Hubo en Polonia mucho revuelo hace unos pocos años por unas antenas que le habían salido en la cabeza al Cristo de Swiebodzin. No es que huviese delatado su condición de extraterrestre sino que estaba tan elevado que no se encontró mejor sitio para instalar los cables para dar acceso a internet a las aldeas de los alrededores.
Con 36 metros de altura, la estatua de Cristo Rey de Świebodzin, una pequeña ciudad polaca, es la imagen de Jesús más alta del mundo superando incluso al famoso Cristo Redentor de Río de Janeiro, que mide 30 y al Cristo de la Concordia de Cochabamba, en Bolivia, que suma 34.
El Cristo, además de por su altura y sus antenas, fue famoso por los altavoces que emitían constantemente la señal de Radio Maryja, emisora ultracatólica y antisemita y una de las más escuchadas e influyentes del país, que en 2006 pedía a todas horas el apoyo por Ley y Justicia (PiS), el partido ultraconservador que lideraba el exprimer ministro Jarosław Kaczyński. ganador de las elecciones y presidente de Polonia en 2006-2007 y hoy viceprimermistro de Andrzej Duda aunque se dice que quien maneja todo es el mismo Kaczyński.
En una placa a los pies del Cristo se puede leer “Jesucristo el eterno rey de Polonia”.
¿Qué son 35 años de comunismo junto a mil de catolicismo en Polonia? Se preguntaba en los ochenta el popular y patriótico cardenal Stefan Wyszyński, maestro del papa Juan Pablo II.
El poder de la iglesia Católica en Polonia es incomensurable. Según estadísticas oficiales, el 95% de la población de Polonia se considera católica y el 44% va a misa cada domingo.
Parece ser que Polonia fuese ultra católica desde la cristianización de los polacos en los tiempos de la Gran Moravia y que nadie ha podido arrancar esos sentimientos; pero según la historiadora Agnieszka Hinc, el carácter católico de Polonia empezó a forjarse durante los años de la República Popular de Polonia, con el gobierno comunista apoyado por Moscú, basándose en una situación muy concreta: la gran parte de la comunidad judía había sido exterminada y emigrada a Israel, la protestante era escasa pues Polonia quedó fuera del ámbito protestante en la Guerra de los 30 años, y ya había sido expulsada a Alemania al igual que la ortodoxa a Bielorrusia. e
El catolicismo fue el elemento de creación de identidad nacional en las iglesias con sacerdotes profundamente anticomunistas. Llegó a su punto álgido con el pontificado de Karol Wojtyła y las protestas del sindicado Solidaridad.
Para la iglesia, el comunismo era una cosa no-polaca ; hasta tuvieron un mártir: el confidente del líder de Solidaridad Lech Wałęsa, el sacerdote Jerzy Popiełuszko, asesinado por la agencia de inteligencia interna comunista operada por los soviéticos, la Słunożba Bezpieczeństwa” y beatificado por Benedicto XVI en 2010 como un martir anticomunista.
Polonia fue un experimento muy interesante. Lech Valesa, el líder del sindicato Solidaridad se conviertió en el títere de los intereses de Estados Unidos y El Vaticano, en donde predominaba el anticomunismo soviético
En 1976 Lech Walesa perdió su trabajo en el astillero de Gdansk por recoger firmas para la petición de construir un monumento en memoria de los trabajadores asesinados durante movimientos anteriores reprimidos. Debido a su inclusión en una lista negra informal del gobierno, ya no pudo encontrar otro trabajo; pero en 1978, junto a Andrzej Gwiazda y Aleksander Hall, organizó el movimiento clandestino Sindicato Libre de Pomerania, antecedente directo de Solidarnosc; éste último no habría emergido como gran aglutinador de masas opositoras sin los recursos financieros y el apoyo informativo, logístico y político-diplomático que le proporcionó Occidente (gobiernos, partidos, líderes, organizaciones), pero sobre todo, sin el soporte de la coalición estratégica Wojtyla-Reagan.
La conexión entre el Vaticano, Estados Unidos y la mafia vendría propiciada por la llegada al poder de Wojtyla, ferozmente anticomunista.
Según diversas investigaciones, todavía con Juan Pablo II en el poder del Vaticano, se desviarían fondos ilegalmente del IOR -Instituto de las Obras de Religión-, vía Banco Ambrosiano, a la financiación del sindicato polaco Solidaridad.
