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Estados Unidos, el jugador tramposo

Cuando la guerra llega a un país no distingue entre inocentes y malvados. Entre personas decentes y codiciosos. Las bombas inteligentes pueden reconocer sus objetivos, pero no son capaces de distinguir entre un nazi fanático en Ucrania y un ciudadano cuyo partido ha sido ilegalizado y sus derechos laborales anulados y se resiste a Zelensky sabiendo que resistirse a Zelensky es estar condeando a muerte.

 Las  bombas no saben si eres un niño que vuelve de la escuela o un soldado cargado de odio y de cruces gamadas. No eligen caer sobre los burócratas y oligarcas ucranianos que desde sus cómodas oficinas se enriquecen más y más vendiendo  y revendiendo armas  y embolsándose los euros y dólares que les llueven del bueno de Occidente, que se presenta en la guerra casi como una organización de beneficencia. 

  El hecho de destapar las miserias de la guerra de Ucrania, la responsabilidad aplastante de su gobierno vendido a Estados Unidos desde 2004, no implica que se analice la guerra como un encuentro entre el  bien y el mal, ni como un ejército de salvación ruso que pretende salvar los pueblos maltratados por el perverso fascismo ucraniano. Las guerras tienen como principal causa la economía controlada por poderosos que pueden dedicar millones y millones en industrias armamentísticas. Los cambios sociales para beneficiar al pueblo no vienen de las guerras, sino de las revoluciones. 

 Pero es nuestro deber y nuestro derecho analizar y conocer las causas que lleva a unas y a otras. Aunque la narrativa de esta guerra haya convertido en sinónimos los términos análisis y justificación, vamos a seguir tratando de ver lo que pasa y lo que se juega aquí.

  En Occidente nos pretenden vender Ucrania como un viejo western americano donde humildes y cristianas gentes son atacadas contínuamente por salvajes emplumados y pintarrajeados. 

  El objeto es conquistar voluntades y asegurarse de que no habrá ninguna resistencia cuando los alimentos suban, las calefacciones fallen y los hospitales y escuelas cierren. 

 Para ello hay que tocar las vísceras una vez vencido el cerebro. Hay que convertir a Putin en un monstruo a los ojos de los europeos que deben renunciar a servicios públicos de calidad  y aceptar el empleo del presupuesto en armas para Ucrania y material para  antidisturbios.

Fue Rusia quien metió sus tanques en un país soberano, dicho así no hay discusión posible, pero la Historia no se estudia asi.  Rusia cayó en la trampa que le tendieron en Minsk, una trampa que era un laberinto en el que se tenía que entrar de un modo u otro. Esa guerra iba a producirse quisiera Rusia o no. O con tanques rusos cruzando la frontera ucraniana o con tanques de la OTAN bajo bandera ucraniana  entrando en el Donbass y en Crimea.

 Los tanques rusos fueron solo la clara advertencia de que Rusia no es Yugoslavia y que no va a aceptar descomponerse en un mosaico de pequeñas repúblicas controladas por Estados Unidos y sus socios otanistas.

  Esta guerra se pudo evitar. Y solo hay un responsable de que no se evitara. El jugador tramposo. El país que lleva masacrando pueblos inocentes desde su creación y que ha hecho del juego sucio su señal de identidad: Estados Unidos.

 Desde las grandes oficinas de los empresarios estadounidenses se felicitan por los números de la guerra. Los sanguinarios dueños del mundo mueven los titulares de la prensa, las armas del Pentágono y los políticos del Congreso a los que han pagados sus caras campañas electorales, para aprovechar el caos que ha provocado la carencia de gas ruso en esa Europa que estaba haciendo buenos tratos económicos con Rusia y para quedarse con Ucrania que significa dar un buen mordisco a esa Europa que no pudieron comprar con su Plan Marshall y que se les ha resistido durante casi todo el siglo XX.

Hay mapas extendidos sobre las mesas de las lujosas oficinas de Wall Street y ojos codiciosos que dividen Rusia en pequeños feudos yankees a los que se les puede saquear el petróleo, el gas y todos sus recursos naturales, además de explotar a sus gentes convirtiéndolas en esclavos sin leyes laborales, como muestra el modelo de Zelensky en Ucrania

 Para convertir a Rusia en un campo de escombros Ucrania ha sido y es la puerta perfecta. Esta guerra que ha iniciado formalmente Rusia, lleva preparándose durante años en esos despachos de millonarios americanos. 

 No solo con el control político de Ucrania, en la que vieron la candidata perfecta para sus planes de desmembración de Rusia, como lo vieron en Eslovenia y Croacia,  en sus planes de acabar con Yugoslavia ( un repaso ligero a la ira en su historia y una llamada a la codicia), sino con la preparación, formación y entrenamiento del ejército ucraniano bajo la directriz del Pentágono y la OTAN que al fin y al cabo son las caras de una misma móneda.

