Resignarse es la muerte. Mientras no nos resignemos estamos vivos. Aceptar que unos payasos millonarios nos destruirán a todos cuando les venga bien y lo único que nos queda es que esperar que no lo hagan es estar ya acabados.
Las revoluciones estallan cuando menos se esperan.
A principios del siglo XX, cuando los partidos socialistas europeos habían abandonado la ilusión revolucionaria y defendían una vía reformista con la esperanza de que un día podrían acceder al poder a través de las elecciones y proceder entonces a trasformar la sociedad. Su acomodación llegó hasta tal punto que cuando en 1914 comenzó la I Guerra Mundial olvidaron sus principios internacionalistas y votaron en sus respectivos parlamentos los créditos para la guerra que les iba a enfrentar los unos contra los otros.
En Rusia las cosas fueron de otra manera, ya que su partido socialdemócrata no solo no tenia representacion en el parlamento, sino que era perseguido por la policia y tenia a sus dirigentes o desterrados o en el exilio. Cuando en febrero de 1917 comenzó la revolución lo hizo sin la presencia de los jefes de los partidos revolucionarios para dirigirla en un movimiento impulsado por un doble poder: El de los consejos o soviets de los trabajadores y los soldados por un lado y el del comité provisional del parlamento por otro, que se pusieron inicialmente de acuerdo para aplazar los cambios políticos de una Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal.
A principios de abril de 1917 regresaba de su exilio en Suiza el dirigente bolchevique Vladimir Lenin, quien contando con la existencia de los soviets como órgano de ejercicio del poder sostenía que no tenía ningún sentido optar por una república parlamentaria burguesa sino que debían ir directamente a un sistema en que todo el poder estuviera en manos de los soviets que se encargarían de ir aboliendo todos los mecanismos de poder del estado iniciando así el camino hacia su desaparición, que se realizaría en dos fases: en la primera el estado burgués sería reemplazado por un estado socialista basado en la dictadura del proletariado y en la segunda surgiría de la extinción general del estado y conduciría a la sociedad comunista en la que no habría ni división de clases ni poder del estado.
No vamos a explicar aquí la historia sobradamente conocida de como los bolcheviques iniciaron la conquista del poder en octubre de 1917 y cómo empezaron a organizar la transición al nuevo sistema que se vio interrumpida cuando en 1918 se inició una llamada "guerra civil" en la que participaron apoyando a los enemigos de la revolución hasta trece países distintos y que tuvo para el nuevo estado de los soviets un coste de millones de muertos y la destrucción total de su economía, lo cual obligó a aplazar indefinidamente la implantación de la nueva sociedad.
Que el régimen soviético superase esta guerra llevó a que los dirigentes del mundo capitalista contra la revolución cambiase de carácter al pasar del escenario ruso a otro de carácter general. Lo que les importaba era sobre todo combatir a escala universal la influencia que las ideas que habían inspirado la reolución soviética estaban ejerciendo sobre los diversos grupos y movimientos que en todo el mundo la estaban tomando como modelo para sus propias luchas.
Desde este momento la lucha contra el comunismo se transformó en un combate que nos afectaba e implicaba a todos. La II República española, por ejemplo, apareció en 1931 cuando en la mayor parte de Europa dominaban dictaduras de derechas, y fue recibida con hostilidad por los gobiernos de las grandes potencias que temían que pudiese dar paso al comunismo. El embajador de Estados Unidos en Madrid se apresuró a comunicar a su gobierno que había que temer que una vez que desapareciesen las ilusiones que la proclamación de la República habían despertado, el pueblo español acabaría entregado a las fuerzas de los bolcheviques. Los mismos miedos totalmente infundados llevaron a que en 1936 al producirse el levantamiento militar en España optasen por dejar indefensa la República ante la intervención de alemanes e italianos.
Terminada la II Guerra Mundial la coalición que encabezaba y dirigía Estados Unidos organizó una lucha sistemática contra el comunismo tal y como ellos lo entendían, abarcando todo lo que podía representar un obstáculo para el desarrollo de la empresa capitalista.