En eso, como en otras cosas, coincidió el Vaticano con Estados Unidos de la era Reagan (500 millones de dólares de ayuda para Lech Walesa).
El general Vernon Walters de quien se dijo que fue quizá él quien ayudó al Espíritu Santo en la elección de Wojtyla, y puede que colaborase en la muerte del papa Luciani, mantuvo estrecha relación con el Papa.
Vernon Walters fue alto teniente coronel y director adjunto de la CIA (1972-1976), embajador de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (1985-1989) y en la entonces República Federal de Alemania (1989-1991): un súper especialista en la Guerra Fría
El 9 de mayo de 1978, año de la muerte de Juan Pablo I y de la unción de Juan Pablo II, había sido asesinado el primer ministro de Italia, Aldo Moro, uno de los líderes de mayor influencia del Partido Democracia Cristiana, por un grupo de la organización Brigadas Rojas, luego de haberlo retenido secuestrado. Lo capturaron el mismo día en que iba a ser formado un nuevo gobierno en el parlamento italiano en alianza con los comunistas.
En mayo de 1985 se dio a conocer una biografía del entonces dirigente del Partido Comunista Italiano, Enrico Berlinguer (muerto en junio de 1984), en la que se consignaba con todo detalle: “[…] los encuentros secretos del exsecretario general con Aldo Moro para preparar juntos aquella estrategia de Solidaridad Nacional que abortaron las Brigadas Rojas al eliminar al democratacristiano la misma mañana en que debía aprobarse en el Parlamento el primer gobierno apoyado por los comunistas y presidido por Giulio Andreotti” . Por ello Enrico Berlinguer, secretario general del PCI y artífice de dicho diseño político estratégico, cuando supo de la elección de Karol Wojtyla, con todo lo que le rodeaba e implicaba exclamó: “¡Era lo peor que nos podía pasar!”
La alianza anticomunista decidió ir por el derrumbe del gobierno polaco mediante el apoyo total a Solidarnosc que llegó a tener 10 millones de afiliados; implicando el fin de la política de “coexistencia pacífica” y de la realpolitik, es decir, las fórmulas estratégicas de apertura y mantenimiento de relaciones constructivas y pacíficas frente al “campo socialista” liderado por la Unión Soviética.
América Latina, espacio geográfico de confrontación y disputa de las superpotencias, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, con hegemonía del primero, no escapaba a este diseño geopolítico confrontacionista: Estados Unidos reforzaba la Doctrina de la Seguridad Nacional encabezada por los gobiernos militaristas que se iban sucediendo en el poder (Brasil en 1964, Chile en 1973, etcétera) y la Unión Soviética apoyaba la insurrección de la izquierda en América Central y la lucha contra las dictaduras militares en América del Sur.
Particularmente en Nicaragua, la Revolución Sandinista había incluido en el primer gobierno revolucionario, en la cartera de Cultura, al sacerdote Ernesto Cardenal, y en la de Relaciones Exteriores a otro sacerdote, Miguel D’Escoto, ambos partidarios y promotores de la Teología de la Liberación; y otro sacerdote más, Fernando Cardenal (hermano del antes mencionado) dirigía el programa de alfabetización del gobierno sandinista, prioritario para ellos. La presencia sacerdotal en el gobierno era abiertamente rechazada por Juan Pablo II.
En contrapartida, el obispo de Managua, Miguel Obando Bravo, que inicialmente apoyó la lucha contra el dictador Anastasio Somoza, se convirtió en un crítico severo del rumbo de la Revolución Sandinista, es decir, se alineó con la postura papal. Todo un coctel de explosividad en curso más la presión militar al gobierno revolucionario mediante la ayuda de Estados Unidos a los contrarrevolucionarios nicaragüenses (la parte central de ellos eran los restos de la antigua guardia del dictador Anastasio Somoza) en la frontera con Honduras, aspecto privilegiado de la política de Ronald Reagan.
