La Unión Europea ha dejado de existir. La Unión Europea, como el proyecto que dicen sus estatutos, es papel mojado.
La Unión Europea murió en Yugoslavia donde los nacionalismos se lanzaron a defender sus propios intereses despedazando los Balcanes Occidentales, como ya habían hecho en otras ocasiones desde la desintegración del Imperio Otomano.
Desde entonces mantuvo una ficción de ser una unión de pueblos cuando solo era una cueva de mercaderes.
Después de 2008 con el estrangulamiento y la muerte de Grecia demostró que su función era recortar servicios públicos en nombre de la "Santa Economía"
Hoy está enterrada, ha cedido sus instituciones políticas a la OTAN.
Ha aceptado que la OTAN, sinónimo de Estados Unidos, queme el continente.
Se habla mucho de las causas de la guerra, las cuales no podemos ver en todo su alcance porque somos contemporáneos, y la Historia necesita sus años de reposo. Pero quizá hablemos menos de las consecuencias por que nos dan miedo. Y miedo deben dar.
Y no hablo solo el horror de ver muertos y edificios quemados, a eso estamos acostumbrados. No nos afecta por más que pongamos banderas y fotos de niños mutilados. No es nuestra culpa, somos humanos, nos afecta lo que podemos ver, oler, tocar y escuchar, nos afectan las muertes individuales, no las políticas.
Las estampas del horror van diluyéndose a fuerza de repetidas y entran en el peligroso mundo de la normalidad, lo que es normal no se discute, por terrible que sea. Es así, guerras ha habido siempre.
Solo queda el miedo nuestro y el odio nuestro, no el de los que huyen de las bombas. De su horror y su odio no tenemos ni idea.
No solo este horror, lo que sentimos es el horror del futuro. Nadie se despierta sabiendo que va a seguir su vida, trabajar, cuidar sus hijos, tener épocas duras, otras más fáciles, envejecer y desaparecer. Nadie tiene garantizado nada más allá del hoy. Hay cierto horror a leer la prensa, a encontrar la gran noticia. "Es el final, mi amigo"
Buscar culpables con nombres y apellidos es tan absurdo como creer que Hitler fue el gran protagonista de la II Guerra Mundial. Hitler no era nadie, es solo un mito del horror creado y alimentado por los mismos que lo crearon y alimentaron cuando empezó su carrera política.
No hay culpables, hay causas, que ya se han repetido hasta la saciedad. El fin del petróleo y la crisis del Capitalismo. La voracidad de Estados Unidos tratando de conservar el liderazgo mundial, lo que significa el expolio de todos los países para beneficio de sus grandes empresas, el despertar de la Rusia humillada tras la caída de la Unión Soviética, el irremediable ascenso de la economía china basada en la planificación metódica, los bostezos de India que ya dice "no" sin temblarle la voz a Blinken porque Asia empieza a contar fuera de las garras del Imperio, el futuro de Brasil a punto de despojarse de ese engendro creado por la CIA llamado Jair Bolsonaro, América Latina que ya ha podido mantener Venezuela o Bolivia a pesar de los intentos desesperados del Imperio de destrozar ambos países y meter gobiernos afines.
Es una guerra entre dos mundos, no solo la de un pueblo que ha visto entrar un ejército invasor para unos, salvador para otros.
Y sobre todo es la guerra por las últimas gotas de petróleo, porque el petróleo se acaba y no hay nada ahora mismo que pueda mover todo lo que mueve el petróleo. Un mundo sin petróleo no puede seguir siendo Capistalista.
Que Putin no iba a permitir que Estados Unidos siguiese poniendo misiles en su frontera era más claro que el agua y que no iba a permitir que siguiese controlando el gobierno ucraniano mediante el títere Zelensky no era un secreto.
La Unión Europea, si hubiese seguido existiendo, hubiese podido parar la guerra. Pero la Unión Europea era ya solo la OTAN. No es de extrañar que sean ex políticos de gobiernos europeos quienes se conviertan en los secretarios generales de la organización terrorista.
