El conflicto en Malí se inicia en enero de 2012, cuando rebeldes de la etnia tuareg, se alzaron en armas contra el gobierno central con el objetivo de alcanzar la independencia del Azawad (nombre con el cual se designa a la zona norte del país). Debido a la creciente inestabilidad en el norte de Malí, los grupos armados tuaregs, en alianza con grupos yihadistas, consiguieron hacerse con el control de esta zona y establecieron el Azawad.
No obstante, los yihadistas, terminaron por ir desplazando a los tuaregs sublevados, ya que su verdadera misión era ganar terreno para imponer la versión más radical de la sharía en el país.
Como consecuencia del conflicto, se han producido diferentes intervenciones internacionales. Pero a pesar de la ayuda que éstas han podido ofrecer y del establecimiento en 2015 de un acuerdo de paz entre los tuaregs y el gobierno de Malí, el conflicto no ha logrado todavía tocar a su fin y los ataques terroristas se han extendido a otros países de la región. Además, a los grupos yihadistas que se encontraban al comienzo del conflicto, se les han sumado otros en los años posteriores que también amenazan la seguridad de la región del Sahel.
Los tuaregs son una población nómada que tradicionalmente han ocupado la zona del Sáhara. En los últimos años del periodo colonial, se debatió otorgar a los tuaregs un territorio propio, y en principio, el Sáhara iba a ser el lugar escogido. Sin embargo, tras la independencia del Sudán Francés (actual Malí), el poder recayó sobre las localidades del sur del país y se establecieron fronteras nacionales sin definirse el territorio para los tuaregs, por lo que éstos se mantuvieron entonces en la zona norte del país.
Si Malí consiguió la independencia en 1960, en 1963 tuvo lugar la primera rebelión tuareg, la cual pedía el establecimiento de un Estado tuareg independiente. Esta insurgencia no fue la única que tuvo lugar, y en 1990 y 2006 le siguieron otras que perseguían un propósito similar. Si bien todas estas revoluciones lograron ser contenidas, también sentaron las bases para un pacto entre el gobierno y los grupos insurgentes tuareg, en el que, entre otras cuestiones, se establecía que el gobierno aceptaba que la zona norte fuera denominada como Azawad, así como el establecimiento de un acuerdo para la restauración de la paz, conocido como el Acuerdo de Argel de 2006.
Sin embargo, el descontento por parte de los tuaregs tras los pactos, sumado a una sensación de marginación y a la creciente preocupación a que, dentro del país, se siguiera dejando de lado a la cultura tuareg hasta hacerla desaparecer, desencadenaría una nueva sublevación en 2012. En esta ocasión, los rebeldes de los levantamientos anteriores que estaban congregados en grupos como el Movimiento Nacional de Azawad (MNA), se reunieron con otros tuaregs afines a la causa para crear en noviembre de 2011 el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), con Mohamed Ag Najem como jefe militar, y cuya diferencia con respecto al MNA, es que este nuevo movimiento disponía de un ala militar
De manera que, con un grupo más organizado y armado, en 2012 se alzan contra el gobierno para alcanzar la secesión en la parte norte del país, incluyendo dentro de este Azawad a las regiones de Tombuctú, Gao y Kidal.
Antes de describir a los grupos yihadistas que participan en el conflicto, es importante tener en cuenta las singulares características del Sahel, puesto que éstas han condicionado la proliferación de terroristas y demás organizaciones criminales.
El Sahel (orilla o borde en árabe) es una franja que separa el Sáhara de la sabana. Su vasto territorio, el fuerte clima seco y la ausencia de colaboración entre los países de la zona para luchar contra la inseguridad, han sido elementos claves para convertir al Sahel en el lugar idóneo para que tanto terroristas como narcotraficantes puedan cometer todo tipo de actividades ilícitas sin miedo a represalias.
Por todo ello, a principio de los años 2000, se instala en el norte de Malí el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), un grupo yihadista de origen argelino que había sido creado en 1984
El GSPC termina jurando fidelidad a Al Qaeda y a su líder Osama Bin Laden, y como consecuencia de ello, en 2007 pasa a denominarse Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)
Desde su fundación, el líder de AQMI fue Abdelmalek Droukdel, pero tras su muerte el nuevo líder del grupo es Abu Obeida Youssef al-Annabi.
