En este justo momento, mientras escribo estas palabras, en este preciso instante en que en tú las lees, está desplomándose un edificio sobre la cabeza de una familia. Alguien no puede respirar bajo el peso de una pared sobre su pecho. Alguien está sepultado vivo y grita para que lo saquen de esa tumba de piedras y polvo. Una pequeña mano asoma entre los escombros. Alguien intenta desesperado retirar un pedazo de muro demasiado pesado que ha reventado el vientre de su madre. Alguien llora y sus lágramas abren surcos negros entre el polvo de sus mejillas.
Mientras lees esto un padre corre con su hijo ensangrentado en brazos hacia ninguna parte porque ya no hay hospitales ni medicinas ni anestesia.
Mientras tratamos de explicar con palabras racionales la historia de esta locura, el horror baja del cielo y un paisaje lunar se extiende por lo que era la Gaza de los mercados y las escuelas, las panaderias y las mezquitas, los puestos callejeros de fruta y los hospitales abiertos, la risa de los niños y la alegría de las mujeres.
Mientras nos morimos de rabia ellos mueren por las heridas que nadie puede curar, aplastados, despedazados bajo las bombas de la democracia occidental.
Mientras nos desesperamos, nos ahogamos de rabia y de impotencia, pensamos qué hacer, nos rendimos, tomamos un respiro, Gaza se convierte en un devastado paisaje, en un desierto de cenizas.
Las casas se quedan vacias de vida y las calles de color. Solo el gris vence. Entre el gris alguien pide a sus seres queridos que resistan debajo del cascajo de lo que fuera su hogar.
Mientras seguimos nuestras vidas, nos quemamos la lengua con el café, conducimos al trabajo escuchando una vieja canción que habla de amores perdidos, una niña camina entre una nube de humo gritando ¨Mamaaaaa".
Cuando acaben las masacres de "Israel", cuando el grupo de paises libres, encabezados por Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, decida que ya ha llevado suficiente democracia a los palestinos, habrá que meter personal extra para actualizar el registro civil en donde familias enteras han sido barridas para siempre. Borrar los nombres de un panadero que se levantaba a las cuatro a hacer pan en la calle tal numero tal, de su esposa que trabajaba en un taller de cerámica, de sus cinco hijos que iban a la escuela unas calles más abajo y se encontraban con los hijos de dos maestros y los hijos de unos obreros de la construccion, cancelados ellos también del registro de los vivos.
Habrá mucho trabajo en el registro, desaparecen unas quinientas personas al día. En este momento un techo está cayendo sobre un niño que abraza horrorizado a su madre.
Pero estas casas, estos techos, estas paredes no caen por efecto de los asuntos de la guerra, no hay una guerra cuando un pueblo tiene las armas más sofisticadas del mundo, el apoyo económico de las más grandes potencias y el otro está desarmado.
Estos escombros no son de hoy ni son los primeros muertos de la ocupación israelí.
No son tratados como ratas encerradas en una jaula porque apoyaron a un grupo que está del lado de los malos. Paradójicamente la división entre malos y buenos la hace quien golpea, quien mata, quien extermina.
Son tratados así porque alguien puede tratarlos así y salir indemne. Lo lleva haciendo durante un siglo.
Quieren que la gente se pregunte ¿por qué los combatientes de Hamás hicieron eso si sabían que la respuesta iba a ser no cien vidas palestinas por una israelí, sino todas las vidas palestinas?
Quieren que te preguntes ¿Por qué los provocó conociendo la mítica ira de "Israel"?
Sigamos preguntando, que preguntando se llega a las respuestas. ¿Qué pasaba en Gaza antes del 7 de octubre? ¿Qué pasaba en Cisjordania antes del 7 de octubre? ¿Qué pasaba con los palestinos, dónde vivían, cómo vivían? ¿En qué consiste una ocupación?
Para "Israel" el ataque de Hamás fue algo nuevo, insólito, algo intolerable. Para Gaza los bombardeos son algo que sucede esporádicamente. Su vida sucede entre las treguas que "Israel" graciosamente les regala, y en esas treguas la puerta de tu casa se puede abrir a media noche y unos soldados con metralletas pueden despertar a tus hijos y mantenerlos toda la noche sentados en un sofá, por diversión, por hacer ver quién manda.
Aquí no hay dos pueblos que se niegan mutuamente, aquí hay un pueblo nativo, que nunca negó a nadie por su religión o procedencia, y un pueblo ocupante que basó su ocupación en la negación del otro.
