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La doncella de Argos

El mar Mediterráneo empieza en el Estrecho de Gibraltar, donde se hallaban las columnas de Hércules, que separa la península Ibérica de África y a este mar del Oceano Atlántico. Navegando hacia Oriente llegamos al Mar Egeo y a la entrada del Estrecho de los Dardanelos que separan el Mar Jónico del Mar de Mármara, y desde este mar de Mármara el Estrecho del Bósforo abre el Mediterráneo al Mar Negro y el otro Bósforo, el estrecho de Kerch abre el Mar Negro al Mar Azov. 
 Los dos estrechos, Dardanelos y Bósforo son las puertas de acceso al mundo oriental.

El estrecho de los Dardanelos es un  antiguo valle fluvial hundido separa la península europea de Galípoli de la parte asiática la Anatolia. Ambas territorio de Turquía actualmente.
Es el corredor de entrada entre Europa y Asia, pues domina el acceso del Mediterráneo hacia el mar de Mármara y los Bósforos, el que atraviesa la mítica Constantinopla, hoy Estambul, hacia el Mar Negro con sus puertos y el Bósforo que conecta el mar Negro con el de Azov.
Porque fueron dos los bósforos que se abrieron para que pasara la vaca Io.

El mar Negro es un mar cerrado.
En la Geografía de Estrabón, ambientada en la época romana, se indica que este mar era conocido como "el mar" o "el mar Inhóspito" por lo difícil que era navegar allí y porque sus costas estaban rodeadas por tribus salvaje.
 Fue durante el Imperio otomano que fue denominado Bahr-e Siyah, que significa "mar Negro" en turco.

Es un mar que forma parte del continente euroasiático, es decir se encuentra entre Europa Oriental y Asia Occidental y lo rodean seis países: Turquía, Georgia, Bulgaria, Rumanía, Ucrania y Rusia.
 Está conectado con el mar Mármara, a través del estrecho del Bósforo, donde se encuentra el Cuerno de Oro, y con el mar Egeo, es decir, el mar Mediterráneo, por el estrecho de los Dadanelos.
Además, desembocan en él algunos de los ríos más importantes como son el Danubio, el Dniéster, el Dniéper y el Don.
El mar tiene más de veinte puertos de gran importancia, entre ellos el de Estambul en Turquía, el de Kerch, Yalta y Sebastopol en la península de Crimea y el de Odessa en Ucrania.

Nombres que nos suenan asociados a guerras y conflictos geoestratégicos desde los tiempos del rey del Ponto.
   Prometí a mi querido Vladimir una historia de este espacio tan fascinante para la historia de Europa; y, teniendo en cuenta su papel imperialista y colonialista, podríamos decir, para la historia de la Humanidad, pues "para el campo agua y sol y guerra en Sebastopol"

 El estrecho de los Dardanelos en la época de Grecia clásica se llamaba Helesponto. 

Posteriormente se le llamó Dardanelo por Dadanus la ciudad cercana a la antigua Troya poblada por los Frigios, una etnia de origen indoeuropeo proveniente de Tracia que se asentó en Asia Menor y que posteriormente con las invasiones persas quedaron divididos en La Frigia Menor en la costas del Mar de Mármara y por los griegos Mar de Mármara. 
En la época del geógrafo Estrabón , la ciudad de Dardanus se encontraba a una milla al sur del promontorio de Dardanis, el punto en el que el Helesponto , comienza a estrecharse. 
El mar de Mármara es un mar interior que separa a los mares Egeo del Negro y también separa a las dos Turquias, la europea de la asiática.
El mar Mármara se comunica con el Mar Negro a través del estrecho del Bósforo y su estudario el Cuerno de Oro en Estambul.

El Estrecho del Bósforo ha sido uno de los lugares geoestratégicos más conflictivos de la historia europea. 
Bismarck decía que la historia es geografía. Después de millones de muertos, de revoluciones, de cambios radicales en las costumbres y en los estilos de vida, los puntos calientes, cruciales, siguen siendo más o menos los mismos. 

