Muchos de nosotros hemos oídos hablar de Lucy, la pequeña australopithecus que dejó la vida arborícola para lanzarse a las grandes llanuras africanas, caminando a dos pies. No fue Lucy nuestro eslabón perdido, y probablemente sea solo un pariente lejano de una rama extinta, pero es poético imaginar a ese pequeño homínido dejando atrás a sus viejos amigos los gorilas y los chimpancés y adentrándose en el proceso de hominización
Hace más de tres millones de años que murió. Era un australopithecus afarensis y era de la aldea de Hadar, que entonces no era aldea, ni tenia nombre, en el país de Afar, una de las regiones étnicas en que se divide Etiopia.
Murió al caer de un árbol a la edad de doce años pero sus restos se conservaron los suficientemente bien para contarnos que hay una relación entre el desarrollo cerebral y la postura erguida.
Lucy no era humana, pero el humano más antiguo, era etiope también y tiene unos dos millones ochocientos mil años. El Homo habilis que vivió un millón de años más tarde en Tanzania, era probablemente descendiente directo de aquellos primeros humanos de las praderas etíopes.
La fractura del Rift Valley que recorre África Oriental de Norte a Sur . Hace aproximadamente 30 millones de años empezó a surgir la gran falla y elevación del Rift, una enorme fractura geológica de casi 5.000 km que dividió África en África tropical y ecuatorial.” , La principal consecuencia de este fenómeno fue la diferenciación de climas entre cada región, mientras en África tropical se mantuvieron condiciones húmedas con abundante vegetación y primates arborícolas; en África ecuatorial hubo una escases de nubes y lluvias a causa de las montañas, esto ocasionó que clima tropical que antes imperaba en la región fuera cada vez más seco, la vegetación empezara a escasear y por ende los recursos alimenticos; los simios arborícolas (sin cola y con brazos largos) de esta región se vieron obligados a descender de los árboles para buscar alimentos a nivel del suelo, el desplazamiento en sobre las piernas les ayudaba a tener una mejor movilidad y tener una visión más amplia del entorno.
Y si el primer humano fue etiope, también lo fue una de las primeras civilizaciones de África y del mundo.
Los primeros datos concernientes a la actual Etiopía proceden de mercaderes egipcios que la visitaron desde el año 3000 a. C., quienes dan a esta tierra, al sur de Nubia y de Kush, los nombres de Punt y Yam. Eran la "tierra de los dioses", donde los egipcios se proveían de perfumes tales como incienso y mirra, así como de ébano, marfil y esclavos.
La expedición de la que existen más datos es la organizada por la reina Hatshepsut, en el siglo xv a. C., para obtener mirra.
Put, era el país el hogar de la diosa Hathor y la morada de Ra en la tierra. Era el país de los perfumes donde crecía el árbol del incienso. Ese país, que los egipcios conocían como ta-netcher, “la tierra del dios”, un lugar de riquezas sin igual, es hoy una de las zonas más pobres del planeta.
Varios faraones habían organizado expediciones antes de Hatshesup buscando el oro, ébano y perfumes. Eran viajes importantes, destinados no sólo a importar aquellos productos vitales para los rituales egipcios, sino también para mantener las relaciones con este país. La expedición de Menunhotep III debió ser digna de ver: tres mil hombres al mando del canciller Henu.
Hatshepsut, la mujer que más tiempo se ciñó la doble corona del faraón. Una de las acciones que llevó a cabo para ello fue la mayor expedición al país de Punt que se recordaba en siglos Fue una expedición organizada por todo lo alto, por mar y por tierra, con el objeto de importar árboles de incienso, mirra, oro y maderas preciosas como el ébano, muy apreciadas en Egipto donde prácticamente no crece otra madera aparte de palmeras, que no son un verdadero árbol sino una hierba grande y tienen una madera de pésima calidad
Por mar, cinco barcos de veinticuatro metros de eslora y seis de manga, tripulados por más de doscientos hombres. Y, a bordo, regalos para los gobernantes locales de Punt, entre los que destacaba una enorme estatua tallada en un único bloque de granito rosa representando a la reina Hapshetsut y al dios Amón, juntos. La expedición fue un gran éxito y los barcos emprendieron el viaje de retorno cargados con más de treinta árboles vivos, extraídos de raíz, montones de resina de mirra, ébano, marfil, “oro verde” (malaquita), incienso, pieles de animales, babuinos, perros…
Por supuesto, a un éxito así había que darle la merecida publicidad, y se hizo en la mayor obra del reinado de Hatshepsut, el templo de Dyeser Dyeseru en Deir el-Bahari, el más monumental del valle y único en su género en Egipto. Los árboles vivos se plantaron a la entrada de este templo y del de Amón, en Karnak, y en sus paredes podemos encontrar grabados que cuentan la expedición y representan animales de este país desconocidos en Egipto. Fue, sin duda, el momento álgido del reinado de Hatshepsut
La expedición de Hapshetsut también nos ha legado una descripción de los gobernantes del país de Punt, de sus habitantes y de su modo de vida.
La reina Ity era obesa, y el rey Parehu tenía barba y llevaba un casquete en la cabeza y anillos en la pierna. La piel de sus gentes era más oscura que la de los egipcios, algunos con tono cobrizo y otros negros, como los nubios, y vestían faldellín (falda corta) al igual que los egipcios. Construían cabañas redondas con troncos enlucidas con barro y tejados cónicos hechos con paja.
Aún hoy no está claro dónde estaba exactamente Punt, y quizá nunca lo sepamos, porque los faraones se ocuparon de guardar el secreto del lugar exacto origen de tantas riquezas. Lo que sí es seguro, en base a las descripciones de plantas y animales que nos han llegado gracias a la expedición de Hatshepsut, es que estaba en algún lugar cercano a la costa del mar Rojo o del golfo de Adén, en la región ocupada por Sudán, Somalia, Eritrea, Etiopía y Djibuti.
Las siguientes noticias sobre Etiopía proceden del Antiguo Testamento. El Reino de Saba, mencionado es en ocasiones identificado como Etiopía, pero es más frecuente la opinión de que estaba situado en Yemen, como afirma la tradición árabe.
Según otras teorías, sería un estado a caballo entre ambos territorios. Según la historia contada en el libro sagrado Kebra Nagast, Menelik I, hijo del rey Salomón y de la reina de Saba fue el fundador del Imperio Etíope.