La campaña tenía una doble vertiente, por un lado mantenía la ficcion de la guerra fría en la que los países capitalistas defendian el llamado "mundo libre"- integrado en buena medida por dictaduras- frente a una agresion de la URSS que nunca estuvo en la mente de los dirigentes soviéticos.
Pero lo fundamental era lo fundamental era la lucha contra la extensión de las ideas que pudiesen oponerse al desarrollo del capitalismo. La evidencia de que la represión no era suficiente fue que los gobiernos de Occidente iniciaron un reformismo en sus entornos ( no se habla para nada de los paises del Capitalismo periférico que siempre estuvieron como proveedores de materias primas y mano de obra barata) que prometía alcanzar los objetivos de mejora social que prometían los revolucionarios sin recurrir a la violencia y sin perder las llamadas "libertades".
Es a este miedo que Occidente debe las llamadas "tres décadas felices" que se vivieron después de la II Guerra Mundial con el desarrollo del estado del bienestar y con el logro de niveles de igualdad en el reparto de los beneficios entre los trabajadores como nunca se habían alcanzado antes. El problema fue que por el otro lado, el del socialismo soviético, se pudo ver que no había intención alguna de profundizar en las transformaciones revolucionarias. Algo evidente en 1968 cuando el Partido Comunista se desentendió de las luchas de los estudiantes que pretendian trasformar el mundo y prefirió negociar mejoras salariales con la patronal y se pudo ver sobre todo cuando en Praga los ejércitos del Pacto de Varsovia rechazaron violentamente el proyecto de desarrollar un socialismo humano.
Este desarme ideológico combinado con la decadencia progresiva de la URSS hizo que el miedo al comunismo se fuese desvaneciendo, por lo que desde mediados de los 70 del siglo pasado la poderosa minoria del 1 por ciento de los más ricos pudo dormir tranquila sin pesadillas nocturnas y decidió empezar la tarea de recuperar todas las concesiones que habían hecho en el estado del bienestar, sino también buena parte de las que se habían ganado antes en un siglo y medio de luchas obreras.
Desde mediados de los años 70 se comenzó el desarme de los sindicatos y empezaron las rebajas de los impuestos a las empresas y a los más ricos, basado en la teoría, que se ha demostrado falsa, que lo que ahorraban en impuestos se invertiría en mejorar la producción y generar empleo.
La teoría del goteo, que continúa vigente, dice que si los empresarios se enriquecen mucho, esta riqueza acaba derramándose sobre los trabajadores. En realidad la acumulación de beneficios ha sido destinada a la especulación financiera y a la inversión inmobiliaria.
El ataque a los sindicatos incide también en una destrucción total de las viejas reglas. Se destruye el viejo sistema de trabajo con relación directa y fija entre empresario y trabajador y se establecen tipos de contrato temporales, sobre todo en las grandes empresas, con contratos de cero horas, que significan que hay que estar siempre disponible para la llamada de la empresa sin garantizar continuidad.
La vieja resistencia sindical se ha mantenido solo en el sector público, fuera de este sector la destrucción del viejo esquema formal del trabajo ha llevado a un crecimiento imparable de la desigualdad social que acumula la riqueza en un pequeño segmento de la sociedad y empobrece al resto.
Este es un hecho reconocido universalmente. ¿Qué va a pasar cuando una juventud a la que se han quitado todas las aspiraciones para el futuro despierte y tome conciencia de la situación en que se encuentra? Si existe la preocupación nadie propone ningún remedio razonable, pues mientras los miedos de los privilegiados sean vagos y difusos como ahora, a diferencia de lo que ocurría cuando la URSS parecía una alternativa posible.
En 1975 se observa el mínimo en los procesos de enriquecimiento que vuelve a aumentar desde esta fecha hasta llegar a los niveles de desigualdad de principios del siglo XX.