En el año 2011, Hamada Ould Mohamed Kheirou, uno de los miembros de AQMI, forma el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO). Iyad Ag Ghaly, uno de los principales líderes de la rebelión tuareg de 1990, funda en 2011 el grupo yihadista tuareg Ansar Dine. La creación de Ansar Dine podría haberse debido a que tras el fracaso de Iyad Ag Ghaly en su intención de liderar el MNLA, decidiese entonces crear este grupo de corte salafista6
Ansar Dine es el grupo yihadista que más próximo ha estado al MNLA, no solo porque ambos están integrados por tuaregs, sino porque también se asociaron para llevar a cabo ataques. Sin embargo, ambos grupos compartían objetivos diferentes: mientras que el MNLA pretendía conseguir la independencia del Azawad, Ansar Dine lo que perseguía era la instauración de la sharía en la región. No obstante, Ansar Dine tenía un mayor poder económico y el MNLA, por el contrario, disponía de un mayor poder militar, por lo que su alianza se establecería para lograr un grupo más numeroso y sólido, con el fin de dar más posibilidad así a lograr sus objetivos propios.
El 17 de enero de 2012, el MNLA en colaboración con Ansar Dine, lanza los primeros ataques contra cuarteles de Menaka (región de Gao), los cuales darían comienzo al conflicto armado.
. Debido en parte a la ineficiencia de las fuerzas gubernamentales por detener la rebelión, así como a la situación de inestabilidad en el sur del país con motivo del golpe de Estado encabezado por el general Sanogo, el MNLA y los grupos yihadistas lograron hacerse con el control del norte y el 6 de abril de 2012, el MNLA declara el Azawad, estableciendo la capital en Gao.
El MNLA y Ansar Dine se comprometieron a que, este último reconocía la independencia del Azawad, siempre y cuando el MNLA reconociera el carácter islamista del Estado. Si bien en un primer momento este acuerdo entre ambos grupos se estableció de manera satisfactoria, no tardaron mucho en acentuarse las diferencias entre ambos debido al rechazo por parte del MNLA del fuerte radicalismo islámico de sus aliados. Todo ello dio lugar a enfrentamientos entre, por un lado, el MNLA, y por otro, Ansar Dine, que también contó con el apoyo de AQMI y el MUYAO. Durante los enfrentamientos, los grupos yihadistas fueron quitándole poco a poco territorio al MNLA, y como consecuencia de ello, a este último no le quedó más remedio que doblegarse ante ellos y cederles el control del Azawad.
Con el MNLA debilitado y casi fuera de combate, las fuerzas gubernamentales debían hacer frente a un problema algo diferente al que se enfrentaron al comienzo del conflicto: la independencia del norte del país dejó paso a la conversión de la zona en un estado islámico, con la aplicación más severa de la ley islámica y con el control de esta zona en manos de grupos terroristas.
En el año 2013, el MUYAO se fusiona con el grupo Los Firmantes con Sangre, liderado por Mokhtar Belmokhtar, otro excombatiente de GSPC y que había sido expulsado de AQMI9
De esta fusión surge el grupo denominado Al Murabitun.
Pero esta alianza no es la única novedad que tiene lugar en los años siguientes del inicio del conflicto. En 2015, Abou Walid al-Sahraoui, quien había sido portavoz del MUYAO y también era uno de los líderes de Al Murabitun, juró lealtad en nombre de este grupo al Estado Islámico. Sin embargo, dos días después, Belmokhtar desmiente esta adhesión. que acabó con el derrocamiento del entonces presidente Amadou Toumani Touré.
Por este motivo, al-Sahraoui termina por abandonar Al Murabitun, y tras jurar fidelidad al Estado Islámico y a su líder Abu Bakr al-Baghdadi, crea el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), reconociendo al-Baghdadi esta unión en 2016
.En cuanto a los grupos afines a Al Qaeda, también se han producido novedades. En 2015, Amadou Koufa, quien se había unido a Ansar Dine al comienzo del conflicto, funda el Frente de Liberación de Macina (FLM), conocido también como Katiba Macina. Pero en 2017, los principales líderes de AQMI, Ansar Dine, Al Murabitun y la Katiba Macina, publican un vídeo en el que declaran la unificación de estas formaciones bajo el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM), cuyo líder pasaría a ser Iyad Ag Ghali
La zona que se encuentra en la triple frontera entre Burkina Faso, Malí y Níger, se ha convertido en el epicentro de inseguridad de la región. Entre estas zonas operan tanto JNIM como EIGS, ya que este último, aunque en un primer momento procedía a sus ataques en la frontera entre Malí y Níger, posteriormente logró expandirse también hasta Burkina Faso. Debido a esta coincidencia entre algunas zonas de operación entre JNIM y EIGS, en un primer momento ambos grupos pactaron no agredirse. Sin embargo, en el último año la relaciones entre los dos grupos se han deteriorado notablemente, lo que ha dado lugar a combates para hacerse con el dominio de determinadas zonas.
