La ciencia, que según el optimismo marxista iba a ayudar a toda la humanidad a vivir mejor liberándola de los trabajos más duros, en manos de los neofascistas se convierte en la pesadilla de Metrópoli, la gran película donde Fritz Lang imaginó una sociedad de megalópolis en el siglo XXI donde los obreros viven en un gueto subterráneo o el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se revelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie.
El individuo no es un ser humano, es un superhombre econónomico. El individuo tiene que luchar por sus metas y sueños aún si van en contra de los intereses de la comunidad. Las aspiraciones sociales son peligrosas, las individuales son sagradas y solo los grandes hombres y las grandes mujeres de las grandes empresas pueden traer las soluciones a los problemas graves que padece el mundo.
Estos "salvadores" son presentados como filantrópicos, modernos, cercanos, bromeando en programas de televisión en hora de máxima audiencia, paseando con sus amores en ropa bohemia entre los humanos inferiores. No son como un viejo Rockefeller blindado en sus mansiones y alejado de los humanos. Son culturalmente de "izquierdas" y social y económicamente de extrema derecha ( no es nuevo esto, nada de lo suyo es nuevo si analizamos el movimiento neoconservador que ya desde el final de la II Guerra Mundial reclutó a todos los "desencantados" de su viejo pasado pro-soviético para crear la gran vanguardia de intelectuales de izquierda a quienes el Capitalismo les llenaba muy bien el estómago a cambio de cantar sus grandezas, me viene a la cabeza Hook. Tengo pendiente un artículo sobre el gran triunfo del marxismo en el capitalismo en el mundo de la cultura)
Todos los males de la humanidad, según el gran monstruo que ha crecido en Silicon Valley, tienen una solución tecnológica. Solo hay que esperar que el inteligente de turno de con la tecla mientras nos divertimos en sus empresas. Gates, Musk, Berzos, Zuckerberg nos darán las líneas a seguir, nos lanzarán una sandalia como en aquella película de Los Monthy Piton.
Cuando todo se centra en el individuo el ideal político que se está vendiendo sin mencionarlo es el autoritarismo. Zuckerberg nos castiga contínuamente pero nos deja seguir jugando en su jardín. Puede cerrarnos la cuenta, aislarnos de nuestro entorno de interacción virtual que cada vez ocupa más en nuestras vidas, y lo acatamos como un mal menor, sin posibilidad de rebeldía. Incluso trampeamos para volver a su reino. Ejerce su autoridad ilimitada sobre nosotros y no nos importa.
Bill Gates, el cofundador de Microsoft, ganó su primer millón de dólares a los 26 años y con 31 ya tenía mil millones. Elon Musk ya sabía lo que era ser muy rico, viene de una familia de explotadores de minas en Sudáfrica, su primer millón lo logró con 28 años, cuando su empresa Zip2 fue vendida a Compaq en 1999, hoy es el segundo hombre más rico del mundo; Mark Zuckerberg tuvo un ascenso meteórico a la lista de millonarios y multimillonarios, con apenas 19 años ya tenía su primer millón de dólares, y con 23 años ya tenía mil millones; Jeff Bezos alcanzó su primer millón de dólares en 1997, cuando tenía 33 años cuando era un empleado en Wall Street, fundó Amazon en 1994 como tienda de libros en línea, para expandirse con varios productos de e-commerce. Hoy es el tercer hombre más rico del planeta
Todos están volcados en actividades filantrópicas, son todos grandes amantes de la humanidad donando grandes cantidades de dinero a salud y ciencia, educación y invstigación científica y pobreza. Soros es un gran filántropo que dona muchos dólares a la defensa de derechos humanos en países pobres.
Todos sabemos que las donaciones de los millonarios son una excusa para no hacer lo que realmente deben hacer: pagar más impuestos y mejores sueldos. Puede que sea precisamente porque no hacen esto por lo que donan tantos millones y luego dedican portadas de periódicos a contar lo que han donado.
