"El Departamento de Defensa transmitió hoy al Congreso la clasificada Estrategia de Defensa Nacional 2022 (NDS).
Por primera vez, el Departamento llevó a cabo sus exámenes estratégicos de forma totalmente integrada, incorporando la Revisión de Postura Nuclear (NPR) y la Revisión de Defensa de Misiles (MDR) en el NDS, asegurando vínculos entre nuestra estrategia y nuestros recursos.
El NDS no clasificado estará disponible próximamente.
De acuerdo con la Guía estratégica provisional de seguridad nacional del Presidente, la NDS establece cómo contribuirá el Departamento de Defensa a promover y salvaguardar recursos vitales de EE. UU e intereses nacionales. Proteger al pueblo estadounidense, expandir la prosperidad de Estados Unidos y realizar y defender nuestra valores democráticos.
Las prioridades de Defensa son:
1. La defensa de la patria, a la par de la creciente amenaza multidominio planteada por la RPC
2. Disuasión de ataques estratégicos contra Estados Unidos, aliados y socios
3. Disuadir la agresión, estando preparados para prevalecer en el conflicto cuando sea necesario, priorizando el desafío de la República Popular China en el Indo-Pacífico, luego el desafío de Rusia en Europa
4. Construir una Fuerza Conjunta resiliente y un ecosistema de defensa. El Departamento actuará con urgencia para mantener y fortalecer la disuasión, con la República Popular de China (PRC) como nuestro competidor estratégico más importante y el desafío de ritmo para el Departamento. Rusia plantea graves amenazas, como lo ilustra su invasión brutal y no provocada de Ucrania.
Lo haremos colaborar con nuestros aliados y socios de la OTAN para reforzar una fuerte disuasión frente a la agresión rusa.
El Departamento seguirá siendo capaz de gestionar otras amenazas persistentes, incluidas las de Corea del Norte, Irán y organizaciones extremistas violentas.
Los cambios en el clima global y otras amenazas transfronterizas peligrosas, incluidas las pandemias, han transformando el contexto en el que opera el Departamento.
Nos adaptaremos a estos desafíos, que ejercen cada vez más presión sobre la Fuerza Conjunta y los sistemas que la apoyan. Reconociendo las crecientes amenazas cinéticas y no cinéticas a la patria de los Estados Unidos de nuestros competidores estratégicos, el Departamento tomará las medidas necesarias para aumentar la resiliencia: nuestra capacidad para resistir, luchar y recuperarse rápidamente de la interrupción
Las alianzas y asociaciones mutuamente beneficiosas son una fortaleza duradera para los Estados Unidos y son fundamentales para lograr nuestros objetivos, como la respuesta unificada a la nueva invasión de Ucrania por parte de Rusia ha demostrado.
En respuesta a este "llamamiento a la acción", el Departamento incorporará aliados y socios perspectivas, competencias y ventajas en cada etapa de la planificación de la defensa.
El Departamento promoverá nuestros objetivos a través de tres formas principales:
La disuasión integrada implica desarrollar y combinar nuestras fortalezas para lograr el máximo efecto, trabajando a la perfección en los dominios de la guerra, los teatros, el espectro del conflicto, otros instrumentos de EE. poder nacional, y nuestra inigualable red de Alianzas y asociaciones. La disuasión integrada está habilitada por fuerzas creíbles en combate, respaldadas por un sistema seguro, protegido y disuasión nuclear eficaz.
La campaña fortalecerá la disuasión y nos permitirá obtener ventajas frente a toda la gama de las acciones coercitivas de los competidores. Estados Unidos operará fuerzas, sincronizará esfuerzos departamentales, y alinear las actividades departamentales con otros instrumentos de poder nacional, para socavar las formas agudas de coerción de los competidores, complicar las preparativos y desarrollar nuestras propias capacidades bélicas junto con aliados y socios.
Construir ventajas duraderas para la futura Fuerza Conjunta implica emprender reformas para acelerar el desarrollo de la fuerza, obtener la tecnología que necesitamos más rápidamente y hacer inversiones en las personas extraordinarias del Departamento, que siguen siendo nuestro más valioso recurso.
