John Kampfner, escritor y periodista británico, corresponsal en Moscú y Bonn, uno de los que informó de la caída del Muro y la reunificación de Alemania para The Daily Telegraph, escribió un libelo llamado "¿Por qué los alemanes lo hacen mejor?"
En este panegírico al nuevo ario, nos explica esta excelencia del país modelo de democracia desde la creación de la Alemania Federal (1949), el enfrentamiento con su terrible pasado (1968), la caída del Muro (1989) y la crisis de los refugiados (2015); y un análisis de diversos aspectos del país: la economía, la cohesión social, la política exterior, la inmigración, la memoria histórica o la figura de Angela Merkel.
Nos cuenta como los alemanes extrajeron valiosas lecciones de su pasado y han sabido construir una sociedad cohesionada y estable, muy atenta al medio ambiente, y una economía social de mercado que está en la base de su milagro económico y se apoya en valores como el ahorro, la prudencia o la importancia de la vida comunitaria.
Alemania, cuya constitución como República Federal en 1949 considera el autor uno de los mayores triunfos de la democracia liberal, le parece hoy la mejor esperanza de Europa, sobre todo tras la salida de Gran Bretaña, y un bastión del decoro y la estabilidad.
La clave de este ejemplo de decoro es "la expiacion"que dio paso a un intenso estado de alerta moral, todavía vigente y provechoso.
Esto suena muy bonito. Pero no es verdad.
La expiación es un relato muy bien montado contra los nazis que con su mala fama hubiesen podido romper el buen momento que la Alemania Capitalista se encontró tras la Guerra. La expiación ha sido el relato que desvinculó a la burguesia alemana de su pasado nazi, de un plumazo, sin cárcel, sin castigos, sin expropiaciones. Solo tuvieron que aceptar la penitencia y llevar sobre sus espaldas su trauma histórico mientras sus empresas seguían añadiendo ceros a sus cifras de ganancias.
El último gran espectáculo de la expiación y el trauma los estamos observando entre atónitos y crispados
El canciller alemán Olaf Scholz ha sido aún más comedido en sus críticas a Tel Aviv que el presidente estadounidense Joe Biden.
La noción de Staatsräson "razón de Estado", término utilizado por primera vez en un ensayo del ex embajador de Alemania en Israel, Rudolf Dreßler, a principios de la década de 2000 y repetido por Angela Merkel en un discurso ante la Knesset en 2008, se ha convertido en un punto focal de las declaraciones públicas alemanas y en un herramienta ideológica para legitimar el "derecho a la autodefensa" de Israel. El Ministro de Economía de los Verdes, Robert Habeck, compartió un video de pocos minutos en el que dejó muy claro que apoyar a Ucrania y a "Israel" iban en el mismo saco, solo que el apoyo a Israel era cosa de la expiación y el trauma, de la Staatsräson
Scholz el 12 de octubre de 2023: “Por el momento, solo hay un lugar para Alemania. Estamos con Israel"
Haga lo que haga "Israel", para Alemania es autodefensa. Asesinar cien niños al día es autodefensa, matar de hambre es autodefensa, existir durante 75 años aterrorizando, robando, encarcelando y asesinando palestinos, es autodefensa.
El relato del trauma se le hace añicos entre las manos a esa Alemania que todo lo hacía mejor, en enero pasado, cuando el difunto presidente de Namibia, Hage Geingob, hizo una declaración en la que recordaba a Alemania tenía un modo extraño de expiar las culpas por un genocidio apoyando otro, el del pueblo palestino. Recordó que el trauma alemán era muy selectivo pues el genocidio contra los herero y nama en Namibia (1904-1908) ha sido olvidado y es desconocido para la mayoria de la población no formada en Historia.
Más de un siglo tardó Alemania en reconocer el genocidio sobre la poblacion namibia y lo hizo sin traumas ni expiaciones.
Fue un acuerdo el 28 de mayo de 2021, después de más de un siglo de "largas negociaciones" Alemania anunció que había logrado un Acuerdo de Reconciliación con Namibia, en el cual reconocía que había cometido el crimen de genocidio contra los pueblos Herero y Nama del África del Sudoeste (actual Namibia) entre 1904 y 1908.
No es ningún secreto que el colonialismo alemán todavía divide a Namibia, en los monumentos y en las escuelas alemanas repartidas por todo el país o en quienes fueron fueron obligadas a aprender alemán durante toda su educación secundaria.
Cuando estudiamos la época del Imperialismo decimonónico a Alemania se le dan unas pocas líneas, porque su participación fue "breve" pues para 1918 ya había perdido sus colonias. En el adjetivo "breve" entran las vidas de miles de personas del pueblo Herero-Namaqua de Namibia.