Esta ideologia de "le droit divin" se inscribe en el ideal "neorreaccionario" NRx como sus fervientes seguidores prefieren escribirla. Sus ideólogos son Curtis Yarvin y Nick Land que lo llamó en uno de sus ensayos "La Ilustración Oscura"
Curtis Yarvin, “científico” informático estadounidense, comenzó a escribir un blog en 2007 bajo el seudónimo de Mencius Moldbug. Yarvin era un cachorro de la derecha alternativa, nombrada por primera vez por el neonazi Richard Spencer en 2010 basada en el supremacismo blanco, el separatismo blanco, el populismo de derecha, el racismo, el negacionismo del Holocausto, la xenofobia, la homofobia, el antisemitismo, el neonazismo, el neofascismo y la islamofobia; la cara B, que se resumiría en los ideales representados en un supermillonario Hollywood amante de los colores de todas las pieles, de los homosexuales, las mujeres, los judios, los musulmanes, los chicanos, demócrata, moderna, cercana...
Profundamente "americanas", belicistas y anticomunistas ambas ( los representantes de ambas derechas los tenemos en el congreso americano, republicanos y demócratas, los adjetivos anteriores no siempre están divididos tan rígidamente y se reparten, se enredan y se confunden entre ambos partidos)
Silicon Valley se estaba reformulando en lo que conocemos actualmente cuando Yarvin escribía su blog. Aunque los escritos de Yarvin eran bastante crípticos e incluso algo confusos y por lo tanto no muy leídos, inspirarían a Nick Land para teorizar sobre una Ilustración Oscura de la que nacería el movimiento de los neorreacionarios.
La Ilustración Oscura ha sido descrita también como una escuela de pensamiento temprana de la Derecha Alternativa o Neofascista.
Los NRx (o neorreaccionarios) se califican a sí mismos como antiilustrados, antimodernos y, por lo tanto, antidemocráticos, antiigualitarios y antiliberales. Dado su nombre, asumen que están reaccionando contra lo actualmente existente; y ello, la reacción a lo existente, es un rasgo esencial que comparten con la Alt-Right (la derecha alternativa), pero, a diferencia del carácter de masa popular que caracteriza a la Alt-Right de Trump o Bolsonaro, los NRx asumen una disposición elitista, diríamos aristocrática. Según su interpretación del mundo, existe toda una estructura de pensamiento (que denominan “La Catedral”) que es moderna, democrática y progresista, y que debe de ser derribada. Esta “Catedral” estaría conformada por universidades y colegios y por Estados y gobiernos que precisan de la imagen progresista para sobrevivir; e incluso algunas empresas de Silicon Valley
La Catedral es ese espacio en el que estaría la gran prensa, las universidades progresistas, el aparato cultural desde donde se difundirían ideas colectivistas. Hay una teoría conspirativa que afirma que en la Escuela de Frankfurt habría germinado este marxismo cultural que puede ir en Estados Unidos a la teoría crítica de la raza, otro término bastante cuestionado, y que incidiría en la ideología de género, a la cultura de la cancelación.
Las utopías de hoy, si las hay, están más asociadas a Silicon Valley y la conquista de otros planetas. Incluso esas utopías están asociadas a cierto pesimismo sobre el futuro en la tierra, con que quizás este planeta colapse. Carlos Marx decía que la revolución debía sacar sus poesías del futuro, no del pasado pero de un futuro en el que nadie cree se puede sacar poca poesía.. o toda la poesía. La gente ya no cree en la ciencia como la gran salvadora de la humanidad.
Los neoreaccionarios de Silicon Valley conocen bien la premisa que hoy se puede saber todo y no se puede hacer nada.
Nick Land, quien, como hemos dicho, es junto a Curtis Yarvin el más importante de los teóricos neorreacionarios, está muy influenciado por pensadores que podríamos categorizar como “libertarios de derecha”, es decir, libertarios antidemocráticos. Esta influencia sería crucial en la elaboración, por parte de Nick Land, del nuevo sistema que proponen los NRx.
Este sistema exige una regresión a las formas sociales antiguas, las cuales se basarían en una gran monarquía autoritaria que, de ahora en adelante, sería ejercida por un CEO de Silicon Valley. Aunque, por otra parte, también se contempla un “régimen neocameral” en el que cada representante tenga voz según las acciones que posee de unas empresas determinadas, y estas empresas serían las que, al fin y al cabo, dominarían el ámbito de la vida política y social.