La pudo parar con una Conferencia Internacional donde se discutieran las razones de Rusia. Parece tan simple, pero como decía el cantante cubano Silvio Rodriguez " Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida"
La Unión Europea, sus mercaderes y banqueros, han elegido echar leña al fuego con una campaña mediática que asquea a sus ciudadanos más formados y que moviliza odio entre los más impresionables; y ha elegido llamarse OTAN y dedicarse a inflar las cifras de sus empresas armamentísticas enviando material de guerra a un país que ya solo le espera ser arrasado.
La OTAN que declaraba un día sí un día no que iba a ampliarse hacia Ucrania, concluye una semana antes de la guerra, que no iba a intervenir si Rusia invadía Ucrania. ¿Qué juego es este? ¿ No es una invitación clara a los tanques rusos?
No solo Europa se ha militarizado y convertido en la Unión Europea del Atlántico Norte, también sus ciudadanos movidos hasta posiciones de auténtico estrés vital, por una prensa que arma con munición pesada cada palabra que dice.
Ya no sabemos distinguir quien escribe desde la extrema derecha y quien es un intelectual comunista. La información como el horror acaba saturando y confundiendo cuando nos lanza ráfagas de metralla a cada minuto.
Los medios de comunicación, sus dueños, quiero decir, han entendido durante la pandemia lo que se puede hacer con el miedo y el odio. Nos habrían metido cianuro en el cuerpo y hubiésemos ido como ovejas dóciles a suicidarnos.
Cuando Foucault hablaba de la militarización de todas las instituciones, especialmente la psiquiatría, estaba contándonos lo que ha sucedido durante la pandemia. La saturación de información, veinticuatro horas al día, ambulancias, muertos sin una mano que apretar, dolor, tubos para respirar. Los medios de comunicación eran los líderes de la pandemia y ese fortalecimiento lo sentimos ahora más que nunca. La pandemia ha sido también un espectáculo, como lo está siendo la guerra.
Ahora el llamado "Mundo Libre" llama a los ucranianos a la resistencia. ¿qué resistencia? ¿a defender qué? Lo que hay detrás de la resistencia es una gran mentira. La resistencia ucraniana es un espectáculo occidental. El gobierno ucraniano es un títere de Estados Unidos rodeado de un ejército plagado de nazis. Zelensky ya anunció que el parlamento será militarizado. Antes de la guerra mantuvo una mínima imagen de legalidad, había nazis en el ejército pero no en el parlamento. Los nazis ya están en el parlamento ucraniano.
Europa ha entrado en guerra, los prolegómenos de la III guerra mundial comenzaron el día en que se dió el golpe de Estado en Kiev.
El horror iniciado en Palestina, Siria, Afghanistan, Irak, Libia Yemen y todas las guerras secretas de África llega a nuestras puertas.
No nos importaba demasiado aquello, eran como películas de Neflix, un poco más realistas. Esas gentes no eran como nosotros. La mayoría los consideran inferiores.
Los que hablan de las razones de Rusia, entre ellos yo misma, sabemos bien que esas razones pueden suponer un serio peligro que ha empezado a bostezar. Conocemos bien el nacionalismo ruso, por algo insistimos tanto sobre leer a los clásicos rusos.
Rusia ha sido un pueblo humillado durante 30 años. Incluso antes de Ucrania Putin era ese payasete con delirios de grandeza, solo den una vuelta a la hemeroteca. La gran vejación que Estados Unidos infrigió a los rusos después del día de Navidad de 1991 se traduce hoy en los aplausos hacia su presidente, aún sabiendo en el fondo de sus consciencias que entrar con tanques en un país solo va a provocar horror y muerte porque no hay democracia, ni buenas intenciones cuando silban las balas.
El gran problema de Europa no es ni ha sido Putin. Putin en su nueva Rusia capitalista vendía y recibía sus pagos y organizaba tratados beneficiosos para sus empresas. No era un enemigo de Europa, es decir del Sacro Imperio Romano Germánico, que es y ha sido Europa desde otra Navidad, la del 800.
