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De presidentes democráticos y de dictadores: el presidente Lumumba

La misma Rusia que levanta odios viscerales en las Repúblicas Bálticas,  Polonia y que se presenta como el gran enemigo a batir por Occidente, para lo cual hay una explicación simple: la culpa es de Rusia; se presenta como esperanza para salir de la presión de Occidente en los países africanos y la causa sigue siendo la misma: la culpa es de Rusia. 

 La Rusia actual es una economía capitalista en pañales que quiere iniciar su proceso de acumulación de capital, si alguien se olvida de eso, está pecando de inocente; pero entre las historias de sus infamias no cuenta con una presencia opresiva, colonialista en África. Eses es el gran y principal motivo de que agiten banderas rusas, porque Rusia que nunca estuvo allí para expoliarlos está en guerra con quienes si estuvieron. Es cierto que África tiene suficiente potencial material y humano como para nadar sola, y lo hará, pero por ahora necesita agarrarse de la mano de alguien contra los expoliadores occidentales, y alguién que no los haya expoliado nunca. 

  Un presidente democráticamente electo en África solo puede ser presidente democrático si baila al son que marca el imperialismo europeo y americano. Si no, viene una junta militar dispuesta a hacer lo que los amos dicten y entonces el silencio se encarga de hacer olvidar ese país y sus sufrimientos.  Pero si el golpe de estado viene por parte de líderes antioccidentales, entonces hay que sacar la bandera de la Santa Democracia y organizar a los Cien mil hijos del Santo Occidente para que entren armados en la capital y acaben con el golpista rebelde, y si no se puede se plantea la necesidad de una guerra con todo el coste humano, muertes, hambre y miseria que trae una guerra en un mundo ya bastante debilitado por siglos de abandono. 

  En este contexto conviene recordar a Patrice Lumumba 

 En 1960 el Congo alcanzó su independencia. Hubo una ceremonia en la que hablaron dos modos de entender la África descolonizada. El rey Balduino de Bélgica como representante de los intereses capitalistas en el Congo, es decir de los dueños de las minas y de los esclavos y Patrice Lumumba. 

 Lo que decía Patrice Lumumba no era lo que a ellos les gustaba oir, pero en 1960 todavía no había nadie capaz de asustar a los imperialistas de Occidente. Si aceptaba que las compañías belgas siguieran llevándose los minerales de Katanga ( una provincia conocida hoy tristemente por la existencia de esclavos que extraen el cobalto para hacer las baterias tan necesarias para la industria moderna) sería presidente por muchos años, todos los que quisiera. 

El lugar de la celebración ya decía mucho de lo que allí se cocía. El Palacio de la Nación, en la capitala Leopoldville, llamada así por el sanguinario rey Leopoldo II, bajo cuyo reinado fueron asesinados más de diez millones de congoleños y el discurso del rey volvió al discurso racista europeo " hemos civilizado el Congo" 

  ¿Qué era el Congo? Nada. No era ni siquiera una colonia, porque el congo era una empresa minera y sus habitantes esclavos de la empresa. Bélgica había civilizado a los "salvajes" asesinándolos o convirtiéndolos en esclavos. 

  De esto habló Patrice Lumumba, de la sangre y de la esclavitud. De la sangre que corría de los miembros amputados a los esclavos rebeldes, de la que corría por las minas cuando el esclavo exhausto ya no podía trabajar más y de la esclavitud de un pueblo convertido en bestia de carga para el rey de los belgas. Luego pidió una verdadera independencia del Congo, que lo que ese día se iniciaba no fuese una cadena de discursos y aplausos para que todo siguiese igual solo que con un presidente cómodo para Bélgica. 

  Esto puso en guardia a muchos países imperialistas que no tenían ninguna intención de irse de África, que habían aceptado la independencia como un mal menor para seguir mangoneando las riquezas y esclavizando los pueblos africanos. 

