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La Segunda Intifada, Al Aqsa: 2000-2005. La construcción del muro del apartheid (XIX)


El 26 de octubre de 1994 y sin presencia palestina, el Estado de Israel llegó a un acuerdo de paz con un segundo Estado de mayoría árabe con el que había estado en guerra: Jordania. 

 Egipto y Jordania continúan siendo los dos únicos estados limítrofes con el Estado de Israel que han firmado acuerdos de paz con este. 

 Sin embargo, varios factores contribuyeron al colapso del proceso de negociaciones conforme avanzaba la década de 1990

El 25 de febrero de 1994, Baruch Goldstein, miembro del partido ultranacionalista sionista y de extrema derecha Kach, irrumpió en la mezquita de Ibrahim-Abraham de la ciudad palestina de Al-Khalil-Hebrón durante el salat (rezo islámico). Asesinó a 29 personas e hirió a otras 125. 

 En las protestas posteriores, murieron entre 20 y 26 palestinos y 9 judios. 

 Isaac Rabín condenó la masacre de Al-Khalil-Hebrón considerando a Goldstein “un asesino degenerado” y “una vergüenza para el sionismo y para el judaísmo”. 

Además, el partido Kach fue ilegalizado. 

No obstante, las autoridades israelíes rechazaron la reivindicación de la OLP de que todos los colonos de Cisjordania fuesen desarmados y de que se crease una fuerza internacional para proteger a la población palestina

 Asimismo, numerosos colonos de Al-Khalil-Hebrón y de otros asentamientos de los territorios ocupados alabaron a Goldstein como un héroe, consideraron su ataque como un golpe preventivo y calificaron su muerte posterior como un acto de martirio. 

 Después de la masacre de la mezquita de Ibrahim-Abraham, las Brigadas al-Qassam de Hamás y las Brigadas Al-Quds de la Yihad Islámica de Palestina —estas últimas formadas en 1981 y vinculadas a Hezbolá e Irán— realizaron cada año entre 1994 y 1999 entre dos y cinco atentados suicidas dentro del Estado de Israel.

El 4 de noviembre de 1995, después de una manifestación de apoyo a los Acuerdos de Oslo en Tel Aviv, Isaac Rabín fue asesinado por un sionista israelí contrario a la negociación con el pueblo palestino. 

 Por otro lado, en el final de la primavera de 1996, el líder del Likud desde 1993, Benjamín Netanyahu, ganó las elecciones al sionista laborista Simón Peres por un margen muy estrecho. 

El Likud era la fuerza política israelí más importante que se oponía a los Acuerdos de Oslo. 

Así, el llamado “proceso de paz” de Oslo empezó a agrietarse rápidamente. 

 La decepción y la frustración empezaron a extenderse en el pueblo palestino. 

Aunque en 1998 Netanyahu firmó con Arafat el Memorándum Wye River, que acordaba poner en marcha los aspectos de Oslo II no implementados, el primer ministro del Likud obstaculizó de varias maneras el cumplimiento de los acuerdos, extendió la endocolonización de asentamiento e hizo crecer la tensión

Netanyahu perdió las elecciones israelíes en 1999 y fue sustituido por Ehud Barak, líder del Partido Laborista Israelí. A pesar de que Barak tenía una postura más abierta a las negociaciones, la dinámica hacia el hundimiento del “proceso de paz” prosiguió 

Todo estalló en el año 2000


 Meses antes de que acabara su segundo y último mandato presidencial, Bill Clinton invitó a Arafat y a Barak a Camp David, donde se había negociado el acuerdo de paz entre Egipto e Israel más de 20 años antes. 

 El objetivo era volver a encarrilar el “proceso de paz” y llegar a nuevos acuerdos efectivos. Teóricamente, se tenían que abordar las problemáticas que continuaban —y continúan— siendo más importantes de la cuestión de Palestina y que se habían evitado en Oslo: Al-Quds-Jerusalén, las colonias, las fronteras y las personas refugiadas

Pero Arafat y su delegación no habían acordado una agenda con Barak y su equipo. Las autoridades israelíes tampoco habían cumplido muchos de los acuerdos anteriores y no se sabía cuáles iban a ser sus propuestas, por lo que el presidente de la ANP acudió a Camp David con desconfianza y recelo.