  Ejércitos preparados para la guerra y una propaganda de guerra que ha convertido los medios de comunicación occidentales en una única voz donde hay  un solo chivo expiatorio, Putin, identificado con el mal, convertido no solo en el Hitler, sino también en el Stalin ( jugando el juego de poner al mismo nivel a ambos desde un uso de la analogía absolutamente perverso) frente al bien que es el Occidente solidario con el pueblo agredido. En este relato de la guerra se silencia el conflicto del Donbass y la el golpe de estado de  2014.

 La narrativa de que le Europa defensora de las libertades debía ayudar a la desvalida Ucrania frente al gigante ruso conllevada el ocultamiento del componente nazi de la Ucrania salida de la junta golpista de 2014. 

 Desde que se puso sobre el tapete verde de los tahures del Pentágono el mapa de Ucrania y Rusia, los señores de la guerra tuvieron presente que Ucrania no podía resistir una guerra contra Rusia, pero que Ucrania era solo una máscara para el conflicto, y que quien realmente iba a luchar allí eran los treinta paises de la OTAN diritidos por el Pentágono contra Rusia. Ucrania solo tenía que poner los soldados y los muertos.

  Desde 2014 llevaban entrenando el ejército ucraniano para el ataque al Donbass y a Crimea La entrada de los tanques rusos en Ucrania  les pilló desprevenidos. Putin se les adelantó por lo que había que usar este "inconveniente inicial" como una ventaja, lanzando a rodar toda la manquinaria de la guerra mediática contra el dirigente ruso.

  Dos meses antes del inicio de la operación especial rusa el jefe del Cyber National Mission Force del Pentágono no dudaba en publicar que había enviado un "equipo de caza" de actividad maliciosa en Ucrania porque seguían apoyando a Ucrania en el esfuerzo de pescar en sus "redes críticas" 

  Estados Unidos ya tenía preparado el asalto. Todo estaba preparado para el día de la entrada de Rusia en Ucrania. Días antes la prensa se lanzó a una campaña demoledora contra Putin que "iba a entrar en Ucrania" y el primer día las redes del Pentágono enviaron miles y miles de mensajes cada hora, según un grupo de investigadores australiano de la facultad de Matemáticas de la Universidad de Adelaida, el ejército de bots (bots es un programa informático que realiza tareas automatizadas específicas y, generalmente, repetitivas en una red) creado por Estados Unidos había enviado por las redes sociales a todo el mundo millones de tuits sobre la guerra de Ucrania, mintiendo y desinformando deliberadamente.

 Centenares de miles de cuentas falsas participaban en el abrumador despliegue, enviando de forma automática decenas de miles de mensajes cada hora; y millones de menciones con la etiqueta #IStandWithUkraine. Los mensajes eran siempre contra Rusia, y el operativo fue convenientemente ignorado por los grandes medios de comunicación occidentales. Uno de los investigadores australianos, Joshua Watt, hizo notar la eficacia de la campaña: la desinformación llega directamente a los teléfonos de los ciudadanos.

 Washington y Bruselas hacía muchos años que preparaban la guerra. Y a pesar de la cantidad de periodistas, investigadores, historiadores, profesionales y amateur, y ciudadanos concienciados, el cuento del Putin Malo contra el Zelensky Bueno iniciado desde el mismo día de la guerra con un auténtico bombardeo mediático, ha calado tanto en la opinión pública que ha convertido a gran parte de ella en repetidora de discursos maniqueistas, de tal modo que ya los instigadores de la guerra se permiten declarar su participación en este juego sucio sin que esto influya para nada en el discurso Ucrania buena, débil, invadida por el oso feroz.

Merkel y Hollande contaron que firmaran Minsk para engañar a Putin y dar tiempo para militarizar Ucrania,antes del gran ataque programado por el Pentágonoa al Donbass y a Crimea que ellos llamaban "la guerra inevitable contra Rusia" Era 2014 cuando los jefes de Occidente habían planeado el fin de Rusia mediante la guerra.
 Los jugadores tramposos no tuvieron ningún tipo de pudor en declarar su juego sucio, y no lo tuvieron porque ya estaba todo atado y bien atado. Engañar a Putin en la opinión pública era ya un heroismo de jugador fullero pero simpático.
 Putin se creyó a Merkel en su deseo de entrar a formar parte de esa Europa de los grandes. Como Catalina la grande cometió el error de ponerse peluca empolvada y bailar un minué con los bien educados herederos del Sacro Imperio que nunca dejaron de considerar a su pueblo un grupo de salvajes que comían con las manos. Cuando se dio cuenta de que había sigo engañado denunció el engaño pero entonces ya era un paria internacional, un aspirante a dictadorcillo menor, un ridículo cabalgador de osos.
El ataque de Poroshenko al Donbass no se habría producido nunca sin garantías de los yankees y los luteranos. La población civil ucraniana es solo necesaria para la propaganda, y los muertos se usan como armas de guerra, no dudando en organizar escenarios de masacres o manipular la información para esta guerra sucia y tramposa de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. 
 Rusia está sentada en la mesa de jugadores del Mississipi con las cartas sobre la mesa frente a un grupo de tahures que guardan cartas en todas sus mangas y bolsillos y se guiñan unos a otros.

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