La visita del papa Juan Pablo II a Nicaragua generó una situación en extremo complicada, puesto que se trataba de un país con una revolución surgida de una insurrección armada de perfil izquierdista y triunfante, con la sociedad movilizada en apoyo a su gobierno, y con Juan Pablo II alineado en la oposición al mismo (su visita fue en marzo de 1983), por lo tanto, dicha visita tenía un doble objetivo: económico y político-ideológico-religioso (se canalizaba ayuda financiera a la Contra nicaragüense mediante las filiales bancarias fantasma del IOR), se atizaba la lucha contra la Teología de la Liberación y la condena a la integración de los sacerdotes en el gobierno sandinista, todas ellas, de forma militante.
Estados Unidos, a través del gobierno de Ronald Reagan, también asumió dos grandes objetivos: derrotar a la Revolución Sandinista por su contenido de izquierda, evitando así el triunfo de la Revolución Salvadoreña, y contener “el expansionismo comunista en Centroamérica”, que “amenazaba” su Seguridad Nacional.
Para efectos de la canalización del apoyo económico, estaban los conductos directos que la CIA utilizaba, incluyendo a la mafia, pero también las empresas fantasma en Bahamas y el Banco Ambrosiano Andino con sede en Lima, Perú (se hizo público, por distintos analistas, que se transferían importantes cantidades de dinero al Banco de la Nación del Perú, agente financiero del Estado peruano, que se contabilizaban indebidamente como préstamos y que el Banco de la Nación a su vez depositaba en operaciones back to back en el Banco Ambrosiano Andino, operaciones respaldadas en efectivo por el Banco Ambrosiano en Italia; así hasta julio de 1982, cuando sobreviene la quiebra financiera).
Esta inmensa coalición estratégica y anticomunista ofertó un apoyo decisivo con información, logística, recursos de todo tipo, comunicaciones, etcétera, cuando, ante la ola de huelgas y movilizaciones masivas protagonizadas por Solidarnosc que habían desestabilizado Polonia y el bloque de países comunistas, así como ante la amenaza de intervención militar de las tropas del Pacto de Varsovia , el general Wojciech Jaruzelski, comandante del Ejército polaco, asesta un Golpe de Estado y forma un gobierno militar decretando el estado de sitio o Ley Marcial. El decreto militar declaró ilegal a Solidarnosc, encarceló a sus principales dirigentes y prohibió las concentraciones de masas, los sindicatos y huelgas, a lo cual, sobrevivió la gran oposición independiente de Polonia en la clandestinidad, hasta que el estado de sitio fue levantado y liberados sus líderes 1 año después.
Juan Pablo II volvió a Polonia en junio de 1983 como parte esencial de los líderes victoriosos. La dupla de liderazgos civil-religiosos interna (Lech Walesa y el cardenal Jozef Glemp) se conjuntaban con la dupla de liderazgos fuera de Polonia (Karol Wojtyla y Ronald Reagan), al interior de una operación de resistencia clandestina exitosa.
Cuando todo parecía indicar que las tropas del Pacto de Varsovia podían invadir Polonia y destruir por la fuerza a Solidarnosc y los demás movimientos opositores, William P Clark, otro asesor de Seguridad Nacional del presidente Reagan, reveló a la revista News Max, en una entrevista titulada “La última batalla del papa en los últimos tiempos”, que “estando en su administración, Reagan estaba dispuesto a recomendar el uso de la fuerza si era necesario para detener una invasión”. Y agregó dos conceptos importantes: la alianza Wojtyla-Reagan “se formó en junio de 1982 entre dos hombres que entendían la naturaleza perversa del comunismo y sabían cómo combatirlo. Fue un pacto que una vez puso a Estados Unidos al borde de una guerra con la Unión Soviética”; y se inició “en una reunión privada en el Vaticano entre el presidente Reagan y el papa Juan Pablo II. Los dos hombres estuvieron solos durante 50 minutos y el tema de la discusión fue Polonia y la dominación soviética sobre Europa del Este.” Y luego: “El papa y el presidente compartieron la opinión de que cada uno había recibido una misión espiritual, un papel especial en un plan divino de esta vida […]. Los dos hombres compartían la creencia de que el comunismo ateo había vivido una mentira que, cuando se conoció del todo, en última instancia, debió ser desestimada.” Recordó también que ejerció represalias económicas importantes al retirar a Polonia el estatus comercial preferente de “nación más favorecida”, que para dicho país representó la anulación de ventas por 6 mil millones de dólares anuales a Estados Unidos.
