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UN MUNDO SIN ESTADOS UNIDOS


Estados Unidos es un país nacido de la guerra y mientras pueda controlar la guerra existirá, cuando la guerra escape a sus posibilidades vivirá aún su última gran guerra, la de su propia "balcanización".

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta 2001, entre los 248 conflictos armados que ocurrieron en 153 regiones del mundo, 201 fueron iniciados por Estados Unidos, lo que representa el 81% del número total.

Estados Unidos es, hasta el momento, el único país que ha lanzado bombas atómicas en una guerra. Ocurrió el 6 de agosto de 1945, Washington lanzó la primera sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, matando a más de 70 mil personas al instante. Una segunda bomba siguió tres días después sobre Nagasaki y le quitó la vida a 40 mil personas más.

Los testigos de la vida política estadunidense en aquella época reconocieron poco tiempo después que no habría sido necesaria tal destrucción para forzar la rendición de Japón, pero el daño ya estaba hecho. Así lo expresó Ralph Bard, Subsecretario de Marina en ese entonces: “Los japoneses estaban listos para la paz, y ya se habían acercado a los rusos y los suizos… En mi opinión, la guerra japonesa realmente se ganó antes de que usáramos la bomba atómica”.

Un criterio similar dejó plasmado el General de brigada Carter Clarke, oficial de inteligencia militar, que preparó resúmenes de cables interceptados para Truman: “Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo… usamos [Hiroshima y Nagasaki] como un experimento por dos bombas atómicas. Muchos otros oficiales militares de alto nivel estuvieron de acuerdo”.

Los puntos que conectan a Hiroshima y Nagazaki con Ucrania en 2023 son peligrosamente similares. En ambos casos existe un marcado desinterés de la administración de Estados Unidos por encontrar otras formas resolutivas del conflicto basadas en la negociación. En aquel momento el gobierno estadounidense llegó a lanzar bombas atómicas. Ahora envía todo tipo de armamento a territorio ucraniano, provoca la prolongación de la guerra, no se ensucia las manos, pero pasa el balón a Moscú si de amenazas nucleares se trata.

En 2021 La Sociedad China de Estudios de Derechos Humanos (CSHRS), publicó un informe titulado, "Desastres humanitarios severos causados por guerras agresivas de Estados Unidos contra países extranjeros", donde afirmaba que Estados Unidos había iniciado el 81% de los conflictos armados desde 1945 hasta el año 2001.

"La mayoría de las guerras de agresión libradas por Estados Unidos han sido acciones unilateralistas, y algunas de estas guerras incluso fueron criticadas por sus propios aliados (...) El egoísmo y la hipocresía de Estados Unidos también han sido completamente expuestos a través de estas guerras extranjeras", agregó el CSHRS.[3]




La industria bélica representa para la nación estadounidense una cuestión económica. Es el país que destina mayor presupuesto militar en el mundo. El gasto militar estadounidense alcanzó los 877 mil millones de dólares en 2022, lo que supuso el 39% del gasto militar mundial total.

Si analizamos los inicios de esta tendencia, tiene sus orígenes al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos justificaba su poderío militar al considerar a la Unión Soviética su enemigo potencial, aunque Stalin dejó atrás la producción de armas para concentrarse en la construcción de la economía soviética en otros campos de producción pero fue con la caída del campo socialista cuando se hizo evidente la falta de una justificación. La Casa Blanca no tardó en encontrarla años después con la llamada lucha contra el terrorismo.




Bajo la bandera del antiterrorismo Estados Unidos ha propagado guerras en los últimas dos décadas.

“A finales de agosto, el sitio web de la Fundación de Cultura Estratégica de Rusia publicó un artículo titulado "¿Quién obtuvo beneficios en la guerra de Afganistán?", en el que decía que la lista de los principales beneficiarios de la guerra de Afganistán publicada por el Instituto para la Reforma de las Políticas de Seguridad, una entidad independiente de Estados Unidos, muestra que los cinco magnates de industria militar estadounidense Lockheed-Martin, Raytheon Company, General Dynamics, Boeing y Northrop Grumman recibieron un total de 2,02 billones de dólares estadounidenses".

Los contratistas privados son quienes se llevan los mayores beneficios. De acuerdo con un estudio de la Universidad Autónoma de México en las primeras dos semanas de la guerra en Ucrania las grandes industrias militares estadounidenses percibieron ganancias hasta por 82 mil millones de dólares solo en el incremento del valor de sus acciones.




Según la investigación de la organización china de derechos humanos, Washington intervino "directa o indirectamente en los asuntos de otros países apoyando guerras indirectas, incitando a insurgencias antigubernamentales, llevando a cabo asesinatos, proporcionando armas y municiones y entrenando a las fuerzas armadas antigubernamentales, que han causado graves daños a la estabilidad social y la seguridad pública de varios países"




Sin embargo, el hecho de comenzar una guerra en otro país, con la consecuente presencia militar trae aparejado para Washington otros beneficios como el despojo de los recursos de esa nación. Ya lo hemos visto en Irak, Libia, Afganistán. Actualmente Estados Unidos roba el 80 por ciento de la producción petrolera de Siria.

