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Por qué estoy con Palestina


¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado!
Y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se acompasa,
a solas su vida pasa:
ni envidiado ni envidioso.






Fray Luis de León escribía estos versos porque era un cizañero, porque no conseguía tener la boca cerrada, vicio que le llevó a pasar seis años en la prision de la Inquisición. El  tribunal lo condenó por criticar las traducciones hechas de las sagradas escrituras en la Vulgata y el Cantar de los Cantares.
 Pero tuvo más encuentros por su costumbre de no callar y por eso soñaba con ese mundo donde no entran más que las voces propias, las que uno elige. LLámale Dios, recuerdos, poesía, arte, naturaleza. Un mundo propio, apacible y cerrado a la violencia externa. 
  
 Pero ¿se puede una encerrar en el "yo no hago mal a nadie"? ¿Se puede crear ese paraíso sin ser envidiado ni envidioso, cerrando la puerta a la violencia pero también al sufrimiento ajeno?  

  Yo no puedo y trato de hacerlo, como Fray Luis de León. 
 Trato de retirarme lo más posible, por exceso de rabia, por exceso de indignación y dolor ante lo que veo y oigo.
  He creado un mundo reducido donde trato de vivir. Pero ¿no es acaso vivir un verbo difícil cuando para ello necesitas cerrar todas las puertas al exterior para que no entre ruido?. 

 El ser humano no puede vivir aislado. Lo decidió la naturaleza cuando nos estrechó tanto el canal del parto a las hembras que debimos parir prematuros y cuidarlos durante años. 
  Ser humano es cuidar lo que te rodea y los que te rodean y sentir el dolor ajeno aunque esté a miles de quilómetros. 
 Porque sigo siendo humana. Me sigue emocionando el otoño  y las historias que terminan bien y cada vez que me he dejado llevar y he entrado en el mundo de la competición me he angustiado y he dormido mal. 

¿Aislarse del mundanal ruido conlleva realmente una ética?  ¿O es el cansancio, la necesidad de descansar en el jardín de Fray Luis? ¿O es simplemente  cobardía?

  Fray Luis escribió un deseo de su alma, un sueño irrealizable. 

  Todos los que nos aislamos para no oir y no ver, para sobrevivir al asedio de los miserables (los amos, los líderes y sus  medios de comunicación) que han llegado a controlar el mundo de un modo que parece quitar todo camino a la esperanza, sabemos que no podemos estar así, como sabemos que es difícil mantener "una moral propia" cuando pertenecemos  a la sociedad a la que pertenecemos. 
 Callar es formar parte de su ejército de zombis, no callar es angustioso porque las palabras proceden de la rabia y de la impotencia.  Pero no hay elección cuando la ignonimia es tan grande. Callar es entonces complicidad.

  Nos queda este arma, pequeña, casi invisible, pero un arma al fin y al cabo para no morir de asco: 
la resistencia de la palabra.

  Cuando esos amos, esos líderes, esos medios de comuniación casi nos obligan a tomar posiciones "morales", cuando nos cuentan sus propios relatos inmersos en sus intereses de clase, y esperan que los aceptemos y compartamos como si fuese "el gran relato objetivo", como si en sus discursos hubiese una superioridad moral irrefutable, nos toca hacer uso de esa resistencia que nos queda. 

     Lo hemos vivido hasta sentir asco en la guerra de Ucrania (olvidada momentáneamente, entre otros motivos porque está perdida desde el primer día) y no nos hemos callado. Quizá sin nuestras voces, las de todos que no aceptamos un relato metido en un bote de jarabe para la tos, todo hubiese sido igual, como todo es igual, pero al menos no morimos de angustia. 
  Ahora pretenden reescribir la historia del horror de Palestina cambiando las víctimas de bando.

