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Palestina durante la II Guerra Mundial y la postguerra -1939-1948- (VII)

La Gran Insurrección había sido dominada para 1939. Los miles de soldados que se concentraron en el territorio palestino y sus necesidades de aprovisionamiento proporcionaron a Palestina cierto auge económico. 

 El Mandato Británico creó el Palestina Regiment con soldados judios y palestinos para combatir en la Cirenáica y en Egipto. Muchos soldados murieron contra el Africa Korps de Erwin Rommel. batallas de El Alamein hay un cementerio militar  donde yacen soldados  judíos y palestinos. 

 El movimiento sionista consolidó durante este tiempo al Yishuv (cuerpo de residentes judíos en la Tierra de Israel entre 1939 y 1945)  como una comunidad nacional prácticamente estatal con autosuficiencia económica y una gran capacidad paramilitar. 

 Jabotinsky creó la Legión Judia y el sionismo revisionista o ala derecha tradicional del sionismo orientada históricamente hacia el mayor grado del nacionalismo judío. Por su parte  Abraham Stern formó el Lehi después de la muerte de Jabotinsky, en verano de 1940. Lehi era el acrónimo en hebreo de “Luchadores por la Libertad de Israel” y fue conocido por los británicos como “banda de Stern”. Aunque gran parte de sus militantes provenían del revisionismo, es decir, de la derecha y ultraderecha sionista. El Lehi acogió en sus publicaciones artículos que sostenían que la “raza judía” era la “raza superior” y que los árabes eran una “nación de esclavos”. La organización pretendía permitir la entrada ilimitada de personas judías al país, lograr la transferencia de la población palestina y crear un Estado puramente judío a partir de la idea de la “Tierra Prometida” en el Génesis, es decir, desde el Nilo hasta el Éufrates.

 El palestino Amin al-Husseini, que como hemos visto en capítulos anteriores era  líder nacionalista árabe palestino y  líder religioso musulmán en su calidad de gran muftí de Jerusalén  y la nueva organización paramilitar sionista Lehi, colaboraron con el Tercer Reich. 

Durante la Gran Insurrección, Amin al-Husseini fue apartado de su cargo de muftí o clérigo sunita a cargo de los lugares sagrados islámicos de Jerusalén, y de presidente del Consejo Supremo Musulmán. Después de pasar por Transjordania, Líbano e Irak, en 1941 visitó a título individual Roma y Berlín. En estos lugares colaboró con el Eje (impulsando el reclutamiento de musulmanes bosnios y albaneses para las Waffen-SS nazis) con el objetivo de obtener el apoyo italo-germano en su lucha contra el Reino Unido y el movimiento sionista

En Palestina diversas organizaciones movilizaron a miles de árabes para manifestarse contra el Eje durante los años de la guerra, especialmente como respuesta a los bombardeos por parte de la Italia fascista de municipios palestinos costeros como Acre, Haifa o Yafa.

El Lehi ofreció a Adolf Hitler combatir junto a sus tropas en la guerra y ligar el futuro Estado “judío” al Tercer Reich. 

Este tipo de ofrecimientos al Führer desde un grupo sionista no eran algo inédito

 El sionismo alemán se había ofrecido a colaborar con el nazismo y firmó un acuerdo comercial con los nacionalsocialistas. En 1937, la Haganá socialsionista planteó hacer trabajos de espionaje para las SS.

 Después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el Lehi consideró que, ya que era imposible que su nueva organización pudiera derrotar a la potencia mandataria, había que aproximarse a los enemigos de sus enemigos. En enero de 1941, el Lehi planteó sin éxito al Tercer Reich que “la evacuación de las masas judías de Europa es una condición previa para resolver la cuestión judía” y que pueden existir intereses comunes entre […] un Nuevo Orden en Europa, en conformidad con el concepto alemán, y las verdaderas aspiraciones nacionales del pueblo judío”. Por todo esto, proponían “el establecimiento del Estado judío […] sobre una base nacional y totalitaria, ligado mediante un tratado al Reich alemán”. Paralelamente, se ofrecieron a “tomar parte activa en la guerra del lado alemán” 

Grupos de inmigrantes judíos sionistas habían fundado la organización paramilitar  Haganá en 1920 y la organización Irgun Z'vai Leumi en 1931, para atacar a los civiles palestinos, desplazarlos y preparar el terreno para el establecimiento del Estado de Israel. 

El Irgún fue el grupo terrorista más radical de la ideología del naciente sionismo revisionista de extrema derecha fundado por Zeev Jabotinsky, expresaba la ideología de que "todo judío tiene derecho a entrar a Eretz Israel; sólo activas represalias disuadirán a los árabes y a los británicos, sólo una Fuerza Armada Judía garantizaría un Estado Judío". En 1943, el Lehi y el Irgún (este último ya con Menahem Beguín en su dirección) acercaron posiciones para atacar a los británicos. 

En noviembre de 1944, miembros del Lehi asesinaron en El Cairo a Walter E. G. Moyne, secretario de Estado británico para Oriente Medio y amigo íntimo de Winston Churchill. Aunque el primer ministro británico no abandonó su postura prosionista, exigió medidas más severas contra lo que calificó incorrectamente de “terrorismo judío” (si acaso podría considerarse como “terrorismo sionista”). 