El primer reino histórico en suelo etiope conocido ( el de la reina de Saba está todavía en la leyenda) es el de Axum
El reino aksumita gobernó gran parte del norte del Cuerno de África en el primer milenio d.C., extendiéndose desde Etiopía hasta Arabia, y fue un importante estado contemporáneo del Imperio Romano.
Al igual que su vecino mediterráneo, el líder aksumita –el rey Ezana– se convirtió al cristianismo en el siglo IV d.C.
Aksum fue la capital de una sofisticada cultura del norte de Etiopía con su propia escritura y moneda, y con una red de centros comerciales urbanos conectados con las tierras altas del interior y de la costa del Mar Rojo, manteniendo además contactos culturales y comerciales con el río Nilo, el mundo romano y a través del sur de Arabia, con Asia.
En este espacio se constituye una de las más importantes y antiguas civilizaciones del pasado, el ancestral reino etíope de Aksum. Sin embargo ha sido un gran desconocido hasta muy recientemente. . Ha sido un lugar de leyendas, relacionado con el arca de la alianza, Salomón o la reina de Saba, vistos a través del relato del rey serpiente Arwe o Waynaba, el cual pedía una mujer joven cada año en un ámbito que recuerda mucho al del héroe fundador de mitologías griegas y romanas,
Otros autores han especulado si Tigray y las fronteras etíopes y sudanesas fueron para los antiguos egipcios la legendaria tierra de los dioses, Put.
Existen muchos detalles sobre la historia político y militar de Aksum que han sido preservados en fuentes documentales antiguas. Algunos geógrafos e historiadores griegos y romanos, así como viajeros, mercaderes, eclesiásticos y embajadores nos acercan a la realidad de este país a través de sus escritos.
Sin ir más lejos, Plinio el Joven en su Historia Naturalis menciona a Aksum. También se hace lo propio en el Periplo del Mar Eritreo, un documento fechado alrededor del siglo I a.C. que, en breves páginas, describe una ruta comercial desde los puertos egipcios del Mar Rojo hasta la India.
Por su parte, el geógrafo griego Ptolomeo describe Aksum a mitad del siglo II como un próspero centro de intercambio. Maní, el líder religioso persa fundador de la religión maniqueísta que vivió durante el siglo III d.C. habló de los cuatro reinos más importantes del mundo: Persia, Roma, Sileos
(posiblemente China) y Aksum. Incluso el emperador Constantino II escribió una carta a Ezana, rey de Aksum en torno al 356 d.C. También hay menciones más tardías en los inicios del mundo musulmán, ya que fue en Aksum donde se dio asilo a los seguidores del profeta Mahoma
Por otro lado, podríamos decir que durante la Edad Media hubo un “redescubrimiento” de Aksum en tanto que había transcurrido casi un milenio desde el fin del reino. En este sentido, hay menciones respecto a esta realizada por mercaderes venecianos a finales del siglo XIV, aunque fueron los portugueses quienes tuvieron el primer contacto real.
Una de estas fuentes es Giovanni da Carigano que obtuvo la información de un embajador etíope que se detuvo en Génova durante 1306. A partir de este momento las menciones son continuas: Antonio Bartoli de Florencia y Pietro Rombulo que llegaron a Etiopía entre el final del XIV y comienzos del XV; Poggio
Bracciolini y su primera descripción más o menos creíble de Etiopía impresa en Europa en 1492; o el propio Alfonso V de Aragón que llegó a cartearse con el monarca etíope de ese momento, Ya´Qob. Durante el XV y el XVI las relaciones con Portugal fueron constantes, arribando monjes, embajadores, soldados y comerciantes, en el marco de los ataques que sufrió el reino etíope a manos de los musulmanes.
Durante los siglos XVII y XVIII se publicaron obras como la Historia de Etiopia (1622) de Manuel de Almeyda donde se citan las estelas tanto erigidas como destruidas, o las descripciones del escocés James Bruce que publicó Travels to Discover the Source of the Nile (1769), en el que dedica algunas páginas a las antigüedades de Aksum, mencionando unos cuarenta obeliscos
Aunque tenemos estas menciones medievales y las ya evocadas descripciones de los exploradores ingleses y portugueses de entre el siglo XV y el XVIII, el descubrimiento arqueológico de Aksum no llegaría al territorio etíope hasta la publicación de Viaje a Abisinia de Henry Salt en 1814, en la que logró traducir las inscripciones trilingües de la Piedra de Ezana (narra la conversión al cristianismo de dicho rey), lo cual supuso el inicio del uso de técnicas históricas sobre
material arqueológico en este contexto. Sin embargo, no fue hasta 1868 cuando se ejecutó la primera excavación deliberadamente planeada en Magdala por el agente del Museo Británico R. R. Holmes, el cual acompañaba a una expedición militar británica.
El comienzo de la arqueología en Etiopía supuso un potencial incremento de la información sobre el modo de vida aksumita, aportando detalles centrados sobre todos en la urbanización, la agricultura y tecnología, los cuales eran desconocidos desde las fuentes escritas. En este sentido, podemos destacar la Expedición Alemana de Aksum, llevada por Enno Littmann en 1906, que se encargó de explorar distintos yacimientos y prospectar la región entera, y cuya publicación de cuatro volúmenes aportó numerosas inscripciones traducidas, planos, fotografías, descripciones y las primeras especulaciones sobre la cronología material.
Así todo, esta misión alemana fue luego superada por las posteriores expediciones llevadas a cabo por equipos italianos, franceses, británicos y americanos, así como por parte del Departamento de Antigüedades de Etiopía, quien lleva actualmente las publicaciones. Como resultado, se han obtenido numerosas estructuras y material doméstico en el norte de Etiopía de fecha coincidente con la época aksumita, aunque existen algunos debates en torno a la adscripción cultural de algunos elementos.
Entre las misiones europeas llevadas a cabo en este ámbito, fueron bastante remarcables las excavaciones llevadas a cabo en los años 70 por el doctor Neville Chittick y el Instituto Británico del África Oriental, las cuales fueron las primeras en usar técnicas de arqueología científica en Aksum.
De manera reciente, podemos destacar algunos estudios relativamente recientes centrados en la gestión de recursos hídricos en la formación estatal,utilizando novedosos estudios geoarqueológicos y paleoambientales.
No obstante, el estudio arqueológico del reino se encuentra aún en una etapa primaria, si bien los
resultados son bastante interesantes y ponen a Aksum entre las grandes civilizaciones de la Antigüedad tardía.