Con el actual conflicto en Ucrania, Estados Unidos no ha medido esfuerzos en enviar grandes lotes de ayuda militar a Kiev. Además ha instado a las naciones europeas a participar en el mismo propósito, lo que significa invertir más en la defensa de sus propios estados. Esto representa mayores ganancias para el complejo militar industrial estadounidense que se convierte en el principal proveedor para los mercados europeos.

Por si esto no fuera suficiente, el gobierno de Biden hizo de todo para boicotear el mercado de combustible ruso hacia Europa que durante décadas había garantizado un flujo seguro, estable y sobre todo a buen costo para el continente. Ahora, gracias al actual conflicto y las presiones de Washington, Europa enfrenta una crisis energética y de paso paga un 40 por ciento más caro por el gas proveniente de Estados Unidos.

El gobierno de Washington ha ejecutado actividades que denomina "antiterroristas" en 85 países desde que se inició el siglo XXI, matando directamente a 929 mil personas y desplazando a otros 38 millones. Así lo reflejó la Universidad de Brown de Estados Unidos en una investigación reciente titulada "Los Costes de la Guerra".

Ese tipo de actividades en ocasiones son partes de los conflictos ya mencionados anteriormente pero también incluyen acciones sin una participación directa en el terreno como el lanzamiento de drones con efectos devastadores en los llamados "daños colaterales".

La Casa Blanca ha acudido también en las últimas décadas a mecanismos más sofisticados de intervención que van desde la guerra cognitiva con resultados a largo plazo pero hasta cierto punto más económicos y menos visibles, hasta el entrenamiento de fuerzas extranjeras para operaciones posteriores en los países donde tengan puesto la mira.




Katherine Yon Ebright, consejera del programa sobre libertad y seguridad nacional del Centro Brennan para la Justicia, lo describió como una "guerra de huella ligera". Ebright, citada en el Informe de las violaciones de los derechos humanos de Estados Unidos en 2022 realizado por China explicó que bajo el programa conocido como "127e", las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses están autorizadas a entrenar fuerzas delegadas para ejecutar misiones en el exterior.

“Milicianos extranjeros con acceso a armamento, entrenamiento e inteligencia estadounidense son desplegados en misiones lideradas por Estados Unidos contra sus enemigos y para cumplir con los objetivos estadounidenses.

De 2017 a 2020, el Pentágono lanzó 23 guerras subsidiarias en nombre del "127e" en las regiones de Medio Oriente y Asia-Pacífico. Al menos una docena de países han participado en operaciones para atacar a Siria, Yemen, Irak, Túnez, Camerún o Libia, entre otros.”




Estados Unidos ha extendido su radio de acción también a África de una forma más discreta pero igual de preocupante. No por gusto Victoria Nuland, la "número dos" del Departamento de Estado, se reunió poco tiempo después del golpe de estado en Níger con los militares que tomaron el control del país.




Durante esas conversaciones, Nuland les propuso varias fórmulas para restablecer el orden, según su formato a través de una "solución negociada", pero los líderes golpistas mostraron poco interés. Para ejercer un poco más de presión sobre la junta militar, aunque supuestamente respetan la soberanía de Níger, el gobierno estadounidense congeló más de mil millones de dólares en programas de asistencia al gobierno hasta nuevo aviso.




Responsible Statecraft reveló en una investigación reciente que al menos 15 oficiales apoyados por Estados Unidos han estado involucrados en 12 golpes de Estado en África Occidental y el Gran Sahel durante la guerra contra el terrorismo. La lista incluye militares de Burkina Faso (2014, 2015 y dos veces en 2022 ); Chad (2021); Gambia ( 2014 ); Guinea ( 2021 ); Malí ( 2012 , 2020, 2021 ); Mauritania ( 2008 ); y Níger ( 2023 ). Al menos cinco líderes del golpe más reciente en Níger recibieron entrenamiento estadounidense, según la misma fuente.




De esta forma Washington prepara el terreno donde luego podrían ocurrir las guerras en las cuales aparentemente “no tendrá nada que ver”.

Sembrar escenarios de confrontación asegura una industria bélica que necesita mantenerse activa para sostener la propia hegemonía imperial de ese país. Una nación acostumbrada a repartir sus manuales de democracia por el mundo, aunque nadie se los pida, con una huella imborrable de destrucción tras las guerras que ha dejado a su paso. Sus récords de bombardeos y conflictos solo los supera la cantidad de veces que ha violado el concepto de soberanía en territorios fuera de su control.




Cuando el mundo se libre de esta monstruosidad seguirá teniendo problemas, habrá guerras, habrá injusticias, pero sin duda alguna habrá dado uno de los pasos más importantes de su historia. Y se librará, de hecho ya ha comenzado a hacerlo.


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