Sin embargo, parece improbable que Reagan fuera a la Tercera Guerra Mundial. Tal vez el movimiento discursivo fue para solidificar la percepción del papa respecto de su alianza y objetivos. Y ésta última, en todo caso, se oficializó en la fecha indicada, pero nuestro análisis indica con claridad y precisión que el proceso que la inicia, arranca antes de la elección misma de Juan Pablo II y evoluciona muy favorablemente con su coronación. Luego se materializa sólidamente con el despliegue de las profundas identidades que venimos señalando.
Entonces todo lo anterior nos remite a un contexto histórico indispensable de mencionar para una mejor comprensión de la importancia de la coalición estratégica formada entre Karol Wojtyla y Ronald Regan,
además de las demás fuerzas que se aglutinaron en torno a ella. Tal vez, de lo más importante a destacarse, luego de las alianzas durante la Segunda Guerra Mundial y en la etapa posterior a ella, junto con los fuertes fermentos religiosos que poseyó, es que todo ello en conjunto le dan a dicha coalición política e ideológica, un perfil de “moderna cruzada contra los infieles”.
Para la canalización de la ayuda financiera hacia el frente anticomunista en Europa del Este, concretamente a la oposición obrera-confesional en Polonia, etcétera, en la cual debemos incluir el dinero que en cantidades muy importantes fluyó desde la mafia siciliana e ítalo-estadunidense y desde la Operación Gladio mediante Licio Gelli (ex-combatiente contra la República en España y miembro de la SS nazi, y quien ayudó por dinero a huir a muchos oficiales nazis hacia Sudamérica, incluyendo el célebre Klaus Barbie, específicamente hacia Argentina, en donde ambos establecieron relaciones estrechas con militares argentinos a quienes reclutaron para la Logia Masónica P2, y quienes se volvieron después golpistas, como el almirante Emilio Eduardo Massera, integrante de la Junta Militar que encabezó el general Jorge Rafael Videla, que depuso militarmente a la presidenta María Estela Martínez de Perón en 1976, y condenado luego como culpable por crímenes de lesa humanidad) estarían la CIA y el Banco del Vaticano; el IOR, pero no olvidar al Banco Ambrosiano y su control sobre instituciones como la Banca Católica de Veneto, Crédito Varessino y Banca de Gottardo, mediante transferencias ocultas y blanqueo de dinero, que tuvieron como destinatarios, igualmente, a muy diversos políticos italianos del tipo de Giulio Andreotti (según los archivos que la policía italiana encontró durante el cateo en la casa de Licio Gelli, era miembro activo de la Logia Masónica P2, la cual contaba con unos 1 mil afiliados).
Comparativamente, todo esto sucedía en tanto Albino Luciani, el papa Juan Pablo I, había establecido el no entrometerse en las luchas políticas del entorno, localizándose allí una diferencia estratégica fundamental con su sucesor Juan Pablo II, a quien animaba, adicionalmente a todo lo antes reseñado, una gran fuerza espiritual y profética: un dogma religioso denominado “el secreto de la Virgen de Fátima”, un “secreto” dividido en tres partes producto de una aparición y revelación divina ocurrida el 13 de mayo de 1917, que en esencia configura un imperativo ético y religioso: la defensa de la Iglesia Católica contra los ataques y sufrimiento impuestos por los agentes del ateísmo.
Al fondo de esta febril actividad en distintos frentes del anticomunismo europeo estaba la Operación Gladio, gigantesca maniobra de inteligencia, contrainteligencia y desestabilización, crímenes y actos terroristas, espionaje y asesinatos, y grupos paramilitares fuertemente armados que se preparaban para un eventual conflicto con la Unión Soviética, teniendo como teatro de operaciones militares a Europa Occidental.Todo ello le es inherente a esta red de más de 15 mil agentes organizados para desarrollar actividades en toda Europa con el objetivo de contener el avance del comunismo, dirigidos por los gobiernos estadunidenses en turno, la CIA y el M16 del gobierno británico, a través de sus múltiples directores y agentes. Licio Gelli fue participante directo y con alto mando de todo ello, recibiendo y distribuyendo cantidades ingentes de dinero para el efecto.