Durante el segundo milenio antes de Cristo y como resultado de una progresiva introducción de esta región en el circuito de intercambio entre el mundo mediterráneo y el Océano Índico, una serie de culturas sedentarias emergieron en el norte de Etiopia y Eritrea. Lo que se ha considerado desde la arqueología como una suerte de entidad pre-estatal surgió en la región entre el 700 y el 600 a.C. hasta que fue entrando en declive hacia el 400 a.C., momento en el que emergió un proto-estado político aksumita con influencia de los inmigrantes de Sabea en Arabia, con fechas comprendidas entre el 400
y el 150 a.C., momento en que se inicia el desarrollo del nuevo estado que fue llamado como Reino de Aksum (150 a.C. - 700 d.C.).
Éste se extendió en torno a la actual Eritrea, norte de Etiopía, Yemen, norte de Sudán y parte del sur de Arabia Saudí en su período de máximo esplendor.
Alrededor del siglo III de nuestra era, se produce la cristianización de los dioses aksumitas a la vez que el Estado empieza a dominar algunos estados de la Península Arábiga a través del pago de impuestos. No obstante, en el 350 d.C. Aksum fue conquistada por el Reino de Kush durante breve tiempo.
Posteriormente, y a pesar de los intentos desde el mundo romano de una revisión de la doctrina en Aksum, después del Concilio de Calcedonia del 451 el cristianismo se dividió debido a la interpretación de la naturaleza de Cristo, quedando Aksum incluido en el grupo que conocemos como monofisitas.
En torno al siglo VI d.C., movimientos geopolíticos como la independencia de Yemen y las conquistas de Persia sobre Siria y Egipto incidieron negativamente en Aksum.
Finalmente, hacia el siglo VII el reino entró en claro declive por el aumento del poder de los estados islámicos en el Mar Rojo, por el cambio climático y de las corrientes del Nilo, y por una serie de luchas tribales que llevaron a Reino de Aksum a una “Edad Oscura”, tras la cual se inició la dinastía Zagwe. De hecho, todo parece indicar que la capital del reino fue abandonada en el 630, aunque continuará siendo usada como centro religioso ocasional para dinastías posteriores.
El reino de Aksum se formó tras un proceso que comenzaría con el control sobre ciertos recursos locales y rutas comerciales interiores: la que llevaba al Valle del Nilo usando los ríos Marab y Takaze; luego una ruta más larga (unos 30 días de viaje según las fuentes1) que iba a los límites de Egipto en Elefantina; otra que llevaba hacia las costas de Somalia, mencionada como “la tierra del incienso llamada Barbaria”; y una última ruta de comercio del oro hacia el sur, cruzando las tierras de Agaw y Sasu, que tomaba unos 6 meses.
Así pues, no es de extrañar que esta encrucijada de caminos inserta en una región fértil estuviese ya poblada en período pre-aksumita. La cultura de estas poblaciones tempranas, según algunas investigaciones italianas desarrolladas en los 90, estaría influida por un lado por la cultura sabea al oeste y por otro lado por los pueblos sudaneses del sur, cuyos contactos se producirían a través de las rutas.
Aunque la formación del estado aksumita es casi desconocida, se han desarrollado dos interpretaciones sobre este proceso.
Para el primer modelo, dado que la ciudad de Aksum estaba situada en un buen punto para el comercio y la producción alimenticia, se pudo incrementar la prosperidad de la urbe y su consecuente aumento demográfico, lo cual facilitaría una expansión para asegurar nuevos recursos y un necesario incremento de la fuerza militar. En este contexto surgiría entonces un líder militar con la suficiente capacidad como para darle a Aksum el rol dominante en la región.
De la misma forma, se ha sugerido también que este líder tendría su base de apoyo en los concejos tribales de la zona como herencia de un sistema de jefaturas, y que a pesar de absorber cultural y políticamente a los grupos tribales vecinos dejaría a sus antiguos líderes como “virreyes”. De hecho, en las titulaturas de los reyes aparece una lista de regiones que constituían al reino, como por ejemplo Eritrea, Tigray, Aksum, Adwa, Hamasien, Keren y Wollo, por lo que seguramente los aksumitas formaron el concepto de Estado comprendiendo la cohesión de todas estas comunidades bajo un mismo líder, el negus de Aksum que representaba a la entidad política.
No obstante, también se observa que algunos pueblos, a pesar de estar en el área de influencia aksumita, permanecieron independiente y mantuvieron con el reino o relaciones de subordinación con el pago de impuesto, o bien simplemente relaciones comerciales, como fue el caso de Adulis en la costa. En última instancia, esta teoría puede resultar bastante plausible, aunque lo cierto es que se enmarca en unos momentos en los que la arqueología posee aún unos matices evolucionistas en tanto que considera el proceso de forma determinista y lineal, dándole una especial importancia al control de los recursos por parte de un líder militar para el surgimiento de un estado.
Por el contrario, en 1986 Joseph Michels propuso una nueva interpretación de la formación del estado aksumita basándose en los cambios en los patrones de asentamiento y el registro material, y diferenciando tres fases pre-aksumitas (700-150 a.C.), tres fases aksumitas (150 a.C.-800 d.C.) y una última fase post-aksumita (1000 d.C.).
Lo más llamativo de este modelo es que para Michels el primer cambio se produciría en torno a la segunda fase pre-aksumita gracias a los contactos de la población indígena con el sur de Arabia, cuyos habitantes crearon colonias para la explotación agrícola. A partir del 150 d.C., Michels sugiere el desarrollo de tres niveles de organización: en primer lugar jefaturas de pequeña escala en torno a comunidades de pueblos; seguidas por “reinos” que gobiernan en distritos de unos 150 km2; y en un tercer nivel estaría el propio reino de Aksum, que para el autor sería una confederación de reinos cuyo gobernador era un “Rey de reyes”.
Por último, se señala que en torno al 200 d.C. los reyes o nagashi de Aksum estuvieron implicados en conflictos bélicos con el sur de Arabia. Así pues, podemos denotar que esta interpretación se insertaría en el materialismo histórico en tanto que crea etapas históricas a través de los cambios en el registro material y los patrones de asentamiento.
La capital del reino,Aksum, daría el nombre a todo el reino, ya que la primera entidad política confederativa se expandió a partir de la ciudad.
