Como en todas las guerras, los civiles se llevan la peor parte, no solo en muertes, heridas de por vida y destrucción de sus viviendas y ciudades cuando las vuelan las balas, sino que deben enfrentarse a restricciones terribles cuando llega la hora de la reconstrucción.
La deuda externa pública y privada de Ucrania asciende a cerca de 130.000 millones de dólares La deuda pública externa está en forma de títulos que se rigen por la legislación inglesa y en caso de litigio es a la justicia británica la que se puede recurrir.
Los acreedores de esta deuda son el FMI , el Banco Mundial, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y finalmente con el Banco Europeo de Inversiones. Las sumas a devolver en 2022, antes de la guerra ya eran enormes. Hoy con la guerra son impagables.
Desde el inicio de la invasión rusa, la deuda pública de Ucrania ha aumentado claramente, porque el FMI y el Banco Mundial han concedido nuevos créditos de 5.000 millones, las otras instituciones financieras multilaterales también han concedido créditos de emergencia. Y el Gobierno ha emitido más de 2.000 millones de dólares en nuevos títulos de deuda, llamados ‘títulos de guerra’
Cuando cayó la URSS y Ucrania se independizó de la federación, no heredó deuda alguna. Por lo tanto comenzó su andadura
Resumo un corto historial del endeudamiento de Ucrania desde su independencia, hace un poco más de 30 años, cuando se produjo la implosión de la Unión Soviética a finales de 1991. Ucrania no heredó deuda por parte de la Unión Soviética, por lo tanto comenzó su andadura en una situación bastante favorable.
El proceso de restauración capitalista fue tan brutal que los burócratas ucranianos que lo hicieron agotaron las cajas del Estado.
Los oligarcas amasaron fortunas en detrimento de los bienes del Estado. Eso pasó también en la Federación de Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán, etc. donde la terapia de choque no fue más que el desmantelamiento de todo lo público por parte de hombres de negocios sin escrúpulos.
Este enriquecimiento, recordemos el caso de Porsoshenko, era facilitado por el gobierno que le permitia adquirir bienes públicos a precios de ganga.
El gobierno financiaba mediante la deuda una gran parte del presupuesto ya que los habitantes más ricos de Ucrania casi no tenían cargas impositivas, y prácticamente no pagaban impuestos.
El gobierno ucraniano utilizó el recurso del endeudamiento, incluido ante los bancos privados creados por los oligarcas, quienes aprovechaban las ayudas de todo tipo del Estado, y luego prestaban una parte de ese dinero a ese mismo Estado con un tipo de interés que les permitía obtener importantes beneficios.
El gobierno, totalmente endeudado y en manos de banqueros y millonarios, recurrió a los préstamos externos.
Emitió títulos de la deuda en los mercados financieros internacionales. También pidió préstamos a bancos extranjeros. Se endeudó con el FMI y con el Banco Mundial.
El FMI condicionó la concesión de crédito a Ucrania a la aplicación de la estrategia del shock, con las medidas neoliberales que muchos ciudadanos mediterráneos hemos experimentado en nuestras propias carnes: liberalización y promoción del comercio exterior, liberalización de los precios, reducción de las subvenciones al consumo para las clases populares, privatización de las empresas públicas y la precarización del mercado laboral para facilitar los despidos tanto en el sector privado como en el público.
Todos los países en los que el FMI ha metido sus pezuñas han sufrido políticas dramáticas con empobrecimiento acusado de la población más vulnerable. En 2015 Ucrania tenía el nivel de salarios reales más bajo de todos los países de Europa.
La mayor parte de la deuda reclamada a Ucrania, probablemente toda la deuda reclamada a Ucrania, es ilegítima. Esa deuda no fue contraída en interés de la población sino que fue acumulada para favorecer los intereses del 1 % más rico y de los acreedores internacionales. El precio pagado fue la degradación dramática de los derechos sociales y de las condiciones de vida de la población.
Pedir al pueblo ucraniano esa deuda es cínico, pero además es inviable.
Incluso antes de la guerra con Rusia la deuda reclamada a Ucrania era una deuda ilegitima, la de después será destruir Ucrania para siempre. El pueblo ucraniano no puede ni debe pagar esa deuda.
El FMI ha tenido un papel estelar en el proceso de destrucción progresiva de la economía ucraniana y en la degradación dramática de las condiciones de vida de una gran parte de la población.
El FMI también favoreció el enriquecimiento del sector más rico de la población y estimuló el aumento de las desigualdades.
Hay otro punto a tener en cuenta. La deuda reclamada por Rusia a Ucrania. En diciembre de 2013, cuando el país tenía a Viktor Yanukovich como presidente, muy ligado al régimen de Putin, la Federación de Rusia convenció al ministro de Finanzas de Ucrania para que emitiera títulos en la bolsa de Dublín, Irlanda, por un monto de 3.000 millones de dólares. Se trataba de una primera emisión que habría podido ser seguida por otras, para alcanzar progresivamente los 15.000 millones de dólares. Por lo tanto, la primera emisión de títulos se elevó a 3.000 millones y el conjunto de los títulos vendidos en Dublín fue comprado por la Federación de Rusia por medio de una empresa privada que la Federación había creado en Irlanda. El tipo de interés a pagar era, bajo, del 5 %.
Pero en 2014 el golpe de estado de Euromaidán cambió la relación con Rusia. El gobierno ucraniano cambió como consecuencia de las movilizaciones populares, de las que podemos debatir la naturaleza ya que había, al mismo tiempo, una auténtica rebelión popular contra el empobrecimiento que habia supuesto el plan de choque de entrada del capitalismo, y una intervención de la derecha y de la extrema derecha armada.