Aparte de las tesis relacionadas con la monarquía de un CEO y la representatividad de los accionistas, debe reconocerse que las propuestas de este sistema social no están demasiado desarrolladas. Por el contrario, el pensamiento neorreaccionario sobre el mundo realmente existente sí está más desarrollado. Los NRx piensan que todas las personas son desiguales de nacimiento, por lo que va en contra de la naturaleza humana intentar igualarlas a todas. Lo mejor es que cada persona destaque sobre las demás en un salvaje darwinismo social. Piensan que aquellos individuos con un cociente intelectual mayor serán los que dominen el mundo, una tesis bajo la cual subyace la creencia transhumanista de que los más aptos podrán, a su vez, seguir mejorándose a sí mismos para destacar aún más por encima de los demás.
Las cabezas más visibles de este movimiento teórico son el mencionado Peter Thiel y el filósofo Hans Hermann-Hoppe.
Peter Thiel fue uno de los primeros inversores de Facebook que fundó PayPal junto con Elon Musk, otro libertario convencido y el más rico del mundo, comprador de Twitter
Peter Thiel es además el mentor de Mark Zuckerberg y también ha creado Palantir, la herramienta de espionaje más poderosa del mundo, implicada en el escándalo internacional de Cambridge Analytica, que utilizaba listas de datos personales (como la de Facebook) para influenciar decisiones de votantes o consumidores, Peter Thiel publicó en 2014, De Cero a Uno: Cómo inventar el futuro. En el libro Thiel muestra los principios que él utiliza para crear o invertir en Startups o empresas de nueva creación. A diferencia de una empresa corriente, Thiel afirma que las Startups tienen que ser capaces de de convertirse en monopolios.
Thiel o Yarvin no creen en la democracia ni en el libre mercado, como lo indica el ensayo de Nick Land The Dark Enlightenment (La Ilustración Oscura), que observó cómo los pensadores libertarios en una discusión en 2009 expresaron su escepticismo sobre la compatibilidad de la libertad y la democracia (aunque Peter Thiel ha vendido sus acciones en Facebook para financiar a 16 candidatos al congreso y el senado que rechazan la legitimidad de las últimas elecciones).
Los súper neoreaccionarios imaginan un futuro marciano, futurista, sólo para ricos. Un futuro donde los ricos están viviendo en esferas flotantes que son como Dubai, un Dubai estratosférico que propone Jeff Bezos, o en el que están picando piedra en Marte como propone Elon Musk
Curtis Guy Yarvin sostiene que la democracia estadounidense es un experimento fallido y que debería ser sustituida por una monarquía o un gobierno corporativo.
El sistema preferido de Yarvin, es el llamado neocameralismo (por el viejo sistema prusiano de Federico Guillermo I), en el cual una empresa -según él- pueda ser propietaria del país, que esté estructurada como una sociedad anónima dividida en acciones y dirigida por un Director Ejecutivo para maximizar el beneficio. Por ejemplo, Peter Thiel y Patri Friedman (nieto del viejo liberal Milton, capitalista resucitador del monetarismo ) han respaldado al anarcocapitalista Seasteading Institute, como una forma de construir feudos en alta mar libres de leyes y regulaciones externas.
Algunos futuristas neoreaccionarios se centran más en el uso de la tecnología para derrotar al Estado, por ejemplo, a través del aceleracionismo transhumanista en el que los pocos elegidos supuestamente se liberarían de los lazos del Estado al evolucionar hacia híbridos superinteligentes humano-computadora como inventa la ciencia ficción. Un defensor de tales ideas es Michael Anissimov, defensor de la eugenesia, quien ha abanderado la singularidad supremacista blanca, rechazando la idea de que todos los humanos son creados iguales. Anissimov cree que ya existen disparidades en la inteligencia entre las “razas” existentes y que las tecnologías transhumanas crearán más disparidades en el poder. Afirma que los sistemas aristocráticos son más estables financieramente y menos despilfarradores que los sistemas democráticos.
