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Occidente sitiado

La guerra entre Rusia y Ucrania que es la guerra entre Rusia, la OTAN y los Estados Unidos es presentada a veces como una vuelta a la "Guerra fría"
Pero no hay nada de los elementos un periodo que pueda ser extrapolado al momento actual.


En la "Guerra Fría" había dos sistemas políticos, económicos y sociales bien definidos: por un lado el capitalismo, por el otro lado el socialismo realizado.
Toda la diplomacia y las relaciones internacionales giraban en torno a esta realidad, incluso los numerosos países no alineados, como Yugoslavia, India y la propia China, se movían en este contexto.
Las estrategias militares, incluida la carrera armamentista de las dos superpotencias, EE. UU. y la URSS, no ignoraron el equilibrio de poder surgido de la Segunda Guerra Mundial.
Tanto es así que, a pesar de la oposición entre bloques, hubo espacio para que una serie de países, incluidos los europeos, pudieran llevar a cabo iniciativas diplomáticas parcialmente autónomas, que involucraban también relaciones comerciales y económicas. En los países del bloque capitalista los partidos de izquierda y filorusos no estaban prohibidos ni censurados, había relaciones económicas entre países del bloque capitalista con la URSS y los demás países socialistas, no se hacían declaraciones abiertas de ataques militares al bloque del Este ni mucho menos se pensó en desmembrar la URSS.
Solo un fanático como Churchill pensó en iniciar una guerra contra Stalin una vez liquidada la Alemania nazi pero sus declaraciones no tuvieron eco real en una Europa debastada y Estados Unidos nadando en prosperidad con los grandes negocios del Plan Marshall.


Sin romper los acuerdos de Yalta, las dos superpotencias se garantizaron márgenes de interpretación autónoma de lo establecido.


Del lado soviético, se avanzaba en la estrategia de la "coexistencia pacífica", consciente de que se habrían abierto muchos espacios para las fuerzas progresistas de Occidente, para nuevos procesos de descolonización del Tercer Mundo y para las luchas de liberación nacional. Entre otras cosas, la guerra de Corea había sido una lección para todos: en ese camino se corría el riesgo de llegar a un nuevo y más dramático conflicto mundial, con consecuencias catastróficas para toda la humanidad.


Por el lado estadounidense, en cambio, se practicaba la política de contención de la influencia soviética, en un anticomunismo feroz que recurría a las armas e incluso a golpes militares, si era necesario, en aquellos países que formalmente no eran sus aliados militares o no formaban parte integrante del sistema económico imperialista. sistema. Sin embargo, la Casa Blanca nunca implementó una política de agresión militar directa y frontal contra el campo socialista. La crisis de Cuba se resolvió después de que Kennedy decidiera retirar los misiles con ojivas nucleares de Turquía y, en consecuencia, Jruschov renunciara a instalar armas del mismo tipo en Cuba.


Esta actitud similar de las dos superpotencias abrió enormes espacios políticos, no sólo, para las fuerzas progresistas y de izquierda en Occidente y para los movimientos de liberación, sino también para el movimiento por la paz. La izquierda no consiguió conquistar el poder económico y político en Occidente pero sí conquistó la cultura.
Por tanto, la “guerra fría” no determinó la congelación de los procesos mundiales. En el contexto de la "guerra fría" hubo grandes brechas que permitieron que los movimientos de masas pesaran y condicionaran la política e incluso la geopolítica.
Todos esos movimientos de masas, toda esa cultura de la izquierda, recordemos el rock, la poesía, la literatura, las manifestaciones antibelicistas o en favor de países agredidos por USA; hoy parecen ¡lejanos e imposibles en un Occidente en el que la sensación de hecatombe climática, de imposibilidad de luchar contra las empresas armamentísticas que se han apoderado de todo, de un futuro distópico con robots y millonarios en Marte y el fluido informativo sin control, plagado de mentiras y medias verdades, de contínuas discusiones han maniatado cualquier rebelión popular.


