El nazismo ha sido siempre más respetado en Estados Unidos que el comunismo. Y comienza a extenderse por Europa este respeto a una ideología que, al fin y al cabo, no difiere en la actualidad de los principios capitalistas más que en unos desagradables hornos crematorios.
El nazismo tiene una larga tradición en Estados Unidos.
El Partido Nazi Americano fue fundado en 1960 y luego se diseminó en diversas organizacions que siguen siendo activas, especialmente en la guerra racial. Grupos armados, con entrenamientos militares, que campan a sus anchas sin ningún control legal ni policial.
La violencia y el terrorismo son los medios privilegiados del poder blanco. Su presencia en el asalto del Capitolio el 6 de enero de 2021 no fue una novedad que sorprendiese en su fondo, quizá un poco por las formas un tanto bizarras. Pero la imagen de Estados Unidos que Hollywood y Walt Disney ofrecen no ha logrado jamás ocultar este país oscuro y profundo que el 6 de enero se mostró abiertamente, no ajeno al poder.
El nazismo tiene más simpatias en el Congreso que el comunismo. Nadie va a quedarse espantado por eso a no ser que se sea un ingénuo o un creyente. Desde el mismo final de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos adoptaron una política de cooperación pragmática con algunos sectores del nazismo derrotado. Uno de los más significativos fue la protección y acogida de científicos alemanes nazis.
La Operación Clip descrita por Annie Jacobsen en Operation Paperclip: The Secret Intelligence Program that brought Nazi Scientists to America, muestra una realidad perturbadora. La misma que ha llevado a Assange a la cárcel. La ocultación de las políticas públicas en nombre de la seguridad nacional que es la seguridad del sistema Capitalista, que es la seguridad de los poderosos.
Esta Operación llevó a que el Estado Mayor americano sacase de Alemania a cerca de 1500 científicos nazis para trabajar en Estados Unidos en contra de la URSS.
Sus investigaciones se centraron en armas químicas, uso de métodos de tortura, misiles...
Estos científicos no fueron situados como obedientes sabios al mando de una persona con ideas más "democráticas" sino que les fueron asignados cargos de responsabilidad y de liderazgos en programas que iban a tener, obviamente, su impronta ideológica.
Una parte del estado mayor de los Estados Unidos, sacudida por lo que descubren sus hombres en Dachau, Auschwitz, Dora, ordena recoger la mayor cantidad posible de pruebas con vistas a un proceso de los dirigentes nazis. Pero hay otros oficiales que sopesan las posibilidades de usar todo ese conocimiento en beneficio propio y este grupo acaba dominando la estrategia del Estado Mayor y pone en marcha la operación de nacionalización de científicos que habían trabajado para el III Reich.
La operación fue confiaza a la Joint Intelligence Objectives Agency que agrupaba a todos los servicios de Inteligencia Militar de Estados Unidos. Su director, Bosquet Wev, llegó a declarar que "el gobierno se preocupaba por “tonterías” −como los expedientes de los nazis− en lugar de priorizar el interés de los Estados Unidos"
Paperclips tuvo resistencias internas dentro del Estado Mayor y en el mismo gobierno y pudo llevarse a cabo incluso en contra de las ideas de F.D.Roosevelt que no quería conceder ningún privilegio a ningún oficial alemán y dejó claro en su discurso sobre el asunto de Willian Donovan, jefe de la Oficina de Servicios Estratégicos (posterior CIA) que las personas recultadas por esta oficina- OSS- tendrían que ser juzgadas por crímenes de guerra.
La OSS fue creada por orden del mismo Roosvelt responsable de actividades de espionaje en al guerra. El Coronel Donovan sería su jefe, quien en 1944 a petición de Roosvelt remitió un informe secreto en el que se esbozaba que ese servicio se convertiría en permanente que informara directamente al presidente.
Fue en el cuestionamiento de este informe por el director del FBI, Hoover.
El caso Donovan llevó a acusar a Roosvelt de querer crear una Gestapo en tiempos de paz. Pero las funciones de esta oficina siguieron llevándose a cabo dentro de los Departamentos de Estado y Guerra hasta que en 1946 se separó formando la CIA.
Los científicos más codiciados eran los más poderosos durante el gobierno de Hitler. Los que concibieron los misilse V2 o cohetes supersónicos, a cuya cabeza estaba Wernber von Braun, mayor de las SS en 1943 convertido posteriormente en director de la NASA.