Peter Thiel, además de ser el personaje más importante en todas las ideologías reaccionarias de Silicon Valley, es el punto de unión entre ellas. Podemos caracterizarlo como un aceleracionista que apoya monetariamente a candidatos trumpistas para que la república estadounidense caiga. Piensa que únicamente con el desmoronamiento de la República la gente pedirá que se les subyugue bajo una o diferentes monarquías NRx. Un dato que no se puede dejar pasar es que su empresa, Palantir Technologies, es la mayor contratista del Pentágono.
Mientras tanto, Hermann-Hoppe, quien sigue bebiendo de su pasado libertario de derechas, puede considerarse más pacífico. De hecho, piensa que se puede llegar al sistema propuesto por los NRx mediante el separatismo; y esa es la razón por la que apoya proyectos como los del Seasteading Institute, una organización que pretende reunir a millonarios del mundo para posibilitar una nueva sociedad ubicada en plataformas flotantes en medio del océano (estas plataformas flotantes albergarían ciudades que, al encontrarse en aguas internacionales, podrían disponer de sus propias leyes). Dejemos que se defina él mismo:
"Desde mediados de los 1960 hasta principios de los 1970, durante mis últimos años de colegio y los inicios de mis estudios universitarios, cuando surgió y creció mi curiosidad intelectual, los EEUU había vivido el llamado movimiento por los derechos civiles, amplias manifestaciones contra la guerra de Vietnam, protestas estudiantiles masivas en demanda de «libertad de expresión» y algunos espectaculares disturbios «raciales» y «antisistema». Las ideas y motivaciones subyacentes a estos acontecimientos atravesaron rápidamente el Atlántico y se arraigaron en Alemania Occidental y muchos otros países europeos. Como joven lleno de vigor y bendecido con una «educación» americana, yo, al igual que innumerables otros de mi generación, más tarde etiquetada como la generación del 68 y pico, me convertí a las causas izquierdistas de moda. Sin embargo, para alegría de mis padres, mi fase izquierdista no duró mucho. Primero me encontré con Milton Friedman, entonces mencionado ocasionalmente en la prensa alemana como el principal homólogo de Samuelson en los EEUU, y me convertí en un libremercadista vagamente definido. De Friedman pasé a Friedrich A. Hayek, que reforzó aún más mis nuevas convicciones y que me impresionó sobre todo por sus amplios conocimientos interdisciplinarios, ausentes en gran medida en Friedman. Luego, a través de Hayek, por medio de varias notas a pie de página, descubrí a su propio mentor, Ludwig von Mises, a quien, en mi opinión, había que situar en una liga intelectual propia y a través de cuya obra me convertí en un defensor radical e intransigente del capitalismo de libre mercado (.....) Rothbard presentaba el caso completo de una sociedad sin Estado, de anarquismo de libre mercado, o «anarcocapitalismo». Los impuestos se explicaban como un robo y el Estado como una banda criminal, una red de protección o una mafia en toda regla. Y el Estado fue desenmascarado no sólo como una perversión moral, sino también como una monstruosidad económica que sólo genera despilfarro. Al leer el libro me convertí en anarquista, o como más tarde preferí caracterizar mi posición intelectual, en partidario de una sociedad de ley privada pura. A mi juicio, con su obra Rothbard había llevado el edificio intelectual heredado de su propio mentor Mises a su culminación definitiva. Y, a mis ojos personales, también había redimido finalmente a América."
Ahora bien, dejando atrás los neorreaccionarios, las dos ideologías qué más están triunfando en Silicon Valley en estos años son el “Largoplacismo” (Long-Termism en inglés) y el movimiento pronatalidad, siendo que ambas posturas se interrelacionan. Aquello relevante de estos dos movimientos, que ya han sido considerados por algunos expertos como sectas propias de Silicon Valley, es que sí se cubren con un halo democrático: a diferencia del elitismo de los neorreacionarios, animan a todas las personas capaces a incluirse en ellos. Elon Musk, si bien ha coqueteado varias veces con el movimiento NRx (y, de hecho, uno de sus antiguos amigos es Peter Thiel), actualmente es seguidor del Largoplacismo, y ejerce los preceptos del movimiento pronatalidad teniendo 10 hijos con varias mujeres.