Putin no ha vuelto a la guerra fría con su operación militar especial. La extensión de la OTAN hasta las fronteras de Rusia; la agresión de Kiev contra el Donbass y las regiones de habla rusa, con bombardeos aéreos que en ocho años de guerra causaron 14.000 muertos, muchos de ellos civiles, entre ellos mujeres y niños; el boicot sistemático de Ucrania a los Acuerdos de Minsk; la integración de las milicias nazis y ultranacionalistas en el ejército regular ucraniano tras el golpe de Estado, buscado, apoyado, financiado y liderado por EEUU, que ya hacía años que estaba presente activamente en la ex república soviética a través de la OTAN, la CIA y una serie de laboratorios secretos para producir armas biológicas de exterminio masivo; la persecución de la etnia rusa con hostigamiento y métodos racistas; la proscripción de hasta 11 partidos y medios de oposición, con detenciones y asesinatos de políticos, sindicalistas y periodistas; la persecución de la Iglesia Ortodoxa que tiene su punto de referencia en el Patriarca de Moscú; llevaron a la intervención militar rusa, que entre otras cosas anticipó la del gobierno ucraniano, que estaba acumulando un gran ejército en las fronteras de las dos Repúblicas de Donbass.


Sin embargo sin infravalorar las causas anteriores, la principal razón que llevó a Moscú a implementar la "operación militar especial", fue puramente política, o si se quiere, geopolítica.


La referencia a la "guerra fría" sirve como piedra de toque para resaltar que tras la disolución del campo socialista y de la propia Unión Soviética, EE.UU. cambió radicalmente su actitud sobre la "cuestión rusa".
De una política de contención de la influencia global de la URSS se pasó a una política de agresión abierta contra Rusia, alimentando la esperanza de que sería posible desarticular no sólo a la antigua Unión Soviética, sino a la propia Rusia, una nacion con 17.100.000 km² de territorio, que incluye a Siberia, dentro del cual se encuentran cerca del 50 por ciento de los recursos estratégicos del planeta.

Este cambio de línea fue provocado por dos situaciones nuevas que se habían producido a finales del siglo pasado:


1.- La disolución de la URSS, tras lo cual Occidente se embarbó en la construcción de un mundo unipolar, dominado por los EE.UU, lo que permitía a los diversos centros imperialistas mucha libertad de acción para saquear a todos los países que antes, de alguna manera, habían sido protegidos por la URSS. Al mismo tiempo EE.UU. y sus aliados se presentaban como los únicos que podían dictar las reglas.
El desmembramiento de Yugoslavia, el país líder de los no alineados, el bombardeo de Serbia, las guerras contra Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Somalia, solo por nombrar algunas. fueron posibles por la debilidad de la URSS, desgastada a nivel económico e involucrada en sus propios conflictos en Georgia y Chechenia. Y fueron posibles porque China aún no era la gran potencia que es hoy.


En el plano político, se pensó en lograr la unipolaridad a través de "primaveras" y "revoluciones de color" y golpes de estado para instalar gobiernos títeres vinculados a Occidente, en particular a los EE. UU. o a algunas potencias europeas, con el pretexto de traer la libertad y la democracia.


2. La segunda novedad vino con el paso del capitalismo industrial a la dominación indiscutida del capital financiero, que por aquellos años en Occidente maduraba en todo su enorme alcance.
El proceso tiene sus raíces en el pasado, cuando Nixon impuso el cuestionamiento de los acuerdos de Bretton Wood y el fin de la convertibilidad del dólar en oro, dando como resultado un sistema en el que la moneda ya no es la base del intercambio de bienes, pero se convierte en sí mismo en una mercancía y está cada vez menos conectado a los procesos de producción.
Un sistema geopolítico unipolar, basado en el poder militar estadounidense, fue funcional a las actividades especulativas y de financiarización de la economía por parte de las oligarquías financieras. Y su globalización, ahora en crisis, tiene principalmente este propósito. Esta es una globalización financiera muy diferente a lo que se entiende en otros países, en particular China, es decir, gran movilidad y circulación de dinero - bienes - mano de obra (posiblemente calificada y especializada) para el desarrollo de la producción y para crear nueva riqueza.
Sin embargo, a menudo "el diablo hace las ollas pero no hace las tapaderas". La fase unipolar fue breve, no resistió los procesos en curso.
Y uno de esos procesos fue ese despertar de China que durante años se presagiaba como "el peligro amarillo". El impresionante desarrollo económico del gigante asiático y su capacidad para pasar de la producción en cantidad a la producción en calidad, le ha llevado a consolidarse como el primer país en producción tecnológica.
Otro de estos procesos se abrío con los cambios políticos que llevaron a Rusia de Yeltsin a Putin y que sólo fueron comprendidos tardíamente en Occidente, quienes vieron en Putin un tipo ridículo y manejable que solo ansiaba sentarse en la mesa de los grandes, infravalorando el despertar político, económico, cultural y militar de la nación.
Y por último otro de los procesos que dejaron la olla destapada fue el mismo dominio del capital financiero en Occidente, el cual llevó a una fuerte reducción del papel del Estado como sujeto principal en la planificación de intervenciones para el desarrollo productivo, para las grandes obras de infraestructura, para ampliar, mejorar y calificar el bienestar, para implementar políticas monetarias. Donde el capital financiero ejerce su dominio sin oposición, es decir, en una gran parte de Occidente, la cuestión de la planificación se elimina por completo y en su lugar impusieron privatizaciones salvajes a favor de élites financieras restringidas. La acción de los gobiernos se reduce aquí a gestionar un poco el gasto corriente y a favorecer la introducción de nuevas y cada vez más fuertes privatizaciones (sobre todo de bienes comunes) y la externalización de servicios. Los gobiernos están al servicio de las multinacionales y los grandes grupos financieros, como hemos visto muy claro en el caso de las vacunas para combatir la pandemia, pero también en lo que se refiere a la nueva frontera de la inteligencia artificial y la complejo industrial militar.
Todo esto también pone en tela de juicio los niveles de democracia existentes.
De hecho, Occidente (basta con mirar el funcionamiento de la UE) se caracteriza cada vez más por sistemas políticos anti democráticos, dominados precisamente por el capital financiero, quedando la democracia restringida a elecciones dominadas por los medios de comunicación que dan al pueblo la ilusión de que pueden cambiar algo votando.