“Gladio era otro de los planes que incesantemente surgían de la fértil mente de James Jesus Angleton: durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, Angleton, que trabajaba para la Oficina de Servicios Estratégicos, la antecesor de la CIA, comenzó a formar un círculo de intereses comunes con varios fascistas (exfascistas oficiales, habría que decir), que compartían sus recelos hacia el Partido Comunista Italiano, el más poderoso de Europa […] Fue entonces cuando comenzaron a pergeñarse las tácticas seudomafiosas que, con la complicidad de Democracia Cristiana y la Iglesia, dificultaron durante años el éxito electoral de los comunistas. Cuando Angleton se convirtió en el jefe de contrainteligencia de la CIA, el plan obtuvo carta de naturaleza y un nombre oficial, Gladio, así como suficientes fondos para convertir la política italiana en un verdadero caos durante décadas. Gladio forjó secretas alianzas entre la mafia y ciertos funcionarios del Vaticano; reclutó a fascistas y mafiusi para perpetrar atentados de los que luego era culpada la izquierda, repartió millones de liras entre partidos políticos y periodistas para adulterar las elecciones e incluso se sospecha que supervisó el secuestro y asesinato del primer ministro Aldo Moro.
En mayo de 1965, el plan maestro de Gladio estaba perfectamente descrito en un documento titulado La estrategia de tensión, en el que se proponía escenificar una campaña terrorista de izquierdas que llevase a la población a un nivel de tensión superior al que pudiera soportar, de forma que la situación derivase en un levantamiento popular y el establecimiento de un gobierno de corte neofascista […]. El toque de genialidad de Gelli fue recurrir a la masonería para establecer el germen de este nuevo orden italiano […]. Gelli no sólo pretendía realizar el plan de Gladio y culminarlo con el establecimiento de un gobierno fascista en Italia, sino exportarlo a otros países del mundo”.
Son muchos los eventos que diferentes analistas especializados en el tema Gladio le atribuyen como de su autoría, pero precisemos: Gladio era el nombre italiano de lo que se denominaba en realidad en toda Europa Occidental a la red Stay Behind (que significa “permanecer oculto” o “detrás”), que surge en 1946-1947, financiada por la CIA y el M16:
“Un caso singular fue la implicación de Licio Gelli, jefe de Propaganda Due (P2); Stefano Delle Chiaie, también involucrado en la Operación Cóndor; o Vincenzo Vinciguerra, en la “estrategia de la tensión”, en Italia. También […] las masacres de Peteano (1972), de la Piazza Fontana (1969), de la estación de trenes de Bolonia (1980), y el fallido Golpe Borghese (1970) fueron obra de Gladio.
El asesinato del primer ministro Aldo Moro, llevado a cabo por las Brigadas Rojas en 1978, también se ha vinculado a la oposición de Gladio a su política del Compromiso Histórico. La investigación se tiñó de sospechas por la estrategia ocultista del Estado. De hecho, el juez Felice Casson manifestó que descubrió la existencia de Gladio leyendo las cartas que Aldo Moro mandó desde su lugar de detención. Un informe parlamentario de 2000 hecho por El Olivo (coalición electoral italiana de los partidos de centro e izquierda) concluía que la “estrategia de la tensión” tenía como objetivo impedir al PCI, y en menor medida al PSI, acceder al Poder Ejecutivo. En Grecia, las fuerzas de Gladio estuvieron involucradas en el Golpe de Estado de 1967. En Turquía, la Contraguerrilla (Counter Guerrilla), nombre de la rama turca de Gladio, se relacionó con la masacre de la plaza de Taksim, en 1977 en Estambul, y también con el golpe militar de 1980. En España, miembros de la rama italiana de la operación Gladio participaron en los crímenes de Montejurra durante la transición”.
Estamos frente a una operación de magnitudes multinacionales, de una fuerza de retaguardia muy grande y con muchos recursos de todo tipo, todo indica que se trata de una organización paramilitar estelar en la alianza atlántica y al servicio de la estrategia de la OTAN, muy variada y extremadamente diversificada en sus medios e instrumentos, en el tipo de sus agentes, en los objetivos coyunturales en cada momento y país, pero con un sólo objetivo estratégico: mantener a Europa Occidental fuera de la influencia de gobiernos comunistas, conforme a los acuerdos de distribución de esferas de influencia de Posguerra por parte de las superpotencias vencedoras: Estados Unidos (en cuyo interior se produce el eje estratégico Wojtyla-Reagan) y la Unión Soviética.