Ésta creció en torno a las colinas amesetadas de Beta Giyorgis y Mai Qoho, y según fuentes como el Liber Axumae y la hagiografía de la iglesia de San Yared, la ciudad también se expandió alrededor de algunos cursos de agua estacionales que atravesaban este paraje, ya que el agua fue probablemente un importante elemento en el desarrollo de la ciudad. De hecho, muchos autores coinciden en que la etimología kushita-semítica de Aksum vendría a significar “el agua del jefe”, lo cual ha sido interpretado por Munro-Hay como una sugerencia de que el lugar pudo ser un importante sitio de suministro de agua que pronto se convertiría en el asentamiento de un importante jefe local.
En lo que refiere a la magnitud de la ciudad, en fuentes del siglo I d.C. como el Periplo griego del mar Eritreo se observa que era lo suficientemente prominente como para ser llamada “metrópolis”. No obstante, lo que más se conoce sobre la ciudad viene de las evidencias arqueológicas, si bien éstas se limitan a los edificios de las clases altas (construidos en piedra), ya que probablemente las estructuras más humildes fuesen construidas con materiales que no se han conservado (vegetales) o bien estuvieran situadas a las afueras, donde aún no se han realizado excavaciones sistemáticas.
El plano de Aksum era bastante simple, comenzando por una vía ceremonial este-norte, flanqueada por estelas de granito y estatuas de bronce, que iba del centro religioso (posiblemente un templo-catedral) hacia el cementerio real donde se enterraban los monarcas y sus cercanos.
A través de las prospecciones, se cree que al menos había una plaza abierta o mercado en torno al área central, el cual cumpliría una función importante en tanto que la ciudad de Aksum contaba con una posición ventajosa para el comercio entre el Nilo Azul y la costa del Mar Rojo
Por otro lado, el principal suburbio residencial, situado al oeste, contaba con grandes palacios que estaban flanqueados por cementerios más pequeños y casas más humildes. Las distintas excavaciones de estas casas nobiliarias han desvelado que compartían un plano simétrico más o menos similar: un pabellón central situado encima de un alto podio al que se accedía por amplias escaleras, a su vez rodeado por habitaciones adosadas más bajas y patios abiertos.
En último lugar, hay que destacar la arquitectura monumental aún conservada en Aksum, de la cual lo más conocido son las llamadas stelae, cuya magnitud puede variar de simples piedras erigidas para marcar las tumbas, a torres masivas esculpidas a modo de obelisco aún en pie, y que también marcan los
lugares en los que se sitúan las tumbas de los reyes aksumitas.
Además de la capital, una serie de comunidades urbanas florecieron de forma conjunta con Aksum, lo cual es un fenómeno interesante pero que aún está parcialmente documentado, ya que en casi todos los núcleos se repite el mismo problema de que las excavaciones sólo han cubierto las estructuras monumentales de las élites. A pesar de esta dificultad, sabemos que la mayoría de las urbes medianas eran comunidades probablemente asociadas con la explotación de los campos y recursos circundantes, como Matara, aunque también había núcleos que crecieron a partir del intercambio y el transporte como puertos y ciudades comerciales.
Entre estas urbes comerciales, destacó principalmente el próspero puerto de Adulis, situado en la costa del Mar Rojo. Tras la conquista aksumita de los centros tribales de esta área, se cree que la ciudad-puerto llegó a cubrir unos 20.000 m2 que alojaron elegantes edificios, iglesias y casas de varias habitaciones. De hecho, la importancia de dicho centro llegó a ser tal que en fuentes como el Periplo del mar Eritreo se diferencia identitariamente a los adulitas de los aksumitas.
En este Periplo también se habla de una ciudad al norte de Adulis, Sabath (también nombrada como Saue y Sabea), cuyas excavaciones han revelado que mantenía contactos con otras civilizaciones, aunque sus orígenes se desconocen. De la misma forma, el Periplo y otros autores como el geógrafo Ptolomeo mencionan al cercano núcleo de Koloë, cuya importancia deriva de su mercado de marfil y que contó con espléndidas mansiones, iglesias, tumbas, y excepcionalmente respecto al resto de las excavaciones, edificios domésticos en áreas más humildes.
Para evitar continuar con una larga lista descriptiva de centros urbanos, optaremos por hacer una referencia general de las características y similitudes de las ciudades y poblaciones adscritas al Reino de Aksum.
A pesar de las obvias diferencias regionales, la homogeneidad de la arquitectura y del registro material entre los centros urbanos nos indica la existencia de una “cultura aksumita”. En primer lugar, en la mayoría de urbes las grandes casas pudieron haber sido las residencias de los “virreyes” o gobernadores aksumitas, que normalmente contenían símbolos de autoridad como un tesoro como en el caso de la residencia principal de Matara. Estas mansiones con dependencias se pueden también encontrar en los entornos rurales a modo de “villa” de los jefes locales. En lo que refiere al patrón de asentamiento territorial, la mayoría de ciudades y pueblos se situaban cerca de las rutas de comercio y suministro, aunque se asociaban también a asentamientos agrícolas y de explotación local.Así pues, hemos visto que Aksum desarrolló una civilización cuya influenciallegó entre los siglos IV y V d.C. a las regiones al sur del Imperio Romano, al oeste con los límites del Sáhara y más allá del Mar Rojo llegando al desierto de Arabia. Para sustentar una entidad de tal tamaño se requirió un sistema político e ideológico centralizado para poder aglutinar a tal cantidad de diversas sociedades, por lo que es ciertamente conveniente abordar las características de dicho sistema.
La monarquía
En tanto que reino, Aksum fue claramente una monarquía en la que a través dela evidencia arqueológica como monedas, estelas y obeliscos, vemos que los reyes estaban decididos a mostrar públicamente su poder y a dar detalles de sus logros. Como veremos posteriormente, en las monedas aksumitas el rey se muestra justo con sus regalías como la encarnación del Estado acompañado de su nombre y el título
“rey de los Aksumitas”, una concentración de poder simbólico bastante inusual en el contexto del África subsahariana de la Antigüedad, pero que tendría sentido teniendo en cuenta de que tenían fluctuantes relaciones con el contexto mediterráneo y persa, en los cuales se utilizaban sistemas similares.
En lo que refiere a la base ideológica, en el período precristiano el rey era considerado como el hijo de Mahren, dios etíope de la guerra, el cual fue probablemente el dios dinástico aksumita. Esta relación como hijo de la deidad elevaba al monarca ante los ojos de sus súbditos a una categoría casi divina, y son muchas inscripciones reales las que lo enfatizan también como líder, héroe de guerra, conquistador, juez y legislador, lo cual nos puede hablar en cierta manera de sus poderes teóricos en el contexto político.