Pero países como China, Rusia y muchos países del hemisferio sur mantienen estados fuertes que ejercen y realiza sus funciones, sobre todo estableciendo métodos y objetivos de orientación económica. El Sur es un conjunto complejo de países con diferentes expresiones políticas y diferentes sistemas económicos y sociales. Hay países socialistas o de orientación socialista, países en vías de desarrollo pero ricos en materias primas, países con formas de capitalismo monopolista de Estado, aunque muy diversificadas. Estos son los estados donde se implementan formas de planificación y políticas más o menos de corte neokeynesiano para mejorar las condiciones materiales de vida y proteger la soberanía nacional.


Mientras tanto, en Occidente hay que señalar la muerte del reformismo que mantenía viva la ilusión de que se podía llegar a cierta igualdad y justicia dentro del sistema capitalist A este respecto basta reflexionar en lo que se han convertido los países escandinavos, una vez señalados como el ejemplo más significativo del modelo reformista.


Los estados del hemisferio sur representan más de las dos terceras partes de la población mundial y cada vez menos quieren acatar las reglas dictadas por una visión unipolar y autoritaria de las relaciones internacionales, una visión que está de acuerdo con los intereses y actividades del capital financiero y los principales polos imperialistas del mundo.


Es precisamente en la cuestión de un papel fuerte del Estado en el abordaje y solución de los grandes problemas de la humanidad que se ha abierto una brecha en los últimos años que ha creado dos campos verdaderamente diferenciados.


Acuerdos internacionales, como el de los Brics (que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), por mencionar los más importantes, van precisamente en la dirección de reforzar esa idea de globalización y circulación de dinero-bienes-trabajo. fuerza sobre la base del interés mutuo al rechazar la concepción de una globalización financiera, especulativa y del robo.


No es de extrañar, entonces, que una veintena de países ya hayan solicitado unirse a los BRICS.


La consolidación del eje estratégico entre Rusia y China que se fortalece precisamente en la lucha por contener la acción devastadora del capital financiero y su visión unipolar. El acuerdo entre estas dos grandes potencias arrastra a todo el hemisferio sur y le da el coraje necesario para levantar la cabeza, para ser coprotagonista de un mundo cambiante, que avanza en la dirección de una práctica multipolar en las relaciones internacionales, para contrastar y contener la acción destructiva del capital financiero. Un hemisferio sur que quizás por primera vez en su historia es consciente de poder redimir más de cuatro siglos de colonialismo e imperialismo impuesto por europeos, norteamericanos y Japón.


La vehemencia política, llevada hasta el punto del uso de la rusofobia de inspiración nazi -un sentimiento de miedo y hostilidad hacia el pueblo, la política y la cultura rusos- no se ha conocido jamás , ni en los años más duros de la Guerra Fría, ni siquiera en los momentos de crisis más aguda.

Xi Jinping afirmaba que somos los protagonistas de cambios que no se ven desde hace cien años. Estamos en un gran punto de inflexión en la historia, como es el de la Revolución Francesa o la Revolución de Octubre.


