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Un siglo de fascismo italiano

"Si hubiera sido italiano, estoy seguro de que habría estado de todo corazón contigo en tu lucha triunfal contra los apetitos y pasiones bestiales del leninismo… Italia ha proporcionado el antídoto necesario al veneno ruso. De ahora en adelante, ninguna gran nación estará desprovista de un último medio de protección contra el crecimiento canceroso del bolchevismo" Winston Churchill, 1927

La semana que viene hará un siglo de la Marcha de Mussolini sobre Roma.
 El partido fascista del Duce llegaba al poder mediante un golpe de estado. 
Para celebrarlo los italianos se han autorregalado una entrada de palco en el nuevo teatro del fascismo europeo. Esta vez sin golpe ni parafernalias. Incluso el relato del pueblo víctima que lucha contra las bestias ha caido en la ominosa foto de Meloni, Berlusconi y Salvini como triunfadores de la nueva Italia, en las urnas, legitimados por los votos de quienes los aplauden como los salvadores de la patria.

El juego de los fascistas italianos no es original en Europa. Promesas sociales robadas al ideario de la izquierda que desde la caída del muro de Berlin tiene miedo de decir algo inoportuno que asuste a las élites yt un poco patriotismo barato - fratelli di Italia, la mamma Italia, la vecchia Roma imperiale.
Y las palabras que quieren oir los frustrados, los desilusionados y desesperanzado salir del euro, de la OTAN y de la UE y aceptar el gas ruso junto con el sempiterno chivo expiatorio: los inmigrantes africanos.
Pero una vez con los votos en el bolsillo y las puertas del Palazzo Chigi abiertas, han vuelto al redil: alinenación con la OTAN, apoyo a la guerra de Ucrania y a las sanciones a Putin

El discurso de que toda la extrema derecha europea está con Putin es necesario para los otros partidos de extrema derecha alienados con Estados Unidos que se hacen llamar a sí mismos democráticos. Pero la extrema derecha nacionalista cuando está en el poder es tan parecida a la extrema derecha democrática que solo se distinguen en las formas, unos un poco más directos que otros.

La esperanza de que el voto a la Meloni rompiese con la línea del fascismo italiano como besamanos de los capos de Gran Bretaña, de Estados Unidos y su organización terrorista del Atlántico Norte, solo la podía mantener un pueblo formado en la televisión y la prensa de Berlusconi, crédulo e ignorante de historia de Italia y las relaciones entre el fascismo y las "democracias"

No, el fascismo italiano no tuvo como enemigo a Churchill, ni Churchill hubiese puesto nunca una celula de su vida por tu derecho a a pensar libremente. Churchill era un tipo del partido Tory. Un clasista, colonialista y un fascista de la sección "fascistas con modales"


Italia se acerca a ese sombrío aniversario y para celebrarlo no vendria mal a los italianos de bien apagar la tele y abrir un libro de Historia
En mis manos cayó hace una semana "Nero di Londra" ( El negro de Londres) del historiador Cereghino y el periodista Fasanella. Una investigación documentada que saca a la luz la complicidad de Gran Bretaña en la creación y consolidación del fascismo italiano


El libro destruye relatos dados por ciertos sobre el ascenso del fascismo de la Italia de entreguerras. No fue cosa de italianos el ascenso de Benito Mussolini, un periodista con aires de grandeza, sino que el futuro Duce fue reclutado por el M15- servicio de inteligencia británico ´- para ayudar a través de sus artículos y sus matones a reprimir el movimiento obrero contra la Primera Guerra Mundial en Italia.
Sir Samuel Hoare, más tarde Lord Templeton, el reclutador de talentos reaccionarios, lo confesó en sus memorias en 1954, inluco escribió la cifra que se le pagó a Mussolini por su trabajo de limpieza: seis mil euros de los de principios del siglo XX. Una pequeña fortuna.


Los británicos planearon la Marcha sobre Roma.
Aconsejaron y apoyaron a Mussolini en cada etapa de su ascenso, incluso financiaron la fundación del partido fascista.

“The Project” fue el nombre que el servicio de inteligencia dio al plan secreto de control de toda Italia a partir del otoño de 1917, tras la catástrofe de Caporetto. y ante el temor que de que los soldados ittalianos abandonaran el frente alpino. Caporetto supuso una derrota muy dura para Italia, entonces en el campo de la Triple Ententem contra los ejércitos austro-alemanes.

El teniente coronel Sir Samuel Hoare, jefe del DMI - directorado de inteligencia militar- en Italia, será el encargado de impedir que el país mediterráneo saliese de la guerra contra los imperios centrales y de crear unos grupos de poder fieles a la corona británica.


Sir Hoare organizó un arquetipo de movimiento político y paramilitar que desembocará pronto en los Fasci italiani di combattimento, dirigidos por Benito Mussolini.