El gran problema de Europa está allende los mares. Hoy se llama Biden, el viejo cabeza visible del partido belicoso de Estados Unidos, el de la sanguinaria Hillary y el genocida Obama.
Es Estados Unidos quién ha evaluado, con largos estudios realizados por especialistas, las ventajas de destruir Europa y Rusia en una sola jugada.
Con Rusia no lo va a conseguir porque Putin le ha contado que sus misiles llegan a Nueva York y si algo sabe el congreso americano es que si Putin dice algo lo cumple. Pero a la vieja y decadente Europa la ha enterrado para siempre. El North Stream 2 ha sido eliminado del mapa, el gas americano es más caro y no puede satisfacer las necesidades actuales de Europa. Subida de precios, destrucción de empleo, y antes o después crisis sociales con ascenso del fascismo en su versión dura.
Lo que no consiguieron los cientos de Tratados que desde el siglo XIX han tratado de coexionar Europa frente a los nacionalismos lo ha logrado la guerra de Ucrania. Hoy la UE es una nación llamada Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Europa está destrozada pero Rusia no. Rusia va a ganar la guerra en Ucrania, o va lanzar bombas atómicas a Europa y USA.
Ahora mismo ya controla los territorios del sureste y Crimea.
Intentar fosilizar la guerra para hacer caer a Putin es una tremenda equivocación por las vidas que ello convelleva y porque no van a poner a quienes ellos quieran en un país de la magnitud de Rusia que hoy se manifiesta a favor de la guerra en su gran mayoría, con peligrosas formaciones de grupos ultra nacionalistas que ya hablan del alma rusa, pura y noble. El espíritu del martirio por la patria, el dolor de que nos habla Dostoyesky, está reviviendo en las estepas y las ciudades. Ignorar esta Rusia es tan peligroso como alabarla. Pretender que desde la Europa formada por las películas de Hollywood estamos en concidiones de entender el mundo entero es pueril. Desde el mundo blanco del Sacro Imperio y su Frankestein allende los mares, las diferencias culturales son solo fallos que hay que corregir; pero no lo son. Charlie Hebdo trató al dios de los oprimidos con la misma vara de medir que al dios de los poderosos. Prevaleció su espíritu blanco sobre su inteligencia y cinismo.
El pais de las películas de Hollywood que usa banderas de colores en sus fachadas y mujeres de piel oscura en la foto de la constitución de sus gobiernos, es el mismo que tiene ciudadanos armados por las calles, ciudadanos que periódicamente entran en escuelas, mercados o estadios y disparan como protagonistas del manifiesto surrealista, con los ojos cerrados, a placer. El país de los discursos sobre la libertad tiene la policía más agresiva del mundo, que mata a diario pobres y negros. En las calles del paraíso de los sueños se arraciman millones de personas sin casa, sin trabajo, sin derecho al desempleo o la salud.
En las calles el fascismo nacionalista de Trump mueve las partes más tenebrosas de la América profunda. Su futuro es la guerra civil y la destrucción, pero antes Biden tiene que demostrar que el que salió con el rabo entre las piernas de Afganistán, puede vencer ni más ni menos que a Rusia y a China.
Por más que Putin sea un millonario, nacionalista ortodoxo, conservador, su postura en la política internacional ha sido hasta la invasión de Ucrania conforme al Derecho. Pero Estados Unidos no quería escuchar a un país que pedía garantías de seguridad en sus fronteras. Quería guerra. Y actuó como un pistolero de poca monta. Desenfundó y se escondió porque miró a su alrededor y estaba solo. No le quedaba más que otro mundo decadente, el del Sacro Imperio.
La mayoría de los países, agotados tras siglos de violencia, expolio, colonizaciones, racismo, evangelizaciones, bombardeos , acentuados tras la caida de la URSS bajo un neoliberalismo depredador; y también los trabajadores del "mundo blanco" extenuados tras dos décadas de privatizaciones y pérdida de derechos, miran esta guerra como una salida hacia algún lugar: el final de todo, o un mundo nuevo. De ese mundo nuevo somos nosotros responsables.
Todos los afectados por la democracia blanca, inteligente, incuestionable.
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