  El presidente Biden en su visita a Tel Aviv hizo un discurso muy emotivo sobre la maldad desplegada por Hamás en la operación desplegada el 7 de octubre al que el presidente llama "atentado terrorista" 

  "Vengo a Israel con un mensaje único: No están solos. No están solos.Mientras los Estados Unidos sigan en pie, y seguiremos en pie para siempre, no dejaremos que nunca estén solos. Sé que el reciente ataque terrorista contra el pueblo de esta nación ha dejado una profunda, profunda herida. Más de 1.300 israelíes inocentes muertos, entre ellos al menos 31 ciudadanos estadounidenses, por el grupo terrorista Hamás. Cientos, cientos de jóvenes en un festival de música de, el festival era por la paz, por la paz, tiroteados mientras corrían por sus vidas. Decenas de inocentes, desde bebés hasta abuelos ancianos, israelíes y estadounidenses, tomados como rehenes. Niños degollados. Bebés degollados. Familias enteras masacradas. Violaciones, decapitaciones, cuerpos quemados vivos. Hamás cometió atrocidades que recuerdan los peores ataques de ISIS, desencadenando el mal puro y sin adulterar sobre el mundo.
No se puede racionalizar ni excusar. Punto.La brutalidad que vimos calaría hondo en cualquier parte del mundo, pero cala más hondo aquí en Israel. El 7 de octubre, que era un día sagrado, una fiesta judía sagrada, se convirtió en el día más mortífero para el pueblo judío desde el Holocausto. Ha sacado a la superficie recuerdos dolorosos y cicatrices dejadas por milenios de antisemitismo y genocidio del pueblo judío"

  Es difícil leer esto y no apretar los puños y no desear que este viejo decrépito "pise sepultura" como decía la colombiana vengativa. 
    
  El discurso que habla de inocentes ultrajados y asesinados y recupera el "holocausto" judio, esta vez llevado a cabo por Hamás, supera nuestro límite de aguante en lo que a hipocresía y maldad se refiere. ¿Cuántas veces ha abusado Israel del recuerdo de la tragedia y hasta cuando lo usará sin mirarse al espejo y ver que el monstruo en esta historia es él mismo? ¿Cuántas veces ha faltado el respeto a los que lucharon por la libertad usando sus sacrificios para ganar seguidores para su causa? ¿Cuántas veces ha intentado que se considere sionismo y judaismo como un mismo concepto y que el ataque al sionismo sea tachado de antisemitismo?
  
   Para frenar este horror tenemos que silenciar esas voces pero necesitamos oir otras, otras que sean nuestra propia voz, que niegen el horror y la injusticia, el crimen y la inmoralidad de los poderosos.

 Estoy con Palestina  y no creo que para estar con Palestina haya que estar con un estado débil que no puede levantar cabeza, que sufre expolios y asesinatos a diario. Se está con Palestina también cuando reacciona y ataca, cuando se rebela y muerde.

 El ataque de Hamás no ha cambiado la naturaleza colonial del sionismo  ni sus  políticas criminales contra la población indígena de Palestina, solo ha mostrado que de vez en cuando hay organizaciones, partidos o grupos que tienen la posibilidad de reaccionar. Si no lo hacen más a menudo es por imposibilidad técnica, por falta de recursos.

 Los mensajes envenenados que pretenden crear un nuevo holocausto contra los judios, que pretenden dibujar un cuadro de palestinos como "animales humanos" no han calado en mí ni en muchos miembros de esta sociedad a la que cada vez da más verguenza pertenecer.

 Seguimos estando con Palestina, como desde el primer día. Admiramos la valentía de los combatienes palestinos que tomaron el control de una docena de bases militares derrotando al ejército más fuerte de Próximo Oriente. No consideramos que Hamás sea un grupo terrorista ni sus acciones algo aislado producto de su violencia congénita.

 Seguimos apoyando la descolonización de Palestina, y no creemos que la lucha de liberación sea esteril. A los señores de Occidente les gusta esta desigualdad. Unos fondos para Palestina desde las arcas millonarias de la UE, unas palabras de apoyo y un velo de hipocresía. Pero cuando Palestina levanta un dedo; ojo, solo un dedo, y mueren inocentes del otro lado, todo  cambia. 
 Mueren inocentes, sí, así de crudas son las guerras, las colonizaciones y descolonizaciones y las revoluciones. 
 Prueba a salir a la calle desde una verdadera opción de izquierdas como un abanderado de la lucha de clases y morirás. No creas que vives en la casita de la pradera.
 
  Lo que sucede en Palestina no es un "conflicto" sino una guerra de liberación y las guerras de liberación se libran con sangre y mucho dolor porque el opresor no suelta el yugo con sonrisas y tratados, y para corroborar esto  nos  basta un repaso a la Historia.