Según Munro-Hay, la aparición de estos poderes tendría sus orígenes en los nagashi, unos oficiales que se encargaban de recoger los impuestos entre los gobernadores de las colonias de Sabea, aunque se desconoce por falta de registro arqueológico la transición entre estos recaudadores de impuesto y los reyes aksumitas.
Posteriormente, entre el siglo III y IV d.C. se ha sugerido la posibilidad de que existiera en momentos puntuales la presencia de una monarquía dual para evitar posibles crisis de sucesión, ya que aparecen varias inscripciones en las que se menciona el título dual de “los dos reyes de Aksum” para Datawnas y Zaqarnas; y para Wazeba y Ousanas. De todas formas, lo cierto es que la naturaleza de la sucesión por primogenitura no está clara, ya que aparecen constantes cambios de dinastía. En lo que refiere al ritual de la coronación, es remarcable que probablemente fuera similar a la que desarrollaron los reyes de Abisinia y Etiopía en época posterior, ya que estos utilizaron a la historia de Aksum como elemento de prestigio y se enraizaron con los reyes aksumitas para justificar su poder monárquico, lo cual se refleja en las mismas recitaciones de coronación pronunciadas después del siglo VII d.C.
Tras la legendaria conversión al cristianismo del rey Ezana en el siglo IV d.C., y por tanto del mismo Reino de Aksum, se modificó la titulatura anterior (nombre personal, la filiación divina, los epítetos y enumeración de territorios) a empezar a tomar nombres bíblicos. De hecho esta transición fue conocida gracias a la famosa Piedra de Ezana que narra los logros de dicho rey. No obstante, uno de los mayores problemas históricos para el período de Aksum ha sido la creencia de
que la adopción de la Cristiandad fue un proceso clave en la construcción ideológica y en la consolidación del estado de Aksum. En realidad la cuestión de la monarquía en Aksum, y concretamente la etapa cristiana, ha sido un objeto de debate historiográfico por el uso de referente que se le dio por la posterior monarquía etíope, y sobre todo por lo complejo que supone abordar el tema, algo que es achacado por autores como Wendowski a la dependencia que hay hacia la numismática y a la falta de excavaciones con buen criterio metodológico.
La estructura militar
Como vimos en apartados anteriores, la monarquía y la figura del rey tenían un peso fundamental en la estructura militar. Entre las responsabilidades de los reyes aksumitas estaba la de comandar las campañas militares, tema principal de casi todas las inscripciones que han llegado hasta nosotros. En ella además se citan los motivos de dichas campañas, casi siempre relacionados con la necesidad de proteger las fronteras para consolidar los negocios comerciales, luchar contra la piratería en el Mar Rojo, y asegurar las rutas terrestres de comercio.
El estrato militar era indudablemente una de las principales instituciones de la monarquía aksumita. El propio rey era el comandante en jefe, pero los hijos, hermanos y otros parientes fueron frecuentemente colocados en altos cargos durante las campañas en las que el rey estaba ocupado en otros asuntos. A pesar del carácter semidivino de la monarquía, elemento base de su dominio, el control de estos brazos militares por miembros de la familia gobernante debió haber sido también un recurso fundamental defuerza y legitimación.
El ejército aksumita estaba organizado en sarawit (sing. sarwe), grupos o regimientos de fuerza numérica desconocida, cada uno con un nombre distinto, que posiblemente aludieran a un distrito o provincia bajo el mando de un comandante o general, algo que ha sido visto como una reminiscencia de una formación política previa divida en subreinos que ahora formaban parte de Aksum.
Respecto al reclutamiento, partiendo de que el nombre de los regimientos está relacionado con las provincias, quizás los gobernantes locales estuvieran obligados a aportar hombres al ejército. Los nombres de algunos de los regimientos conocidos son: Hara, Halen, Damawa, Sabarat, Hadefan, Sabaha, Dakuen, Laken, Falha y Sera.
En lo que refiere al equipo militar esta mostrado en ciertas estelas, como la Estela de la Lanza, que muestra una con una larga cuchilla y otra más corta, y en cuyo reverso se describe un escudo redondo. No han sido encontradas aún armaduras personales. Por otro lado, aunque no hay evidencias directas, se entiende que los caballos eran conocidos y usados para fines militares, pudiendo ser alguno de los regimientos usados íntegramente como caballería. Huelga decir de lo valiosa que era dicha posesión. El uso de elefantes pudo haberse dado, aunque no existe constancia de ello.
Por ultimo habría que apuntar que además de su función comercial, la flota tuvo que servir para el transporte de tropas en operaciones de persecución y vigilancia de las rutas comerciales marítimas.
La jerarquía social de los aksumita
El potencial demográfico fue un elemento significativo en el factor de desarrollo del estado aksumita. Hay que tener en cuenta que las estimaciones de población realizadas no pueden ser exactas, ya que se basan en extrapolaciones a partir del registro material encontrado. Para ello se han usado también datos proporcionados por estelas y grabados realizados por los gobernantes, que aunque nunca hicieron o plasmaron por escrito un recuento de los habitantes, si indicaban por ejemplo el número de tribus o la cantidad de comida que estas consumían.
En resumen, por un lado tendríamos la urbe de Aksum, la cual da la impresión de ser una ciudad de tamaño considerable que albergaría una población aproximada de varias decenas de miles de personas. Por el otro, y haciendo otra serie de cálculos que contabilicen el número de ciudades y pueblos aksumitas conocidos, se considera que en total habría una población de entre quinientos mil y un millón de habitantes
Respecto a la estratificación de la sociedad, hay poca información al respecto. Algunos indicios desde la arqueología y otras fuentes apuntan a que debería haber algún tipo de división social donde destacara una clase privilegiada basada en la propiedad de la tierra y estableciendo algún tipo de relación pseudofeudal a pequeña escala. En el área central de los núcleos poblaciones más importantes estos dueños de la tierra que entendemos ostentarían puestos de gobernantes, tendrían un mayor nivel de vida, rodeados de sirvientes domésticos y esclavos en una serie de residencias de gran tamaño cuyos restos han llegado hasta nosotros. En este sentido, el gobierno de Aksum estaba administrado por una pirámide de autoridad que se situaba en los escalones inferiores al rey: gobernadores, jefes y sub-reyes. De hecho, algunos de estos puestos eran ocupados por los propios miembros de la familia del rey, pero a medida que el reino se fue expandiendo, los cargos de la administración civil tuvieron que pasar a manos de jefes locales de confianza, aunque si éstos no pagaran los impuestos se consideraría un acto
de rebelión.
