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La explosión del Maine: El mismo pretexto imperialista desde 1898


Explosión del Maine
España vivió en 1898 su año más oscuro, la pérdida de Cuba quedó en el imaginario colectivo como un desastre tan grande que todavía usamos la expresión "más se perdió en Cuba"
   La pérdida de la colonia fue debida a la ciega visión política de la metrópoli que convirtió en independentistas a los que solo querían cierta autonomía y reformas. 
  Pero no vamos a hablar de los errores de España e Cuba, sino de la intervención de Estados Unidos.

Han pasado ya 124 años, pero  el pretexto que utilizó el naciente imperialismo norteamericano para intervenir en la guerra de independencia entre Cuba y España  sigue vigente como excusa para entrar y destrozar cualquier parte del mundo que se les antoje.
   La excusa de ayudar a los cubanos contra el imperialismo español era tan frágil como la de la llegada del Maine al Puerto de la Habana para hacer una visita amistosa. 
   La guerra de Cuba estaba casi ganada por  los mambises (guerrilleros cubanos), por lo que la intervención solo tenía un objetivo: quedarse con la que iba a ser pronto ex-colonia española.
 El Maine estaba amarrado en el puerto de la Habana, con 328 marines y 26 oficiales. Estaba de visita, observando como se desarrollaba la guerra. 
 En la noche del 15 de febrero de 1898  se produjo una gran explosión en el acorazado. 
 Sin enviar una comisión de peritos que investigase el motivo, la prensa americana  publicó en portada que los españoles habían hecho explotar el Maine.  
  No era necesario investigar nada, la explosión fue el  pretexto de Washington para lograr sus intentos desde inicios del siglo XIX de que Cuba formara parte de la nación norteña.

Cuando en 1823 surgió la teoría de la “fruta madura” y se aprobó la Doctrina Monroe en Estados Unidos de “América para los americanos”, sus apetencias sobre Cuba habían pasado ya por seis intentos de compra de la isla a España, una década de presiones anexionistas y la falta de reconocimiento de la beligerancia de los cubanos en su lucha contra el coloniaje español.

Ninguna de esas acciones había dado los resultados esperados y con la victoria mambisa prevista a muy corto plazo la “fruta madura” se perdería para siempre. 

 El pensamiento mafioso de los estrategas de Washington decidió entonces fabricar un pretexto sacrificando a las tres cuartas partes de los 354 tripulantes del acorazado que perecieron en la explosión.

Su tripulación estaba compuesta por 26 oficiales y 328 alistados. Entre estos últimos había numerosos emigrantes, aunque casi todos eran ya ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes en proceso de obtención de la ciudadanía. No es cierto, como a veces se ha afirmado, que la mayoría de los tripulantes fueran negros. Fuentes dignas de crédito afirman que las personas negras eran menos de la quinta parte.

Como ya se ha hecho costumbre, con las posteriores intervenciones de Estados Unidos en el Medio Oriente, Granada y otros países, la prensa es la portavoz de las ambiciones del gobierno,  acusando a España de haber volado el barco con una mina desde el exterior partiéndolo en dos a la altura de la proa, y reclamando una respuesta “enérgica” del país norteño.

 El historiador cubano Gustavo Placer Cervera concluye en su libro que la trascendencia histórica de este suceso fue su manipulación para convertirlo en un pretexto que justificara la intervención oportunista de Estados Unidos en Cuba.

La explosión sacrificó la vida de 261 marines norteamericanos, pero la casi totalidad de los 26 oficiales se salvaron pues habían bajado a tierra. 
La prensa amarilla de Estados Unidos —controlada por Joseph Pulitzer y Randolph Hearst—justificaba la necesidad de una intervención militar en el conflicto y cada día iniciaban sus tiradas con títulos sobre la crueldad española en Cuba y el ataque al Maine.

Esa campaña mediática llevó en pocos días a la buscada declaración de guerra a España en 1898, a la aprobación de la engañosa Declaración Conjunta y al inicio de la llamada guerra hispano-cubana-norteamericana, donde impidieron a los mambises entrar en Santiago de Cuba y se frustraron 30 años de lucha armada por la independencia.

A consecuencia de la explosión del Maine Cuba pasó de colonia de España a neo colonia de Estados Unidos cuya ocupación se prolongó hasta 1902.

En 1911, los restos del Maine fueron reflotados para rescatar los cuerpos de las víctimas y llevar cuatro millas mar afuera el casco del buque que obstruía la entrada del puerto habanero. 
Estados Unidos nunca permitió que una comisión internacional inspeccionase los restos del barco. 

Un pretexto semejante a la voladura del Maine intentó reeditarse en 1962 para derrocar la naciente Revolución Cubana liderada por Fidel Castro.
Así lo evidencia un documento secreto desclasificado en 1997 que establecía literalmente: “Se han previsto una serie de incidentes bien coordinados a tener lugar en y alrededor de Guantánamo para dar apariencia genuina de ser hechos por fuerzas cubanas hostiles (…) Pudiéramos hacer volar un barco estadounidense en la Bahía de Guantánamo y culpar a Cuba”.

   

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