se concentraban en los 12 campos de la UNRWA. 

 Durante la primera fase de la guerra (1975-1977), miles de personas palestinas fueron víctimas de masacres. 

 Entre ellas, en primer lugar, la de Karantina, un suburbio al este de Beirut donde las Falanges y otros grupos del FL asesinaron a unas 1.500 personas en enero de 1976. Karantina tuvo como respuesta otra masacre, la de Damour, un municipio maronita donde cientos de personas fueron asesinadas por fuerzas palestinas y otras facciones del MNL (incluso se ha debatido la participación de miembros del Ejército Rojo Japonés, organización armada comunista fundada en 1971 por Fusako Shigenobu). Después se produjeron el asedio, la masacre y la destrucción del campo de refugiadas y refugiados palestinos de Tel al-Zaatar, al noreste de Beirut, con un resultado de unas 2.000 personas asesinadas por fuerzas del FL  formadas por las Falanges Libanesas, las Milicias Tigre o los Guardianes del Cedro, organización paramilitar de extrema derecha


En la segunda fase del conflicto bélico (1977-1982) tuvo lugar la guerra de los Cien Días en Beirut. 

 En esta batalla se enfrentaron milicias del FL contra tropas sirias de la Fuerza Árabe de Disuasión, creada en una reunión de la Liga Árabe en 1976 como fuerza internacional de mantenimiento de la paz  y que contaba con un contingente de más de 26.000 soldados sirios sobre los 30.000 totales. Por sus intereses territoriales y de influencia histórica sobre el Líbano, hasta ese momento Siria había desarrollado un papel ambivalente; de hecho, fuerzas sirias habían combatido contra fuerzas palestinas. 

 Aun así, este episodio, que se saldó con la victoria del FL, la expulsión de las fuerzas sirias del este de Beirut y el fin de la misión de la Fuerza Árabe de Disuasión, rompió cualquier alianza anterior entre Siria y el Frente. A pesar de todo, los años posteriores, la Siria del baazista Hafez al-Assad (presidente entre 1971 y 2000) consiguió aumentar su influencia y el control militar de varias zonas del Líbano.

Por otro lado, en esta fase, especialmente desde 1979, el Mossad ( Agencia de Inteligencia de Israel) planificó y realizó una campaña masiva de atentados con coches bomba que asesinaron a centenares de personas palestinas y libanesas. 

 El objetivo, según propias fuentes militares israelíes, era “crear caos sin dejar huellas israelíes para aumentar el efecto de estar siempre bajo ataque e inculcar la sensación de inseguridad”, además de “presionar a la OLP con el objetivo de que utilizara el terrorismo y así poder justificar una invasión israelí del Líbano”. 


En esta situación influyó la victoria electoral de Menahem Beguín en mayo de 1977. Como se ha señalado, este resultado comportó que por primera vez en la historia del Estado de Israel su primer ministro o su primera ministra no perteneciera a la cultura política socialsionista. Y, en efecto, en aquel periodo de la guerra civil libanesa, las operaciones de la resistencia palestina en el Líbano contra el Estado de Israel, que incluyeron la muerte de algunos civiles judíos israelíes, fueron utilizadas como pretexto para la invasión israelí del sur del Líbano en marzo de 1978 en la llamada Operación Litani. La intervención del Tzahal provocó la muerte de entre 1.000 y 2.000 personas libanesas y palestinas, además de 20 israelís, la retirada de fuerzas de la OLP al norte del río Litani y el desplazamiento interno de entre 100.000 y 250.000 personas.

 Como consecuencia de todo ello, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó su Resolución 425, reclamando la inmediata retirada israelí del sur del Líbano. Al mismo tiempo, creó la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL, en sus siglas en inglés) para intentar forzar la paz.

Aunque las fuerzas israelíes se retiraron de gran parte del territorio, conservaron una franja de casi veinte kilómetros que les sirvió para la posterior invasión de 1982 y que dio paso a la tercera fase de la guerra (1982-1983).

En efecto, con el objetivo de expulsar a la OLP del Líbano, en junio de 1982 el ejército israelí invadió el país. 

 Las fuerzas del Estado de Israel sobrepasaron el río Litani hacia el norte y ocuparon suburbios de Beirut. Aviones F-16 israelíes bombardearon la sede de la OLP y otros edificios y zonas de mayoría palestina. 