 En 1944  Harry Truman pidió que el Reino Unido aceptara la entrada en Palestina de unas 100.000 personas refugiadas judías. 

En 1945 Churchill perdió las elecciones y el nuevo gobierno laborista de Clement Attlee tenía un programa electoral de apoyo a la creación de un Estado “judío” y del  “traslado voluntario” de la población palestina a Transjordania.

La Agencia Judía, controlada por el socialsionismo, patrocinó en octubre de 1945 la alianza entre la Haganá, el Irgún y el Lehi, en lo que se conoció como “Movimiento Judío de Resistencia”, el cual atacó conjuntamente a los británicos en 1945 y 1946. Entre sus acciones se incluyó el conocido atentado del hotel King David, acontecido el 22 de julio de 1946.

 Este ataque provocó la muerte de 91 personas; 41 de ellas árabes, 28 británicas y el resto de otras identidades, incluyendo judías 

En el último año de la guerra mundial y en el posterior, la autoridad británica decretó el estado de excepción, concentró en Palestina a más de 80.000 hombres y promulgó las leyes de defensa  de 1945.  Estas regulaciones, que establecían un régimen de ley marcial, fueron puestas en práctica por la potencia mandataria de manera prácticamente ininterrumpida hasta que la administración británica de Palestina finalizó el 15 de mayo de 1948. 

Permitían juzgar a civiles en tribunales militares, detener a personas indefinidamente sin cargos ni juicios (detención administrativa), confiscar propiedades, imponer toques de queda, bloquear municipios, demoler viviendas y prohibir la publicación de libros y periódicos. 

Muchas de estas medidas no han sido abolidas y continúan siendo utilizadas en la actualidad por el Estado de Israel contra la población palestina.

Por otro lado, hasta la Segunda Guerra Mundial, el liderazgo político palestino estuvo relativamente libre de la injerencia de las autoridades de otros territorios de mayoría árabe. 

Pero las consecuencias represivas de la Gran Insurrección, el fortalecimiento de las lealtades clánicas y locales en perjuicio de las nacionales y las dificultades para la reorganización política significaron una mayor interferencia de los políticos árabes del entorno

Palestina era la causa fundamental por la cual se jugaba el liderazgo de la nueva Liga Árabe, creada en marzo de 1945, y un problema en el que poder desviar la atención de las opiniones públicas de cada país más allá de sus problemas internos

 En esta dinámica se insertó el resurgimiento del Comité Superior Árabe, restaurado por la Liga Árabe en noviembre de 1945. Sin embargo, la reconstruida organización palestina fue más débil, estuvo más dividida y tuvo mayor injerencia de otros líderes árabes que antes de ser proscrita en 1937.

Entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el momento en el que las Naciones Unidas intervinieron en Palestina, a partir de 1947, el Reino Unido o varios comités con participación británica plantearon tres grandes propuestas políticas para el futuro del territorio: el comité anglo-estadounidense de investigación, el comité Morrison-Grady y las propuestas del secretario de Estado británico, Ernest Bevin. 

En ninguna de ellas las y los habitantes de Palestina fueron consultados y los tres planteamientos fueron rechazados por las partes directamente implicadas. Su denominador común era que se trataba de combinaciones entre la división territorial, la continuidad del dominio británico o el establecimiento de un fideicomiso (una especie de Mandato renovado) de las recientemente creadas Naciones Unidas.

En el caso del comité anglo-estadounidense, esta última propuesta se combinó con la idea de un único Estado federal en Palestina.

Mientras tanto, la tensión entre el pueblo palestino y el movimiento sionista aumentaba. Con varios proyectos políticos, la inmensa mayoría de los primeros continuaban defendiendo la independencia de Palestina en un único Estado. Tenían el ejemplo próximo de Egipto, Irak, Arabia Saudí y Líbano, que se habían independizado recientemente, o de Siria y Transjordania (después Jordania), que en aquellos días estaba negociándola.

Por otra parte, la mayor parte del movimiento sionista buscaba el establecimiento de un Estado “judío” soberano lo más pronto posible.

En este contexto complejo, el Reino Unido decidió traspasar su responsabilidad mandataria a la recientemente creada ONU. 

 Seis factores fueron básicos a la hora de tomar esta decisión. 

En primer lugar, evidentemente, por el fracaso británico a la hora de encontrar una solución aceptable a la colonización sionista de Palestina. 

En segundo lugar, debido a la crisis económica que sufría el Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial y al coste del mantenimiento del Mandato de Palestina. 

En tercer lugar, por la influencia de la negociación definitiva de la independencia y partición de India. 

En cuarto lugar, debido al aumento de las operaciones de las organizaciones paramilitares sionistas contra la potencia mandataria. 

En quinto lugar, por el peso moral del genocidio perpetrado por el Tercer Reich

Finalmente, debido a la creciente importancia del enfrentamiento de la Guerra Fría, en el que Londres quedó en un segundo plano al suspender la ayuda militar a Grecia y Turquía en febrero de 1947, una decisión que dejó que se abriera una pugna cada vez más dual entre EE UU y la Unión Soviética y que influyó en este contexto


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