La mayoría de los científicos nazis estaban dispuestos a trabajar con Estados Unidos, pues si se quedaban en Europa podían ser juzgados por complicidad con crímenes de guerra. Así que cuando uno de los directores de la JIOA, Gruhn, tuvo que preparar la lista de los científicos nazis codiciados no fue complicado contar con ellos sin oposición.
Werner Osenberg, quien dirigió la sección científica de la Gestapo encargada de verificar la confiabilidad política de los científicos que trabajaban para el Reich fue esencial para la realización de los informes. Los informes y expedientes de la SS le permitieron a Osemberg hacer una lista de 15 mil nombres de científicos con su filiación política y valor científico. Este método favorecía sobre todo la contratación de nazis acérrimos y convencidos.
Pero los había reacios a abandonar su país y a compartir sus conocimientos, conocimientos que podían ponerse en "subasta pública" al mejor postor.
Así que se hizo necesario que el teniente del ejército estadounidense, Jessel, evaluase la lealtad de estos científicos antes de que llegasen a suelo americano. El informe concluye que no se puede confiar en ellos y que Von Braun está tratando de ocultar conocimientos y aún así nunca estuvieron bajo estricta vigilancia
La opinión pública fue mantenida al margen y la parte que supo algo ni se inmutó, ebria de confianza en su gobierno por la victoria en la guerra. Incluso en 1946 se presentó a la prensa una delegación de "sabios alemanes". La prensa escribió artículos elogiosos ignorando la procedencia de este clan de prodigiosos ingenieros.
El subsecretario de Guerra, Patterson, dejó claro que no admitirían científicos sospechosos de crímenes de guerra pero Theodor Zobel estaba en el Pentágono trabajando con total libertad, y Zovel había efectuado experimentos con seres humanos; y estaba Ernst Eckert un viejo miembro de las SA y las SS desde 1939.
A partir del verano de 1947, la JIOA lanzó una nueva operación llamada Interés Nacional.
Mediante esta operación se elimina cualquier prejuicio sobre el pasado de los nazis contratados incluyendo los condenados por crímenes de guerra a los que se ayudó para convertirlos en ciudadanos americanos y darles la inmunidad necesaria. De este modo podrían trabajar no solo para el ejército americano sino para empresas privadas como Lockheed, W.R. Grace and Company, CBS Laboratories y Martin Marietta.
Otto Ambros, director del IG Farben durante la guerra, había participado en la decisión de utilizar el Zyklon B en las cámaras de gas Fue él quien eligió el campo de exterminio de Auschwitz para instalar una fábrica. Esto le permitió producir, con mano de obra en condiciones de esclavitud, gases asfixiantes que probaba allí mismo con prisioneros antes de extender su uso a los demás campos. Declarado culpable en Nuremberg de esclavización y asesinatos en serie, se benefició de la clemencia del tribunal y sólo fue condenado a ocho años de prisión lo que le permitió pasar a Estados Unidos como consejero de W.R. Grace Company, Dow Chemical, así como a los del US Army Chemical Corps.
Paperclip cumplió sus promesas en varios campos en los que el Estado Mayor no tenía ya ningún escrúpulo en colocar a científicos nazis en la dirección de los programas.
El más emblemático fue el de la conquista espacial en el que se destacaba todo el antiguo equipo de los V2, que dirigía prácticamente la totalidad de las investigaciones.
Elevado al rango de prioridad por el presidente John F. Kennedy en 1961, el envío de un hombre a la Luna fue directamente confiado a los ingenieros nazis del equipo de Wernher von Braun, quien se conviertió en el primer director del Marshall Flight Center, el centro espacial de la NASA en Huntsville.
Arthur Rudolph, el encargado de determinar el número de horas de trabajo que podían realizar los prisioneros procedentes del campo de concentración de Dora, fue nombrado jefe de proyecto para el programa de la nave Saturno V, la que llegaría a la Luna en 1969.
El ex miembro de las SS, de las SA y de otras dos agrupaciones nazis, Kurt Debus, se convirtió en el primer director del Kennedy Space Center en Cabo Cañaveral. La colaboración de los tres hombres permitió a los Estados Unidos realizar una de las hazañas más espectaculares de su historia ya que, el 21 de julio de 1969, Neil Armstrong pisó la Luna, una verdadera coronación para la cooperación científica entre el partido nazi y el Estado Mayor norteamericano.