Por lo tanto, no es un regreso a la “guerra fría” sino un tiempo completamente nuevo.


China no compartió del todo la elección de Putin de emprender una operación militar por la inestabilidad que provocaría en el comercio mundial; la segunda que temían una reacción muy agresiva de EEUU y la OTAN, y no estaban muy seguros del contingente militar ruso frente fuera suficiente al ejército ucraniano sostenido por cuerpos de élite bien entrenados por OTAN. Finalmente, no había certeza de que el sur del mundo se pusiera del lado de Rusia.


Pero lo que convenció a Xi Jinping y al grupo gobernante chino fue el enfoque de Putin sobre la operación militar. Entre las razones de los rusos, tengan o no razón, hay sin embargo una fundamental, vital, que obviamente los chinos no han podido ignorar: la batalla por lograr un orden mundial multipolar que corresponda a la forma china de interpretar estratégicamente las relaciones internacionales para abrir una via al fin del Capitalismo, con peculiaridades chinas. Una vía sin guerras de conquista que daría mucha capacidad de movimiento a los pueblos.


También hubo un proceso de adhesión y apoyo paulatino y cada vez más convencido a Rusia por parte de sectores de la izquierda revolucionaria europea, aunque muy minoritarios.


De esta reflexión se deriva otra que conviene subrayar. Rusia, con la operación militar, no ha sido engullida por China como afirman algunos expertos geopolíticos liberales locales. China es sin duda una potencia económica mucho más importante que Rusia, pero esta última tiene enormes reservas de materias primas y un potente arsenal militar (y nuclear) mucho más fuerte que el chino, pero sobre todo el Kremlin ha sabido liderar un proceso político y diplmático que la llevó a convertirse en la líder de los países del hemisferio sur.


En resumen, las dos potencias se necesitan y juntas vislumbran la victoria en el hemisferio sur en la batalla por un nuevo orden mundial.


También cabe destacar que hay tres países clave en el proceso de integración económica y comercial de Asia. Con demasiada frecuencia nos olvidamos de la India, cuyo papel en muchos aspectos es mantener un equilibrio de desarrollo estable en Asia.


Esta es la verdadera apuesta de la guerra en Ucrania, ambas partes lo saben bien. Por eso es muy difícil establecer una pizca de negociación.


Rusia además de querer lograr todos sus objetivos explícitos, quiere junto con China que EEUU y Occidente abandonen la unipolaridad por la multipolaridad, pero Occidente es totalmente prisionero del inmenso poder que tiene el capital financiero que lo hace absolutamente.


La posición hegemónica es que la única paz justa es la que prevé no sólo la retirada de Rusia de todos los territorios ocupados, incluida Crimea, sino también su humillación; sólo poniéndolo de rodillas pensamos que podemos evitar la amenaza al hermoso "jardín" occidental, creado con siglos de explotación y robo del Tercer Mundo. Y los más extremistas llegan a teorizar que si se desmembra Rusia será aún mejor.


Por lo tanto, no hay espacio para negociaciones, por ahora no se pueden vislumbrar.


Por esta razón, la estrategia militar de los rusos consiste en realizar una guerra de baja intensidad que apunta no sólo a la derrota de Kiev sino también al desgaste de Occidente.


El uso de la fuerza militar aplicada de forma selectiva y limitada también tiene por objeto evitar que algunos países fronterizos con Rusia se alarmen indebidamente hasta que el conflicto se intensifique. Esta tipología de guerra circunscrita localmente también tiene como objetivo el desgaste de Occidente, y las señales en este sentido se pueden ver en todas partes en Occidente, no solo en los Estados Unidos, sino también en Europa, en Gran Bretaña, en Francia, en Alemania, en España como en Italia, por citar sólo los países más importantes.


Una conducción militar, por tanto, funcional a la intensa actividad política y diplomática de rusos y chinos, encaminada a consolidar sus relaciones amistosas con el hemisferio sur.


El resultado es que no es Rusia la que está aislada sino Occidente el que está sitiado.


Este hecho es completamente evidente en el juego de las sanciones económicas en el que Europa es la primera en pagar el precio.


¿Quién hubiera pensado hace apenas dos años que Alemania entraría en recesión?


Es indudable que si no existieran las armas nucleares ya habría estallado la tercera guerra mundial, por lo tanto, invirtiendo la pregunta, es evidente que las armas nucleares hoy en día representan un elemento disuasorio muy fuerte, mayor que lo que sucedió en el pasado, precisamente porque no habría ni perdedores ni ganadores.