En una sociedad principalmente dedicada a las tareas agropecuarias y comerciales, el resto de la población estaría ocupada en dichas tareas, junto con el sustrato de población especialista destinada a la producción cerámica así como del trabajo del cuero y el metal. Por último, en el estrato menos privilegiados tendríamos a los esclavos, compuestos por criminales o prisioneros de guerra, y sobre los que se alude ocasionalmente en algunas fuentes. Algunos de ellos estarían más valorados que otros al poder tener alguna habilidad artesanal que pudiera ser aprovechada
La producción y las industrias locales
El reino de Aksum poseyó una economía esencialmente agraria y pastoril, a pesar de que a priori pueda parecer que hubiera una predominancia de la actividad comercial. En este sentido, su situación geográfica le proporcionaba acceso a una inusual variedad de espacios para la explotación de cultivos y el pastoreo. Muestra de la importancia de estos procesos ha quedado registrada en monedas acuñadas con la efigie del rey en una cara y espigas de trigo en el reverso. De la misma forma, también hay menciones en estas monedas de productos como la cerveza, la harina y el pan. Además, se conoce la existencia de consumo de vino, miel y aceite. Esto se confirmaría por los resultados de las investigaciones arqueobotánicas, que revelan la presencia de varias especies como la cebada, el farro y el lino entre los siglos VIII y V a.C.; y de otras para el primer milenio d.C. como el trigo, el tef, el sorgo, la avena, el guisante, las habas, las lentejas, el algodón y las uvas. Cabe destacar que esta última especie aparece además en contextos funerarios de élites y grabadas en marfil, con lo que posiblemente tuvieran una especial importancia para esta clase sobre el resto de especies
Por otro lado, la existencia de presas como la de Qohayto y la de Basin ai Shum indica que se practicaba el ya mencionado almacenamiento de agua desde época pre-aksumita, lo que tradicionalmente indicó que deberían haber actividades de irrigación como un factor clave para el origen y expansión de los imperios en esta zona del mundo, impuestas a la larga por núcleos de población en continuo crecimiento. Sin embargo, nuevos estudios han ofrecido una visión diferente: la gestión de recursos hídricos no tiene que significar o evidenciar que hubiera en Aksum una serie de complejos bajo el control del estado. Al contrario, se plantea que en realidad hubo un aprovechamiento del agua de lluvia estacional a través de un sistema de cisternas desarrollado de forma separada al proceso de formación estatal, ya que dichos sistemas se caracterizan por haber sido construidos con una masonería distinta a la de las estructuras estatales de Aksum, y además parecen haber sido organizados por estructuras sociales descentralizadas y no jerárquicas para hacer frente a los problemas
de subsistencia. Esto desmontaría la afirmación del determinismo del control de los recursos en la aparición del estado aksumita, una interpretación que seguía las premisas de Wittfogel y su hipótesis hidráulica de 1957.
Respecto a la industria local, la economía de Aksum en los períodos de más prosperidad era lo suficientemente rica para soportar una gran variedad de industrias locales especializadas. La más impresionante quizás sea la de la cerámica, tanto la de lujo como la de utilización diaria, producidas en muchas variedades. También destacan la producción de pieles y cueros para los meses fríos, y el algodón, que pudo ser introducido desde el área de Meroe u otras que estuvieran bajo el control aksumita. Además han sido encontrados elementos relacionados con la transformación del marfil, el hueso y la madera.
Por último, cabe destacar la producción de herramientas agrícolas y vasos o copas hechas de cristal.
Aunque no esté bien documentada, también hay ejemplos de explotación local de recursos minerales como hierro, plata, cobre y plomo, que son mencionados sobre todo en muchas fuentes portuguesas, al igual que son usados en monedas y otros objetos metálicos presentes en el registro arqueológico.
El comercio interior y exterior
El vigoroso comercio que soportaba Aksum fue un importante elemento en la adquisición de poder y posición en los primeros siglos de la era, y probablemente fue el origen de buena parte de su riqueza. La política de rutas comerciales fue de vital importancia y muy mencionada en las inscripciones, un factor ya mencionado en las precondiciones de la expansión aksumita. Esto a su vez conllevaba una paralela defensa y vigilancia de las costas del Mar Rojo, lo cual se complementaba con el mantenimiento de las vías internas de transporte, para que éstas estuvieran en condiciones razonables para el tránsito de las caravanas.
En este sentido, hay muchas fuentes acerca del comercio tanto interno como externo del reino aksumita. Entre las principales mercancías, observadas tanto en los textos como en los hallazgos en las ciudades, podemos destacar marfil, cuernos de rinoceronte, piel de hipopótamo, caparazones de tortugas, monos y esclavos, los cuales se traían a través de circuitos articulados por los jefes tribales y los líderes aksumitas del interior al exterior del reino. También se remarca la circulación de especias y otros productos vegetales como el incienso de Somalia, la resina, la caña de azúcar y la sal, un importante elemento en el comercio interno sobre todo a partir del siglo VI d.C., transportada en bloques llamados amole o gayla.
En lo que respecta a las manufacturas locales, éstas normalmente circulaban por los mercados interiores, ya que probablemente no tenían la calidad necesaria para ser incluidas en los largos viajes comerciales.
En cambio, sí se importaban productos desde el Imperio Romano o la India a través del puerto de Adulis, ya que eran muy deseados y apreciados por la elite de Aksum. Entre éstos, podemos destacar el hierro, transformado en herramientas o armas, o artículos especialmente encargados para dicho fin, comúnmente realizados en metales preciosos, recipientes de vidrios, vestidos, vinos, aceites y especias. De la misma forma, también llegaban monedas del imperio romano que tenían como objetivo facilitar los cambios comerciales, y cuyas tipologías probablemente inspiraran a las monedas aksumitas, las cuales han sido un elemento muy representativo en el registro material, por lo que será conveniente dedicarle a ello un apartado específico.