Si Juan Pablo II lo ignoraba o lo sabía es otro tema (todo indica que sí lo conocía, al menos en lo fundamental, por la forma determinante y completa del sentido de su actuación, previamente, y a lo largo del proceso histórico estudiado y, probablemente por sus declaraciones de los últimos días, Juan Pablo I tenía algún conocimiento de toda esa trama que se desarrollaba); Reagan por supuesto que conocía el detalle de todo, pero los hechos estaban alineados en torno a ello. Gladio dio cobertura a la alianza Wojtyla-Reagan y fue una pieza central de la red Stay Behind, la cual se desarrolló en paralelo a la denominada “estrategia de tensión”, diseñada al interior de Gladio para Italia, ubicando como enemigo principal al PCI, segunda fuerza en Italia (se acercó al 40 por ciento del electorado).
Karol Wojtyla es aprovechado para un recambio estratégico en doble sentido: pasar a una ofensiva abierta al interior del “campo socialista” empezando por Polonia, reforzar el frente anticomunista latinoamericano para contener la influencia de la revolución sandinista y la alianza Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-Cuba a su interior, y reforzar la otra ofensiva, ideológico-religiosa-conservadora en Estados Unidos, Europa Occidental y Oriental y en América Latina, en esta última, frustrando la influencia de la Teología de la Liberación que aglutinaba fuerzas cristianas, progresistas y marxistas hacia la izquierda.Todo ello era sumamente atractivo para Juan Pablo II, que se adhirió convencido y contribuyó a la alianza estratégica, haciendo sus propios aportes de carácter táctico y estratégico: los apoyos de la Iglesia polaca, de la Curia Romana, de la Iglesia Católica en Estados Unidos y Centroamérica, la infraestructura de sucursales bancarias fantasmas creadas por el Banco Ambrosiano y el IOR, su oposición a la existencia de “dos iglesias”, su postura irreductible sobre el aborto y otros temas. Toda una ofensiva ideológica, política y cultural de carácter mundial; y en el centro de sus preocupaciones, la imperativa derrota definitiva del comunismo, de filosofía materialista dialéctica y atea.
La transición pactada entre el régimen comunista y Solidaridad durante el periodo 1988-1990 ante la situación de debilidad de la URSS, vino acompañada, por un lado, de una fuerte necesidad de autoafirmación nacional, y por el otro, de un quebradizo consenso en el seno de Solidaridad, mientras Walesa preparaba a la sociedad para aceptar la vía del capitalismo y las doctrinas del choque de los Chicago Boys que en Polonia que se tradujeron en el Plan Balcerowicz, un plan que trajo paro, inflación y privatizaciones y devoluciones de propiedades a la iglesia, con la nula oposición de la izquierda, que aún hoy se encuentra estigmatizada.
La masacre de Katyn de 1940, donde varios miles de prisioneros de guerra polacos fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes por orden de Stalin, y el accidente del avión presidencial de Lech Kaczyński -el hermano gemelo de Jarosław- en la población rusa de Smolensk en el 2010 cuando viajaba a unos actos de Katyn- han sido utilizados por la oligarquía polaca, desde hace décadas para construir, desde instancias gubernamentales, una identidad polaca católica y anticomunista que equipara por igual a nazis y soviéticos y el sufrimiento del pueblo polaco con el martirio de Jesús de Nazaret.
La imagen de este artículo es la escultura de Reagan y Wojtyla, inaugurada en 2012 de Przymorze de la ciudad polaca de Gdańsk. La estatua muestra a dos de las figuras de más alto perfil del anticomunismo caminando tranquilamente.
Las figuras de metal miden 2 metros de altura y fueron concebidas y financiadas con donaciones a la Asociación ultraconservadora "Godność" (Dignidad) y están modeladas en una famosa fotografía tomada por Scott Stewart de Associated Press cuando el Papa y el presidente Reagan se reunieron en Miami en 1987. El grabado en polaco dice "Agradecido por la independencia de los polacos". En octubre de 2013, un hombre fue acusado después de robar uno de los brazos del presidente Reagan. Se cree que quería venderlo como chatarra. El ladrón fue capturado poco después pero ya había vendido el brazo, por lo que hubo que fabricar un nuevo brazo. Al menos esa reunión que sentenció el futuro de Polonia tuvo algo positivo: proporcionó unas monedas a un chatarrero.
Artículo aparecido en Contralinea
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