Desde su creación en 2015, el EIGS consiguió en poco tiempo convertirse en la mayor amenaza en la región. Ello dio lugar a que las fuerzas francesas concentrasen más empeños en vencer a este objetivo. El resultado ha sido que, en el último año, el EIGS ha acabado bastante debilitado y ha perdido gran parte del territorio. Sin embargo, en el caso de JNIM, se ha producido la situación opuesta, ya que ha conseguido aumentar su potencia y, a día de hoy, es el grupo terrorista más peligroso en el Sahel.a
Intervención francesa
Con motivo de un ataque por parte de los grupos yihadistas en el sur del país el 9 de enero de 2013, el entonces presidente francés, François Hollande, anunció la intervención francesa en Malí a través de la Operación Serval. La misión de la Operación Serval perseguía el objetivo de detener las ofensivas en el norte, recuperar las zonas controladas por los yihadistas y lograr su expulsión del país.
Tras la declaración por parte de Francia del éxito de la Operación Serval, en julio de 2014 ésta concluyó su misión y dejó paso a una nueva misión francesa conocida como Operación Barkhane. A diferencia de la Operación Serval, la Operación Barkhane se extiende más allá de las fronteras de Malí, ya que su objetivo es la lucha contra el terrorismo en el Sahel, y como esta lucha sigue constituyendo una preocupante realidad en la región, Barkahne continua con su actividad en el presente. Si bien la Operación Barkhane ha conseguido acabar con grandes jefes yihadistas de la región, entre los que se encuentran Abdelmalek Droukdel (AQMI), y que en el último año ha logrado debilitar al EIGS, lo cierto es que de los 49 soldados fallecidos desde su despliegue, los cinco últimos murieron la misma semana por ataques de JNIM, lo que demuestra de cierta manera el peligro que sigue significando el terrorismo en el Sahel.
La Fuerza Especial Tacuba es un grupo militar que se integra dentro de la Operación Barkhane (pero que está también formado por fuerzas de otros países) y que se ocupa de prestar apoyo a las Fuerzas Armadas de Malí (FAMa).
Después de que el antiguo presidente de Malí, Amadou Toumani Touré, mandase a la ONU una petición de apoyo para hacer frente a la crisis del país, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a través de su resolución 2100 del 25 de abril de 2013, decidió establecer la Misión Multidimensional Integrada de la Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA). La difícil situación que todavía se sigue viviendo en el país, se ha traducido en una continua prolongación en el mandato de la MINUSMA, hasta al menos el 30 de junio de 2021.
Desde el momento que fue creada, la misión ha tenido como principales objetivos la protección de la población civil, ayudar al restablecimiento de la autoridad, a la asistencia sanitaria, a la preservación del patrimonio cultural y a la implementación del Acuerdo de Argel de 2015. Pero todos estos retos no han podido ser logrados en la medida que se espera, debido a que, entre otros motivos, la MINUSMA se ha convertido en uno de los objetivos predilectos de los yihadistas, sufriendo hasta 145 fallecidos debido a actos hostiles1, lo que la convierte en la misión desplegada por la ONU más peligrosa.
