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Palestina desde 1967. La resistencia. Yasir Arafat y la OLP (XV)

La derrota árabe en la guerra de junio de 1967 supuso un gran fracaso para Nasser y para el panarabismo, además de afectar a la OLP. 

La línea política de Ahmad Shukeiri,  primer presidente de la Organización para la Liberación de Palestina desde su fundación en 1964 hasta 1967,  perdió peso en favor de las facciones guerrilleras que se habían incorporado a la OLP, especialmente Fatah, de Yasir Arafat. 

Grupos guerrilleros de Fatah o de la fuerza de izquierdas Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), de  Habash, protagonizaron cientos o incluso miles de operaciones contra objetivos israelíes solo en 1967. 

Las consecuencias de la Naksa multiplicaron las resistencias palestinas. 

El que había sido conocido en muchos ámbitos como “conflicto árabe-israelí” empezaba a “palestinizarse” cada vez más, denominándose también “palestino-israelí”.

La lucha central era la de Palestina contra Israel, no tanto la de los “árabes” o los “países árabes” contra Israel, aunque también existiera. 

 Fatah, FPLP y FDLP antepusieron la liberación de Palestina a la unidad panárabe y crearon por su cuenta una asociación informal de resistencia para agrupar a luchadoras y luchadores palestinos inspirada en guerrillas como las del Viet Cong o el Frente de Liberación Nacional de Argelia.

A principios de 1969, Arafat se convirtió en presidente de la OLP, cargo que conservaría hasta pocos días antes de su muerte en 2004. 

Arafat (conocido también como Abu Ammar), de madre de Jerusalén y padre de Gaza, nació en El Cairo en 1929. Mientras estudiaba ingeniería civil en su ciudad natal, luchó en Palestina en 1948 con unidades irregulares egipcias.

  Como se ha indicado, lideró la Unión General de Estudiantes Palestinos en El Cairo y fundó Fatah, junto a Salah Khalaf y Khalil al-Wazir. 

 Fatah  lanzó y encabezó numerosas operaciones contra las fuerzas israelíes a lo largo de la década de 1960.

  Poco después de la derrota árabe en la guerra de 1967, Arafat cruzó disfrazado el río Jordán y estableció centros de reclutamiento en varias ciudades de Cisjordania, además de atraer a nuevos guerrilleros y patrocinadores para la causa palestina. 

 El 21 de marzo de 1968, fuerzas del ejército israelí atacaron con armas pesadas y aviones Karamé, un pueblo muy próximo al río Jordán y sede de Fatah en Jordania. 

Aunque aproximadamente 150 militantes de Fatah murieron en el ataque —además de unos 20 soldados jordanos y 28 israelíes—, la rápida retirada israelí fue considerada por Fatah como una victoria. 

  Durante la etapa central de la Guerra Fría, especialmente después de la guerra de independencia de Argelia (1954-1962), del triunfo de la Revolución cubana (a partir de 1959) y en el contexto de la guerra de Vietnam (1955-1975, sobre todo con la intervención masiva estadounidense desde los años 1964-1965), surgieron numerosas organizaciones armadas y guerrillas con un apoyo popular inimaginable en la Europa del siglo XXI.


 Especialmente se crearon en el centro y sur de Abya Yala-América para los nativos; en el oeste de Europa (en una época denominada los “años de plomo”, en especial en Italia), en varias zonas de África y en el sur de Asia, y favoreció, interconectó y retroalimentó las resistencias armadas palestinas

La Carta Nacional Palestina del año 1964 fue reformada en 1968 para incluir, entre otros elementos, que la “lucha armada es la única manera de liberar Palestina” 

En este contexto, miembros de organizaciones como el FPLP secuestraron aviones sin provocar víctimas mortales para dar a conocer la causa palestina en todo el mundo. 

Leila Khaled fue una de las grandes protagonistas de estas acciones, ya que está considerada como la primera mujer que secuestró un avión comercial durante el vuelo. 

 Nacida en Haifa el 9 de abril de 1944, el día de su cuarto cumpleaños tuvo lugar la masacre de Deir Yassin. Pocos días después, ella y su familia, como otras miles de personas palestinas, fueron expulsadas de su casa y tuvieron que refugiarse en el Líbano. Allí, después de sobrevivir en lamentables condiciones de vida en campos como el de Tiro o suburbios con una gran cantidad de población refugiada como el de Dahieh, en el sur de Beirut, Leila Khaled comenzó a politizarse durante la adolescencia. 