A principios de la década de 1950 el ejército de los Estados Unidos lanzó un programa destinado a mejorar el conocimiento de la salud de los pilotos y los cuidados a dispensarles en caso de accidente o circunstancias extremas, como el lanzamiento en paracaídas a muy elevada altura. Estas investigaciones se llevarían a cabo bajo la dirección del general Harry Armstrong y la colaboración de un grupo de científicos nazis, entre ellos Hubertus Strughold, el responsable del siniestro centro de Instituto Luftwaffe en Berlin donde se realizaron experimentos con los detenidos. Experimentos que llevaban a probar la resistencia al hielo, a la absorción de agua salada o a la falta de oxígeno.
Siegfried Ruff, responsable de los experimentos de simulación de gran altitud (que volvían completamente locos a los detenidos por la falta de oxígeno) escribió un libro sobre salud aérea y casi fue condecorado. De hecho el edificio de la US Air Force en San Antonio lleva el nombre de Hubertus Strughold.
El Código de Nuremberg, destinado principalmente a prevenir la reedición de los errores nazis, así como las leyes vigentes en la zona norteamericana de Alemania que prohibían a los alemanes hacer investigaciones sobre guerra química, no impidieron al gobierno de los Estados Unidos utilizar los cerebros nazis en el marco de la operación Paperclip. Muy por el contrario.
La ultrasecreta base militar de Edgewood Arsenal, en el estado de Maryland, era el principal centro de investigaciones médicas sobre guerra química en los Estados Unidos. Primero para probar los gases creados por los alemanes durante la guerra, y más tarde los métodos de manipulación psicológica. Muchos científicos nazis de la operación Paperclip realizaron experimentos en la misma entre 1947 y 1966, con frecuencia de manera demasiado empírica.
Uno de los primeros nazis reclutados en la base fue Kurt Rahr, segundo asesino nazi buscado en Alemania tanto por delitos comunes como por su apoyo al III Reich. A pesar de un uniforme desfavorable que no lo consideraba digno de confianza y por lo tanto peligroso para la seguridad de los Estados Unidos, la JIOA lo contrataron en Edgewood en septiembre de 1947 aunque sin confiarle trabajos secretos. Hans Trurnit, otro reclutado de la élite científica nazi fue profesor adjunto del profesor Holzlöhner, quien realizó experimentos con prisioneros de Dachau durante la Segunda Guerra Mundial relacionados con el frío.
El principal triunfo de Edgewood en el marco de Paperclip fue el químico Friedrich Hoffmann, quien sintetizaba durante la guerra los gases tóxicos y las toxinas para el laboratorio de química de guerra de la universidad de Würzburg y el Instituto de Investigaciones Técnicas de la Luftwaffe. Una vez en los Estados Unidos, es encargado de crear nuevos trajes de protección y antídotos contra los dos gases más mortales creados por los nazis y que posee la US Army, el Tabun y el Sarín, llevados en grandes cantidades desde Alemania a los arsenales norteamericanos.
El soldado Don Bowen, que se ofreció voluntario sin saber el grado de tortura al que iba a ser sometido dijo "mi primer reflejo fue no respirar y, cuando finalmente hice una larga inspiración, el gas me quemó la nariz, la garganta y los labios".Numerosos conejillos de Indias fueron así hospitalizados luego de haber respirado pequeñas dosis de gas mostaza o Tabun.
En 1949 a los científicos de Paperclip en la base de Edgewood se les confíó una nueva misión: probar un asombroso psicotrópico que provoca alucinaciones y tendencias al suicidio entre los humanos. Se trata del LSD, descubierto algunos años antes por otro Hoffmann, Albert esta vez, en los laboratorios Sandoz, de Basilea . Según su principal promotor, L. Wilson Greene, su utilización debía hacer posible una guerra más humana.