Tras la “Pelea por África” de 1884, Alemania se hizo con colonias en África Oriental, África Sudoccidental y África Noroccidental. En Namibia, entonces África del Sudoeste, las tropas coloniales alemanas robaron las tierras y el ganado indígenas y sometieron a las poblaciones autóctonas –los herero-namaqua–, incluidas niñas y niños, a trabajos de explotación y a brutales formas de castigo.
En 1904, cuando las poblaciones indígenas se resistieron, los alemanes reprimieron sus levantamientos y emitieron inmediatamente una orden de exterminio. En 1905 se crearon los “Konzentrationslager”, (campos de concentración) para causar la “muerte por agotamiento”, entre otras causas por inanición, violencia sexual, experimentos médicos y enfermedades.
El genocidio de Namibia aniquiló aproximadamente al 80% de la población Herero y al 50% de la población Namaqua; unas 100.000 personas Herero-Namaqua asesinadas por las tropas coloniales. Fue el primer genocidio del siglo XX.
Paralelamente, en África Oriental se estaba produciendo la rebelión Maji Maji de Tanzania contra la opresión de la dominación alemana. Los colonialistas alemanes la aplastaron sometiendo a la población interétnica de Tanzania mediante una hambruna forzada durante tres años. Llegaron a morir 300.000 personas en una muestra del grado de deshumanización que se dispararía y se utilizaría posteriormente durante el Holocausto nazi.
Estas masacres sistemáticas fueron características de la dominación colonial alemana en África. Pero hoy están ausentes en la memoria, la expiacion y el trauma de Alemania que reconoció que fue mala pero rechazó la posibilidad de reparaciones para los supervivientes y descendientes de las víctimas del genocidio.
Despues negoció “curar las heridas” de su violencia colonial y reconocerla oficialmente como genocidio. Acordaron además pagar a Namibia 1.100 millones de euros en ayuda al desarrollo durante 30 años como gesto de reconciliación aunque no como reparación jurídicamente vinculante. En la Namibia de hoy en día, los colonos alemanes siguen siendo propietarios del 70% de las tierras del país a pesar de que sólo representan el 2% de la población namibia. Asimismo, la “reconciliación” alemana ha seguido silenciando a los más afectados por su legado colonial. Muchos miembros de las comunidades ovaherero y namaqua denuncian que han sido excluidos de las conversaciones tanto por el gobierno namibio como por el alemán, y son escépticos ante la posibilidad de recibir algún tipo de reparación..
El respaldo de Alemania a la guerra indiscriminada, la limpieza étnica y el genocidio de Israel contra el pueblo palestino en Gaza ha revelado el alcance limitado de la culpa alemana y del “nunca más”.
¿Por qué Alemania ha podido pagar tan fácilmente generosas indemnizaciones a Israel y a los supervivientes del Holocausto desde 1952 pero sigue negando la misma cortesía con respecto a los namibios? ¿Por qué el gobierno alemán se dio cuenta de la importancia de incluir al pueblo judío en las conversaciones de reconciliación pero se niega a sentarse con los descendientes de sus víctimas en Namibia?
La culpabilidad de Alemania es extraordinaria pues se concentra toda en un espacio y en una población y eso tiene un origen histórico que no está en las atrocidades cometidas contra el llamado "pueblo judío", que se convirtió en el símbolo de la crueldad nazi, ignorando el pueblo soviético que perdio a diez millones de personas judías y no judías.
Ahi está la clave. Alemania nunca ha reconocido genocidio contra la entonces URSS que fue la gran afectada por el Holocausto. El Holocausto se ha convertido en asunto únicamente de judios europeos fuera de las fronteras de la Unión Soviética.
Una culpa y una contrición muy acorde con los esquemas de sus clases dominantes.
El porqué está en la Historia.
La República Federal de Alemania (RFA, a menudo denominada "Alemania Occidental" durante la Guerra Fría) se fundó en mayo de 1949. Al igual que Corea del Sur y Taiwán, la RFA se creó después de la Segunda Guerra Mundial bajo el ala de los Estados Unidos, para actuar como baluarte contra el socialismo.
Como actor central en las estrategias de "contención" y "retroceso", el Estado de Alemania Occidental tenía que ser al mismo tiempo agresivo hacia el Este socialista y dócil hacia el Occidente capitalista.
De este modo se restauró deliberadamente la influencia de las empresas que habían financiado a Hitler, y los empresarios vinculados al Partido Nazi fueron extraoficialmente perdonados por su papel en los crímenes contra la humanidad de la Alemania fascista, a pesar de que a menudo se beneficiaron directamente del trabajo forzoso durante el Tercer Reich (por ejemplo, Daimler) , Siemens, Rheinmetall, etc.).