 Formó parte del Movimiento de los Nacionalistas Árabes de George Habash, una organización panarabista y socialista. Después de trabajar como profesora en Kuwait y de combinar la vida en el Líbano y en este país del golfo Pérsico, en 1967 se unió a Fatah y poco después al FPLP. Su convencimiento de participar en acciones de lucha armada y la campaña de secuestros de aviones hizo posible que el 29 de agosto de 1969 secuestrara con un compañero un avión que cubría la línea Roma-Tel Aviv. La operación fue denominada por la pareja de militantes “pelotón Che Guevara” y el vuelo, que fue redirigido a Damasco, “FPLP-Palestina Libre”.

 Leila Khaled obligó al piloto del avión a sobrevolar Haifa para poder ver su ciudad natal por primera vez desde que tenía cuatro años. Todas las personas que iban en el avión fueron liberadas en Damasco sin que ninguna hubiese resultado herida, mientras que dos hombres israelíes permanecieron secuestrados hasta que fueron intercambiados por prisioneros palestinos en manos israelíes.

 La acción tuvo un gran eco internacional y puso nuevamente la causa palestina en el mapa, aunque muchos medios del Atlántico Norte consideraron a Khaled como una “terrorista”

En efecto, este era el marco conceptual que predominaría (y predomina) en muchos ámbitos del Norte Global sobre las resistencias palestinas desde esta época hasta la actualidad.

Durante los meses y años inmediatamente posteriores a la Naksa, muchas mujeres palestinas también participaron o fueron acusadas de participar en acciones armadas. 

Por ejemplo, Fátima Barnawi fue detenida en octubre de 1967 por el lanzamiento de una bomba en un cine jerosolimitano. En 1968, Latifa Howari, Abla Taha y Sarah Youdeh fueron arrestadas y torturadas por agentes israelíes por cargos poco claros que podían estar relacionados con acciones violentas.  Por su parte, Miriam Shajsir fue encarcelada acusada de instalar explosivos en la Universidad Hebrea, mientras que Shadia Abu Gazala, que participó en varias acciones de resistencia armada y dirigió comandos de mujeres palestinas, murió en 1968 reparando un explosivo. 

Ghada Abdul Hadi fue detenida en 1969 acusada de realizar acciones armadas y Aysheh Odeh fue encarcelada de 1969 a 1979, y después deportada a Jordania, por las mismas acusaciones. Rasmiyyeh Odeh, por último, también fue encarcelada diez años en circunstancias similares. Algunas de estas mujeres palestinas, además de otras, han demostrado haber sufrido torturas y agresiones sexuales durante su detención o encarcelamiento 

Con Cisjordania ocupada por las fuerzas militares israelíes, varios grupos de fedayines o guerrilleros palestinos tuvieron que trasladar muchas de sus bases a Jordania.

  Al mismo tiempo, intensificaron sus ataques contra objetivos israelíes desde diferentes bases, en especial desde el este del río Jordán.

 Además, tras la Nakba, Jordania contó (y cuenta) con un gran porcentaje de población palestina. En los campos de personas refugiadas y en las zonas donde su presencia era mayor, donde las condiciones de vida continuaban siendo frecuentemente miserables, las guerrillas palestinas crearon varias infraestructuras autónomas, mecanismos de autosuficiencia y control e, incluso, recaudación de impuestos al margen de las autoridades jordanas. Estas dinámicas, que llegaron a ser consideradas por las autoridades jordanas como un “Estado dentro del Estado”, provocaron fuertes tensiones sociales y políticas entre el gobierno de Amán y la OLP. 

 El febrero de 1970, el régimen jordano emitió unos decretos limitando la actividad de las guerrillas palestinas y a partir de ese momento se produjeron numerosas escaramuzas entre estas y el ejército jordano. 

En septiembre del mismo año, cinco vuelos con destino a Nueva York y a Londres fueron secuestrados simultáneamente por miembros del FPLP. Varias aeronaves fueron forzadas a aterrizar en Dawson’s Field, antigua base aérea británica cerca de la localidad jordana de Zarqa, que la guerrilla palestina bautizó en ese momento con el nombre de “aeropuerto de la revolución”. 