Es el prototipo de estrategia del terror, financiando desde 1918 por los servicios secretos con el nombre codificado de "The count", estrategia que llevó en tan solo 4 años a Mussolini a conquistar el poder e instaurar un régimen autoritario que influenciará el escenario internacional a lo largo de todo el siglo veinte.
Gracias a las cartas del archivo personal de Sir Samuel Hoare, Lord Tempelton, desclasificadas en 2001 y conservadas en la biblioteca de la Universidad de Cambridge, Cereghino y Fasanella reconstruyen en su libro una historia que a cien años de la Marcha sobre Roma evidencia las conexiones secretas de Mussolini con los servicios secretos de la corona Windsor y la grave responsabilidad del conservadurismo británico en el ascenso del fascismo italiano ( y del alemán pero no es el objeto de este artículo)


¿Por qué los británicos eligieron este camino?


La clase obrera se estaba desligando de la carnicería que fue la I Guerra Mundial, un auténtico laboratorio de devastación y de destrucción humana.

El poder obrero que se mostraba capaz de conseguir algo factible en una Rusia que abandonaba las trincheras, generó una ola de anticomunismo en todos los gobiernos "democráticos" europeos, especialmente en la clasista e imperialista Gran Bretaña.


Sir Samuel Hoare, fue el actor clave en la creación en el Reino Unido de la “Unión Antisocialista”, una banda organizada por el Partido Conservador, que hostigaba las acciones y movilizaciones sindicales.
La ASU fue un modelo de violencia fascista contra las luchas de los trabajadores.


La carrera de Mussolini entre 1917 y 1922 no habría seguido el camino que conocemos sin la influencia del establishment conservador británico


En 1943 un libro titulado “The trial of Mussolini " se publicó en el Reino Unido.
El libro era una obra de ficción política escrita por un autor que usaba el seudónimo Cassius que especulaba sobre lo que podría ocurrir si Mussolini fuera capturado por los aliados y juzgado por crímenes de guerra en Londres, dado el apoyo que los británicos le habían brindado durante tanto tiempo. El libro fue reseñado en un artículo de George Orwell en Who are the War Criminals donde resume la aprobación y la complicidad del gobierno británico con el régimen fascista italiano, hasta poco antes de la invasión de Grecia, y lo poco que la clase dominante británica tenía poco que reprocharle a Mussolini


La invasión aliada de Italia devolvió al país a la órbita de la influencia anglosajona, esta vez estadounidense.
Estados Unidos y Gran Bretaña apoyaron la “continuidad” del estado italiano, lo que significó impunidad y la continua influencia de fascistas empapados de sangre o incluso de criminales de guerra que habían operado en Grecia, Etiopía, Yugoslavia y Libia.
El velo del olvido estatal y el apoyo descarado de los ex anticomunistas de camisa negra se mantuvieron debido al “peligro comunista” que representaba el fuerte PCI antifascista.

Pero más allá de la legitimación tácita de los cuadros fascistas, la impunidad y el olvido permitieron el desarrollo del Movimiento Social Italiano (Movimento Sociale Italiano—MSI), de Giorgio Almirante, sucesor del partido fascista, aunque distanciándose oficialmente del régimen de Mussolini, que en realidad comenzó a desempeñar un papel importante en la política italiana a fines de la década de 1950, una época en la que la palabra "fascismo" todavía era un gran estigma en toda Europa.


Pero si estas eran las consecuencias predecibles de la estrategia estadounidense a nivel institucional, un mecanismo paralelo estaba ayudando a construir la derecha terrorista armada radical, cuyos cuadros fueron reclutados de la franja violenta del MSI y los leales a Mussolini.
La Operación Gladio, aparentemente un plan de la OTAN para mantener ejércitos secretos que serían llamados a actuar en caso de una invasión soviética de Europa, involucró a todo el continente europeo, pero Italia fue uno de sus lugares críticos


La CIA reclutó y armó a grupos de extrema derecha en Italia como parte de la operación Gladio. Estos grupos fueron fundamentales durante los “años de plomo” en la actualización de la estrategia fascista de tensión de las décadas de 1960 y 1970.
Se especula que uno de esos grupos estuvo detrás de la masacre de Piazza Fontana en 1969, un crimen —como reveló el gobierno de Mario Prodi en 2000— conocido de antemano por la CIA, que no informó al gobierno italiano. Mario Draghi había anunciado el verano pasado la divulgación de documentos secretos relacionados con la masacre de la estación de Bolonia en 1980, el peor asesinato en masa en Europa hasta los atentados de Madrid en 2004. Se creía que los documentos revelarían la conexión de Gladio con los grupos neofascistas que fueron los autores del atentado (más allá de la ya conocida implicación del Estado italiano). pero hasta ahora no se ha publicado nada significativo.


Decir que el fascismo ha vuelto a Italia es aceptar que el fascismo se fue un día. No se fue nunca como no se fue nunca de Europa. Si ha regresado en el momento en que un partido no es nada sin todos los medios de comunicación de su parte es porque las élites europeas lo necesitan para hacer el trabajo sucio ante los problemas sociales que se avecinan.


El Duce fue colgado en Roma y Hitler se suicidó porque a ninguno de los dos se le iba a permitir denunciar a sus amigos de la Europa democrática vencedora de la guerra.

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