Las grandes potencias lo saben muy bien. Incluso la posibilidad de una guerra nuclear táctica en Europa es solo un truco periodístico: la respuesta a una bomba nuclear táctica sería una guerra nuclear global que involucraría también a los Estados Unidos.


El primer misil nuclear ruso no se lanzaría sobre capitales europeas sino sobre Nueva York, y el Pentágono lo sabe muy bien.


Por lo tanto, el riesgo de una guerra nuclear no se evita por completo, pero sigue siendo una opción muy remota e improbable.
Por eso no se puede contemplar la derrota militar de Rusia, como la de Estados Unidos.


Por eso los rusos están librando una guerra de baja intensidad en Ucrania. Es por eso que Estados Unidos responde tratando de armar a Ucrania hasta los dientes en su sucia guerra híbrida.


Todo el juego se desarrilla en periodos medio-largos, es decir, se apuesta por quién se desgasta primero, creando así las condiciones para un cambio radical de orientación política en las filas del otro campo


Las premisas que han dado lugar a un nuevo punto de inflexión en la historia han madurado en los últimos veinte años.


– Los resultados de la llamada Primavera Árabe, particularmente en Egipto y Argelia con el nacimiento de gobiernos que, tras una desorientación inicial, se han distanciado cada vez más de Occidente y de diversas formas se han convertido en aliados de Rusia.


– El fracaso del intento de desestabilizar Siria concluyó con la readmisión de la Liga Árabe, para gran decepción de EEUU. La intervención militar rusa en apoyo de Damasco marca quizás el comienzo de la contraofensiva rusa.


– El papel predominante que potencias regionales como Irán y Turquía están asumiendo en Oriente Medio, y en Asia, India, Indonesia y Pakistán.


– La situación completamente nueva que se ha presentado en América Latina en países estratégicos para el Continente y en África Ecuatorial.


– El intento de “revolución de color” en Bielorrusia fracasó estrepitosamente.


– La profunda crisis del sistema político, social y cultural estadounidense que ha favorecido la afirmación de una “anomalía” como Trump.


A los hechos mencionados, que fueron la base de un cambio de época, hay que sumar, sin menospreciarlos, las recurrentes crisis que se han presentado en estos veinte años como consecuencia de las incurables contradicciones del capital financiero y del cuestionamiento de la OPEP, en particular por parte de Arabia Saudí, del sistema del petrodólar sobre el que EE.UU. apalancó durante años, tras la discusión de los acuerdos de Bretton Wood pretendidos por Nixon, para reafirmar la hegemonía de su moneda (cada vez más papel de desecho, sin ningún valor) a nivel mundial .


Entre otras cosas, hoy es precisamente Rusia, que trabaja en estrecho acuerdo con los países árabes, con los saudíes en primer lugar, la que ejerce un papel de liderazgo en la OPEP.




Teniendo en cuenta que la guerra no tiene ninguna posibilidad de terminar ( lean el artículo de este blog "la guerra infinita" diríamos que sólo quedan los movimiento populares por la paz, pero en este contexto el motor de estos movimientos que ha sido siempre la izquierda, se encuentra dividida y sin capacidad de reacción ante la maquinaria de publicidad pro OTAN y anti-rusa.