El rey de Jordania Hussein I declaró la ley marcial y durante los siguientes días su ejército, con apoyo estadounidense e israelí, atacó y expulsó con gran violencia a las guerrillas palestinas del territorio jordano.

Como consecuencia, más de 3.000 palestinas y palestinos murieron en el conocido como “septiembre negro” de 1970

Las guerrillas de la OLP tuvieron que instalarse en el Líbano. 

Vinculados a algunas organizaciones de la OLP, a raíz de los hechos de septiembre del 1970 en Jordania se creó un nuevo grupo armado palestino denominado precisamente “Septiembre negro”, activo entre los años 1970 y 1973. 

 Esta facción llevó a cabo varias operaciones de represalia, como el asesinato en noviembre del 1971 del primer ministro jordano, Wasfi al-Tal. 

 Aun así, su acción más conocida tuvo lugar en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. 


 El 5 de septiembre de aquel año, un comando palestino integrado por refugiados de varios campos irrumpió en la Villa Olímpica de la ciudad alemana. Después, consiguió secuestrar a atletas israelíes y afirmó que no los liberaría hasta que no fuesen excarcelados 234 prisioneros palestinos recluidos en centros penitenciarios del Estado de Israel, así como Ulrike Meinhof y Andreas Baader, fundadores de la organización armada marxista-leninista alemana Fracción del Ejército Rojo (RAF).

 La negociación fracasó y al final murieron once atletas israelíes, cinco secuestradores y un policía. El episodio de Múnich conmocionó a numerosas personas en todo el mundo, ya que el secuestro fue retransmitido en directo por múltiples canales de televisión desde la mañana hasta pasada la medianoche. 

Décadas después, en 2005, Steven Spielberg dirigió una exitosa película sobre estos hechos desde una perspectiva sionista, Munich.

Aunque la ocupación israelí y la expulsión de Jordania comportaron una nueva fase de exilio, desterritorialización y dificultades, a principios de la década de 1970 la OLP no solo era indudablemente el principal actor y representante político palestino, sino que había conseguido que la causa palestina fuera conocida internacionalmente

Dentro de la OLP, Fatah empezó a virar hacia unos objetivos más moderados y priorizó públicamente, en su “programa por etapas” de 1974, la liberación de los territorios ocupados en 1967 por encima de la Palestina histórica en su conjunto. 

 Con el tiempo, esta posición hizo de Fatah un actor más propenso a la diplomacia y a la posibilidad de llegar a algún acuerdo con el Estado de Israel.

Por otro lado, a pesar de que el Consejo de Seguridad era el único organismo que emitía resoluciones vinculantes en el seno de la ONU y que este continuaba siendo un organismo en manos de los grandes vencedores de la Segunda Guerra Mundial (con su capacidad de veto), la Asamblea de las Naciones Unidas se había convertido desde años atrás en un gran foro anticolonial. De sus 51 miembros de pleno derecho originales — en 1945, año de su fundación—, 15 años después ya casi había doblado esa cifra (99 miembros), sobre todo gracias a las independencias formales de países afroasiáticos. 

 En la sesión ordinaria de aquel 1960, la asamblea aprobó su Resolución 1514, que tuvo el nombre de Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales y fue conocida como la Carta Magna de la Descolonización. 

 La resolución afirmaba que el dominio colonial es contrario a los derechos humanos y a la Carta de las Naciones Unidas y que todos los pueblos tienen derecho a la libre determinación, por lo que había que tomar medidas para traspasar sin condiciones ni represión el poder a los pueblos colonizados. Aunque no hubo ningún voto en contra, la resolución se aprobó con la abstención, entre otros, de metrópolis coloniales europeas como Bélgica, España, Francia, Portugal y el Reino Unido, que votaron igual que EE UU y Sudáfrica.

En 1974, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que la OLP era la “representante del pueblo palestino” a través de las resoluciones 3210 y 3236, y le concedió el estatus de observador a través de la Resolución 3237 (Tomeh, 1987: 109-111). 

Durante este periodo, el 13 de noviembre de 1974 se vivió un momento histórico para el pueblo palestino. Por primera vez, Arafat fue invitado a hablar en la tribuna de la Asamblea General de la ONU como presidente del Comité Ejecutivo de la OLP. 