Elon Musk, y Peter Thiel han invertido dinero en la creación de una empresa, Genomic Prediction, que actualmente sirve para seleccionar “los embriones más perfectos genéticamente”, y así poder tener a “los mejores hijos”. Pero su objetivo final es el de poder trabajar con el genoma humano a un nivel en el que pueda crear a “superhombres” genéticamente perfectos. Actualmente hay bastantes ingenieros ricos de Silicon Valley practicando este “pronatalismo” bajo estos preceptos.
Por último, el Largoplacismo, que prioriza el futuro de la humanidad a la humanidad actual, es la inclinación ideológica que resumiría a la perfección la pulsión autoritaria de muchos de las personas inmensamente ricas de Silicon Valley. Puesto que, a criterio de sus adeptos, el colapso o apocalipsis de la humanidad es una posibilidad fehaciente, se centran en neutralizar las potenciales consecuencias calamitosas de los riegos actuales. Y aquí es donde debemos hablar del Altruismo Efectivo, que sería la postura pretendidamente ética por medio de la cual resultan legitimados los planes “largoplacistas” con que neutralizar las amenazas que supuestamente acecharían a la humanidad.
Este Altruismo Efectivo, que goza de predicamento entre los gurús de Silicon Valley, consiste en lo siguiente: el individuo (y no la sociedad política) es el agente que decide dónde dar el dinero y para qué, de modo que se es “altruista” porque se dona dinero, y a la vez se es “efectivo” porque el dinero va solamente a donde el donante quiere que vaya. Se trata de una fantasía autoritaria por la cual las soluciones que deben salvar a la humanidad dependen de la decisión de aquellos individuos que tienen la capacidad de aportar grandes sumas de dinero.
Como es obvio, un planteamiento sectario como el del Altruismo Efectivo supone, principalmente, una profunda desconfianza con respecto al buen hacer de los Estados. De ahí que los partidarios de estos planteamientos no quieran pagar impuestos, pues consideran que no son “efectivos” para los propósitos que ellos consideran necesarios. Recordemos que su “altruismo” es selectivo. Por ejemplo, si únicamente quieren que se elimine la malaria, o tal o cual otra enfermedad, carece de sentido contribuir a sostener un sistema sanitario en su integridad. Se trata de un planteamiento en cuya médula se encuentra un profundo antialtruismo.
El Largoplacismo es una ideología que se crea en Oxford, pero que tiene su verdadera explosión cuando llega a Silicon Valley y es recogida por personas con muchísimo dinero. Los largoplacistas operan conceptualmente dándole valor a las personas según su futuro desarrollo, lo que significa que las personas con mejor calidad de vida tienen un valor superior a las que tienen una menor calidad de vida, pues estas últimas no podrían criar a los hijos de la futura humanidad en las mismas condiciones que las primeras. Y ello funciona a través de dilemas éticos que se pretenden resolver pragmáticamente: si hay dos núcleos de población, uno rico y otro pobre, y hay que destruir a uno, la población sacrificada sería, obviamente, la pobre.
De igual manera, los largoplacistas cuentan con modelos predictivos de supuesta fundamentación matemática, aunque de dudosa efectividad, en virtud de los cuales sería posible predecir las amenazas letales que le aguardan a la humanidad. Así pues, según sus modelos, es mayor la posibilidad de que la humanidad sea destruida por una Inteligencia Artificial o por una pandemia diseñada que, por el contrario, a causa del cambio climático o de una guerra nuclear. Ante lo cual, ¿en qué se debería invertir dinero? ¿En revertir el cambio climático o en investigar las inteligencias artificiales? Efectivamente, en las inteligencias artificiales. De hecho, Elon Musk (CEO de Tesla y de Twitter) y Jaan Talliinn (CEO de Skype) han creado una fundación con un presupuesto multimillonario que se dedica únicamente a investigar la forma de evitar que la Inteligencia Artificial nos destruya.
Todas estas ideologías, que a nosotros seguramente nos parecen un tanto bizarras y absurdas, no serían peligrosas si no fuese porque quienes las hacen suyas son personas con muchísimo poder económico y, por lo tanto, muy influyentes políticamente y tienen el dinero y el poder suficiente para destruir Estados enteros solo para experimentar la viabilidad de sus planteamientos, como si el mundo fuese su casa de muñecas.
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