Miradlos. Sin prisa.
Analizad cada gesto por insignificante que parezca, cada pupila, cada mano, cada sortija dorada, el color de las ropas, las medias lunas negras que rodean los ojos de él, la dulzura de la mirada de ella, la melancolía de ambos.
Es una obra para la posteridad.
El tiene ojeras, barba, camiseta militar. Como un soldado que lleva meses sin dormir. Nos mira fijamente, culpándonos de algo. De no ayudar a su pobre pueblo, de dejarlos abandonados a su suerte ante el gran oso de las estepas.
Un brazo descansa sobre la mesa, pero el otro muestra las venas, los músculos y la determinación de no abandonar Su mano no es una mano, es una garra que protege a su esposa como a todas las esposas del país, que entiende el dolor de todos, el sacrificio de todos. No duerme, no vela, no se detiene, con una mano golpea y con otra protege..
Ella es delicada, parece que la suave brisa ucraniana besara sus cabellos del color de los campos de trigo, pero sus ropas son negras, austeras, como una prisionera de un campo de concentración, como una madre que ha perdido a sus hijos. Ella es Ucrania la madre de todos, la viuda de todos que se cobija en su hombre y deja caer una mano rendida mientras la otra se aferra al poder del héroe que los va a salvar a todos.
Casi parece que se sientan en la misma silla y solo hay una mesa humilde, dos anillos de oro son su único lujo. Las puertas azules, el color frío entre los fríos. El más triste de los colores.
No hay nada, ni un pelo de una ceja, ni el rojo de una uña, ni un ligero rubor de mejillas que indique que están vivos. Solo brilla su amor y su deseo de sobrevivir. La determinación de él, la abnegación de ella.
Los dos parecen habitar en una olvidada y fría pensión de hotel, sin cuadros, sin decoración casi sin espacio. Solo ellos y sus anillos.
Todo cuidado, estudiado, pensado durante días por especialistas de la imagen y de sus efectos en la psicología de masas.
Nada es inofensivo aquí. Todo rezuma peligro, el mismo peligro de unos cojines de satén que guardan cristales afilados en su interior.
Es una foto bélica.
Toda la Historia del final del Capitalismo resumida en esta farsa pose de dos corruptos que están vertiendo la sangre de su país a cambio de la gloria propia.
Un comediante de una gran tragedia y su actriz secundaria. Ambos figuras de cera esculpidas desde el Pentágono y con el dinero de los más crueles oligarcas que surgieron de las piedras del muro de Berlín.
Una foto que nos habla del espíritu de los tiempos, de la podredumbre de todo lo que nos rodea.
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