Fue presentado por el presidente de la asamblea en ese momento, el argelino Abdelaziz Bouteflika, como “comandante en jefe de la Revolución Palestina” 

 Allí pronunció uno de los discursos más recordados de la historia de las Naciones Unidas, que concluyó con una frase que provocó una gran ovación de la mayor parte de la Asamblea: 


Hoy he venido portando una rama de olivo en una mano y un arma de luchador por la libertad en la otra. No dejen que caiga de mi mano la rama de olivo. Repito: no dejen que caiga de mi mano la rama de olivo. La guerra estalla en Palestina, pero es en Palestina donde nacerá la paz”.
 


Poco después, el 29 de noviembre de 1974, 27 años después de la aprobación del plan de partición, la Asamblea afirmó, a través de su Resolución 3246, “la legitimidad de la lucha de los pueblos por la liberación de la dominación y subyugación colonial y extranjera por todos los medios disponibles, incluyendo la lucha armada”.

  Unas líneas después, esta resolución hacía referencia explícita al “pueblo palestino”. Un año más tarde, en su Resolución 3376, la Asamblea General creó el Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino, que continúa reuniéndose en el siglo XXI. Por último, la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, adoptada el 10 de noviembre de 1975, determinó que “el sionismo es una forma de racismo y discriminación racial”.

Poco antes, en 1973, se había producido la guerra del Yom Kippur, denominación predominante en el Estado de Israel, o guerra de Octubre, como se conoce en los países de mayoría árabe. 

 Para intentar recuperar los territorios ocupados por las fuerzas israelíes en 1967, en concreto el Sinaí y los Altos del Golán, Egipto y Siria iniciaron un ataque que cogió por sorpresa al ejército israelí en medio de la festividad judía del Yom Kippur. 

En esta guerra sí se dio el posicionamiento habitual en la Guerra Fría: la URSS apoyó a un bando, en este caso el árabe, mientras que EE UU respaldó al otro, el Estado de Israel. 

Al final, las fuerzas militares israelíes repelieron el ataque y, aunque no hubo un claro vencedor del conflicto bélico, al menos tácticamente el Estado de Israel prevaleció. 

A pesar de que la guerra no afectó demasiado a la cuestión palestina, fue importante en el ámbito regional porque facilitó retomar las negociaciones entre Egipto e Israel. Este último elemento también estuvo influenciado por la Resolución 338 del Consejo de Seguridad de la ONU del mismo mes de octubre de 1973, que solicitó un alto el fuego y recalcó la necesidad tanto de aplicar la Resolución 242 de 1967 como de acordar la paz. 


Finalmente, Tel Aviv y El Cairo llegaron a un acuerdo de paz, el primero entre el Estado de Israel y un Estado de mayoría árabe con el que había estado en guerra, entre septiembre de 1978 y marzo de 1979.

  Como parte de este pacto israelo-egipcio, Israel inició su retirada de la península del Sinaí, que completó en 1982. En el ámbito global, hay que destacar el vínculo de la guerra de Octubre/del Yom Kippur con la crisis del Petróleo de 1973.

Por su lado, en la Palestina del 48, a pesar del fin de la administración militar contra la minoría palestina con ciudadanía israelí en 1966, el apartheid continuó a través de decenas de leyes que discriminaban y discriminan a la población no judía. Al menos durante los primeros años, el control israelí de la totalidad de la Palestina histórica desde la guerra de junio de 1967 supuso el fin de algunas barreras físicas entre Israel y Cisjordania y entre la parte occidental y oriental de Jerusalén (Checa, 2019: 55-56). Esto facilitó que numerosas personas palestinas pudieran establecer o restablecer relaciones familiares y comerciales a ambos lados. A pesar de que esta “reunificación” era desequilibrada y que el apartheid se amplió del 78 por ciento de la Palestina histórica a su totalidad, también permitió un mayor reconocimiento de la historia compartida y acercó a la población palestina con ciudadanía israelí las resistencias palestinas que venía desarrollando la OLP, sus grupos y otras organizaciones y comités.

En 1975 surgieron dos organizaciones relevantes entre la minoría palestina con ciudadanía israelí

 La primera fue el Frente Democrático por la Paz y la Igualdad, un partido político formado por comunistas, nacionalistas palestinos y académicos que consiguió hacerse con el poder municipal en Nazaret y en otros 18 municipios israelíes de mayoría palestina. De diversas maneras, el Frente estaba ligado a otros sectores de la minoría palestina en Israel, como el Sindicato de Estudiantes Árabes de Secundaria y de las Universidades Israelíes o el Comité Nacional de Presidentes de Autoridades Locales Árabes. 