Un precioso poema de Carl Sandburg viene a mi cabeza: " Im the grass, let me work" : Bizancio, Constantinopla, los Dardanelos, El Bósforo, el Mar Negro y la Anatolia han visto pasar el horror y la gloria de forma periódica y constante. La hierba de estos prados ha hecho su trabajo sobre los huesos que la historia ha ido dejando a su paso.

  Homero ya nos hablaba de la larga y épica guerra de Troya en la Ilíada. El griego Bizas eligió el Cuerno de Oro para establecer Bizancio. Si el oráculo le hubiese dicho que esa colonia iba a ser una de las ciudades más gloriosas de la humanidad, que Constantino fundaría allí la capital del Imperio Romano y que mientras se apagaba el explendor de Roma, el de Constantinopla duraría mil años; hubiese pensado que eran cosas demasiado lejanas y que el sitio estaba muy bien para comerciar. 

   La conquista de Constantinopla inclinó el futuro de Oriente Medio hasta formarse el gran imperio otomano. 
 Navegando por las aguas del Bósforo cuesta pensar cómo pudo conquistarse aquella ciudad con un barco que atravesó una montaña, tal vez porque la vieja Constantinopla estaba herida de muerte debido al ataque de los Cruzados del gran Occidente, que no distinguian entre fieles e infieles bajo el brillo del oro. 
  La gran y maravillosa Constantinopla, la capital del Imperio Romano de Oriente, conocido por nosotros como Bizancio; la ciudad más bella del mundo, que tuvo universidades antes que Bolonia y que sin cuya existencia nunca habría tenido Renacimiento  ese Occidente que presume de haber llegado a las más altas cimas de la civilización,  cayó en manos de los turcos otomanos en 1453. Un hecho histórico que se ha acordado en usar como el fin de la Edad Media en Europa  y el ocaso del imperio romano de Oriente.


El sultanato de Constantinopla fue el centro de un imperio que se prolongó hasta la Gran Guerra de 1914.

La historia ha pasado con sus tramas por aquellas aguas, estrechos y penínsulas.

Fue desde la antigua Bizancio donde se construyó un imperio que llegó desde Grecia hasta Mesopotamia.
 Los choques de civilizaciones y culturas suelen pasar por los Dardanelos y atravesar la Anatolia.

Es el respiradero marítimo de Rusia, la gran masa territorial que va desde el Pacífico hasta el Dnieper, el río que atraviesa Ucrania
 Rusia salía al mar desde el Mar Negro. Sus flotas atracaban en Crimea. Cuando Pedro el Grande fundó San Petersburgo a comienzos del siglo XVIII, uno de los objetivos de aquella monumental aventura urbanística era que la flota rusa tuviera una salida por el mar del Norte. Pero los hielos cubrían el mar los meses de invierno y era imposible hacerse a la mar.

Los Dardanelos eran una vía imprescindible para que la flota rusa se hiciera al mar desde el sur. Aquel estrecho presenció decenas de miles de muertos en Gallípoli. Los aliados perdieron barcos, soldados y prestigio.


Constantinopla fue codiciada por Hitler en la última guerra mundial. No lo consiguió.

No estaba previsto que Ucrania fuera independiente. Y mucho menos que Kruschev, ucraniano, regalara la península de Crimea a Ucrania. 
La flota rusa está atracada en la ciudad de Sebastopol. Crimea tiene una mayoría de población rusa que habla el ruso y se fía más de Moscú que de Kiev. 
En Ucrania se libra de nuevo la batalla de fondo entre Rusia, la entrada a la isla Eurasia y el viejo Occidente de los Cruzados que ahora dan discursos con una bandera azul y con  estrellas amarillas de fondo.
 Son los  mismos, ansiosos por controlar los estrechos de la vaca Io.