El Departamento desarrollará, diseñará y administrará nuestras fuerzas, vinculando nuestros conceptos operativos y capacidades para lograr objetivos estratégicos. Esto requiere una Fuerza Conjunta que sea letal, resiliente, sostenible, sobreviviente, ágil y receptivo"
Este documento, abierto al público en la página de Defensa de Estados Unidos, es solo la cara visible del horror que deben contener los documentos secretos; pero ya nos da una idea de los planes para el futuro del país cuya existencia lleva siendo una pesadilla para sus vecinos primero y la humanidad después
Manlio Dinucci en su artículo en la revista Contralínea, de 22 de noviembre de 2108 escribía sobre las muertes generadas por esa "Fuerza Conjunta que sea letal, resiliente, sostenible, sobreviviente, ágil y receptiva" desde 1947
" El profesor Michel Chossudovsky, director del Center for Research on Globalization, nos recuerda que, siendo aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, esos dos países, o sea la URSS (antecesora de la actual Rusia) y China, pagaron el más alto precio en vidas humanas por la victoria sobre el Eje nazifascista: 26 millones de soviéticos y 20 millones de chinos murieron, mientras que Estados Unidos perdía algo más de 400 mil vidas.
Con esa información preliminar, Chossudovsky hace la presentación en Global Research de un estudio muy bien documentado de James A Lucas, sobre la cantidad de personas que han muerto en la ininterrumpida serie de guerras, golpes de Estado y otras operaciones subversivas que Estados Unidos ha realizado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy.
Se estima que esa cifra se sitúa entre 20 millones y 30 millones de muertos . Eso es casi el doble de muertos en la Primera Guerra Mundial.
Pero además de los muertos hay que contabilizar los heridos, que a menudo quedaron mutilados y físicamente impedidos por el resto de sus vidas. Algunos expertos calculan que por cada persona muerta en guerra, hay otras 10 heridas. Eso significa que el número de personas heridas en las guerras estadunidenses se cuenta por cientos de millones.
El estudio agrega a esos estimados una cantidad indeterminada de muertes, probablemente cientos de miles, provocadas desde 1945 hasta nuestros días por los efectos indirectos de las guerras –hambrunas, epidemias, migraciones forzosas, esclavismo y explotación, daños al medioambiente, sustracción de recursos a las necesidades vitales de las poblaciones para dedicarlos a cubrir los gastos militares.
El estudio documenta las guerras y golpes de Estado que Estados Unidos ha realizado en más de 30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica y revela que las fuerzas armadas de ese país norteamericano son directamente responsables de la muerte de 10 millones a 15 millones de personas, muertes provocadas por las guerras más grandes –las de Corea y Vietnam y las dos guerras ?contra Irak. Entre otros 10 millones y 14 millones de personas han muerto en las guerras que Estados Unidos ha estimulado y librado a través de fuerzas aliadas, entrenadas y dirigidas por los estadunidenses, en Afganistán, Angola, el Congo, Sudán, Guatemala y tantos otros países.
La agresión de Estados Unidos contra Vietnam, guerra que se extendió a Cambodia y Laos, dejó una cantidad de muertes que se estima en 7.8 millones, además de una enorme cantidad de heridos y daños genéticos a varias generaciones debido a la dioxina que Estados Unidos regaba con aviones en esos países.
En la década de 1980, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) organizó la guerra por intermediarios en Afganistán, donde entrenó y armó, con la cooperación de Osama bin Laden y de Pakistán, más de 100 mil muyahidines para luchar contra las tropas soviéticas atrapadas en la “trampa afgana” (como dijera posteriormente Zbigniew Brzezinski). Es importante precisar que el entrenamiento de los muyahidines comenzó en julio de 1979, o sea 5 meses antes de la intervención soviética en Afganistán.
El más sangriento de los golpes de Estado fue el que la CIA organizó, en 1956, en Indonesia. La Agencia estadunidense entregó a los escuadrones de la muerte indonesios los nombres de los primeros 5 mil comunistas que debían eliminar físicamente. Se estima que el número de personas asesinadas está entre medio millón y 3 millones.
Ése es el “orden internacional libre y abierto” que –independientemente de quién esté en la Casa Blanca– Estados Unidos impone para “salvaguardar a los pueblos de la agresión y la coerción”.