 Por mucho que nos cuenten lo del "terrorismo de Hamás" (Hamás es considerado grupo terrorista solo en algunos países del mundo, encabezados por Estados Unidos) no pueden correr un telón sobre la realidad de que Israel ha elegido por mayoría absoluta un gobierno que ha prometido acelerar la destrucción, la eliminación definitiva e incluso la pretensión de ser un pueblo de Palestina.
 
  Ante esta situación ¿qué salidas le queda a Palestina? ¿aceptar todo lo que le caiga encima de parte de Israel hasta que la exterminen del mapa y conviertan a todos sus habitantes en apátridas esparcidos por el mundo? ¿cualquier reacción de Palestina a esta situación debe ser considerada como un suicidio? ¿es Palestina la responsable de los muertos bajo las bombas de Israel cuando se rebela? 
  
  Eso pretenden contarnos los medios. Pero no todos creemos a los medios.

Hamás tuvo que actuar y rápidamente. Es difícil expresar estos contraargumentos porque los medios y políticos occidentales han aceptado el discurso y la narrativa israelíes y yankees (tanto monta), por problemáticos que sean. 
   Los que han decidido vestir el Parlamento de Londres y la Torre Eiffel de París con los colores de la bandera israelí están mandando un discurso sentimental a su pueblo (las luces y las banderas y los himnos conmueven mucho) y un discurso político a los sionistas: estáis absueltos de todos vuestros crímenes desde 1948, tenéis carta blanca para seguir matando.

Afortunadamente también ha habido diversas reacciones ante los hechos ocurridos en los últimos días.
Como en el pasado, amplios sectores de la sociedad civil occidental no se dejan engañar fácilmente por esta hipocresía, ya evidente en el caso de Ucrania. Hay manifestaciones incluso donde no se han permitido. Francia ha debido acatar que no se puede prohibir el derecho de manifestación en nombre de unos intereses geopolíticos y económicos de sus élites. Todavía funciona algo de legalidad en este mundo en decadencia. 

 La gente se manifiesta porque sabe que desde junio de 1967, un millón de palestinos han sido encarcelados al menos una vez en su vida. Y con el encarcelamiento vienen los abusos, la tortura y la detención permanente sin juicio. Esta misma gente también conoce la horrible realidad que Israel creó en la Franja de Gaza cuando cerró la región, imponiendo un asedio hermético, a partir de 2007, acompañado por la matanza incesante de niños en la Cisjordania ocupada. Esta violencia no es un fenómeno nuevo, ya que ha sido la cara permanente del sionismo desde la fundación de Israel en 1948.

Precisamente debido a esta sociedad civil que se niega a ser adiestrada como un animal de circo, el gobierno de Israel  y los  medios de comunicación  no podrán reivindicar el papel de víctimas, recibir apoyo incondicional y salirse con la suya. 
  
Por eso no callamos, por eso no podemos "alejarnos del mundanal ruido" en tiempos en que los estados se convierten en enemigos y asesinos de lo spueblos, en tiempos en que la inmoralidad alcanza cutoas jamás imaginadas ni por el más sádico de los millonarios o líderes mundiales. 
 Nuestra voz se tiene que oir en este panorama donde los medios están llegado a rebajarse hasta la verguenza. No viviremos para ver un mundo mejor, pero estas pequeñas voces que no se han callado son su cimiento para cuando llegue, que llegará.

  Muchos no caemos en esa trampa de adoctrinamiento e ingeniería social. Nos alejamos, buscamos el paraíso para que el corazón pueda latir a buen ritmo; pero una vez recuperado hablamos de nuevo. 
Sólo nos queda la palabra,  pero dejarla libre es el único modo de poder vivir con nosotros mismos. 
 Tenemos que volver a la Historia y entender que la represión y la violencia no han doblegado jamás a nadie. Qué, en palabras de Foucault, donde hay represión hay rebelión.

¿Hay una alternativa en la carnicería que es hoy Palestina?
 La hay. De hecho siempre la ha habido. Una Palestina liberada desde el río hasta el mar; una Palestina que vuelva a acoger a los refugiados y que comience la reconostrucción de la vida en paz
  
  Estamos con Palestina porque somos todavía decentes, porque tenemos la capacidad de ver algunas figuras en esa niebla envenenada que bajo el nombre "nuestros valores occidentales" han creado quienes luchan por sus propios valores de clase, porque los valores occidentales son los valores de la burguesía occidental, no los nuestros.

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