Uno de los mecanismos de mejora del estado de bienestar era la posibilidad de que los gobiernos pudieran imponer impuestos elevados sobre las empresas y sobre las fortunas que permitían mantener los servicios sociales, por lo que ahora cuando se ha optado por bajar los impuestos hasta cifras irrisorias, no se pueden mantener los servicios públicos.
Además del crecimiento de la desigualdad en el llamado mundo "rico" está el expolio de tierras a los campesino en América Latina donde los asesinatos de activistas de los derechos de los campesinos están a la orden del día, en la mayoría de las ocasiones las luchas son solo resistencia para que no les roben la tierra ni el agua que los gobiernos venden a grandes corporaciones; igualmente en África la expulsión de campesinos y el expolio de tierras para la explotación en empresas para las nuevas tecnologías es algo que podemos observar cada dia en las aguas del Mediterráneo.
Es tal el grado de enriquecimiento de los millonarios que algunos americanos, los empresarios del wake capitalismo, se quejan de que eso no puede ser, que la gente se va a levantar, mientras siguen acumulando beneficios a manos llenas
Los ricos están tranquilos porque no ven señales de violencia que no puedan ser controlados mediante sus maquinarias mediáticas o mediante sus órganos de represión; pero los estallidos de violencia y las revoluciones estallan cuando no se les espera, son imprevisibles. Normalmente el sistema tiene perfectamente organizada su defensa contra aquello que preve que pueda ocurrir. El ejemplo más evidente es la Revolución Cubana, que tomó a Estados Unidos por sorpresa; pero ya no se pudo volver a repetir en otros países porque ya estaban preparados para organizar la represión y sabían como actuar.
El sistema está preparado para parar lo previsto. Solamente se le puede atacar mediante lo que no ha previsto y por donde se producen los choques inesperados, pero lo mismo que ellos no lo pueden predecir, tampoco los historiadores lo pueden hacer.
El comenzar con la Revolución Rusa se pretendía incidir en que el hecho de que representase una amenaza seria para el orden establecido en el mundo capitalisto, no por el poder soviético, sino por el contagio de sus ideas. El miedo a la voluntad de romper las reglas provocó el llamado "reformismo del miedo" es decir las concesiones de la burguesía que en muchas ocasiones contaron con la colaboración de los sindicatos, especialmente en el caso de Estados Unidos, donde se avinieron a firmar una serie de convenios que les permitían mejoras inmediatas que duraron hasta que los empresarion entendieron que el comunismo no era una amenaza en Estados Unidos.
NOrmalmente se estudia este gran giro hacia el Neoliberalismo en la época de Reagan en Estados Unidos pero realmente cuando los sindicatos comenzaron a perder fuerza fue en el tiempo de Carter, cuando los empresarios piden al gobierno una renovación de las condiciones de trabajo establecidas en la época de Roosvelt y lo hacen en el momento en que el Partido Demócrata tiene mayoría en las cámaras. Los sindicatos del sector automovilístico denuncían esto como una guerra de los empresarios contra los trabajadores que significa el fin del periodo de paz y prosperidad.
Es importante entender esto para entender por qué se ha producido esta escalada. Estas situaciones se pueden permitir porque no hay miedo a la respuesta a esas actuaciones; porque la inquietud de lo que va a pasar es demasiado difusa.
Pero en medio del desierto, donde los trabajadores ya no pueden vivir con su salario, cuando el poder economico se ha apoderado por completo del aparato politico ( los partidos dependen hoy por completo de las empresas y los bancos a los que deben grandes cantidades de dinero) conviene recordar las esperanzas que despertó en unos y el miedo que creó en otros y conviene reflexionar como y por qué se perdió todo y qué podemos hacer hoy para evitar el crecimiento de esa desigualdad brutal que amenaza con empobrecernos a todos. Y en medio de la oscuridad recordar que la chispa de la revolución siempre ilumina todo justo cuando no se espera nada.
El gran historiador Josep Fontana fue mi autor de cabecera durante mis años de estudiante de Historia. No es solo un gran historiador marxista sino que era un gran ser humano En homenaje a su humanidad dejo la transcripción de esta conferencia que también pueden escuchar en la red.
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