Al mismo tiempo, la RFA estaba estrechamente vinculada al orden liderado por Estados Unidos a través del Plan Marshall y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que hasta la fecha incluye el estacionamiento de decenas de miles de tropas estadounidenses en Alemania.
Los líderes de la joven RFA se enfrentaron inmediatamente al problema de cómo abordar públicamente el Holocausto.
Las imágenes de los prisioneros en los campos de concentración conmocionaron a todo el mundo y dieron lugar al llamamiento internacional: ¡Nunca más!
Pero a nivel interno, Alemania Occidental no podía permitirse una desnazificación total de la sociedad, como había hecho en Alemania Oriental, donde los criminales de guerra y los empresarios nazis habían sido rigurosamente expropiados, porque esto desestabilizaría la base capitalista de la RFA,
En consecuencia, en lugar de abordar las raíces económicas del fascismo y procesar a sectores de la clase dominante por apoyar a Hitler, los conservadores y liberales de la RFA fomentaron una narrativa de culpa colectiva alemana por la que todos los ciudadanos tenían que expiar, tanto los que apoyaron al regimen nazi como a los que se jugaron la vida luchando contra el mismo.
Según este relato de la penitencia y el complejo, no fueron el capitalismo y el sistema liberal de la República de Weimar (1918-1933) los que permitieron el ascenso del fascismo, sino las inclinaciones culturales del pueblo alemán, su tendencia natural a invadir Polonia.
Esta estrategia política ha sido evidente en el apoyo de Alemania Occidental al Estado de Israel, que había sido fundado un año antes que la RFA.
El primer canciller de Alemania Occidental, Konrad Adenauer, había descrito públicamente el primer acuerdo de reparaciones de la RFA con Israel en 1952 como "basado en una obligación moral imperiosa".
Ante las críticas internas al acuerdo de 3.000 millones de dólares, especialmente por parte del Partido Liberal Democrático (FDP) y de su propia Unión Demócrata Cristiana (CDU), Adenauer anunció que "hay valores más altos que los buenos negocios".
Sin embargo, documentos recientemente descubiertos del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán revelan que Adenauer en realidad sólo estaba "dispuesto a negociar reparaciones debido a la presión de Estados Unidos".
Estados Unidos determinó que si la RFA quería volver a convertirse en un actor poderoso en la política europea, tenía que proporcionar un apoyo político, económico y militar significativo al Estado de Israel.
Si bien al principio hubo una considerable insatisfacción interna con esta suposición, los líderes de la RFA han llegado a apreciar la relación con Israel como conducente a sus propios intereses, tanto en términos de estrategia geopolítica como de negocios rentables para la industria alemana.
Por ejemplo, las ventas de armas a Israel se han disparado en los últimos años; Siemens se beneficia regularmente de contratos israelíes, como la licitación de 2018 de Israel Railways, por un valor aproximado de mil millones de euros; y la farmacéutica alemana Merck (cuya familia fundadora eran nazis acérrimos) también mantiene sitios de investigación y proyectos por valor de millones en todo Israel.
Ante las horribles imágenes provenientes de Palestina, los medios de comunicación alemanes justificarán la exportación de armas y capitales a Israel repitiendo acríticamente la línea oficial del gobierno: "En el pasado, Alemania sobre todo suministraba submarinos a Israel y también subvencionaba las exportaciones con el dinero de los contribuyentes. El trasfondo de esto es que Alemania ha declarado que la seguridad de Israel es Staatsräson a la luz del asesinato de seis millones de judíos por parte de la Alemania nazi".
Conceptos como Staatsräson y culpa colectiva alemana se han desarrollado así como instrumentos ideológicos para desviar la responsabilidad de la clase capitalista alemana y sus crímenes de guerra nazis en el pasado, y para ocultar su brutal persecución de los intereses económicos y políticos en el Asia occidental actual.
Esto ayuda al gobierno alemán a crear un marco extremadamente estrecho para el debate público sobre esta política.
Desde el 7 de octubre, el Staatsräson también se ha utilizado para intensificar drásticamente las medidas contra los inmigrantes.
Quizás el más descarado de ellos sea un nuevo decreto en el estado de Sajonia-Anhalt, donde los solicitantes de ciudadanía alemana ahora deben jurar lealtad al "derecho a existir" de Israel.
Si bien el apoyo incondicional de la RFA a Israel no es nada nuevo, se ha convertido en el centro de atención a medida que un número creciente de estados del Sur Global se pronuncian contra el genocidio israelí.
En la prensa alemana, los comentaristas intentaron deslegitimar el caso de Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) como "manifiestamente unilateral".