 El 15 de septiembre de 1982, un día después del asesinato del presidente libanés Bashir Gemayel, mandatario de las Falanges Libanesas que pudo acceder al cargo por los privilegios políticos que todavía retenían los sectores cristianos, el ejército israelí saqueó el centro de información de la OLP. Este contenía archivos de la población Palestina desde antes de la Nakba, incluyendo diarios, fotografías, libros, mapas y registros de propiedad. En palabras de Thomas Friedman, corresponsal en Beirut de The New York Times, el centro “era como un arca que contenía el patrimonio palestino”, por lo que supuso un nuevo episodio en la dannatio memoriae contra el pueblo palestino llevado a cabo por el Estado de Israel. 

 Antes de marcharse, en una pared de este centro de información, uno o unos soldados israelíes realizaron una pintada con el siguiente texto traducido: “¿Palestinos? ¿Qué es eso? Y, palestinos, que os jodan, y, Arafat, joderé a tu madre”. Un año después, la OLP consiguió recuperar lo que quedaba de su patrimonio robado como parte de un acuerdo de intercambio de prisioneras y prisioneros. Sea como fuese, estos ataques israelíes hicieron que la dirigencia de la OLP tuviera que trasladar nuevamente su sede, esta vez más lejos, a Túnez.

Un día más tarde, a partir del 16 de septiembre de 1982 y hasta dos días después, se produjo la masacre de los campos de refugiadas y refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en el sur de Beirut. Toda esta zona estaba ocupada por fuerzas del Estado de Israel. Grupos muy próximos o que formaban parte de las Falanges Libanesas, aliadas del ejército israelí, recibieron la orden de este último de acabar con la resistencia palestina de Sabra y Chatila. Con el apoyo o al menos la pasividad israelí, milicias vinculadas a las Falanges asesinaron a entre 1.200 y 2.400 personas, aproximadamente, la mayoría de las cuales eran refugiadas palestinas y musulmanas chiíes libanesas, incluyendo numerosos niños y niñas. 

 El 16 de diciembre de 1982, la Asamblea General de la ONU condenó la masacre de Sabra y Chatila y la calificó de “genocidio” a través de su Resolución 37/123

 Este episodio tuvo un gran eco mediático y desencadenó un gran movimiento de solidaridad internacionalista. Ariel Sharón, por entonces ministro de Defensa israelí del partido Likud, fue señalado personalmente como responsable de estos hechos y fue obligado a dimitir. Aun así, al año siguiente Sharón ocupó nuevamente un cargo ministerial, con posterioridad tres más y de 2001 a 2006 fue primer ministro. Por último, puede mencionarse que el documental Massaker, de 2005, incluye entrevistas a algunos de los asesinos de Sabra y Chatila, mientras que la película de animación Vals con Bashir, de 2008, también trata la masacre.

A pesar de que algunas fuerzas del Estado de Israel se retiraron de los alrededores de Beirut, también continuaron ocupando otras zonas, sobre todo del sur del Líbanom hasta el año 2000, diez años después del fin de la guerra civil libanesa. 


La cuarta y última fase de este conflicto bélico tuvo lugar entre 1983-1984 y 1990. Entre otros elementos, vio crecer la actividad de las fuerzas chiíes, sobre todo de Amal (“esperanza”, en árabe), organización fundada en 1974 como el “Movimiento de las personas Desposeídas”, y de Hezbolá, que significa “Partido de Dios”, que fue fundado entre 1982 y 1985 como una organización islamista chií estrechamente vinculada a Irán que combatía la ocupación israelí del sur del Líbano

En el año 1979, el país persa vivió la Revolución Islámica, un episodio de una enorme importancia histórica en el Líbano y Palestina, en los territorios de mayoría musulmana y en todo el mundo. Para entender su significado hay que sintetizar lo que había asado casi treinta años antes.

 Mohammad Mosaddeq, elegido democráticamente como primer ministro de Irán en 1951, nacionalizó la Anglo-Persian Oil Company y otros recursos estratégicos de su país con un gran apoyo popular.

Pero los servicios secretos exteriores británicos (MI6) y estadounidenses (CIA) organizaron un golpe de Estado, derrocaron a Mosaddeq en 1953 y colocaron al sah Mohammad Reza Pahlavi, que había accedido al trono en 1941, como dictador de Irán. 