 De hecho, ya en Camp David, el Estado de Israel no realizó ninguna oferta integral a la delegación palestina. Su “oferta” fue comunicar qué parte de los territorios ocupados pretendía anexionarse (lo que incluía Al-Quds-Jerusalén Este y el Valle del Jordán) y de qué manera aspiraba a dividir los territorios ocupados en cuatro partes (la Franja de Gaza, Cisjordania sur, Cisjordania central y Cisjordania norte) separadas por nuevas zonas anexionadas o colonias

El propuesto y supuesto “Estado palestino” no tendría continuidad territorial, capacidad de defensa, política exterior propia o economía autónoma de Israel. 

 Todo esto fue acompañado de la negativa absoluta israelí de negociar sobre temas tan cruciales como los refugiados. 

  La propuesta fue difundida por el gobierno estadounidense y por la mayoría de los medios de comunicación de masas del Atlántico Norte como una “oferta generosa” de Barak a Arafat. 

 Además, esta “oferta” no fue realizada como base para una negociación, sino como un ultimátum. Pero Arafat había aprendido la lección de Oslo y de ninguna forma pudo ni quiso aceptar una propuesta que, solo por la cuestión de la anexión de Al-Quds-Jerusalén Este, ya merecía el rechazo más categórico del pueblo palestino. 

 Inmediatamente después, empezó una campaña global de difamación contra Arafat, que fue presentado como el responsable del colapso del “proceso de paz”.

Siete años después de los primeros Acuerdos de Oslo, considerados ya de per se humillantes por numerosos sectores del pueblo palestino, y con la construcción de colonias aumentando a ritmos acelerados, la “oferta generosa” de Barak fue interpretada como una burla que provocó más indignación y frustración; sensaciones que se multiplicaron cuando miembros del Likud, centenares de policías israelíes y Ariel Sharón —cinco veces ministro de manera interrumpida desde 1981, la última como ministro de Asuntos Exteriores durante una etapa del gobierno de Netanyahu— se pasearon, a modo de provocación, por la explanada de las Mezquitas o de Al-Aqsa. 

Ubicada en la ciudad vieja de Al-Quds-Jerusalén (y, por tanto, en la parte ocupada por fuerzas israelíes en junio de 1967), era y es el tercer lugar más sagrado para el islam y la zona más sagrada de Palestina para los musulmanes.

  Comenzaba la Intifada de Al-Aqsa

Si la vía de las negociaciones había fracasado y significaba más colonización y más humillación, numerosas personas y organizaciones palestinas creyeron que había que volver a la insurrección masiva

Al contrario que la Primera Intifada, la Segunda estuvo impulsada desde el principio por el liderazgo de diversos grupos de la OLP. 

 Aun así, la Intifada de Al-Aqsa se inició de manera muy similar a la Primera: manifestaciones y disturbios con lanzamiento de piedras contra las fuerzas israelíes en muchas zonas de los territorios ocupados. 

Como respuesta, solo los cinco primeros días, casi 50 palestinos(hombres, mujeres, niños y niñas) fueron asesinadas por tropas del Estado de Israel, que hirieron a cerca de 2.000 personas 

Las autoridades y medios israelíes, así como muchos de EE UU y otros países del Atlántico Norte, intentaron transmitir la idea de que la población palestina era la agresora. 

Sin embargo, incluso el por entonces presidente de la República Francesa, el conservador Jacques Chirac, intentó mediar y advirtió públicamente a Barak de que la enorme cantidad de palestinos asesinados hacía difícilmente creíble ese relato. 

 Días antes, el 30 de septiembre del año 2000, segundo día de la nueva Intifada, un incidente grabado por un cámara sacudió a la opinión pública internacional. 

 En medio de un fuego cruzado cerca de la ciudad de Gaza, Jamal al-Durrah y su hijo de doce años, Mohammed, se protegieron desarmados detrás de una pequeña estructura de hormigón. Jamal movió las manos con la intención de que pararan la balacera mientras su hijo lloraba pegado a él. Segundos después, una ráfaga de disparos acabó con la vida de los dos y el cuerpo de Mohammed cayó sobre el de su padre. 

 Un cámara palestino que trabajaba para la televisión francesa, Talal Abu Rahma, registró todo lo sucedido, a excepción de la secuencia en la que el conductor de una ambulancia fue tiroteado al intentar aproximarse a salvar a Jamal y a su hijo 

Desde Francia, la grabación circuló por todo el mundo provocando una gran conmoción y un aumento del sentimiento de rabia entre la población palestina. Mohammed se convirtió en un mártir y su nombre pasó a denominar calles y elementos de memoria pública dentro y fuera de Palestina. 