  Como Lumumba no dijo lo que se esperaba, iniciaron el plan A: Desde Wall Street los capitalistas yankees con grandes inversiones en las minas , intentaron  comprarlo con lujos y dinero. Hacer de un hombre entusiasta un pelele vestido de oro y con los dedos llenos de diamantes. Pero Lumumba dijo No y les recordó que eso era tratar de comprar a un hombre para que destruyese a los suyos. 

 Lumumba no solo les tiró su oro a los pies y mantuvo la cabeza alta, sino que les recordó que Estados Uidos gracias a las minas de uranio de su país pudo construir bombas atómicas que quemaron vivas a cientos de miles de personas en  Hiroshima y Nagasaki, entonces un acontecimiento reciente.

 Lumumba estaba cavando su tumba. Allen Dulles, entonces director de la CIA, propuso el plan B. Un plan que ya se había experimentado en Guatemala y en Irán en los inicios del imperialismo americano en su lucha contra el comunismo: convertir a Lumumba en un demonio a los ojos de la opinión pública. Organizar una revolución de su mismo pueblo y formar la opinión publica mundial contra ese hombre peligroso para retirarlo definitivamente de la política. Y si el plan B no funcionaba estaba el plan C: matarlo. 

 El entonces embajador de Estados Unidos en Bélgica, William Burden,  a quién llamaban banquero y filántropo un verdadero oximorón,  un hombre con grandes inversiones en las compañías mineras congoleñas (American Metal Company), dijo que Lumumba no era más que un mono, un mono sucio, y a un mono sucio se le elimina facilmente. 

 El nombre de Burden sonará a quien siga este blog, en la entrada de la destitución del presidente Arbenz en Guatelama, cuando se puso en contra de los intereses de la United Fruit Company de la que era  accionista. 

  En la Amewrican Metal Company estaba otro gran filántropo, el millonario Hoschschild, quien fundó el instituto afro-ameriano en Nueva York para educar a los futuros líderes de la independencia. El Africa-America Institute como no podía ser de otro modo, estaba en gran parte financiado por la CIA.

 En julio de 1960 Lumumba viajó a Washington para buscar apoyos en sus planes independentistas porque sabía que si Estados Unidos se oponía, como así fue, estaba perdido. Estados Unidos no iba a consentir un país africano libre, como lo demostró el hecho de que ya estuviese formado y listo para conducir al Congo independiente un tipo que sí aceptaba oro y dólares:  Mobutu Sese Seko, quien fuese comandante en jefe del ejército nombrado  por el mismo Lumumba.

  La CIA ordenó el envenenamiento de Lumumba, como indica un informe de Senado de EEUU de 20 noviembre 1975, metiendo veneno en su pasta de dientes. 

En agosto, el presidente Eisenhower  dio su visto bueno  a la CIA para  eliminar a Lumumba

 Lumumba, como hiciera Fidel Castro en su momento, pidió ayuda a la Unión Soviética, la que envió algunos armamentos que no fueron suficientes para evitar la destrucción de la revolución independista del Congo sino, por el contrario, echaron combustible al fuego de la propaganda occidental, Lumumba no solo era un mono sucio, también era un comunista. 

 El plan de eliminación de Lumumba pasaba por tres fases. Agentes belgas y estadounidenses  organizarían el inmediato nombramiento de Mobutu como presidente, dócil, del Congo. Mercenarios entrarían en las filas de la guardia de la ONU encargada de proteger la residencia de Lumumba, con el objetivo de permitir que el presidente escapara creyédose protegido por la ONU y llevarlo a territorio de Mobutu. Envio de pasta de dientes envenenada. 

 Lumumba trató de llegar a Stanleyville, donde estaban las guerrillas independentistas. Al cruzar el río Sankuru pudo ver a su hija y a sus esposa en manos de gentes de Mobutu, pese a que debían estar protegidas por la ONU. Sus seguidores le pidieron que no volviese, que era una trampa, pero Lumumba regresó a la otra orilla del río. Allí trató de dialogar con los secuestradores y con los soldados que estaban con Mobutu. Pero el Capitán Pongo ordenó a los soldados atacar a Lumumba y a su esposa e hija. En Leopoldville fue torturado ante las cámaras de televisión, después encarcelado.

