El Imperio Romano se extendió por toda Europa occidental y Asia Menor, pero en África se limitó a explotar el litoral mediterráneo y apenas penetró tierra adentro de forma decidida.
El atractivo de África, más allá de Egipto o las otras provincias norteñas, no era nuevo en la Antigüedad. En una fecha indeterminada entre los siglos VII y IV a.C, los cartagineses mandaron una pequeña flota al mando de Hannón a explorar y colonizar puntos de la costa atlántica del continente, según quedó reflejado en la obra El viaje de Hannón, de la que se conservan copias clásicas posteriores. Los púnicos habrían alcanzado la región ecuatorial y dejado noticias de unos misteriosos hombres salvajes que algunos creen que era una referencia a tribus pigmeas y otros a gorilas. Así lo cuenta también Plinio el Viejo en su Historia Natural.
Si interesaba a Cartago es lógico que lo hiciera también a Roma
Algunas de las expediciones eran marítimas y tenían como meta llegar al Océano Índico o, una vez pasadas las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar), descender por la costa oeste, tal cual hiciera Hannón, recalando en los sucesivos archipiélagos. Otras se hicieron por tierra, unas atravesando el Desierto del Sahara en dirección al Níger y el Chad, otras remontando el Nilo hasta más allá de Nubia o las que bajaron por el Mar Rojo hacia el Cuerno de África. Todas desarrolladas en los primeros cuatro siglos después de Cristo.
La conquista de Egipto provocó incursiones fronterizas de Meroë más allá de las fronteras romanas . En el 23 a. C., el gobernador romano de Egipto, Publio Petronio , para poner fin a las incursiones meroíticas, invadió Nubia en respuesta a un ataque nubio al sur de Egipto, saqueando el norte de la región y saqueando Napata (22 a. C.) antes de regresar a casa.
En represalia, los nubios cruzaron la frontera inferior de Egipto y saquearon muchas estatuas (entre otras cosas) de las ciudades egipcias cerca de la primera catarata del Nilo en Asuán. Más tarde, las fuerzas romanas recuperaron muchas de las estatuas intactas, y otras fueron devueltas tras el tratado de paz firmado en el 22 a. C. entre Roma y Meroe. Sin embargo, una cabeza saqueada de una estatua del emperador Augusto fue enterrada bajo los escalones de un templo.
Meroe finalmente estableció una relación comercial saludable con Roma y el Mediterráneo . Sin embargo, el Reino de Meroe comenzó a desvanecerse como potencia en el siglo I o II d.C.
De hecho, a finales del siglo II d.C., los Nobatae ocuparon la orilla occidental del Nilo en el norte de Kush. Se cree que fueron una de varias bandas bien armadas de guerreros a caballo y en camello que vendieron su agilidad a la población meroítica para protegerse; finalmente se casaron y se establecieron entre el pueblo meroítico como una aristocracia militar.
Hasta casi el siglo V, Roma subvencionó a los Nobatae y usó a Meroe como un amortiguador entre Egipto y los Blemmyes. Mientras tanto, el antiguo reino meroítico se contrajo debido a la expansión del poderoso reino etíope de Aksum hacia el este. Para el 350 d. C., el rey Ezana de Axum había capturado y destruido la ciudad de Meroe, poniendo fin a la existencia independiente del reino y conquistando su territorio en el actual norte de Sudán.
Nubia no estaba completamente dominada por los romanos, pero en tiempos de Augusto posiblemente fue un " estado cliente " de Roma.
Meroe se disolvió y fue reemplazado por los reinos de Makuria , Nobadia y Alodia .
La famosa reina nubia de Meroe, Amanirenas, kandake o candace (título equivalente a hermana o madre del monarca, así como también de regenta) del poderoso reino nubio de Kush se enfrentó a Roma entre el 27 y el 22 AC.
Nacida alrededor del 60 AC, su nombre completo y título era Amnirense qore li kdwe li. Algunas versiones sostienen que Amanirenas significa “Amani o Imana es su nombre”. Imana es la versión femenina en meroítico –lengua nubia oficial en Kush- del dios solar egipcio Amón, relacionado con Ra. Plinio el Viejo menciona que todas las reinas de Nubia llevaban este nombre.
Las inscripciones la otorgan tanto el título de Qore como de Kandake, lo que nos sugiere que actúo como reina y gobernadora de Kush entre los años 40 y 10 a.C. Por lo general, se acepta que Amanirenas esa la reina "Candace" que Estrabón menciona en su relato sobre la guerra romana contra Meroe (27-22 a.C.), describiéndola como valiente y ciega de un ojo.
Su nombre además se asocia con los de los reyes meroítas Teriteqas y Akinidad, posiblemente su esposo y su hijo. Sería Teriteqas quién, según Estrabón, iniciara la ofensiva aprovechando la ausencia del prefecto de Egipto, Aelius Gallus, en la campaña de Arabia del año 24 a.C.; sin embargo, atribuir el inicio de las hostilidades al enemigo y no al propio Estado romano es un recurso bastante extendido en toda la historiografía romana pensado para descargar de toda responsabilidad a Roma en el conflicto y para presentar la guerra como una campaña legítima de defensa y no un ofensiva ilegítima sin mediar provocación previa, que era en verdad lo más frecuente.
En este caso, no debe descartarse, que, apenas seis años después de haber convertido Egipto en provincia romana, el Imperio, en plena expansión, no hubiera puesto también sus ojos en la rica Kush y deba atribuírsele a Roma y no a Meroe -que vivía, como hemos visto, replegada sobre sí misma- las primeras hostilidades, que Estrabón sin embargo no registra
Según el detallado informe realizado por Estrabón (17; 53-54), las tropas romanas, tras recuperar la actual Asuán, avanzaron inmediatamente hacia Kush, llegando finalmente a Napata. Aunque no tardaron en retirarse de nuevo al norte, dejaron atrás una guarnición en Qars Ibrim (Primis), que se convirtió, durante menos de un lustro, en la frontera más meridional del Imperio romano.
Tras la muerte de Akinidad en Dakka hacia 24 a.C., que dejó a su madre Amanirenas al frente del gobierno kushita durante los siguientes catorce años, se iniciaron las negociaciones de paz. De nuevo la iniciativa partió de los meroítas, según Estrabón, quienes enviaron embajadores a Augusto, entonces residente en la isla de Samos. El tratado, firmado entre 21/20 a.C., estableció no sólo que los kushitas quedaban exentos de pagar cualquier tipo de tributo a Roma, sino también que los romanos evacuarían todo el territorio kushita hasta entonces conquistado, incluida la fortaleza de Primis; los romanos seguirían ocupando el Dodekashoinos como zona fronteriza militar, por lo que la frontera se situaba de nuevo cerca de Hiere Sycaminos (Maharraqa), igual que en 31 a.C. con la conquista del reino ptolemaico de Egipto.
Sorprende la firma de un tratado tan favorable para los kushitas y tan perjudicial para los romanos, a pesar de que, según Estrabón, la ventaja militar se decantaba a favor de éstos últimos; ello nos lleva a pensar nuevamente que el escritor nos está ocultando la verdad de los hechos, y que los kushitas, de alguna forma, habían logrado neutralizar al ejército romano o decantar la balanza de la guerra a su favor. El tratado, que debemos atribuir únicamente a Amanirenas, continuó vigente hasta finales del siglo III, momento en que el reino de Kush desaparece, siendo hasta entonces las relaciones entre Meroe y el Egipto romano completamente pacíficas.
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