Aquella imagen se convirtió en una de las más icónicas de la Segunda Intifada.

Durante las semanas y los meses posteriores, el ejército israelí reocupó numerosos territorios de Cisjordania y de la Franja de Gaza, fuesen áreas A o B

Y las protestas populares palestinas no violentas empezaron a combinarse con atentados suicidas palestinos y asesinatos tanto selectivos como indiscriminados por parte de las fuerzas del Estado de Israel

 Durante octubre del año 2000 también se produjeron numerosas manifestaciones y choques violentos entre la policía israelí y miembros de la minoría palestina con ciudadanía israelí, que convocaron una huelga general en el norte de Israel el primer día del mes. 

El 8 de octubre, miles de sionistas israelíes participaron en protestas violentas en Tel Aviv y otras ciudades. 

 Mientras se cantaba “muerte a los árabes”, se lanzaron piedras contra palestinos y sus propiedades. En Nazaret, ciudad israelí de mayoría palestina de Galilea, 13 palestinos fueron asesinados. 

Muchas reacciones palestinas fueron no violentas, mientras que otras se vehicularon a través de la violencia y los atentados suicidas dentro del Estado de Israel y en los territorios ocupados. A su vez, esto fue respondido por el Estado de Israel con una política de represalias incrementadas —por cada persona muerta israelí, varias muertas palestinas, incluso en índices de 1 a 10 o de 1 a 20—, lo que generó una espiral de violencia que parecía no tener límites.

En un intento desesperado por alcanzar a alguna solución negociada y a pocas semanas de unas nuevas elecciones israelíes, en enero de 2001 se reunieron en Taba (Egipto) una delegación israelí y otra palestina. 

 Los negociadores palestinos consideraron que la propuesta israelí había mejorado respecto a la de Camp David del año anterior, sobre todo en temas como Al-Quds-Jerusalén o el territorio ocupado palestino reclamado por el Estado de Israel. 

No obstante, otros aspectos claves, como la cuestión de los refugiados palestinos, continuaban sin resolverse.

 Una vez más, esta problemática era la más espinosa para conseguir un acuerdo. 

 Para el sionismo y el Estado de Israel, la vuelta de los refugiados a sus hogares y tierras fue y es un anatema, ya que cuestionaría o pondría fin al axioma sionista del “Estado judío” o de la mayoría judía permanente.

  Por su parte, para el pueblo palestino el retorno de  los refugiados fue y es su derecho más importante e irrenunciable.

 Fuera como fuese, la cumbre de Taba solo tuvo una duración de una semana, Ehud Barak perdió las elecciones en febrero de 2001 contra el candidato del Likud, Ariel Sharón, y las negociaciones no se retomaron.

  A mediados del año siguiente, después del periodo con más personas muertas de toda la Segunda Intifada, Arafat declaró en el diario israelí Haaretz que estaba dispuesto a aceptar la propuesta de Taba. 

 Sin embargo, el gobierno de Sharón rechazó el entendimiento

El propio Sharón describió a la Segunda Intifada como “la segunda mitad de 1948”  Es decir, para el primer ministro israelí de aquellos omentos, la limpieza étnica de Palestina de 1948 no se había completado y todavía había que poner fin a esa etapa histórica.

Durante años, en especial durante la etapa más violenta, desde el inicio de la Intifada de Al-Aqsa hasta el 2002, numerosos medios de comunicación de masas del Atlántico Norte abrieron telediarios y dedicaron incalculables portadas de periódicos a los ataques suicidas palestinos. 

 Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE UU facilitaron que la violencia palestina se pudiera presentar como una forma de “terrorismo antioccidental” en el marco de la guerra global antiterrorista que encabezó George W. Bush. 

 Múltiples medios de masas insistieron en la relación entre los talibanes, Al-Qaeda y el “terrorismo palestino”.

  Asimismo, la idea del “choque de civilizaciones”, ideada por el politólogo estadounidense Samuel Huntington en la década anterior para transformar el gran enemigo global, o el gran “Otro”, de la URSS al islam, recibió un gran impulso. Según estas ideas neocoloniales y neoorientalistas, en Israel-Palestina se expresaba claramente el choque entre la “civilización occidental o judeocristiana”, representada por un Estado de Israel víctima del terrorismo, y la “civilización islámica”, representada por el “terrorismo palestino”.

Por su lado, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) en Palestina, cerca de 3.400 - 700 niños- palestionos  murieron durante los años de la Segunda Intifada, es decir, entre finales del año 2000 y 2005. 