Si uno está subordinado a la ideología liberal, se hace difícil encontrar la conexión entre la lucha por la paz y la lucha por un nuevo orden mundial. Son todas fuerzas que verbalmente se declaran a favor de la paz pero en la práctica dan todo su apoyo a la guerra de EE.UU. y la OTAN en Ucrania.
Los liberales europeos hinchan sus discursos de tópicos sobre derechos individuales, civiles, libertad y democracia y se aferran a la superioridad cultural de Occidente, a sus logros culturales, científicos y emancipadores. Todo papel de borrajas, expresión de la dominación del capital financiero y de una nueva burguesía gay-friend, laica, anti-racista, postmoderna e incuestionable, representada en Hollywood y los demócratas estadounidenses. Detrás de estos discursos está el capital financiero y su apoyo incondicional a la escalada armamentística en nombre de la defensa de estos valores cuyo gran enemigo es Rusia, no gay-friend, no laica, no anti-racista, no democrática.
Esta nueva burguesía ha borrado de la historia todo lo que supone la llegada del modelo liberal en Europa y EE.UU., eliminan de los libros de enseñanza los siglos de una política de esclavitud y de robo contra el entonces llamado Tercer Mundo y lo hace porque esta política que Samir Amin describió magistralmente en su análisis del Capitalismo central y el Capitalismo periférico, el modelo liberal se derrumba y su propia existencia colapsa con su modelo económico. Porque la existencia del centro solo es pobible con la explotación de la periferia, no existe el modelo de una meta al que Occidente ha llegado primero y los demás entrarán más tarde bajo el eufemismo "en vías de desarrollo"
No es poco lo que se juega la burguesía liberal tratando de cambiar la Historia pasada.
Este es el gran problerma que Rusia y China presentan a Occidente.
El antiguo Tercer Mundo está dejando de pertenecerles. Putin tiene mucho hecho en estos países porque la mayoría conserva una buena imagen de Rusia durante el tiempo de la URSS. Putin no es comunista pero no apoya el colonialismo occidental y esta visión es bien percibida en el Sur, conscientes de que las cuentas de su pasado de explotación hay que hacerlas no con los rusos (y diría que ni siquiera con los chinos) sino con los anglosajones, franceses, alemanes, españoles, italianos, etc.


La izquierda se deja llevar por la imagen repetida hasta la saciedad de un Putin dictatorial y hitleriano que quiere dominar el mundo y acabar con la democracia. Muchos partidos de izquierda siguen la línea liberal y defienden enviar armas a Ucrania porque es un país pequeño invadido por un gigante y su debe como izquierda es decir NO a toda invasión; otros partidos definen la guerra de Ucrania como una "guerra capitalista", "guerra imperialista" o "entre dos imperialismos", o plantean análisis geopolíticos superficiales como el que las tres grandes potencias, EE.UU., Rusia, China Serían imperios y por lo tanto pensarían como tales por lo tanto la izquierda no puede tomar partido en esta guerra ni por los unos ni por los otros y el pacifismo de ni con los unos ni con los otros es solo una condecoración en la solapa de quien anda desorientado y pensando un mundo que no existe, porque esto no es la Guerra Fría ni se trata de tomar el camino de en medio de "no alineados"


Los escenarios actuales son totalmente distintos.
La izquierda europea, o más bien lo que queda de ella, si es que queda algo de su perspectiva revolucionaria, tiene que salir de los esquemas del siglo XX y reconstruir un proyecto político de transformación de masas, y entre los esquemas obsoletos, a abandonar cuanto antes, está el de la forma de concebir la lucha por la paz. Este no es el tiempo de Vietnan .
Si la izquierda no abraza la batalla por un nuevo orden mundial, que no parece una cena de gala, sino que requiere un compromiso político constante, entonces estará irremediablemente condenada a la derrota. Solo hay que echar un vistazo a los gobiernos que están llegando. Una izquierda desconcertada pensando en términos posibilistas, incapaz de ver que no ha lugar para el ser humano como lo entendíamos en el siglo XIX en el largoplacismo de los grandes millonarios que pretenden controlar el siguiente grado del Capitalismo, el Capitalismo de datos o de vigilancia. La pesadilla de Metrópolis.


Apoyar esfuerzos para fomentar un movimiento por la paz, incluso referéndums contra el envío de armas a Ucrania, son más un deber moral que una jugada táctica, pues el apoyo es mínimo y se enfrenta a toda la maquinaria del Capitalismo de Vigilancia.
Actualmente la necesidad política radica en la elección de bandos: o estamos con los que quisieran un orden unipolar dominado por los EE.UU. o estamos con los que están a favor de un orden mundial multipolar cuya realización pasa hoy por la vía política, económica y militar.


La izquierda sabe que en la guerra hay que tener un compromiso y seguir luchando con lo que surja de esa guerra. La Primera y luego en la Segunda Guerra Mundial, la izquierda se sumió en una profunda crisis y resurgió gracias al generoso compromiso teórico, político y organizativo de las vanguardias revolucionarias. Si la izquierda no se replantea, muere; hoy es imprescindible volver a proponer la entrega y la pasión de las nuevas vanguardias .
El asunto es que esas vanguardias solo pueden surgir fuera del mundo controlado por Occidente.


Comentarios

  1. Vrlo precizno i točno i po mom mišljenju, osim postavke da smo daleko od nuklearnog rata. Po meni a imnogima, nikada bliži, sve dok se ne stvori poverenje i pristui kontrolisanom razoružanju, što je na kratke staze nemoguće sada.

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