Parece el nombre de un personaje de película Disney. La novia de Buzz Lighyear, por ejemplo. Pero es la nueva apuesta de los Toris por recuperar el espiritu de Margaret Tatcher. Ya lo intentaron con Theresa May Cuando la nombraron Primera Ministra y toda la prensa se llenó de fotos comparativas entre la Dama de Hierro y su firme sucesora.
La historia se repite con Liz Truss.
Los tories británicos se sientan de nuevo ante el mapa de sus sueños, como la Europa de la Restauración se sentó un día para borrar a la Revolución Francesa y a Napoleón del mapa; ignorando que la historia va en su nave y lo que se queda atrás como decía el poeta español Antonio Machado es la senda "que nunca se ha de volver a pisar"
Inglaterra es probablemente el país más clasista del mundo. La aristocracia inglesa está convencida de ser superior en todos los aspectos a cualquier ser humano del planeta, aunque la elegancia, los modales y el desprecio a quien no usa el cuchillo correcto para comer el pescado, no les quita de morir con bolsas de plástico en la cabeza mientras practican la masturbación extrema o son vejados vestidos de cerdos en una pocilga regentada por una dominatrix.
Margareth Thatcher sigue siendo el gran sueño Tory que no deja de mirar con nostalgia aquellos tiempos dorados donde la bandera y la patria y el Imperio eran su seña de identidad.
Sin rumbo, sin saber como recuperar lo irrecuperable, probaron con el Brexit, abrazando a su monstruo allende los mares y separándose de una Europa que pretendía legislar sobre quien entra y sale de las islas regida por sus dos grandes competidores en los viejos sueños imperiales: Alemania y Francia.
Truss es mujer lo que es muy útil para los patriarcales tories a la hora de que se parezca a Margaret y es fanática de la Dama de Hierro.Tanto que se parece demasiado a esos youtubers que se disfrazan de sus ídolos e imitan sus pasos de baile.
Como buena admiradora, viene con lo que venía su antecesora: libre mercado, reducción de impuestos, desaparición del Estado con funciones solo militares y de ayuda a empresas en dificultades, línea dura con los disconformes con sus políticas antisociales. Y Breixit naturalmente. En cuanto a Escocia, Truss ya lo ha dejado bien claro. No va a permitir que la familia británica se separe.
Puede que el espíritu de Thatcher se le haya aparecido, pero lo que no está con ella es el espíritu de los tiempos.
Su país no es el viejo Reino Unido, ese Imperio no es el mítico Imperio más grande del mundo y Gran Bretaña no es ni la sombra de lo que fue. Incluso se les ha ido la reina y ha venido en su lugar un hijo orejón y colorado seguido de su mistress.
Lo de Truss son solo discursos fuera de la realidad.
Y la realidad se la devorará cuando llegue su momento.
El Reino Unido atraviesa un clima de agitación, huelgas y protestas por primera vez en cuatro décadas, en medio de una inflación que puede llegar al 18% anual debido al aumento descontrolado de tarifas energéticas. La crisis económica y social se suma a la crisis política que el país arrastra desde hace años.
Truss no es una lider popular porque no fue elegida por el pueblo británico para empezar, sino por los miembros de su partido, todos blancos, hombres y ricos. Truss no ganó al laborismo en las elecciones y su discurso entre neoconservador y neofascista no sirve para bajar los recibos de la electricidad.
Necesita tiempo para luchar contra las encuestas, de ahí que piense resistir hasta 2025, pero es el tiempo el que juega a favor del colapso del Capistalismo y en contra de sus viejos discípulos.
Nada podrá hacer contra la caída de salarios y los precios de la electricidad. Nada para calentar los hogares de las familias ni para almentarlas,ni para evitar la caída de las pequeñas empresas.
Los representantes del antiguo régimen no ven lo que van a estudiar los estudiantes de Historia de finales de siglo, que del colapso del Capitalismo se sale con socialismo ( el fantasma que recorría Europa sigue tan vivo como el primer día) o con guerra nuclear.
Esperemos que esos estudiantes puedan contarlo porque se ha impuesto lo primero
Los analistas se preguntan cómo hará para desactivar la ola de huelgas que se han desatado en el país por aumentos de salarios y que afectan a sectores estratégicos como el transporte, el petróleo, la logística, los puertos, el correo y la salud desde las recetas del thatcherismo.
Liz Truss solo puede ser un sucedáneo de un tiempo.
Margareth Thatcher solo fue posible en el mundo de Reagan y de la caida del muro de Berlin.
Sus imitaciones en la vestimenta son tan patéticas como la foto con el gorro ruso que usó siendo Secretaria de Relaciones Exteriores en su visita a Moscú, justamente unos días cálidos en la capital rusa. La entonces Secretaria de Relaciones Exteriores voló a Moscú para reunirse con Sergei Lavrov en medio de crecientes tensiones por la amenaza de una inminente invasión de Ucrania para transmitirle un duro mensaje sobre los desastres de una invasión al país vecino. En una conferencia de prensa conjunta posterior a las discusiones, Lavrov lanzó una serie de críticas, descartando los ‘ultimátums moralizantes’ de Occidente.
El gorro no fue elegido al azar. Liz quería una réplica de la Thatcher en aquella mítica foto de 1987, cuando llegó a la capital de la entonces URSS, y declaró en un monasterio ortodoxo que su misión era mantener la llama de la paz, la libertad y la justicia mientras un puñado de rusos la aclamaban como su fuese un objeto turístico traído de Occidente.
También siendo secretaria de Estado para Relaciones Exteriores, Truss aprovechó una visita diplomática a Estonia para tomarse una fotografía sobre un tanque del Ejército británico, similar a la que se tomó Thatcher cuando visitó a las tropas alemanas en 1986.
Y si fue a Moscú vestida de Thatcher vestida de Thatcher anunció sus recetas conservadoras, de bajada de impuestos y privatización de lo que quede público en Gran Bretaña.
Blusa blanco roto anudada al cuello y chaqueta negra. Eso al menos lo tiene facil. En Londres, por Notting Hill se encuentran tiendas vintage donde puedes elegir cualquier modelo con patina.
Lo de volver a los 90 es solo un modo provocar más sufrimiento a las clases bajas británicas. Un sufrimiento inútil porque antes o después le van a levantar el puño de la desesperación. Si no hay comida ni luz habrá violencia.
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