 Otras fuentes afirman que la cifra de palestinas y palestinos muertos ascendió a casi 6.000. 

La mayor operación israelí durante la Segunda Intifada tuvo lugar durante la primavera de 2002 y recibió el nombre de “Escudo Defensivo”

 De hecho, fue el mayor ataque israelí sobre Cisjordania desde 1967

 Las autoridades israelíes lo justificaron como represalia por la denominada “masacre de pascua” del 27 de marzo de 2002. Aquel día, 29 israelíes perdieron la vida en Netanya en un atentado suicida de un militante vinculado a Hamás. 

 El ataque fue condenado por la ANP.

 Durante la operación Escudo Defensivo, las fuerzas israelíes invadieron múltiples ciudades palestinas —en especial Belén, Nablus, Ramala y Yenín— impidiendo la entrada de personal médico, de observadoras y observadores de derechos humanos y de periodistas. 

Acabaron con la vida de 497 personas palestinas, hirieron a 1.447 y detuvieron a unas 7.000.

Durante esta operación, el ejército israelí demolió numerosas casas y edificios palestinos, incluyendo gran parte del campo de refugiados y refugiadas de Yenín. 

En este último caso, el 2 de abril de 2002, unos 1.000 soldados del ejército israelí invadieron el campo ante una gran organización de la resistencia palestina.

 El resultado fue la victoria israelí y más de medio centenar de personas palestinas muertas en el campo de Yenín. Amnistía Internacional acusó al ejército israelí de crímenes de guerra y Simón Peres, por entonces ministro de Asuntos Exteriores israelí, calificó a esta operación de “masacre”

En aquel momento, el Estado español presidía el Consejo de la Unión Europea y el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno del Partido Popular, Josep Piqué, llegó a afirmar que las “sanciones contra Israel son un escenario posible” y que la Unión Europea estaba discutiendo esta posibilidad. 

 Finalmente, el Parlamento Europeo aprobó una resolución no vinculante que solicitaba sanciones económicas contra el Estado de Israel, un embargo de armas a ambas partes y que la Unión Europea “suspendiera inmediatamente” su acuerdo de comercio y de cooperación con Israel. Como tantas otras veces, el posicionamiento europeo quedó en papel mojado. 

Una vez más, el armario de la esperanza del pueblo palestino estaba repleto de discursos, palabras y resoluciones… pero vacío de hechos.

El mismo año 2002, las fuerzas israelíes asediaron tres veces la Mukata de Ramala, donde se encontraban las oficinas gubernamentales de la ANP, el despacho oficial de Arafat y otros edificios administrativos palestinos. 

 El ejército destruyó numerosas infraestructuras de este complejo político-administrativo con buldóceres, explosivos, tanques y vehículos blindados. La violencia llegó a tal magnitud que el Consejo de Seguridad de la ONU emitió su Resolución 1435 pidiendo el fin del asedio sobre la Mukata. 

A pesar de que esta resolución, como todas las del Consejo de Seguridad, era de carácter vinculante —es decir, de obligatorio cumplimiento según el derecho internacional—, el Estado de Israel la ignoró y ninguna institución internacional o estatal quiso o pudo cambiar esta circunstancia

Dos años después, el 11 de noviembre de 2004, Arafat murió  envenenado por agentes del Estado de Israel. Las autoridades israelíes impidieron que fuera enterrado en Al-Quds-Jerusalén Este y finalmente fue inhumado en la Mukata de Ramala

En 2007 se inauguró un ausoleo donde se halla su tumba.

Las autoridades israelíes tampoco cumplieron ni han cumplido con la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia publicada el 9 de julio de 2004. Esta afirmó que debía desmantelarse la “barrera de seguridad” (en términos sionistas) o el “muro de la vergüenza” o el “muro de apartheid” (en términos palestinos) que el gobierno de Sharón empezó a construir en 2002 cerca de la Línea Verde que separaba el Estado de Israel del territorio ocupado de Cisjordania. 

Esta barrera, muro y valla se planificó con un diseño tortuoso para anexionar colonias, zonas fértiles de cultivos palestinos y áreas con recursos hídricos. 

Con varias modificaciones, se programaron unos 700 kilómetros de un muro que en algunas zonas superaba los 8 metros de altura con bloques verticales grises de hormigón y torres de vigilancia armadas. 

