Sudán es un territorio que ha oscilado siempre entre el mundo árabe y el África negra. Esa dicotomía ha marcado su historia y, por lo tanto, sus experiencias del islam, el islamismo, el sufismo, la religión,
la política y la configuración del Estado.
La arabización e islamización fueron dos fenómenos que no siempre corrieron de la mano.
La primera fue consecuencia de un proceso lento iniciado en el siglo VII con las migraciones árabes hacia lo que los geógrafos conocían como “bilad alsudan”, ‒literalmente “tierra de negros”-, término que hacía referencia ala amplia zona del África Subsahariana, desde Senegal a Etiopía‒, y en dirección a regiones sudanesas como Kordofan (centro), Darfur (oeste), entre las tribus de Nubia (Norte) y la de los Beja (este), por medio dedos fenómenos: las conquistas militares árabes en la zona Nubia del norte
(batallas contra los reinos cristianos presentes desde el siglo V) y las relaciones comerciales con los árabes de la Península Arábiga.
La primera arabización e islamización de “bilad al-sudan” fue resultado de un doble proceso: el asentamiento de tribus árabes en la zona oriental, entre el Nilo y el Mar Rojo; y el movimiento comercial que llevó consigo una red de alianzas y una difusión de modelos culturales y religiosos de
una civilización considerada más evolucionada que se asentó en la mitad norte del país. Por otro lado, algunos investigadore consideran que la trata de esclavos practicada en la zona favoreció la expansión del islam, ya que “muchos, para escapar de los esclavistas, se declararon musulmanes y a menudo continuaban siéndolo. Pero más grave fue el hecho de que la caza del hombre, al despoblar ciertas regiones y desmantelar las tribus, creó una situación de destribalizados que para encontrar un marco social y cultural con garantías de existencia, no hallaron otra solución que hacerse musulmanes”
El proceso de islamización fue más lento y, aunque se había iniciado también de la mano de la arabización, se potenció en épocas más tardías y en varios actos: la conversión de la jefatura Beja y Nubia en el siglo XIV y la labor de las cofradías sufíes.
Entre los factores que favorecieron la difusión del islam figuran, igualmente “la doble política seguida por la dinastía africana de los Funj de atraerse, por un lado, a ulemas de la zona de Hiyaz, en los que basaría buena parte de su administración centralizada, y que desempeñarían un papel de intermediarios entre las tribus africanas y árabes y, por otro, de favorecer la apertura de centros de enseñanza religiosa por peregrinos sudaneses instruidos en La Meca, vías por las cuales se introducirán las cofradías sufíes, además de por las influencias procedentes del Magreb Occidental en la zona noroccidental de Sudán” 4
Estos procesos de islamización y arabización se tradujeron en nuevas costumbres, en el uso de la lengua árabe que suplantó progresivamente a los idiomas locales, y en la reivindicación de raíces árabes por parte de la jefatura de algunas tribus que asumieron la cultura árabe e introdujeron el derecho islámico. Este doble proceso se potenció con políticas de alianzas con jefaturas locales, fenómeno al que contribuyó la labor de comerciantesy de instituciones religiosas egipcias como la poderosa al-Azhar.
Para la islamización fue determinante la labor del sufismo o misticismo árabe (creencia y práctica mística y ascética en el Islam apareció por primera vez en el oeste del mundo islámico (Egipto, Siria, Irak) bajo la influencia del monaquismo cristiano oriental a principios de los siglos VIII y IX) por dos vías: la aparición y llegada de “santones” y la expansión de cofradías sufíes que además desempeñaron un importante papel en la integración social del valle del Nilo sudanés puesto que en su entorno se reunieron individuos procedentes de grupos tribales diferentes. Además, la presencia de santones y cofradías fue potenciada por las jefaturas locales ya que daba prestigio religioso, promovía el desarrollo económico y confería influencia política.