 Por su lado, la segunda organización fue el Comité Nacional para la Defensa de las Tierras Árabes, una coalición de organizaciones de base y grupos políticos que rechazaban las confiscaciones de tierra que continuaban desarrollando las autoridades israelíes contra la población no judía de la Palestina del 48. 

 En 1976, el gobierno israelí declaró que confiscaría tierras que pertenecían a Sajnin y Arraba, pueblos de mayoría palestina ubicados dentro del Estado de Israel, en Galilea. Como el resto de tierras públicas, no podrían ser utilizadas por las personas no judías, lo que supone un elemento fundamental del régimen de apartheid israelí. Como respuesta, el Comité Nacional para la Defensa de las Tierras Árabes convocó el 30 de marzo de 1976 la primera huelga nacional de las palestinas y los palestinos de Israel bajo el lema “Día de la Tierra”. En el transcurso de las manifestaciones por esta causa, las fuerzas israelíes asesinaron a tres mujeres y a tres hombres palestinos. Al mismo tiempo, estos sucesos comportaron más protestas. A partir de ese momento, el 30 de marzo pasaría a formar parte de la memoria colectiva palestina como el Día de la Tierra, una conmemoración que se repite anualmente hasta la actualidad. Asimismo, fue una fecha simbólica muy importante para la construcción de la identidad nacional palestina compartida entre la población palestina del Estado de Israel y la de los territorios ocupados en 1967

Después de la guerra de los Seis Días, el Estado de Israel prohibió las actividades políticas de organizaciones palestinas y administró militarmente Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza privando a su población no judía de los derechos humanos y civiles básicos. 

 Aun así, en muchos casos y en muchos sentidos la sociedad palestina contestó pacíficamente a estas políticas israelíes. 

Hay que destacar que, desde los inicios de la colonización sionista de Palestina a finales del siglo XIX, la gran mayoría de las resistencias palestinas han tenido un carácter popular y no violento. Entre las primeras protestas contra la ocupación militar de los territorios, figuran las huelgas de asociaciones de profesoras y profesores palestinos para rechazar los cambios curriculares que las autoridades israelíes querían imponer. 

Como el objetivo sionista de obtener el máximo de territorio posible con el mínimo de población palestina continuaba y había tenido un nuevo impulso desde 1967, una de las estrategias principales de la endocolonización y la ocupación militar israelí fue, y es, demoler casas palestinas. Mientras tanto, se construían, y se siguen construyendo, colonias de asentamiento exclusivas para personas judías, con frecuencia sobre recursos hídricos palestinos y sobre cerros o zonas altas que permiten la vigilancia y probar tecnologías de securitización. Esto hizo y hace que las concentraciones y manifestaciones, la creación de comités o la redacción de escritos fueran y continúen siendo una de las formas de protesta no violenta más habituales contra estos procesos de control, despojo y fragmentación 

Al tiempo que la mayor parte del reclutamiento para la resistencia armada se producía en los campos de refugiadas y refugiados, en su interior surgía un proceso de organización cívico-política, guiado en varios casos por fuerzas comunistas, que abogaba por la participación popular y por la utilización de métodos de resistencia no violenta. 

 Así, una coalición de grupos, que incluía a la OLP y a sus facciones, estableció el Frente Nacional de Palestina (FNP) en los territorios ocupados en el verano de 1973. Entre sus objetivos prioritarios se encontraba resistir la ocupación militar, hacer valer la autodeterminación y luchar por el derecho al retorno de las personas refugiadas palestinas. 

 El FNP empezó luchando de manera no violenta contra las confiscaciones de tierra por la potencia ocupante y empleó tácticas que iban desde la asesoría legal a la organización de mítines, peticiones públicas y protestas diversas. También se opuso a las elecciones municipales en  Jerusalén que pretendían legitimar la anexión israelí del este de la ciudad y animó al tejido empresarial palestino a no pagar impuestos a las autoridades israelíes. Aunque estas actividades convirtieron al FNP en objetivo directo de la represión israelí, la organización resistió y triunfó en las elecciones municipales de Cisjordania en 1976, donde la mayoría de los antiguos dóciles alcaldes heredados del régimen jordano fueron sustituidos por representantes pertenecientes a un bloque formado por la OLP y el FNP. 