Estados Unidos y la UE manipularon y obtuvieron beneficios de este descontento popular. ambién estaba la voluntad de las potencias occidentales de obtener beneficios del descontento popular.
La revolución naranja, necesita de todas formas, distancia temporal y la liberación de documentos secretos para poder ser analizada en toda su profundidad.
Poroshenko decidio suspender la deuda con Rusia en 2015 alentado por el apoyo de Estados Unidos y la UE que le hicieron grandes promesas a cambio de venderle el país.
El gobierno ucraniano justificó la suspensión de pagos explicando que Ucrania tenía el derecho de tomar contramedidas contra Rusia ya que esta había agredido a Ucrania y anexado Crimea. Esto era legal, pues en el ámbito del derecho internacional, un Estado tiene el derecho de tomar contramedidas y suspender la ejecución de un contrato en esas circunstancias.
La Federación de Rusia denunció ante la justicia del Reino Unido, en Londres, la suspensión de pagos por parte de Ucrania. Lo previsto era que los títulos emitidos cumplieran con la ley inglesa, y que los tribunales británico. El proceso judicial comenzó en 2016 y sigue.
El magistrado William Blair, hermano de Tony Blair, estaba muy ligado con la Rusia de Putin, y se mostró favorable a dar la razón a Rusia. William Blair consideró que no existía una verdadera coacción por parte de Rusia sobre Ucrania. Ese magistrado estimó que no era un conflicto de Estado contra Estado. Estuvo de acuerdo con el punto de vista de Rusia según el cual la sociedad que compró los títulos ucranianos es una sociedad privada. Pero, en realidad, esa sociedad actúa directamente por cuenta de Rusia, y fue Rusia, el país que compró todos los títulos. Posteriormente, la Corte de Apelaciones cuestionó la sentencia emitida por William Blair y ahora, este juicio llegó a la última etapa: la Corte Suprema.
Como Rusia invadió Ucrania desde febrero de 2022 la Corte Suprema del Reino Unido puede ya anular la deuda cuando quiera, aplicando el derecho internacional y liberando a Ucrania de una parte de una deuda que no puede pagar.
Si no lo hace es por una cuestión práctica. Si la Corte reconoce que un país invadido puede tomar contramedidas y negarse a pagar su deuda, se sienta jurisprudencia y otros Estados podrán apelar a esta jurisprudencia en sus conflictos con los acreedores. Eso a Estados Unidos y a la UE no les interesa.
El CADTM - Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (las iniciales CADTM, con las de su nombre anterior: Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo), es una red internacional constituida por miembros y comités locales de Europa, América Latina y Asia que persigue, mediante la realización y elaboración de alternativas radicales al neoliberalismo, alcanzar la satisfacción universal de las necesidades, de las libertades y de los derechos humanos fundamentales en el Tercer Mundo y en las poblaciones excluidas de los países desarrollados, para lo que considera imprescindible la anulación de la deuda externa, que, en su inmensa mayoría es considerada como deuda odiosa.
Este Comité considera que todas las deudas reclamadas a Ucrania deben ser anuladas.
Los préstamos caóticos y la imposición de condicionalidades antisociales, que acarrea la deuda, eran el resultado de una oligarquización total: poco deseosos de luchar contra los ricos, los dirigentes del Estado se endeudaban en forma creciente. Los préstamos fueron concedidos bajo la condición de la reducción de los gastos sociales, y su reembolso fuerza a economizar en las necesidades vitales y aplicar la austeridad a sectores vitales de la economía.
El pueblo ucraniano no es deudor y no debe pagar.
¿Qué hace Zelensky, el obediente presidente del gobierno ucraniano?En lugar de suspender el pago de la deuda para poder atender a las necesidades de la población, actúa dentro de una pura lógica neoliberal Mantiene religiosamente el reembolso de la deuda a Occidente y no paga un , mantiene el reembolso de la deuda, y no paga una grivna a Rusia. Esto era así antes de la guerra.
Y no solo está pagando la deuda sino que se está endeudando más con los bonos de guerra. Su deuda crece a diario también ante sus demandas de créditos ante el FMI, ante el Banco Mundial, ante el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, ante el Banco Europeo de Inversiones y ante otros acreedores bilaterales.
Además, continúa aplicando políticas neoliberales de austeridad antisocial, siendo su argumento la necesidad de acometer esfuerzos extraordinarios para resistir a la invasión rusa.
El gobierno decretó que los trabajadores deben trabajar más tiempo, que deben coger menos permisos y permitió a los patrones a despedir trabajadores más fácilmente en plena situación de guerra.
Un gobierno valiente firmaría la paz mañana y suspendería el pago de la deuda, expropiaría bienes de los grandes oligarcas ucranianos, porque por más que nos cuente la prensa sobre oligarcas rusos, el problema del pueblo ucraniano son sus propios multimillonarios, que no son aliados del pueblo como nos quieren hacer creer los medios de comunicación occidentales.
Los oligarcas ucranianos han creado con su dinero, el que han robado a lo público, desde el fin de la URSS, un ejército de nazis para asegurarse de que nada cambie, y para ello han contado con el apoyo del Imperio, representado ahora como nunca, en su decadencia por un presidente que da la mano al aire.
Pero los paises en manos de los mercados neoliberales y sus bancos no pueden ser valientes, se han convertido todos en habitantes de Macondo, condenados a cien años de soledad.
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