Al principio el objetivo es determinar si se podía recurrir al LSD y a otros sesenta psicotrópicos para realizar una guerra psicoquímica destinada a debilitar a la población y a las tropas enemigas. Pero progresivamente, con el aumento en potencia de la Guerra Fría y la multiplicación de las operaciones de contrainsurgencia, la CIA acapara el proyecto para utilizarlo en la conducción de los interrogatorios y como medio para quebrar la resistencia psicológica del interrogado, provocar disociaciones psicológicas y estados de amnesia
Las fuentes de información de la CIA para la guerra química eran en lo fundamental científicos alemanes que habían trabajado para el IB Farben (la sociedad que producía el gas Zyklon B utilizado en los campos de concentración) como Walter Reppe, su ex químico jefe, a quien los Estados Unidos trataron de captar en vano en 1948 mientras trabaja ya para los británicos.
Friedrich Hoffmann inicia un amplio censo de las plantas psicotrópicas para ultimar el suero de la verdad.
Se dan igualmente importantes dosis de LSD a soldados-conejillos de Indias en Edgewood antes de someterlos a interrogatorios agresivos que provocan en ellos estados de miedo intenso, incluso en algunos casos convulsiones, epilepsia o crisis de paranoia aguda que les dejan numerosas secuelas.
Las investigaciones sobre la amnesia condujeron a la utilización del Sernyl (SNA), conocido igualmente como PCP o polvo de ángel, administrado por vía oral o por aerosol a soldados mientras caminaban sobre una estera rodante.
Accesos de locura intensa, amnesia total y otros estados críticos fueron observados en los laboratorios de Edgewood.
Entre los nazis más virulentos de Paperclip participantes en las investigaciones sobre guerra química y psicológica se encontraba igualmente el ex brigadier general Walter Schieber (empleado durante 10 años), quien había supervisado las fábricas de armamentos francesas durante la ocupación, las plantas alemanas que empleaban STO y el programa nazi de guerra química. Encarcelado en 1945 bajo sospecha de crímenes de guerra, salvó la vida redactando informes sobre la guerra química para el US Army tras haberse presentado como testigo vedette en Nuremberg. Fue integrado a Paperclip en 1947.
Entre 1955 y 1975 siete mil soldados fueron utilizados como conejillos de Indias no voluntarios, sometidos a gas, asfixiados y drogados para las investigaciones sobre el control del cerebro.
A partir de inicios de los años 70 disminuyó el financiamiento militar para los programas científicos de Paperclip. En 1971 las restricciones presupuestarias afectaron duramente el programa espacial, especialmente a los ingenieros alemanes. Arthur Rudolph fue retirado con la más alta distinción de la NASA, la Distinguished Service Medal.
El mismo año, Wernher von Braun fue obligado a testimoniar ante fiscales de Alemania Occidental encargados de investigar los crímenes cometidos en el campo de concentración de Dora. Poco después debio abandonar su sueño secreto de convertirse administrador general de la NASA. En 1974 le corresponde el turno del retiro a Kurt Debus. Diez años más tarde, en 1984, cuando resurgieron las acusaciones de crímenes de guerra contra Arthur Rudolph, fue obligado a abandonar los Estados Unidos para trasladarse a Hamburgo.
En total, los diferentes programas de la Operación Paperclip movilizaron a cerca de 1 500 científicos nazis para luchar contra la URSS.
El Estado Mayor de los Estados Unidos no tuvo ningún reparo en colaborar con los nazis acusados incluso de crímenes de guerra. Y si bien Roosvelt tuvo escrúpulos, ante los resultados, todos los políticos validaron cualquier colaboración que engrandeciera y fortaleciera el ejército americano.
Bajo el control del Consejo de Seguridad Nacional han sido realizadas operaciones paralelas en otros campos para recuperar e integrar a los cuadros nazis, así como a los cuadros del sistema militar japonés, al aparato de seguridad de los Estados Unidos o para emplearlos en las operaciones secretas en el extranjero.
Un año antes de Hiroshima y Nagasaki el Pentágono discutía la necesidad de que Estados Unidos se pareparasen para una guerra total contra los comunistas, una guerra atómica, química y biológica. Todos los medios eran legítimos para lograr este objetivo. Este pragmatismo llevó a que criminales de guerra, declarados y condenados, cambiasen las cárceles por los laboratorios del Pentágono.
La Operación Paperclip es solo el síntoma de algo más general. El rechazo al nazismo no fue nunca tan intenso como el rechazo al comunismo, porque al fin y al cabo los nazis son un poco más radicales en los métodos pero coinciden en la mayoría de las políticas conservadoras de los adeptos al Capitalismo
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