Ejemplos de ello se pueden encontrar en la ciudad
de Ad Damer (al norte de Jartum) y la cofradía sufí Madjdubiyya en
épocas más recientes (principios del siglo XIX).
Pero la llegada de
las primeras cofradías sufíes a territorio sudanés se produjo en el siglo
XVI, cuando el sultanato africano de los Funj, recientemente islamizado,
solicitó a Egipto y a la zona del Hiyaz (península Arábiga), el envío
de ulemas. Así fue como comenzó a difundirse por el territorio la tariqa
Qadiriyya, fundada por el bagdadí ‘Abd al-Qadir al-Yilani,
considerada la más extendida en el mundo islámico.
Tenemos que señalar
que las cofradías sufíes llevaron a cabo una importante labor educativa
a través de sus escuelas.
Un segundo momento de gran presencia sufí
se produjo en el siglo XIX cuando llegaron las ideas reformistas sufíes
de la península Arábiga y se fundaron nuevas cofradías, entre ellas las
dos más importantes en la historia de Sudán: la Jatmiyya (también
denominada Mirganiyya), fundada en la primera mitad del siglo XIX por
el mequí Muhammad Uzman al-Mirgani (1792-1853), con una fuerte
implantación en el norte y este del país; y la Mahdiyya (o al-Ansar)
fundada en la segunda mitad del siglo XIX por al-Sayyid ‘Abd al-Rahman
al-Mahdi (1885-1959), presente sobre todo en el oeste y centro de Sudán
y expresión del sufismo puramente sudanés .
Ambas contribuyeron a
profundizar la islamización de la sociedad sudanesa y de ellas surgieron
los principales partidos que han dominado la vida política local hasta
la llegada del islamismo al poder en 1989, nos referimos al Partido alUmma, estructurado en torno a la tariqa Mahdiyya (o al-Ansar) fundada en la segunda mitad del siglo XIX por al-Sayyid ‘Abd al-Rahman al-Mahdi (1885-1959), presente sobre todo en el oeste y centro de Sudán y expresión del sufismo puramente sudanés
Ambas contribuyeron a profundizar la islamización de la sociedad sudanesa y de ellas surgieron
los principales partidos que han dominado la vida política local hasta la llegada del islamismo al poder en 1989, nos referimos al Partido alUmma, estructurado en torno a la tariqa Mahdiyya, y al Partido Unionista Nacional y el Partido Democrático del Pueblo apoyados en la Jatmiyya. Así se produjo la confluencia entre el poder espiritual del que disfrutaban los maestros sufíes, el poder económico ‒ya que la jefatura de las cofradías estaba formada por grandes terratenientes‒ y el poder político en la época
inmediatamente anterior a la independencia sudanesa en 1956. Es decir, el islam se introdujo en Sudán de la mano de los sufíes, de forma alternativa a la vía de las campañas militares fracasadas dirigidas por
el gobernador del Alto Egipto en el siglo VII bajo el califato de Uzmán.
El activismo de las cofradías sufíes ayudó a difundir el llamamiento del islam (creación de escuelas coránicas llamadas jalawa en Sudán, mezquitas,centros académicos), hasta el punto de que los sufíes crearían un sultanato islámico, el de Sennar (1504-1821). Las tariqas se involucraron
en la revolución del Mahdi que acabó con el colonialismo egipciootomano (1821-1885); los “derviches”, es decir los sufíes, lucharon contra la potencia británica que acabó con el Estado mahdista en 1899; contribuyeron al proceso que conduciría a la independencia del paísa través de pequeñas revoluciones, como la Abdelqader Wad Habuba(1908); y después apoyaron a los dirigentes de los primeros partidospolíticos hasta la salida de los ingleses en 1956. Podemos considerar elsufismo en Sudán como un elemento de continuismo desde la entrada de las primeras cofradías al mismo tiempo que han cumplido también una función de “colchón” ante una posible mayor expansión del islam político.
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