Cuando este último fue declarado ilegal por las autoridades de la ocupación en octubre del 1978, le sucedió inmediatamente otro organismo, el Comité de Orientación Nacional. De manera similar, a partir de esos momentos la represión se focalizó contra esta organización y continuó hasta que fue disuelta a principios de la década de 1980, cuando la mayoría de sus líderes se encontraban encarcelados, exiliados o muertos.

En numerosos casos, este esfuerzo de resistencia no violenta constructiva lo lideraron mujeres y organizaciones de mujeres palestinas. A mediados de la década de 1970, y a pesar de las dificultades impuestas por el Estado de Israel, existían al menos 38 organizaciones de mujeres palestinas implicadas en acciones culturales y de servicios sociales (distribución de ayuda, creación de puestos de trabajo, dependencia o salud). Así, crearon y coordinaron escuelas, plantaron árboles, arreglaron carreteras y atendieron cualquier necesidad comunitaria. Igualmente, numerosas mujeres se implicaban en la movilización política mediante comités locales, pero también a través de organizaciones de mujeres afiliadas a las diferentes facciones políticas palestinas que muchas veces tenían como nexo la Unión General de Mujeres Palestinas (UGMP), creada en 1965. De este modo, su trabajo fue clave en el funcionamiento de todos los ámbitos de la vida; en la producción, reproducción y preservación identitaria y del sentido de comunidad o en el sentimiento de arraigo a la tierra, lo que suponía un desafío holístico y no violento al proceso activo de colonización y de ocupación militar israelí. 

Como culminación de algunos de estos procesos, el 8 de marzo de 1978, decenas de mujeres de organizaciones de la OLP e independientes constituyeron en Ramala los Comités de Trabajo de Mujeres. Estos se consideraban parte integral del movimiento de resistencia palestino y acogían nuevas formas de acción, puesto que la mayor parte de sus activistas eran mujeres jóvenes universitarias. Entre sus objetivos principales se encontraba la extensión de la politización y movilización a todos los sectores de mujeres palestinas, con un especial énfasis en las rurales, en las que vivían a campos de refugiados y refugiadas y en las que realizaban trabajos de cuidados, domésticos y reproductivos. En 1980, los CTM crecieron y se convirtieron en la Unión Palestina de Comités de Trabajo de Mujeres. A pesar de que trabajaban de manera coordinada, con posterioridad la Unión se fraccionó en cuatro partes de acuerdo con su vinculación más próxima: a Fatah, al FDLP, al FPLP o al Partido Comunista Palestino, fundado en 1982 y transformado posteriormente en el Partido del Pueblo Palestino (PPP). Estas tres últimas organizaciones se consideraban comunistas y laicas y las cuatro han sido consideradas, según los criterios hegemónicos del Atlántico Norte, como “feministas”. 

Los movimientos del estudiantado universitario también nutrieron las redes de movilización política y de resistencia civil palestina. Esto no hubiera sido posible sin la extraordinaria apuesta del pueblo palestino por la educación superior. 

En la actualidad, solo en los territorios ocupados en 1967 existen entre 14 y 15 universidades palestinas (8 en Cisjordania y 7 en la Franja de Gaza) y casi 40 colleges universitarios comunitarios. Una parte muy importante de estas instituciones de enseñanza superior fueron fundadas durante la década de 1970. Todo ello entre las enormes dificultades que imponía la ocupación israelí, pero siendo conscientes de que en aquellas circunstancias dedicar grandes esfuerzos a la educación era fundamental para el presente y para el futuro de la sociedad palestina.

 Estas universidades se convirtieron en el centro de numerosas acciones de protesta y de resistencia no violenta. Además, sirvieron para organizar comités de trabajo comunitario de carácter voluntario en campos de refugiados y refugiadas y en zonas rurales.

Por último, otro elemento destacado de la resistencia civil palestina


en este periodo fue el movimiento de solidaridad con las y los presos.  Al inicio de la década de 1980, antiguas y antiguos presos empezaron a establecer asociaciones en Cisjordania y Gaza para garantizar que las acciones que se producían en el interior de las prisiones tuvieran el apoyo necesario en el exterior y para hacer crecer el movimiento de solidaridad, que siempre tuvo un gran protagonismo femenino.

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