En respuesta al caso de Sudáfrica, el Ministro de Economía alemán, Robert Habeck (Los Verdes), simplemente lo hizo a un lado: "Acusar a Israel de genocidio, en mi opinión, es una completa inversión de víctimas y perpetradores, y es sencillamente incorrecto".
Aquí nuevamente el papel de la clase capitalista alemana en el fomento del nazismo se fusiona con una "responsabilidad histórica especial" que todos los alemanes comparten hacia Israel: "Debido a los capítulos más oscuros de nuestra historia, Alemania debe vivir con la terrible responsabilidad por el genocidio cometido en el nombre del país. […] La Alemania nazi cometió uno de los peores crímenes de la historia de la humanidad, el Holocausto contra los judíos de Europa. Con todo esto en mente, creemos que la autodefensa contra un régimen terrorista que se esconde detrás de la población civil como escudos humanos, para maximizar el sufrimiento y hacer imposible la defensa contra sus acciones, no es una intención genocida".
Estos argumentos siguen influyendo en una gran parte de la población alemana, pero los líderes del Sur Global están menos influidos y han comenzado a desafiar la hipocresía del gobierno alemán.
La primera acusación seria se produjo a principios de 2024, cuando el entonces presidente de Namibia, Hage Geingob, publicó una declaración recordando al mundo que Alemania había "cometido el primer genocidio del siglo XX en 1904-1908, en el que decenas de miles de namibios inocentes murieron durante la condiciones más inhumanas y brutales”.
A principios de marzo de 2024, el siguiente desafío público vino del Sur Global: Nicaragua presentó un nuevo caso ante la CIJ, esta vez directamente contra Alemania, acusando a Berlín de violar sus obligaciones en virtud de la "Convención sobre el Genocidio" de 1949 a través de sus políticas, económicas y sociales. apoyo militar a Israel y al desfinanciar a la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA), "Alemania está facilitando el genocidio y, en cualquier caso, ha incumplido su obligación de hacer todo lo posible para prevenir el genocidio". Los liberales alemanes se apresuraron a descartar este caso como "una táctica de distracción barata [...] de una dictadura que niega a sus propios ciudadanos cualquier garantía bajo el Estado de derecho".
Pero apenas unas semanas más tarde, el gobierno alemán fue nuevamente condenado públicamente, y esta vez no provino de los "gobiernos autocráticos de izquierda" de América Latina, sino de un aliado hasta entonces cercano: Malasia. En una conferencia de prensa conjunta en Berlín, el Primer Ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, respondió a la continua insistencia de Scholz en el derecho de Israel a la autodefensa preguntando provocativamente: “¿Dónde hemos desperdiciado nuestra humanidad? ¿Por qué esta hipocresía? ¿Por qué esta actitud selectiva y ambivalente hacia una raza?”
Estos acontecimientos son los últimos signos de que la hegemonía ideológica y económica de Occidente está tambaleándose.
Occidente está socavando su propia hegemonía ideológica
La República Federal de Alemania sigue la tradición del capitalismo alemán, con todos los esqueletos escondidos en el armario.
El apoyo incondicional del país a Israel es, por un lado, producto de intereses económicos y geopolíticos egoístas en la región y, por el otro, el esfuerzo por desviar la responsabilidad por el Holocausto y la falta de voluntad para desnazificar la sociedad de Alemania Occidental.
La otra Alemania –la República Democrática Alemana (RDA)– seguía una tradición completamente diferente. Estaba gobernada por comunistas y socialdemócratas que habían languidecido en el exilio o en los campos de concentración de Hitler durante el Tercer Reich. Existía la exigencia "¡Nunca más!" no se entiende como una culpa colectiva que deben soportar todos los alemanes, sino como un deber militante de luchar contra el fascismo y el racismo, independientemente de la forma específica que adopten. Como tal, la RDA era un firme partidario del derecho de los palestinos a la autodeterminación y la resistencia a la ocupación.
Hoy en Alemania, el espacio para el debate público sobre este tema es cada vez más estrecho. El apoyo a Palestina está censurado o directamente prohibido.
Sin embargo, el gobierno alemán no puede amordazar tan fácilmente a los estados del Sur Global. Mientras continúa viajando de país en país justificando incesantemente el genocidio israelí en Gaza, difundiendo el término "política exterior feminista"atacando de este modo a las poblaciones palestinas y degradando el feminismo hasta convertirlo en una palabra hueca que se usa para justificar cualquier barbarie.
El gobierno alemán está socavando rápidamente la hegemonía ideológica de Occidente y exponiendo su propia hipocresía al mundo a la vez que camina firmemente hacia el autoritarismo.
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