Io era una bella doncella de Argos, sacerdotiza de la diosa Hera (esposa de Zeus) y una de las miles de mujeres de las que Zeus se enamoró. Cómo sabemos el apetito sexual de Zeus tenía un principio ordenador del mundo y pues cada doncella que enamoró o violó se convirtió en madre de un personaje mítico en la explicación de la historia de la Grecia antigua.
Una noche, Io soñó que recibía la orden de trasladarse al lago de Lerna, despojarse de sus ropas y entregarse a Zeus. La muchacha consultó a los oráculos de Delfos y Doldona, y ambos le aconsejaron cumplir con el sueño para evitar el castigo divino. Así fue como Io obedeció y se unió a Zeus.
Hera, habituada a las infidelidades de Zeus, comenzó a sospechar que su marido estaba teniendo amores con otra mortal.
Zeus supo de estas sospechas y como no quería renunciar a su romance con Io, la envolvió en una nube y transformó en una vaca, para eludir la ira de Hera. No obstante, la diosa no tardó mucho en sospechar de su marido, que pasaba demasiado tiempo con la vaca.
Sagaz e inteligente, Hera pidió a Zeus que le ofreciera como regalo tan espléndido animal, que seguramente le proporcionaría leche fresca en cualquier momento.
Éste no pudo sino cumplir los deseos de su esposa y le entregó a la vaca Io.
Hera, rápidamente, se encargó de llamar al monstruo de cien ojos llamado Argos para que vigilase día y noche a la vaca.
Pero Zeus estaba muy afligido por la suerte que había sufrido su amante, entonces pidió a Hermes que adormeciera al monstruo guardián haciendo sonar su lira.
Cuando el monstruo se durmió, el dios lo decapitó y liberó a Io.
La furia de Hera, quien presenciaba todo desde el Olimpo, se desató sin posibilidad de calmarse de ningún modo, pero el problema era que no podía enfrentarse directamente a su marido ni al hijo de éste, Hermes.
Entonces, envió un tábano gigante para que picase a Io, a la que no le quedó otra salida que huir trotando, intentando de cualquier manera alejarse del horrible insecto.
Io atormentada por el insecto que se pegó a sus costados empezó a correr deseperadamente. Mientras corría le dio forma a las costas del golfo que se llamó Golfo Jónico, cruzó el estrecho que separaba a Asia de Europa, y dio origen al nombre de Bósforo que significa Paso de la Vaca.

Con el tiempo, llegó a Egipto donde fue bienvenida y donde tuvo al hijo de Zeus, llamado Épafo. Ahí, recuperó su forma humana y tuvo que salir de nuevo errante en busca de su hijo, a quien los Curetes habían raptado por orden de Hera. Cuando lo recuperó, regresó a Egipto donde fue reina. Cuando murió, Io fue transformada en constelación por la gracia de Zeus.


El término es griego en su origen: Βοσπορος , literalmente, "paso para una vaca" lo asociamos al estrecho que separa Europa de Asia, el conocido estrecho de Estambul que une el mar de Mármara con el mar Negro
Pero en realidad este es sólo uno de los dos estrechos que reciben de manera especial el nombre de Bósforo. Este es el Bósforo Tracio, pues así se llamaba la región que se extendía desde Macedonia hasta el mar Negro.
Pero no fue este el único paso que atravesó Io en su enloquecida huída del tábano. Como nos dice Higinio nadó hacia Escitia, una región euroasiática que se extendía desde el norte del mar Negro hasta el sur de los montes Urales. Y para llegar hasta allí, atravesó otro estrecho, el Bósforo Cimerio, que actualmente es conocido como estrecho de Kerch, perteneciente a Ucrania, y que conecta el mar Negro con el mar de Azov.


Comentarios

  1. Bonita historia Herminia. Me entra el deseo de visitar Constantinopla y sentir los espíritus de la historia y el mito, a veces no son muy diferentes...
    Espero que la próxima vez diga algo sobre el mar Adriático. Mi amigo dice que Toroja está allí. En la desembocadura del río Bojana.

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