 Entre numerosas protestas de diferentes sectores del pueblo iraní, el petróleo y otros recursos volvieron a manos de empresas del Atlántico Norte. Además, durante la dictadura del sah (1953-1979) se creó un nuevo servicio de inteligencia y censura en Irán, la SAVAK. Este organismo detuvo, ejecutó y torturó a miles de personas que se oponían al régimen. En este contexto, el clero chií canalizó gran parte de las protestas (aunque varios movimientos sociales y grupos comunistas también tuvieron un papel destacado) y el ayatolá Ruhollah Jomeini adquirió una gran fama. Exiliado desde 1964, consiguió encabezar la revolución contra el sah en 1979, que vino precedida de grandes manifestaciones y huelgas que paralizaron muchas zonas del país desde al menos 1978. A principios de 1979 se proclamó un gobierno provisional con Mehdi Bazargan como primer ministro y a finales de marzo del mismo año se celebró un referéndum que finalmente aprobó la creación de la República Islámica.

Los primeros miembros de Hezbolá fueron entrenados y organizados por un contingente de unos 1.500 integrantes de la Guardia Revolucionaria de la República Islámica de Irán con el beneplácito del gobierno de Siria. 

 Desde entonces, fue forjándose una sólida alianza histórica entre Hezbolá, Irán y la Siria de Hafez al-Assad; y desde el año 2000, la Siria presidida por  Bashar al-Assad

Estos actores y países, tras los atentados del 11S de 2001, formaron parte de lo que el gobierno estadounidense de George W. Bush denominó el “eje del mal”. 

 El caso es que, mientras el brazo armado de Hezbolá iba adquiriendo cada vez más fuerza y más fama con sus ataques contra el ejército israelí y otros objetivos (incluyendo bombas suicidas como la que asesinó a más de 60 personas en la embajada de EE UU en Beirut en 1983), su brazo social iba desarrollando una tarea asistencial cada vez más amplia, clave en su apoyo y legitimidad popular 

Después de varios episodios bélicos más en la segunda mitad de la década de 1980, la guerra civil libanesa acabó en 1990. 

Un año antes se había firmado el Tratado de Taif  que fue sancionado por el Parlamento del Líbano. Este acuerdo intentó establecer las bases para acabar con la guerra y volver a la normalidad política en el Líbano. Se modificó la Constitución de 1926, se redujeron los privilegios que tenían los sectores cristianos desde la época colonial francesa y se repartieron entre los tres principales grupos religiosos las principales autoridades del Estado: la presidencia del Líbano tenía que estar ocupada por una persona cristiana, el cargo de primer ministro o primera ministra debía recaer en una persona musulmana sunní y el o la presidenta del parlamento tenía que ser una persona musulmana chií. Asimismo, los escaños parlamentarios debían estar repartidos a partes iguales entre cristianos y musulmanes. Igualmente, todas las milicias libanesas y no libanesas tenían que disolverse (algunas se convirtieron en partidos políticos), a excepción de Hezbolá

Aun así, fuerzas israelíes continuaron ocupando el sur del Líbano hasta el año 2000, cuando Hezbolá hizo retroceder al Tzahal, una victoria que la organización chií obtuvo nuevamente en el verano de 2006. Siria también ocupó varias zonas del este del Líbano hasta 2005.

La guerra civil libanesa supuso la muerte de unas 20.000 personas palestinas y en torno a 500 israelíes.

El conflicto bélico provocó numerosas críticas contra la actuación de Israel en el exterior y en el interior. La invasión del Líbano de 1982 supuso para numerosos sectores judíos israelíes un punto de inflexión en la política y en la historia del país. 

Hasta aquellos momentos, las y los líderes estatales habían cultivado con éxito el concepto de ein breira “sin alternativa” o de guerra defensiva para justificar y explicar las guerras en las que había participado el Estado de Israel: la primera guerra árabe-israelí de 1948, la crisis de Suez de 1956, la guerra de los Seis Días de 1967 y la guerra del Yom Kippur de 1973. 

En cambio, en varios ámbitos israelíes, la invasión del Líbano no fue percibida como un conflicto defensivo, sino como una guerra que únicamente estaba motivada por la consecución de objetivos políticos, como el propio primer ministro Menahem Beguín declaró. Asimismo, por la otra parte, la evacuación de Beirut debilitó a la OLP y mostró las enormes dificultades para liberar Palestina desde el exterior. Igualmente, reveló el fracaso de una parte, o de gran parte, de la estrategia de la resistencia armada, por lo que distintos agentes palestinos empezaron a replantearse las formas de lucha




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