La acuñación de la moneda
Las monedas aksumitas más antiguas datan aproximadamente desde el 270 d.C. y fueron usadas tanto en el comercio interior como exterior. Los orígenes de las monedas de Aksum están influídos, tal y como dijimos, por el comercio romano en el Mar Rojo, y en cierta medida por la aparición de monedas persas y kushanas, que sugeriría a los aksumitas a emularlos. No obstante, en tanto que el sistema monetario aksumita sigue al romano/bizantino, probablemente Roma fue la entidad que tenían en mente cuando se planeó la emisión de monedas. En cualquier modo, la adopción de un sistema de monedas facilitó inmensamente el intercambio de productos junto a todos los negocios públicos y privados, otorgando un considerable empuje a la economía. Por otro lado, a la hora de producirlas, se tuvieron en cuenta toda una serie de consideraciones previas. En primer lugar, las monedas ante todo tenían que ser aceptadas tanto por la población etíope como por los comerciantes extranjeros. Al principio, la lengua seleccionada para la leyenda de las monedas fue el griego por encima del idioma nativo, obvio recordatorio de que el propósito de estas era participar en el comercio con el oriente griego. Como ejemplo de modelo tipológico, el rey Endubis acuñó monedas de buena calidad y en los tres metales (oro, plata y bronce) con su efigie, mostrándose como representante del estado, y vistiendo el yelmo y/o capa aksumita en ambos dorsos.
De la misma forma, también encontramos elementos religiosos como una serie de discos y conjuntos de símbolos crecientes, que sugieren deidades solares y lunares. En último lugar, a modo de interpretación, podemos decir que el especial énfasis puesto en la figura del rey enfatizó la moneda como un excelente medio de propaganda para su reinado. De hecho, Aksum fue el único estado subsahariano en la Antigüedad que tuvo su propia acuñación independiente, y sólo otros estados contemporáneos como Roma y Persia llevaron a cabo la acuñación de monedas de oro, lo cual nos habla de que había un control estatal de la economía lo suficientemente elevado.
La cultura material de Aksum
Aunque hemos ido haciendo referencias a distintos aspectos culturales de Aksum, creemos conveniente presentar los más importantes de forma concreta.
En primer lugar, podemos decir que la mayor parte de la cultura material aksumita ha sido definida a partir de un registro arqueológico limitado a los grupos de élites, como ya hemos evocado previamente.
A pesar de este énfasis en las clases altas, algunos elementos como la cerámica, el vidrio y las monedas de cobre pudieron haber llegado a las clases consideradas como “serviles”.
En lo que refiere a la cerámica, cabe destacar al estilo “Aksumita Clásico”, el cual se caracteriza por tener diseños impresos y complejos motivos geométricos pintados en negro, rojo y blanco, si bien la tipología es bastante diversa, y sus formas suelen ir destinadas a la comida, la bebida, el almacenamiento y la cocina. Sin em bargo, algunas bebidas más caras como los vinos importados
probablemente fuesen destinadas a recipientes de vidrio decorado, los cuales se suelen encontrar en ricas tumbas, lo que nos habla de su importancia como elemento de lujo.
Por su parte, el trabajo de la metalurgia en Aksum parece caer en dos categorías. En la primera irían insertos los elementos de lujo como la joyería, los cofres, los objetos decorativos y figurillas; que aparecen combinando metales como el oro, la plata y el bronce, siendo el último el más común. La segunda categoría de objetos de metal como las herramientas, las armas y otros objetos hechos también con hierro. En último lugar, podemos destacar otros materiales aparecidos en contexto arqueológico como un gran número de material lítico de ágata, calcedonia y obsidiana, posiblemente dedicado al trabajo de materias como la madera, el marfil y las pieles. Además, el trabajo de la piedra también se ilustra por la presencia de pulidores, imágenes en piedra, y por supuesto de las estelas y obeliscos construidos por la monarquía aksumita
La lengua y las artes
En lo que refiere a la comunicación escrita, en primer lugar hay que señalar que la lengua en la que se comunicaban los habitantes del Reino de Aksum era el ge’ez o etíopico, una lengua semítica que probablemente procedía del sur de Arabia Antiguo y que aún hoy se utiliza en los rituales de la Iglesia Ortodoxa Etíope, mientras que el sistema escrito venía del Epigráfico del sur de Arabia, aunque con bastante influencia de las lenguas kushitas del norte. Así pues, el ge’ez aparece escrito como inscripciones y monedas, aunque también podemos encontrarlo combinado con el griego y el pseudo-sabeo.
De la misma manera, podemos ver entre el siglo V y VII d.C. que los librosbíblicos comenzaron a ser traducidos probablemente por gentes de habla siria y aramea, aunque las trazas de estas tempranas traducciones bíblicas sólo se han conservado en algunas inscripciones.
Por otro lado, en el mundo artístico de Aksum la pintura se encuentra sólo en la cerámica y los objetos decorativos, aunque se cree que los muros de algunas iglesias y tumbas pudieron estar decorados con pinturas.
En la escultura podemos destacar relieves de leones en puntos de aprovisionamiento de agua, así como las elaboradas variaciones en la representación de cruces en vasijas y monedas.
Por último, para la música se conserva hoy en día los cantos litúrgicos atribuidos a San Yared en el siglo VI d.C., en los cuales se cree que se utilizaba los mismos instrumentos litúrgicos empleados hoy aún: el tambor, el tamboril, el sistro, la lira y el violín de una cuerda.
La religión
Como hemos visto en los apartados sobre la historia y la monarquía, el Reino de Aksum presenta dos fases religiosas, aunque es la segunda la que ha adquirido mayor tratamiento a nivel historiográfico por lo exótico de encontrar un territorio cristiano en un reino subsahariano oriental de la Antigüedad.
Así todo, contamos con la fortuna de conocer las traducciones al griego de los nombres de los dioses mencionados en las inscripciones aksumitas, gracias a lo cual sabemos también que en las tierras etíopes se adoraba a dioses del sur de Arabia como Astar (Venus), Ilmuqah (la luna, protectora de los sabeos), Nuru (el amanecer), Shams (el sol) y el ya nombrado Mahrem, dios de la guerra y de la realeza, lo cual nos habla de la especial relación entre estos dos atributos.
Por las fuentes arqueológicas, sabemos que estos dioses tenían distintos santuarios y templos conservados entre Yeha y la región de Hawelti.
El momento de la conversión de Aksum al cristianismo durante el reinado de Ezana tiene su primera documentación en las inscripciones reales y monedas de dicho rey (ej. la Piedra de Ezana), lo cual es confirmado por el historiador contemporáneo latino Rufino, quien obtuvo su información de un hombre que fue sirviente de Frumencio, el primer obispo de Aksum. No obstante, existen ciertos problemas respecto a la identidad del casi legendario rey Ezana, ya que se ha asociado también a otros nombres como Abreha y Atsbeha, aparentemente los primeros reyes cristianos en
Aksum.