En el resumen de su más reciente documento estratégico –2018 National Defense Strategy of the United States of America–, cuyo texto íntegro está clasificado como secreto, el Pentágono afirma que «después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y sus aliados instauraron un orden internacional libre y abierto para salvaguardar la libertad de los pueblos de la agresión y la coerción».
Pero también dice que «ese orden se ve actualmente socavado desde adentro por Rusia y China, que violan los principios y reglas de las relaciones internacionales».
El Pentágono presenta así una imagen totalmente invertida de la realidad histórica.
El profesor Michel Chossudovsky, director del Center for Research on Globalization, nos recuerda que, siendo aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, esos dos países, o sea la URSS (antecesora de la actual Rusia) y China, pagaron el más alto precio en vidas humanas por la victoria sobre el Eje nazifascista: 26 millones de soviéticos y 20 millones de chinos murieron en la Segunda Guerra Mundial mientras que Estados Unidos perdía algo más de 400 000 vidas.
Con esa información preliminar Chossudovsky hace la presentación, en Global Research, de un estudio muy bien documentado de James A. Lucas sobre la cantidad de personas que han muerto en la ininterrumpida serie de guerras, golpes de Estado y otras operaciones subversivas que Estados Unidos ha realizado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial –en 1945– hasta hoy.
Se estima que esa cifra se sitúa entre 20 y 30 millones de muertos. Eso es cerca del doble de muertos en la Primera Guerra Mundial, cuyo final, hace 100 años, acaba de conmemorarse en París con un Foro de la Paz.
Pero además de los muertos hay que contabilizar los heridos, que a menudo quedaron mutilados y físicamente impedidos por el resto de sus vidas. Algunos expertos calculan que por cada persona muerta en guerra, hay otras 10 personas heridas. Eso significa que el número de personas heridas en las guerras estadounidenses se cuenta por cientos de millones.
El estudio agrega a esos estimados una cantidad indeterminada de muertes, probablemente cientos de miles, provocadas desde 1945 hasta nuestros días por los efectos indirectos de las guerras –hambrunas, epidemias, migraciones forzosas, esclavismo y explotación, daños al medioambiente, sustracción de recursos a las necesidades vitales de las poblaciones para dedicarlos a cubrir los gastos militares.
El estudio documenta las guerras y golpes de Estado que Estados Unidos ha realizado en más de 30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica y revela que las fuerzas armadas de Estados Unidos son directamente responsables de la muerte de 10 a 15 millones de personas, muertes provocadas por las guerras más grandes –las de Corea y Vietnam y las dos guerras contra Irak.
Entre otros 10 y 14 millones de personas han muerto en las guerras que Estados Unidos ha estimulado y librado a través de fuerzas aliadas, entrenadas y dirigidas por los estadounidenses, en Afganistán, Angola, el Congo, Sudán, Guatemala y tantos otros países.
La agresión de Estados Unidos contra Vietnam, guerra que se extendió a Cambodia y Laos, dejó una cantidad de muertes que se estima en 7,8 millones, además de una enorme cantidad de heridos y daños genéticos a varias generaciones debido a la dioxina que Estados Unidos regaba con aviones en esos países.
En los años 1980, la CIA organizó la guerra por intermediarios en Afganistán, donde esa agencia de inteligencia estadounidense entrenó y armó, con la cooperación de Osama ben Laden y de Pakistán, más de 100 000 muyahidines para luchar contra las tropas soviéticas atrapadas en la «trampa afgana» (como dijera posteriormente Zbigniew Brzezinski). Es importante precisar que el entrenamiento de los muyahidines comenzó en julio de 1979, o sea 5 meses antes de la intervención soviética en Afganistán.
El más sangriento de los golpes de Estado fue el que la CIA organizó, en 1956, en Indonesia. La CIA entregó a los escuadrones de la muerte indonesios los nombres de los primeros 5 000 comunistas que debían eliminar físicamente. Se estima que el número de personas asesinadas está entre medio millón y 3 millones de personas.
Ese es el «orden internacional libre y abierto» que –independientemente de quién esté en la Casa Blanca– Estados Unidos impone para «salvaguardar a los pueblos de la agresión y la coerción».
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