 Kennedy, el nuevo presidente, prometió liberar a Lumumba.

Fue entonces cuando Paul Hoffman aterrizó en el Congo. Hoffman era un austriaco ex colaborador de los nazis en Europa, colocado como periodista del Times en Roma por la familia Angleton.  Racista hasta la médula, odiaba profundamente a Lumumba de quien escribía artículos calificándolo como dictador antidemocrático, un diablo anti americano, que tramaba asesinatos de blancos en el Congo ayudado por armas soviéticas. 

  Lumumba fue trasladado a Katanga, la provincia más rica en cobre y minerales en manos de secesionistas y de sus más feroces oponentes, algo que no fue más que una disimulada sentencia de muerte. Pues en  1961, en Jadotville,  fue ejecutado por un escuadrón y luego cortado en pedazos, exactamente como ocurriría siete años más tarde con otro revolucionario, Ernesto Che Guevara, también ejecutado por otro ejército colaborador de la CIA en Bolivia.

El destino trágico y humillante de Lumumba sería repetido cincuenta años después por un líder que, como muchos otros del mundo árabe, africano y latinoamericano había entendido los peligros de una democracia abierta: Muammar Gadafi. 

A principios del nuevo siglo, el líder libio había propuesto relanzar una liga Panafricana, por lo cual fue derribado por las civilizadas y democráticas potencias occidentales y brutalmente asesinado frente a cámaras, también por “fuerzas opositoras”. Nada nuevo.

Luego del asesinato de Lumumba y el establecimiento de la brutal y corrupta dictadura de Mobutu, algunos agentes de la CIA,  se enriquecieron en la industria de los diamantes del Congo, al tiempo que continuaron trabajando para la Agencia.

En 2002, el gobierno de Bélgica pidió perdón por esta historia, expresó sus más profundo pesar, entre lágrimas habó de " actos violentos y crueles"

En 2021, Bélgica anunció que, para reparar el dolor causado por algunos siglos de explotación colonialista, en 2024 iban a cambiar el nombre de una calle llamada Leopold II en la ciudad de Gante por el de Patrice Lumumba, compensando económicamente a sus residentes por el inconveniente. En junio de 2022, las autoridades belgas, en un acto de generosidad sin parangón,  devolvieron a la hija de Lumumba uno de los dientes de su padre.

 Lumumba hubiese corrido otra suerte en 2023 porque los que entonces eran los dueños del mundo han iniciado el canto del cisne, pero este va a ser un canto largo y queda mucha sangre por derramar todavía.

 Lumumba no murió por hablar de libertad sino por mencionar que las riquezas del Congo servirían para dar uan vida digna a los congoleños. Este destino de Lumumba lo siguieron todos los líderes que no aceptaron el oro para comprar su dignidad y que hablaron de la riqueza de África para África. 

 Nrkumah, dirigente de la independencia de Ghana, Cabral de Guinea Bissau, Moumie de Camerún,  Ben Barka de Marruecos o  Mondlane en Mozambique.

 Así funciona el capitalismo central con su brazo ejecutor Estados Unidos y sus satélites "la comunidad internacional",sobre el capitalismo periférico. Si no se consigue domesticar a un rebelde se le demoniza mediante la maquinaria mediática y si no se destruye a pesar de esto, se le asesina. Latinoamerica y África subsahariana son desgraciados ejemplos de como funciona el sistema

A los seis meses de gobierno de Lumumba le siguieron más de 30 años de dictadura de Mobutu Sese Seko, auspiciado por Washington a cambio de mantener el flujo del expolio. Luego llegaron  los dos Kabila, el padre y el hijo, señores de la guerra capaces de mantener vivo el conflicto para mantener en el poder mientras los minerales seguían siendo expoliados y el pueblo explotado.   Félix Tshisekedi, el presidente actual, es solo un  continuador del kabilismo por otros medios. Su firma sigue autorizando la esclavitud en las minas de cobalto.

 La pregunta es: ¿Ha iniciado finalmente África el camino hacia esa vida que Lumumba deseaba para los suyos, por la que fue torturado y asesinado? 

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