A pesar de que no se conoce mucho sobre los primeros siglos de la historia
eclesiástica de Etiopía, parece ser que la gran mayoría de la población simplemente siguió la conversión de la monarquía, ya que desde el siglo III d.C. el cristianismo llevaba teniendo una fuerte influencia en esta zona. Posteriormente, se destaca la ya mencionada llegada de los misioneros cristianos del Imperio Romano oriental (seguramente huían de las persecuciones), y ya con el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) la Iglesia aksumita quedó dentro de lo que fue denominado como monofisismos, aligual que pasó con la de Alejandría. Para el siglo VI, se conoce que se fundaron distintos monasterios como el de Dabra Damo, además de las ya evocadas traducciones de los textos bíblicos apócrifos y la música litúrgica de San Yared, la cual parece ser que tiene ciertas influencias del judaísmo.
Por último, podemos remarcar la construcción de numerosas iglesias en los principales núcleos urbanos, entre las que destacan la Catedral de Nuestra Señora de Sion en la capital.
De esta forma, la historia de la religión cristiana en Aksum nos ilustra el excepcional caso de su temprana inserción en el mundo del África subsahariana oriental, y de hecho aún hoy en día la Iglesia Ortodoxa de Etiopía sigue acogiendo al 60% de la población, siendo muy representativo las archiconocidas iglesias excavadas en la roca de la región del sudeste de Tigray entre el siglo IX y XII.
El mundo funerario
En último lugar, haremos referencia a las prácticas funerarias, las cuales podrían dividirse en tres categorías según las costumbres de enterramiento: en primer lugar, las personas de la familia real y de alto rango eran enterrados en el cementerio real, cuyas estructuras de grandes piedras y varias cámaras custodiaban al cuerpo que era enterrado con ofrendas ceremoniales y el rico ajuar del individuo, el cual solía contener joyas, objetos de lujo, elementos de vidrio y cerámica de calidad.
En segundo lugar podemos destacar una sería de tumbas de una sola cámara y ajuar con cerámica, vidrio y herramientas de hierro que podrían haber pertenecido a individuos de clases intermedias.
En la última categoría se encuadrarían las tumbas sencillas hechas en piedra o directamente excavadas en la tierra que contenían tanto enterramientos individuales como colectivos, la mayoría de ellos acompañados por recipientes cerámicos y restos de animales, lo cual sugiera la presencia de ciertos ceremoniales de sacrificio.
Para la época cristiana, se ha sugerido que probablemente el ritual de enterramiento fuera acompañado de una misa.
A modo de conclusión, podemos realizar primeramente un balance de las hipótesis previas abordadas al principio de este trabajo. Así pues, hemos visto que en lo que a fuentes se refiere, el Reino de Aksum tiene un basamento teórico bastante problemático, ya que por un lado las fuentes escritas son o bien externas, o descripciones muy posteriores, o bien inscripciones reales en moneda y piedra que únicamente nos aportan información sobre la monarquía. Por su parte, aunque la nueva arqueología del siglo XXI está haciendo grandes esfuerzos por obtener interesantes y nuevos datos que han roto esquemas como el de la gestión del agua no jerarquizada, lo cierto es que varios autores se quejan del lastre con el que cargan por la falta de metodología aplicada en las excavaciones realizadas anteriormente, planteando así la necesidad de realizar nuevas excavaciones en distintos lugares para plantear otras hipótesis.
En segundo lugar, podemos observar que el Reino de Aksum se expandió en un entorno caracterizado por altiplanicies montañosas, sabanas abiertas, plataformas costeras y valles pluviales entre el Nilo Azul y el Mar Rojo. En este proceso de formación estatal, aunque hay aspectos de las primeras interpretaciones wittfogelianas antiguas que pueden ser plausibles, la verdad es que gracias los análisis arqueológicos de Michels y Sulas, se ha comprobado que las colonias sabeas procedentes del este jugaron un papel importante en dicho proceso, y que además probablemente la gestión de recursos hídricos no fuese controlada directamente por el Estado aksumita.
Por otro lado, en este ámbito territorial también destacaron los núcleos urbanos como Aksum capital y Adulis, y en la mayoría de ciudades y pueblos enmarcados en torno a rutas comerciales y puntos de explotación, las élites desarrollaron obras arquitectónicas de alta complejidad como palacios, casas nobles, colosales monumentos funerarios, templos, y más tarde iglesias y monasterios.
Para mejorar la eficacia del control de este territorio tan diverso y geoestratégico era necesario unos fundamentos políticos e ideológicos, que se encontraron principalmente en el monarca como entidad semidivina, legislador, juez, y sobre todo como jefe militar (características compartidas por muchos otros jefes de Estado de la Antigüedad), ya que el ejército era una de las estructuras que garantizaban la protección de las fronteras y de los intercambios comerciales. Por debajo de este monarca se encontraban una serie de gobernadores, sub-reyes y jefes locales que se encargarían seguramente de gobernar al resto de habitantes de las provincias, los cuales se dedicaban en su mayoría a actividades agropecuarias, comerciales y artesanales. De hecho, podemos asegurar que el Reino de Aksum estaba inserto en las rutas comerciales de largo recorrido de la Antigüedad, ya que mantenía intercambios con lugares como la India o el Imperio Romano, muchos de ellos sustentados en el excepcional uso del sistema monetario, siendo el único estado subsahariano en utilizarlo.
En última instancia, hemos podido ver que el Estado aksumita poseía también unas características culturales propias observables en las formas y motivos de su cultura material; en el desarrollo de la escritura semítica ge’ez en inscripciones y traducciones bíblicas; y sobre todo en las especiales creencias religiosas, tanto hacia los dioses etíopes, como a partir del siglo III con la llegada de la Cristiandad, un hecho que se convirtió en casi legendario por ser de los primeros estados en convertirse al cristianismo de forma oficial. En este sentido, es importante quizás remarcar el profundo arraigo que tuvo tanto en el propio Estado como en la población posteriormente, ya que se utilizó como elemento diferenciador de independencia dinástica con la llegada de la islamización, y como ya dijimos, la ortodoxia etíope sigue siendo la mayoritaria en el país. De esta manera, a pesar de que el período aksumita es poco conocido, presenta por ello una gran potencialidad en el ámbito de la investigación ya que quedan aún muchas preguntas por responder e interpretaciones que desmontar o refutar, tanto en la arqueología como en la investigación de las fuentes escritas.
Comentarios
Publicar un comentario