El Consejo de la Unión Europea, en el marco de la Política Común de Seguridad y Defensa, decidió en enero de 2013 establecer la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea en Malí (EUTM-Mali), cuyas principales funciones serían las de dotar de formación militar y asesoramiento a las Fuerzas Armadas malienses. La misión cuenta con 22 países de la Unión Europea y otros tres no miembros (Georgia, Moldavia, Montenegro)
Esta misión ha sido renovada hasta 2024. Además de esta misión militar, existen otras dos civiles, también coordinadas por la Unión Europea. La Misión de Fortalecimiento de Capacidades de la Unión Europea en Malí (EUCAP Sahel-Malí) y la Misión de Fortalecimiento de Capacidades de la Unión Europea en Níger (EUCAP Sahel-Níger). Ambas misiones tienen como objetivo, como su propio nombre indica, dotar de capacidades a las fuerzas de seguridad para volver a restablecer la normalidad. EUCAP Sahel-Níger fue desplegada en 2012 para ayudar a las fuerzas de seguridad nigerinas a hacer frente a las amenazas a la seguridad del país, y ha sido prorrogada hasta septiembre de 2022. La EUCAP Sahel-Malí por su parte se creó en 2014 con motivo del aumento del terrorismo en el país, y su mandato ha sido extendido recientemente hasta enero de 2023.
Fuerza Conjunta G5 Sahel
En 2014, los presidentes de Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, se reunieron con la intención de crear una fuerza común que coordinase esfuerzos para combatir el terrorismo, la delincuencia y el tráfico de personas en el Sahel. Como consecuencia de ello, el 2 de julio de 2017 se lanza de manera oficial la Fuerza Conjunta G5 Sahel.
A pesar de los esfuerzos y los avances del G5 Sahel, sus capacidades siguen siendo todavía un poco limitadas, por lo que aún se hace necesaria la financiación y el aporte de material por parte de otras organizaciones. Por todo ello, es importante el apoyo que recibe tanto por parte de la Operación Barkhane, como también de la MINUSMA y de las misiones de la Unión Europea convirtiéndose en un pacto desigual donde los países ricos dictan el camino a seguir.
De hecho, en enero de 2020, durante la Cumbre de Pau (Francia), se presentó el propósito de formar la llamada Coalición por el Sahel, que tiene como objetivo congregar a las organizaciones y países que colaboran con el G5 Sahel, para trabajar en conjunto en torno a cuatro pilares: lucha contra el terrorismo, reforzar las capacidades de las fuerzas armadas de los diferentes países del Sahel, reinstaurar el Estado y ayudar al desarrollo.
El interés francés en el Sahel no es combatir el yihadismo, sino conservar sus dominios. Desde que Francia interviniera militarmente en Malí (antigua colonia) con el apoyo del Consejo de Seguridad (ONU) y del propio Gobierno maliense, la pregunta clave es: ¿Por qué los Estados occidentales siguen interviniendo en conflictos que están fuera de su área geografía?
La respuesta es simple: velan por sus intereses, tanto político-militares como económicos, más aún si el país goza de una crisis interna que ni el mismo aparato estatal puede controlar.
Oficialmente, los intereses que mueven al Gobierno de París están relacionados principalmente con la seguridad. El gobierno de François Hollande fundamentó la intervención diciendo que quiere evitar lo antes posible que los rebeldes de África Occidental puedan llegar a representar un peligro para Europa.
Dicha afirmación es totalmente cierta como “carátula” para informar o persuadir a la opinión pública sobre el verdadero interés que tiene una potencia mundial como Francia en la zona del Sahel.
Esta región tiene grandes intereses económico-estratégicos, los cuales no pueden darse el lujo de verse afectados por grupos rebeldes (al-Qaeda) que han llegado a controlar una gran parte del territorio de Malí.
La intervención militar francesa busca a corto plazo estabilizar el control del Gobierno maliense sobre su territorio, dado que el aparato estatal del país africano no tiene la capacidad militar ni los recursos (monetarios, tecnológicos) para defenderse contra los grupos rebeldes. Dicha estabilidad generaría tranquilidad en el Gobierno de París, el cual velaría por la “pacificación” del país, lo cual favorece a la estabilidad en la región del Sahel.
A largo plazo, cuando ya la opinión pública haya dejado de “informar” o haya “olvidado” a un país que siempre ha sido pobre y lleno de problemas sociales, Francia habrá explotado los recursos del suelo en la zona del Sahel, en especial el petróleo y el uranio, que representan sus verdaderos intereses en el Sahel.
Cabe destacar, que Níger es el país donde Francia tiene más intereses económicos, dado que en las minas nigerinas se extrae el 8% de la producción mundial de uranio, del cual más del 30% es exportado a Francia.
Toda intervención militar, de cualquier potencia en un Estado, tiene intereses económicos estratégicos, los cuales se maquillan con la fachada de la lucha por los derechos humanos y la democracia mundial.
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