Hamás atacó como ataca el oprimido a quien le roba el derecho a vivir. Si recibes violencia día tras día al final no te queda más remedio que responder con violencia. No hay otro camino.
Un estado opresor, violento y discriminatorio basado en la violencia terminará un día con violencia. "Israel" lo sabe bien, por eso sabe que para seguir siendo el gran estado del milagro económico y democrático occidental en el corazón del mundo árabe, tiene que exterminar.
No seamos blandos, dejemos la poesía. Si quieres quedarte con el territorio de alguien que se niega a abandonar su territorio tienes que liquidar a ese alguien.
En el colonialismo clásico el ocupante democrático occidental, quiere las materias primas y las riquezas y necesita la mano de obra esclava o semiesclava, el exterminio no es brusco, se suceden algunos conflictos, algunas masacres a pequeña escala para demostrar al ocupado quién manda y quién no, o la población simplemente se muere por agotamiento. Pero tienen que quedar brazos fuertes para el trabajo.
El colonialismo sionista no quiere materias primas, quiere el territorio, como los colonos puritanos ingleses. Tiene que exterminar al nativo para llevar a cabo su proyecto.
En una conferencia de prensa celebrada el 9 de octubre, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, anunció las intenciones del Estado. "Vamos a imponer un asedio total a Gaza", declaró. "No habrá electricidad, ni alimentos, ni agua, ni combustible, todo estará cerrado".
Lo dijo como una respuesta a los "crímenes" de Hamás, como algo nuevo, justo y necesario. Lo dijo como si no los hubiésemos oído antes, como si el asedio a Gaza fuese cosa de hace unos meses. Como si en Gaza no fuese parte de la vida cotidiana el control policial, los registros en medio de la noche, el encarcelamiento de inocentes, las brutales palizas en las cárceles, los proyectiles y las bombas, el asedio continuo.
"Luchamos contra animales humanos y actuamos en consecuencia" El nosotros y los otros queda claramente definido. Los humanos y los no humanos.
Mientras la prensa nos muestra los refugios anteiáereos en los países democráticos y occidentales y en el democrático y occidental "Israel" se olvida de contarnos que no hay un lugar donde refugiarse en Gaza.
"Israel" les dijo "Tienen 24 horas para huir" Cualquier que vea el mapa de la Palestina ocupada entenderá que de Gaza no se puede huir sin un corredor humanitario y que el corredor humanitario tiene que pasar por las tierras del ente sionista.
Cualquiera que vea el mapa de Gaza se preguntará ¿Cómo demonios puede huir un millón y medio de personas en 24 horas sin tener a dónde ir si ya sería imposible si hubiese un corredor humanitario?.
Los que intentaron huir en la ruta hacia el Sur fueron bombardeados.
¿Cómo digerimos esto desde casa? ¿No nos preguntamos un día cómo pudo la población europea aceptar la exixtencia de campos de exterminio? Ellos pudieron porque los nazis lo ocultaron.
Nosotros lo estamos viendo como un documental de Neflix.
Un documental donde el ente sionista es su dios, iracundo pero justo.
Es la ira divina. La ira que ahogó a toda la humanidad porque unos no habían hecho las cosas como se había ordenado que se hicieran. Es la ira divina contra la depravación en Sodoma y Gomorra que no perdona a niños de meses ni a ancianos ni a enfermos.
Es el derecho religioso a la ira de "Israel".
Pero hubo un tiempo en que si la ira se excedia el mundo democrático y occidental le decía;"Modérate, para un poco".
Pero desde el 7 de octubre ese mundo democrático occidental ya ni se molesta en alzar la voz para decir ese frágil " Basta"-. Desde el 7 de octubre ya gritan a los cuatro vientos el derecho a la ira y la venganza disfrazado de "derecho a la defensa"
Nosotros, miramos el documental, las explosiones de humo negro, las calles grises, los niños hambrientos, las mujeres abrazando a sus hijos muertos, más explosiones y más discursos sobre la ira de "Israel" y ya no tenemos ni racionalidad, ni palabra. Solo tenemos rabia pero qué hacer con la rabia. "Israel" está exterminando palestinos a cada minuto y está destrozando nuestro sistema nervioso, nuestra capacidad de reaccionar, nos está encerrando en nuestra propia desesperación.
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