A principios de 2005 ya se habían construido más de 200 kilómetros que dejaban a aproximadamente a 50.000 personas palestinas en el lado israelí, separaban familias y pueblos, rodeaban completamente casas en municipios como Belén y cerraban ciudades como Qalqilya

En poco de tiempo, este muro se convirtió en un símbolo de la injusticia ejercida contra el pueblo palestino y numerosas personas, artistas y no artistas, conocidas y desconocidas, palestinas y no palestinas, hombres y mujeres han pintado sus bloques como forma de protesta. 


Varias razones explican las diferentes dimensiones de la violencia física en la Intifada de Al-Aqsa respecto a la Primera. 

La “Intifada de las Piedras” se articuló a partir de comités populares y desbordó la estructura, el liderazgo y la planificación de las organizaciones de la OLP. 

En cambio, la Segunda Intifada estuvo impulsada por las fuerzas de esta —sobre todo como protesta ante el colapso y la frustración del “proceso de paz”— junto con los movimientos islamistas palestinos, algunos de los cuales ya habían realizado acciones armadas y atentados contra objetivos israelíes antes del año 2000. 

De hecho, desde finales del 2000 y a través de Tanzim, una facción armada creada en la década de 1980, incluso Fatah permitió la creación de otra organización armada: las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa

 Por otro lado, en uno de los mayores éxitos israelíes con los Acuerdos de Oslo, la nueva policía palestina de la ANP tuvo que reprimir concentraciones, manifestaciones y otras protestas no violentas palestinas durante la Segunda Intifada. 

Esto también contribuyó a que la efectividad y el eco mediático de las luchas no violentas palestinas fuesen menores y distintos. En el ámbito internacional, generaba menos solidaridad y rompía la dualidad del agente colonizador-ocupante contra el colonizado-ocupado si quien reprimía formaba parte de este último colectivo. Además, el coste de estas protestas no violentas para el Estado de Israel era menor tanto en imagen pública como en recursos.

Al final, la Segunda Intifada tuvo un precio muy alto para ambas partes en términos de destrucción y de vidas humanas, en especial para el pueblo palestino. Aunque algunos episodios esporádicos de violencia física grave continuaron, finalmente, el 8 febrero de 2005, el nuevo presidente tras las elecciones presidenciales palestinas del mes anterior, Mahmoud Abbás, y el primer ministro israelí desde marzo de 2001, Ariel Sharón, se reunieron en Sharm el-Sheij (Egipto).

 Un mes antes, Sharón había formado un nuevo gobierno de unidad nacional con ministros laboristas y de otros partidos. En Sharm el-Sheij, Abbás y Sharón prometieron acabar con los ataques de manera recíproca. Además, los negociadores palestinos consiguieron que el primer ministro israelí se comprometiera a liberar a 900  presos palestinos y a retirarse de las ciudades de Cisjordania reocupadas, es decir, volver aproximadamente a la situación previa a la Intifada de Al-Aqsa.

En verano de 2005, el Estado de Israel desmanteló sus 21 colonias en la Franja de Gaza en lo que se denominó la “desconexión israelí”. A pesar de que se realizó entre dificultades y disturbios por parte de los aproximadamente 8.000 colonos  que vivían en la Franja, todas estas personas fueron reubicadas en otras zonas de la Palestina del 48 o de colonias de Cisjordania y recibieron unos 200.000 dólares por persona como compensación. 

Dentro del axioma sionista de exclusividad o mayoría judía, no tenía demasiado sentido que 8.000  colonos judíos israelíes viviesen rodeados de más de 1.200.000  palestinos en un territorio sin recursos valiosos ni demasiado interés geoestratégico como la Franja de Gaza. 

Pero lo más importante era que con este episodio Sharón pretendía disminuir la presión internacional sobre el Estado de Israel y “congelar el proceso político” y de negociación, evitando también “el establecimiento de un Estado palestino”, tal y como afirmó uno de los asesores del primer ministro israelí

Igualmente, con este movimiento se podría evitar que en cualquier posible negociación futura se hablara de los temas más relevantes alegándose que con la desconexión de Gaza el Estado de Israel ya había cedido todo lo que podía ceder. 

Asimismo, que no hubiera ninguna persona judía israelí podía facilitar convertir toda la Franja en un “ente hostil” fácilmente atacable, como efectivamente ocurriría a partir de los años posteriores y está ocurriendo hoy.

 Aunque tras la desconexión Israel declaró que ya no era la potencia ocupante de la Franja, organizaciones internacionales y ONG como Human Rights Watch declararon que este territorio palestino seguía permaneciendo bajo su control. Esta vez, la ocupación era “perimetral”.

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